La música clásica occidental es un tipo de música académica que se basa principalmente en la música producida o derivada de las tradiciones de la música litúrgica y profana en Occidente, teniendo como foco mayoritario Europa Occidental. Posee un referente de transmisión fundamentalmente de tipo escrito (véase Historia de la notación en la música occidental) lo cual suele vincularse al carácter riguroso de su reproducción e interpretación. Aunque de forma amplia abarca un periodo de tiempo que va aproximadamente desde el siglo XI hasta la actualidad, es frecuente que se restrinja su uso para referirse a la música académica anterior al siglo XX. A pesar de que la música clásica del siglo XX posee estilísticamente diferencias substanciales con la producida en siglos anteriores, es está considerada el resultado del mismo proceso evolutivo. Si bien, las principales características del género fueron codificadas principalmente entre 1550 y 1900, que es habitualmente considerado como el período característico de producción de la música clásica, su desarrollo se extiende a todo el siglo XX y XXI.
Considerada una de las personalidades más influyentes, polifacéticas y fascinantes de la Baja Edad Media y de la historia de Occidente, es también una de las figuras más ilustres del monacato femenino y quizás quien mejor ejemplificó el ideal benedictino, al estar dotada de una inteligencia y cultura fuera de lo común, comprometida con la reforma gregoriana y al ser una de las escritoras de mayor producción de su tiempo.
El convento de Hildegarda la eligió como magistra (madre superiora) en 1136. Fundó los monasterios de Rupertsberg, en 1150, y de Eibingen, en 1165. En su producción se encuentran obras teológicas, botánicas y medicinales, así como cartas, himnos y antífonas para la liturgia. Escribió poemas y supervisó iluminaciones en miniatura en el manuscrito de Rupertsberg de su primera obra, Scivias. Sobreviven más cantos de su composición que por cualquier otro compositor en toda la Edad Media, y es una de los pocos compositores que se sabe escribieron tanto la música como las letras. Una de sus obras, el Ordo Virtutum, es un ejemplo temprano de un drama litúrgico y es probablemente el ejemplar más antiguo que sobreviva de moralidad. También se le conoce por la invención de una lengua construida conocida como Lingua Ignota.
Aunque la historia de su canonización es compleja, diversas ramas de la Iglesia la han reconocido como santa durante siglos; el 7 de octubre de 2012, en la misa de apertura de la XIII Asamblea general ordinaria del sínodo de los obispos, el papaBenedicto XVI le otorgó el título de doctora de la Iglesia junto a san Juan de Ávila, en reconocimiento de «su santidad de vida y la originalidad de sus enseñanzas». En palabras de la filóloga Victoria Cirlot:
[...] atravesando el muro de los tiempos han quedado sus palabras, incluso su sonido, y las imágenes de sus visiones.
Esta obra es una de las más avanzadas de Mozart en el género de concierto. Ludwig van Beethoven y Johannes Brahms se encuentran entre sus primeros admiradores. El musicólogo Arthur Hutchings lo consideró como el mejor concierto para piano y orquesta del salzburgués.
La Novena fue el primer ejemplo de un compositor importante que incluyó partes vocales en una sinfonía. El movimiento final, el cuarto, de la sinfonía presenta cuatro solistas vocales y un coro en la paralela tonalidad de re mayor modulada, conocida comúnmente como la «Oda a la alegría». El texto fue adaptado de «An die Freude», un poema escrito por Friedrich Schiller en 1785 y revisado en 1803, con texto adicional escrito por Beethoven.