Cocina de inducción

Una cocina de inducción es un tipo de cocina vitrocerámica que calienta directamente el recipiente mediante un campo electromagnético en vez de calentar mediante calor producido por resistencias. Estas cocinas utilizan un campo magnético alternante que magnetiza el material ferromagnético del recipiente en un sentido y en otro. Este proceso tiene menos pérdidas de energía. El material se agita magnéticamente, la energía absorbida se desprende en forma de calor y calienta el recipiente. Los recipientes deben contener un material ferromagnético al menos en la base, por lo que los de aluminio, terracota, cerámica, vidrio o cobre no pueden utilizarse con este tipo de cocinas.

Aspecto exterior de una cocina de inducción.
Aspecto interior de una cocina de inducción.
Aspecto lateral de una cocina de inducción.

Actualmente el coste de la tecnología de inducción dobla al de una vitrocerámica tradicional, pero las elevadas prestaciones así como su mayor eficiencia energética la convierten en una inversión atractiva. El coste de la producción de esta tecnología se centra en la electrónica de potencia necesaria para su funcionamiento.

Antecedentes históricos editar

La aparición de los conceptos de la cocina de inducción se remonta a principios del siglo veinte.[1]​ Alrededor de los años cincuenta la división de frigoríficos de General Motors hizo una demostración con cocinas[2]​ en una gira por los Estados Unidos. La inducción se mostraba calentando un cazo (o cuenco) y situando al mismo tiempo un trozo de papel de periódico entre la placa de inducción y el cuenco. Este prototipo nunca llegó a la fase de producción.

A principios de los años setenta se realizaron nuevos estudios en los Estados Unidos en colaboración con el Centro de Investigación y desarrollo de Westinghouse Electric Corporation en Churchill Borough, cerca de Pittsburgh. Este estudio se hizo público en 1971 durante la exposición llevada a cabo por la convención de la National Association of Home Builders en Houston, Texas, como parte de la muestra de Productos para el consumidor de la Westinghouse. Se fabricaron cientos de unidades para impulsar la entrada del producto en el mercado a las que se denominaron "Cool Top 2" de inducción. El desarrollo se llevó a cabo en el laboratorio de investigación dirigido por Bill Moreland y Terry Malarkey.

El precio de cada unidad era de unos $ 1500 (USD). La producción se realizó entre 1973 y 1975 acabando con la venta de la División de Productos de Consumo de Westinghouse a la White Consolidated Industries Inc.. El modelo CT2 contaba con cuatro hornillos de 1600 vatios cada uno. La superficie estaba constituida por una capa de priocerámica. Cada módulo se alimentaba a 240V que se trasformaban a 20 - 200V mediante una fuente continua variable con un rectificador controlado por fase. La fuente de alimentación lo convertía en una onda de 27 kHz de una intensidad de 30 A (pico) mediante dos amplificadores en paralelo de seis transistores de potencia (Motorola) en configuración medio-puente formando un Oscilador LC resonante, donde el componente inductor era de hilo de cobre enrollado y la sartén u olla como carga. El diseño fue realizado por Ray Mackenzie,[3]​ que superó los problemas de sobrecarga que aparecieron anteriormente.

Posteriormente fueron apareciendo otras patentes con mejoras como la reducción de sobrecalentamientos, la detección de sartenes[4]​ o la radiación de los campos electromagnéticos.[5]

La inducción no llegó a entrar del todo en el mercado estadounidense. Donde finalmente entró fue en Europa gracias a las colaboraciones que se realizaron entre el departamento de I+D+i de la entonces Balay S.A. (ahora BSH) y la Cátedra de Electrónica de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales de Zaragoza con proyectos dirigidos por Armando Roy, que iniciaron investigaciones sobre la tecnología innovadora de inducción, dentro del Plan Concertado de Investigación Científica y Técnica (CAICYT).

Finalmente, en 1996 comenzó el proyecto de I+D Inducción III, realizado por BSH en colaboración con la Universidad de Zaragoza, que dio lugar en 1999 al lanzamiento del primer modelo compacto,[cita requerida] en el que la electrónica ya estaba integrada en la zona de cocción.

Comparación con otras cocinas editar

La naturaleza de esta forma de calentamiento la hace mucho más eficiente que la tradicional, pues se calienta directamente el recipiente a utilizar, y no indirectamente como se hace con las tradicionales vitrocerámicas basadas en resistencias. Esto contribuye a un ahorro de energía cada vez más apreciado en la sociedad actual. La vitrocerámica de inducción detecta gracias a un sistema de sensores si hay o no recipiente adecuado sobre su superficie. En caso de no haberlo, no funciona. Además utiliza técnicas de procesado de señal para lograr un control eficiente de la potencia.

El modelo de inducción calienta dos veces más rápido que una placa vitrocerámica convencional. Son capaces de detectar la forma y tamaño del recipiente y se puede elegir la temperatura exacta de cocción (termostato). Además, el tiempo de cocción es muy reducido pues tarda muy poco en conseguir la temperatura deseada. Esta vitrocerámica facilita la limpieza por su superficie lisa y porque al permanecer fría los posibles desbordamientos no se requeman o incrustan en el vidrio, pues basta pasar sobre ella un paño húmedo.

La cocina de inducción evita posibles quemaduras, ya que no se calienta la hornilla. La hornilla (placa de inducción) alcanza como temperatura máxima la del calor residual producido por el recipiente. Asimismo, no existe ningún riesgo de explosión fortuita al no utilizar combustibles. Por su seguridad, son las únicas que pueden colocarse con cualquier electrodoméstico debajo: solo es necesario dejar una distancia. Tienen el problema de que solamente pueden utilizarse ciertos materiales para el menaje de cocina y la condición de que en entornos domésticos no puede ser usada a una distancia menor a aproximadamente 60 cm por personas que lleven marcapasos.[6]

Es posible fabricar una cocina de inducción que funcione con cualquier metal conductor; sin embargo, el sistema convencional es más simple y barato. Para calentar metales como el aluminio, se pueden utilizar varias bobinas que se activan cíclicamente, una después de otra, generando un campo magnético móvil como en un motor de corriente alterna. Este mismo efecto se aprovecha para usar el aluminio en velocímetros y motores asíncronos.

Aunque el coste de la cocina de inducción suele rondar el doble del precio de una cocina eléctrica vitrocerámica de resistencia convencional o halógena, el gasto eléctrico del hogar suele ser un 40% menor, sobre todo con usos cortos como freír un filete, donde una cocina vitrocerámica convencional perdería gran parte de la energía usada en el calor residual de la placa de la cocina.

Respecto a una cocina de gas, aprovecha mejor la energía eléctrica (84%) que el gas producido (40%). Sin embargo, en el proceso total que incluye la generación eléctrica en el país, a partir de combustibles fósiles, solo un 30% (o casi un 60% en ciclo combinado) se convierte en electricidad y el resto en calor, que muchas veces no se aprovecha y genera contaminación térmica, salvo que se utilice electricidad renovable.[7]​ Además, las cocinas de inducción son más seguras frente a explosiones que las de gas.

Desventajas editar

Hay que tener en cuenta que estas placas requieren recipientes con fondo ferromagnético, cada vez más habituales, que permitan cerrar el circuito de inducción. En general, se puede decir que cualquier recipiente en cuya base se "pegue" un imán es válida para este tipo de cocinas.

El estudio suizo Exposure of the Human Body to Professional and Domestic Induction Cooktops Compared to the Basic Restrictions publicado en la revista científica Bioelectromagnetics en 2012 concluye lo siguiente:[8]

  • Aunque la mayor parte de las cocinas de inducción medidas cumplen con los límites de exposición para el público al campo magnético a la distancia especificada por la Comisión Electrotécnica Internacional (normativa IEC 62233), 30 cm desde el borde de la cocina, la mayoría supera estos límites a distancias menores.
  • Para una cocina que cumple la normativa IEC 62233, la densidad de corriente puede exceder las restricciones básicas de la Comisión Internacional de Protección contra la Radiación No Ionizante (ICNIRP) de 1998 por un factor de 16.
  • El tejido cerebral de niños pequeños puede estar sobreexpuesto por un factor de dos con respecto a las restricciones básicas para el público general si se acercan a la cocina.
  • La exposición del tejido del sistema nervioso central del feto puede superar los límites para el público general si la madre está expuesta a nivel ocupacional.
  • La normativa IEC 62233 no protege suficientemente a las personas expuestas según las restricciones básicas definidas por ICNIRP 1998.

Según la Oficina de Salud Pública suiza,[9]​ no se conoce en la actualidad si los campos magnéticos que se originan en una cocina de inducción representan un riesgo para la salud. Sus posibles efectos se pueden reducir mediante un uso correcto de la cocina de inducción.

Ventajas editar

La cocina de inducción tiene numerosas ventajas:

Según el U.S. Department of Energy, la eficiencia de transmisión de energía en la cocina de inducción es del 84% frente al 74% de las cocinas vitrocerámicas convencionales, lo que significa un ahorro de aproximadamente 12% para la misma cantidad de calor generada.[10]

La alta eficiencia en la transferencia de calor de esta nueva tecnología hace que se cocine más rápido que en las cocinas eléctricas convencionales. También supone un ahorro de energía.[11]

Al calentarse la olla directamente, se evita que se queme cualquier cosa que se haya quedado interpuesta entre la cocina y la olla. Esta característica hace que las cocinas de inducción sean más seguras, pues reducen el riesgo de incendio considerablemente y eliminan el de explosión, lo cual es especialmente importante para las personas mayores. Como el calor se genera por una corriente inducida, la unidad detecta si la olla está presente, lo que permite que la cocina se apague automáticamente si detecta que la olla ha sido retirada. Estas cocinas se pueden completar, en un sistema domótico como X10, con un detector de calor, que apague la cocina cuando se advierta que algo se está quemando, mediante el corte de electricidad a la misma.

Además, estas cocinas, al no quemarse la superficie resultan más fáciles de limpiar, porque quedan menos restos adheridos y quemados que en las vitrocerámicas basadas en otros métodos de calentamiento.

Se deterioran poco, por lo que suelen durar más tiempo como nuevas.[cita requerida]

Véase también editar

Referencias editar

  1. For example see UK Patent Application GB190612333, entitled "Improvements in or relating to Apparatus for the Electrical Production of Heat for Cooking and other purposes", applied for by Arthur F. Berry on 26 May 1906
  2. Kitchen of the Future has Glass-Dome Oven and Automatic Food Mixer, Popular Mechanics Apr 1956, page 88
  3. Patente USPTO n.º 3889090: «Induction Heat Cooking Apparatus»
  4. Patente USPTO n.º 3796850: «Pan detector for induction heating cooking unit»
  5. Patente USPTO n.º 4163139: «Cooking vessel capacitive decoupling for induction cooking apparatus»
  6. Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios, y Sociedad Española de Cardiología. «Guía del paciente portador de marcapasos». 
  7. Debido a esto, no hay que olvidar que el precio de un kWh eléctrico es bastante superior al del gas (diferencia que es difícil de cuantificar puesto que varia según tarifas, según contrato o, incluso, según país)
  8. Christ, Andreas; Guldimann, Rene; Bühlmann, Barbara; Zefferer, Marcel; Bakker, Jurriaan F.; van Rhoon, Gerard C.; Kuster, Niels (2012). «Exposure of the Human Body to Professional and DomesticInduction Cooktops Compared to the Basic Restrictions». Bioelectromagnetics 3: 695-705. Consultado el 27 de abril de 2015. 
  9. Federal Office of Public Health Switzerland (8 de noviembre de 2011). «Induction hobs» (en inglés). Archivado desde el original el 3 de abril de 2015. Consultado el 1 de mayo de 2015. 
  10. «Technical support document for residential cooking products. Volume 2: Potential impact of alternative efficiency levels for residential cooking products. (see Table 1.7). U.S. Department of Energy, Office of Codes and Standards.» (PDF). Archivado desde el original el 6 de febrero de 2012. Consultado el 6 de diciembre de 2011. 
  11. Álvarez, Carlos Acevedo; Maya, Isabel Cristina Álvarez; Carmona, Diego Cadavid; Ospino, Marlon Cadrazco; Rojas, José Gabriel Cataño; Márquez, John Camilo Betancur; Londoño, Juan Gabriel Flórez; Vásquez, Robinson Loaiza et al. (3 de diciembre de 2012). El uso de energía en microempresas tradicionales: eficiencia, innovación y gestión. Instituto Tecnológico Metropolitano. ISBN 978-958-8743-14-1. Consultado el 7 de octubre de 2022. 

Enlaces externos editar