Cuevas de Toquepala

yacimiento y estancia del hombre de Toquepala durante el Periodo Formativo

Las Cuevas de Toquepala están ubicadas en el distrito de Ilabaya, provincia de Jorge Basadre, departamento de Tacna, en el sur del Perú. En sus paredes se han encontrado pinturas rupestres, con diversas escenas de cacería o chaco, en las que se representa a cazadores acorralando y matando a un grupo de guanacos. Se desarrolló en el Precerámico.

Cueva de Toquepala

Pintura rupestre de la cueva de Toquepala.
Localización geográfica
Continente América del Sur
Cordillera Cordillera Occidental de los Andes
Coordenadas 17°18′16″S 70°43′05″O / -17.304336111111, -70.717986111111
Localización administrativa
País Perú Perú
División Tacna
Subdivisión Provincia de Jorge Basadre
Localidad Distrito de Ilabaya
Características
Geología Arenisca
Bocas 2
Longitud interior 10 m
Hallazgos
Descubrimiento Emilio Gonzáles García
Condiciones de visita
Acceso Libre
Mapa de localización
Cueva de Toquepala ubicada en Departamento de Tacna
Cueva de Toquepala
Cueva de Toquepala
Ubicación (Departamento de Tacna).
Cueva de Toquepala ubicada en Perú físico
Cueva de Toquepala
Cueva de Toquepala
Ubicación (Perú físico).

Se denomina chaco a la típica táctica de cacería en los Andes. Los comuneros forman cercos humanos, acorralan a las bestias y luego las matan o capturan. Esto está claramente representado en las pinturas de la cueva de Toquepala.

Para realizar estas pinturas se han usado colores como el rojo, el amarillo, el blanco y el negro. De acuerdo con el investigador Jorge C. Muelle, estas escenas habrían sido realizadas con el fin mágico de propiciar una buena cacería. Se calcula su datación en 7600 a. C. (antes de nuestra era) de acuerdo con los fechados radioactivos realizados por expertos en la materia.[nota 1]

Ubicación editar

Están ubicadas en las cercanías del asiento minero de Toquepala, en el flanco noroeste de la quebrada Cimarrona, a la altura del kilómetro 103 del ferrocarril de Ilo a Moquegua. Zona enclavada en la Cordillera Occidental de los Andes peruanos a una altitud de 2800 m s. n. m. Dista 154 km en línea recta a la ciudad de Tacna.

Descubrimiento y estudios editar

En 1963 los diarios de Lima y algunos de provincias daban cuenta del descubrimiento de una "cueva con pinturas rupestres" en el asiento minero de Toquepala, cuya antigüedad se fechaba en 10 000 años.

La cueva aludida, conocida originalmente como Cueva del Diablo, había sido visitada por lo menos desde 1950. Sin embargo, solo en 1963 Emilio Gonzáles García la descubrió científicamente. El Museo Nacional de Antropología y Arqueología de Lima, con el apoyo de la Southern Perú Copper Corporation, auspició las investigaciones arqueológicas en el lugar, entre 1963 y 1967. Se encargaron de los estudios los arqueólogos Jorge C. Muelle, Rogger Ravines y Miomir Bojovich, quienes reafirmaron la importancia del monumento, hallando también varios instrumentos de piedra y algunos pinceles con perfil de hisopos, que serían las herramientas empleadas. Las figuras fueron calcadas en acuarela por Pedro Rojas Ponce y publicadas por Muelle y Ravines en 1966.

Descripción de las cuevas editar

Son dos oquedades con vista al sur y suroeste, llamadas respectivamente la cueva y el abrigo. Son producto de la erosión en una formación de roca arenisca. La cueva tiene 4.20 m de profundidad, 5.20 m de ancho y 3 m de altura. El abrigo es de menos altura y profundidad, pero de mayor amplitud en la entrada y en el interior. Las paredes de ambas son de roca viva, como de cualquier cueva de su tipo, pero con una decoración excepcional para los ojos del observador, porque están decoradas con pinturas rupestres.

Los artistas editar

La caverna y abrigo deben haber sido ocupados durante períodos de estación y, al parecer, nunca por un gran número de personas. Quizás por un grupo que se desplazaba continuamente, una simple banda, que reincidía en sus visitas. En estos refugios, durante las estaciones frías y cuando disponían de comida por un tiempo, debió pintar escenas que muestran su preocupación fundamental en la alimentación a través de la caza. Estos humanos primitivos tiraron sus desperdicios de comida en la misma cueva, los que con el tiempo se formaron capas.

Las pinturas editar

Las paredes internas de la cueva y externas del abrigo están ornadas con diversas pinturas rupestres, agrupadas en 6 sectores en el caso de la cueva y en 2 en el abrigo. Son figuras en color plano que representan animales y hombres con notable esquematismo naturalista. Los colores usados son el rojo, amarillo, blanco y negro. En cuanto al tamaño, son figuras pequeñas, de hasta 5 cm los hombres y 10 cm los animales.

Representan escenas de cazadores acosando a guanacos con garrotes; en algunos casos parecen llevar arcos. Se ven animales muertos, algunos de los cuales han recibido el impacto de proyectiles o de lanzas. Algunas figuras aparecen superpuestas, las que al parecer fueron hechas en tiempos posteriores.

Las principales escenas están hechas de agua y con pincel fino, y figuras aisladas hechas con los dedos y con pigmento de vehículo graso.

Propósito editar

Las pinturas rupestres de Toquepala presentan, como similares descubrimientos de otras partes del mundo, un alto sentido animista, para propiciar la caza y los alimentos. Estas pinturas no fueron hechas por distracción ni por necesidad de expresar belleza, sino fundamentalmente (según los especialistas), porque atraían la “buena suerte”.

Los habitantes primitivos pensaban que tales imágenes se constituían en espíritus de animales reales, por lo cual, antes de realizar las faenas de caza, ensayaban lanzando vigorosamente sus proyectiles y lanzas sobre aquellas figuras. Este rito significaba para ellos augurio de buena cacería y abundante alimento recolectado; era como un pronóstico y un acto de magia.

Cuando finalmente los animales emigraron de la zona, las personas también continuaron su trashumancia. Las cuevas quedaron abandonadas y posteriormente fueron ocupadas por las aves, cuyos huesos se hallaron regados en el suelo. Muchos siglos después, poco antes de la era cristiana, fue ocupada por otros habitantes que se dedicaron a la cestería, que también terminaron por abandonarla, dejando en el lugar un cesto.

Referencias editar

  1. Guffroy, Jean (1999). El arte rupestre del antiguo Perú (1a ed. edición). Lima: IFEA - Inst. Francés de Estudios Andinos. p. 29. ISBN 2-7099-1429-8. Consultado el 9 de julio de 2018. 

Bibliografía editar

  • Del Busto Duthurburu, José Antonio: Perú preincaico, pp. 34-36. Colección de obras escogidas de José Antonio del Busto. Lima, Empresa Editora El Comercio S.A., 2011. ISBN 978-612-306-033-6
  • Kauffmann Doig, Federico: Historia y arte del Perú antiguo. Tomo 1, p. 116. Lima, Ediciones PEISA, 2002. ISBN 9972-40-213-4
  • Silva Sifuentes, Jorge E. T.: «Origen de las civilizaciones andinas». Incluida en la Historia del Perú, p. 47. Lima, Lexus Editores, 2000. ISBN 9972-625-35-4
  • Villanueva Sotomayor, Julio R.: El Perú en los tiempos antiguos. Historia Preínca e Inca, pp. 30-31. Publicado por el diario “Ojo”, edición fascicular, 2001. Edición e impresión: Quebecor World Perú S.A. Depósito Legal: 150103 2001 - 2408

Véase también editar

Notas editar

  1. Si bien hay fuentes que sostienen esta teoría, hay otros estudios que ponen en duda la estimación debido a que fueron datadas a partir de estratos sin relación directa con vestigios de ocupación humana.[1]

Enlaces externos editar