El vendedor más grande del mundo

libro de Og Mandino

El vendedor más grande del mundo[1]​ es un libro best seller de Og Mandino. Fue publicado por primera vez en 1968, y relanzado en 2013 por la editorial Bantam Books, una edición de pasta dura fue publicada por Buccaneer Books en junio de 1993.

El vendedor mas grande del mundo
de Og Mandino Ver y modificar los datos en Wikidata
Género autoayuda
Subgénero Ventas
Tema(s) Superación Personal
Edición original en inglés
Título original The Greatest Salesman In The World
Editorial The Bantam Dell Publishing Group
País USA
Fecha de publicación 1968
Edición traducida al español
Traducido por Benjamín E. Mercado
Ilustrador Jorge Rosas / DUUO
Publicado en marzo de 2013
Editorial Editorial Planeta Mexicana SA de CV Bajo el Sello EDITORIAL DIANA
Ciudad México, D.F.
País México
Fecha de publicación Primera Edición en español Febrero 1976
Páginas 128

El libro de 128 páginas es una guía clásica de la filosofía de un vendedor, contando la historia de Hafid, quien se enamora de Lisha, la hija de Calneh, un hombre muy rico, siendo él apenas un simple camellero. Hafid, descontento con esa vida, se acercó a su protector Pathros, un potentado mercader, (el cual en ese momento era considerado el vendedor más grande del mundo) a quien le pide consejo para convertirse en un hombre poderoso como él, y así algún día obtener también para él, el título del vendedor más grande del mundo. Pathros primero inspecciona las intenciones de Hafid, ya que sospechaba que solo le pedía ese favor por amor al poder y al dinero, pero cuando se enteró de que era por el amor de su futura mujer Lisha, entonces decide ayudarlo y lo encamina en el arte de generar ventas, pero no le hace la vida fácil, primero Hafid debe ganarse el derecho a ser instruido por Pathros, quien le encomienda a Hafid, ir en un viaje para vender un manto en la región de Belén de Juda, pero en realidad, es un viaje de autodescubrimiento, en el cual, Hafid entenderá cuál es la verdadera base del éxito. Pathros recibe una prueba del cielo que involucra al mismísimo niño Jesús. Con esto Pathros se queda convencido de que Hafid es el elegido para ser el nuevo dueño de 10 pergaminos extraordinarios que le enseñarán las artes de cómo convertirse en el vendedor más grande del mundo. Hafid a su vez, promete cuidarlos al tiempo que puede aplicarlos en su vida, pero con la condición de que su contenido era un secreto y debería permanecer oculto hasta que algún día apareciera una persona que de alguna forma le transmitiría una señal que sería de tal forma tan evidente, aunque esta persona ignorara que preguntar, o que buscar, le haría ver que era él, el elegido, y entonces Hafid le entregarías los pergaminos, para que libremente pudiera compartir su contenido con el mundo.

En la segunda parte de este libro, Hafid, ya anciano y habiendo repartido su fortuna y desbaratado el imperio que con tanto ahínco construyó durante su vida (en la primera parte del libro), recibe una inesperada visita de Saulo, predicador de Jesús, a quien posteriormente se le conocería como Pablo, el apóstol. Y quien sin saberlo, portaba en su mochila, el signo que indicaba que él era el elegido para transmitir al mundo el contenido secreto de los 10 pergaminos.

El pergamino número uno editar

Hoy comienzo una nueva vida.

Hoy mudaré mi viejo pellejo que ha sufrido, durante tanto tiempo, las contusiones del fracaso y las heridas de la mediocridad.

Hoy nazco de nuevo y mi lugar de nacimiento es una viña donde hay fruto para todos.

Hoy Cosecharé uvas de sabiduría de las vides más altas y cargadas de fruta de la viña, porque estas fueron plantadas por los más sabios que han venido antes que yo, de generación en generación.

Hoy saborearé el gusto de las uvas frescas de las vides, y ciertamente me tragaré la semilla del éxito encerrada en cada una y una nueva vida retoñará dentro de mí.

La vida que he escogido está repleta de oportunidades, y al mismo tiempo está llena de angustia y desesperación, y los cadáveres de aquellos que han fracasado, si se los pusiera uno encima del otro, proyectarían su sombra por encima de todas las pirámides de la tierra.

Y sin embargo yo triunfaré sobre los otros, puesto que en mis manos sostengo las cartas de mar que me guiarán a través de corrientes peligrosas hasta las playas que solo ayer me parecían un sueño.

El éxito será mi recompensa por la lucha. Así como la naturaleza no ha hecho provisión para que mi cuerpo tolere el dolor, tampoco ha hecho provisión para que mi vida sufra el fracaso. El fracaso como el dolor es ajeno a mi vida. En el pasado lo acepté como acepté el dolor. Ahora lo rechazo y estoy preparado para abrazar la sabiduría y los principios que me sacarán de las sombras para internarme en la luz resplandeciente de la riqueza, la posición y la felicidad, muy superiores a mis más extravagantes sueños hasta que aún las manzanas de oro en el jardín de las hespérides parecerán mi justa recompensa.

El tiempo enseña todas las cosas a aquel que vive para siempre, pero no puedo darme el lujo de la eternidad. Y sin embargo, en el tiempo que se me ha asignado debo practicar el arte de la paciencia, porque la naturaleza jamás procede con apresuramiento. Para crear el olivo, el rey de todos los árboles, se requieren 100 años. Una planta de cebolla es vieja después de nueve semanas. He vivido como una planta de cebolla; Pero estoy inconforme con ello. Ahora quisiera ser el más grande de los árboles de olivo, y en realidad el más grande de los vendedores.

¿Y cómo lo lograré? Porque no tengo ni los conocimientos ni la experiencia para alcanzar la grandeza, y ya he tropezado en ignorancia y caído en el charco de la compasión por mí mismo. La respuesta es sencilla; Comenzaré mi viaje sin el estorbo de los conocimientos innecesarios o la desventaja de una experiencia carente de significado. La naturaleza me ha proporcionado ya el conocimiento y el instinto muy superiores a los de cualquier bestia en el bosque; y a la experiencia se le ha asignado un valor exagerado, especialmente por los viejos que asienten sabiamente con la cabeza y hablan sin sentido.

En realidad, la experiencia enseña sistemáticamente, y sin embargo su curso de instrucción devora los años del hombre, de manera que el valor de sus lecciones disminuye con el tiempo necesario para adquirir su sabiduría especial. Y al final se ha malgastado en hombres que han muerto. Además, la experiencia se compara con la moda. Una acción o medida que tuvo éxito hoy será irresoluble e impráctica mañana.

Solamente los principios perduran y estos poseo, porque las leyes que me conducirán a la grandeza figuran en las palabras de estos pergaminos. Me enseñarán más a evitar el fracaso que a alcanzar el éxito, porque ¿Qué es el éxito sino un estado mental? ¿Qué dos personas entre mil sabios definirán el éxito con las mismas palabras? Y sin embargo el fracaso se describe siempre de la misma forma. El fracaso es la incapacidad del hombre de alcanzar sus metas en la vida, cualesquiera que sean.

En realidad, la única diferencia entre aquellos que han fracasado y aquellos que han tenido éxito reside en la diferencia de sus hábitos. Los buenos hábitos son la clave de todo éxito. Los malos hábitos son la puerta abierta al fracaso. De manera entonces que la primera ley que obedeceré, y que precede a todas las otras es la siguiente: Me formaré buenos hábitos, y seré el esclavo de esos hábitos.

Cuando era niño, era esclavo de mis impulsos, ahora soy esclavo de mis hábitos, como lo son todos los hombres crecidos. He rendido mi libre albedrío a los años de hábitos acumulados y las acciones pasadas de mi vida han señalado ya un camino que amenaza con aprisionar mi futuro. Mis acciones son gobernadas por el apetito, la pasión, el prejuicio, la avaricia, el amor, el temor, el medio ambiente y los hábitos; y el peor de estos tiranos es el hábito. Por lo tanto si tengo que ser esclavo de los hábitos, que sea esclavo de los buenos hábitos.

Los malos hábitos deben ser destruidos y nuevos surcos preparados para la buena semilla.

Adquiriré buenos hábitos y me convertiré en su esclavo. ¿Y cómo realizaré esta difícil empresa? Lo haré por medio de estos pergaminos, porque cada uno contiene un principio que desalojará de mi vida un hábito malo y lo reemplazará con uno que me acerque al éxito. Porque hay otra ley de la naturaleza que dice que solo un hábito puede dominar a otro. De manera que a fin de que estas palabras escritas cumplan la tarea para la cual han sido designadas, debo de disciplinarme a mí mismo y adquirir el primero de mis nuevos hábitos que es el siguiente: Leeré cada pergamino durante 30 días en esta forma prescrita, antes de proceder a la lectura del pergamino siguiente.
Primero leeré las palabras en silencio cuando me levanto por la mañana. Luego leeré las palabras en silencio después de haber participado de la comida del mediodía. Finalmente leeré las palabras de nuevo antes de acostarme al finalizar el día, y aún más importante, en esta oportunidad leeré las palabras en voz alta.
Al día siguiente repetiré este procedimiento, y continuaré de esta manera durante otros 30 días. Continuaré de esta forma hasta que haya vivido con cada uno de los pergaminos durante treinta días y mi lectura se haya convertido en un hábito.
¿Y qué realizaré mediante este hábito? Reside aquí el secreto oculto de todas las realizaciones del hombre. Al repetir diariamente las palabras, se convertirán pronto en parte integral de mi mente activa, pero aún más importante, se filtrarán también hasta la otra mente mía, ese misterioso venero que nunca duerme, que crea mis sueños, y con frecuencia me hace proceder en una forma que no comprendo.
A medida que las palabras de estos pergaminos son absorbidas por mi misteriosa mente, comenzaré a despertar, todas las mañanas, con una vitalidad que hasta antes desconocía. Mi vigor aumentará, mi entusiasmo se acrecentará, mi deseo de enfrentarme con el mundo dominará todos los temores que antes me asaltaban al amanecer, y seré más feliz de lo que jamás había pensado que fuese posible en este mundo de luchas y de dolor.
Finalmente, descubriré que reaccionó ante todas las situaciones que me confrontan como los pergaminos me ordenaron que reaccionara, y pronto estas acciones y reacciones serán fáciles de realizar, porque todo acto se hace fácil con la práctica.
De manera entonces que nacerá un hábito nuevo y bueno, porque cuando un acto se hace fácil mediante la repetición constante, se convierte en un placer realizarlo, y si es un placer realizarlo, corresponde a la naturaleza del hombre el realizarlo con frecuencia. Cuando lo hago con frecuencia se convierte en un hábito y yo me convierto en su esclavo y puesto que este es un buen hábito, esta es mi voluntad.
Hoy comienzo una nueva vida.
Y me hago un solemne juramento de que nada retardará el crecimiento de mi nueva vida. Continuaré día a día estas lecturas, porque el día que pierda será irrecuperable ni podré substituirlo por otro. Debo continuar, continuaré este hábito de la lectura diaria de estos pergaminos, y en realidad, los pocos momentos que pase todos los días en este nuevo hábito serán un precio insignificante que tendré que pagar por la felicidad y el éxito que serán míos.
Y mientras leo y releo las palabras de los pergaminos siguientes, admiraré la brevedad de cada uno y la simplicidad de sus palabras me llevarán a tratar con respeto su mensaje. Miles de uvas se prensan para llenar una botella de vino y el hollejo y la pulpa son arrojados a los pájaros. Así es con estas uvas de sabiduría de los siglos. Mucho se ha filtrado y arrojado a los vientos. Solamente la verdad pura yace destilada en las palabras que vendrán. Beberé según las instrucciones y beberé cada una de las gotas sin derramar una sola. Y la semilla del éxito ingeriré.
Hoy mi viejo pellejo se ha vuelto como polvo. Caminaré erguido entre los hombres y seré irreconocible, porque soy un nuevo hombre, con una nueva vida.

El pergamino número dos editar

Saludaré este día con amor en mi corazón.

Porque este es el secreto más grande del éxito en todas las empresas. La fuerza muscular podrá partir un escudo y aún destruir la vida, pero solo el poder invisible del amor puede abrir el corazón del hombre, y hasta que no domine este arte no seré más que un mercachifle en el mercado. Haré del amor mi arma más poderosa y nadie a quien yo visite podrá defenderse de su fuerza. Podrán contradecir mi razonamiento; podrán desconfiar de mis discursos; podrán desaprobar mi manera de vestir; podrán rechazar mi rostro; y hasta podrán sospechar de mis ofertas especiales; y sin embargo mi amor les derretirá el corazón, al igual que el sol cuyos rayos entibian la más fría arcilla.

Saludaré este día con amor en mi corazón.

¿Y cómo lo haré? De aquí en adelante contemplaré todas las cosas con amor y naceré de nuevo. Amaré al sol porque me calienta los huesos; pero también amare la lluvia porque purifica mi espíritu. Amaré la luz porque me señala el camino, pero también amare la oscuridad porque me enseña las estrellas. Acogeré la felicidad porque engrandece mi corazón; pero también soportaré la tristeza porque descubre mi alma. Reconoceré la recompensa porque constituye mi pago; pero también daré acogida a los obstáculos porque constituyen para mí un desafío.

Saludaré este día con amor en mi corazón.

¿Y cómo hablaré? Elogiaré a mis enemigos y se convertirán en amigos míos. Animaré a mis amigos y se convertirán en mis hermanos. Ahondaré siempre en busca de razones para elogiar; nunca me allanaré en buscar excusas para el chisme. Cuando sienta la tentación de criticar me morderé la lengua; cuando me sienta inspirado a elogiar, lo proclamaré a los cuatro vientos. ¿No sucede que los pájaros, el viento, el mar y la naturaleza toda hablan con la música de la alabanza para su creador? ¿No puedo acaso hablar con la misma música a sus hijos? De aquí en adelante recordaré este secreto que cambiará mi vida.

Saludaré este día con amor en mi corazón.

¿Y cómo procederé? Amaré a todas las clases de hombres porque cada uno tiene cualidades dignas de ser admiradas, aunque quizá estén ocultas. Derribaré la muralla de sospecha y de odio que han construido alrededor de sus corazones, y en su lugar edificaré puentes para llegar por ellos a sus almas. Amaré al que tiene ambiciones porque podrá inspirarme; amare a los que han fracasado porque pueden enseñarme. Amaré a los reyes porque son solamente humanos; amare a los humildes porque son divinos. Amaré a los ricos porque sufren de soledad. Amaré a los pobres porque son tantos. Amaré a los jóvenes por la fe a la que se aferran; amaré a los ancianos por la sabiduría que comparten. Amaré a los hermosos por sus ojos de tristeza; amaré a los feos por sus almas saturadas de paz.

Saludaré este día con amor en mi corazón.

¿Pero cómo reaccionaré ante la conducta de los demás? Con amor. Porque así como el amor es el arma poderosa con la que me propongo abrir el corazón del hombre, el amor es también mi escudo para resistir los dardos de odio y las lanzas de ira. La adversidad y el desánimo azotarán cual huracanes mi nuevo escudo, hasta quedar finalmente reducidos a fina lluvia. Mi escudo me protegerá en el mercado, me sostendrá cuando estoy solo. Me estimulará en momentos de desánimo, pero también me calmará en épocas de gozoso transporte. Con el uso se fortalecerá y me protegerá cada vez más, hasta que un día lo pondré a un lado y caminaré sin estorbos entre todos los hombres, y cuando lo haga, mi nombre será enarbolado bien alto en la pirámide de la vida.

Saludaré este día con amor en mi corazón.

¿Y cómo me enfrentaré con las personas con quienes me encuentro? De una sola manera. En silencio y en mi fuero interno me dirigiré a ellos y les diré que les amo. Aunque dichas en silencio estas palabras se reflejarán en mis ojos, serenarán mi frente, harán que una sonrisa se asome a mis labios, y harán eco en mi voz; y su corazón se abrirá. ¿Y quién es aquel que se negará a comprar mis mercancías cuando en su corazón sienta mi amor?

Saludaré este día con amor en mi corazón.

Y principalmente me amaré a mí mismo. Porque cuando lo hago, vigilaré celosamente todo lo que entra en mi cuerpo, mi mente, mi alma y mi corazón. Nunca jamás mimaré los apetitos de la carne, sino que más bien trataré mi cuerpo con limpieza y moderación. Nunca permitiré que mi mente sea atraída por el mal y la desesperación, sino que más bien la estimularé con los conocimientos y la sabiduría de los siglos. Nunca le permitiré a mi alma que se vuelva complaciente y satisfecha; por el contrario la alimentaré con la meditación y la oración. No permitiré nunca que mi corazón se empequeñezca o se amargue; sino más bien lo compartiré y crecerá y alegrará la tierra.

Saludaré este día con amor en mi corazón.

De aquí en adelante amaré a toda la humanidad. Desde este momento todo el odio ha sido extraído de mis venas, porque no tengo tiempo para odiar, solo tengo tiempo para amar. Desde este momento doy el primer paso requerido para convertirme en un hombre entre los hombres. Con amor aumentaré mis ventas en un ciento por ciento y me convertiré en un gran vendedor. Aunque no posea otras cualidades, puedo alcanzar el éxito con el amor solamente. Sin el amor fracasaré aunque posea todos los conocimientos y habilidades del mundo.

Saludaré este día con amor en mi corazón, y tendré éxito.

El pergamino número Tres editar

Persistiré hasta alcanzar el éxito.

En el oriente, los toros jóvenes son puestos a prueba en cierta forma para la corrida en la plaza. Estos toros son traídos a la plaza y se les deja atacar al picador que los pica con una lanza. La bravura de cada toro se calcula entonces con cuidado, según las veces que demostró su disposición a embestir a pesar de la picadura de la lanza. De aquí en adelante reconoceré que todos los días la vida me pone a prueba en igual forma. Si persisto, si sigo probando, si continúo embistiendo alcanzaré el éxito.

Persistiré hasta alcanzar el éxito.

En este mundo yo naci en la victoria, el éxito corre por mis venas. No soy una oveja que espera ser aguijoneada por el pastor. Soy un león y me niego a hablar, a caminar o a dormir con las ovejas. Me abstendré de escuchar a aquellos que lloran y se quejan, porque la enfermedad es contagiosa. Que ellos se unan a las ovejas. El matadero del fracaso es su destino.

Persistiré hasta alcanzar el éxito.


Los premios de la vida se encuentran al fin de cada jornada, y lejos del comienzo, y no me corresponde a mi saber cuantos pasos son necesarios a fin de alcanzar mi meta. Puede aún sobrecogerme el fracaso al dar mi milésimo paso, y sin embargo quizá el éxito se oculte detrás del siguiente recodo del camino. Jamás sabré cuán cerca estoy del éxito a menos que doble la curva. Siempre daré un paso más. Si ese no es suficiente daré otro y aún otro. En realidad, un paso por vez es muy sencillo.

Persistiré hasta alcanzar el éxito.

De aquí en adelante consideraré el esfuerzo de cada día como un golpe de la hoja del hacha contra un poderoso roble. El primer golpe quizá ni cause temblor en el árbol, ni el segundo, ni el tercero. Cada golpe en sí mismo quizá sea insignificante y al parecer sin consecuencia. Y sin embargo como resultado de golpes endebles, el roble finalmente se tumbará. Y así será con mis esfuerzos de hoy.

Se me comparará con las gotas de lluvia que finalmente se llevan la montaña; la hormiga que devora al tigre; la estrella que ilumina la tierra; el esclavo que construye una pirámide. Edificaré mi castillo usando un ladrillo por vez, porque yo sé que los pequeños intentos, repetidos, completarán cualquier empresa.

Persistiré hasta alcanzar el éxito.

Jamás aceptaré la derrota y borraré de mi vocabulario palabras o frases como "abandono", "no puedo", "imposible", "irrealizable", "improbable", "fracaso", "impráctico", "sin esperanzas" y "retirada"; porque son palabras de necios. Huiré de la desesperación, pero si esta enfermedad de la mente llegara a atacarme, seguiré trabajando en medio de la desesperación. Trabajaré y aguantaré. Pasaré por alto los obstáculos que se yerguen a mis pies, y mantendré los ojos fijos en las metas por encima de mi cabeza, porque sé que donde termina el árido desierto, crece la verde vegetación.

Persistiré hasta alcanzar el éxito.

Recordaré la antiquísima ley de los promedios y la adaptaré para mi beneficio.

Persistiré con la convicción de que cada vez que fracase en una venta, aumentarán las posibilidades de éxito en la tentativa siguiente. Todavez que es cuche un no, me aproximará al sonido de un sí. Toda vez que me encuentre con una mirada de desaprobación, recordaré que solo me prepara para la sonrisa que hallaré después. Cada desventura que me sobrevenga contendrá en sí la semilla de la buena suerte del mañana.

Debo contamplar la noche para apreciar el día.

Debo fracasar con frecuencia para tener éxito una sola vez.

Persistiré hasta alcanzar el éxito.

Persisitré, persistiré y persisitiré de nuevo.

Cada obstácuo que se me presente, lo contemplaré como un mero rodeo en el camino que me lleva a la meta, y un desafío a mi profesión.

Persistiré y desarrollaré mis habilidades como el marino desarrolla las suyas, aprendiendo a dominar la furia de cada tormenta.

Persistiré hasta alcanzar el éxito.

De aquí en adelante, aprenderé y aplicaré otro secreto de aquellos que sobresalen en su trabajo. Cuando haya terminado el día, sin tener en cuenta si ha sido un día de éxito o fracaso, procuraré realizar una venta más. Cuando mis pensamientos inviten a mi cansado cuerpo a retornar a la casa, resistiré la tentación de hacerlo. Trataré de realizar una venta más. Haré un intento más de cerrar el día con una victoria, y si ese intento fracasa haré otro. Jamás permitiré que un solo día termine en fracaso. De esta manera plantaré la semilla del éxito del mañana y lograré una ventaja insuperable sobre aquellos que cesan de trabajar en una hora preescrita. Cuando otros ponen fin a la lucha, la mía habrá comenzado, y mi cosecha será amplia.

Persistiré hasta alcanzar el éxito.

Tampoco permitiré que los éxitos del ayer me hagan caer en el sopor de la complacencia del hoy, puesto que esta es el gran fundamento del fracaso. Me olvidaré de los acontecimientos del día que ha pasado, ya fuesen buenos o malos, y saludaré el nuevo día con confianza de que éste será el mejor día de mi vida.

Mientras haya hálito en mí, persistiré. Porque ahora se uno de los grandes principios del éxito; si persisto lo suficiente alcanzaré la victoria.

Persisitré y alcanzaré la victoria.

Oración, fragmento del pergamino número Diez editar

¡Oh! Creador de todas las cosas, ayúdame,

Porque hoy me interno en el mundo desnudo y solo, y sin tu mano para guiarme, extraviaré el camino que conduce al éxito y la felicidad.

Ni oro, ni ropas, ni aún oportunidades acordes con mi habilidad, en cambio te pido señor, tu guía, a fin de que adquiera habilidad para aprovechar las oportunidades que me envías.

Tú que has enseñado al león y al águila cómo cazar y prosperar con sus dientes y sus garras. Enséñame a cazar con palabras y a prosperar con amor, para que sea un león entre los hombres y un águila en el mercado.

Ayúdame a permanecer humilde en los obstáculos y obstáculos más aún después de superarlos; sin embargo, no ocultes de mi vista el premio que acompañará a la victoria.

Asígname tareas en cuyo desempeño otros hayan fracasado; y sin embargo guíame, a fin de que pueda arrancar las semillas del éxito de entre sus fracasos.

Confróntame con temores que me templen el espíritu; y sin embargo, concédeme el valor para reirme de mis dudas.

Dame un número suficiente de días para alcanzar mis metas; y sin embargo ayúdame para vivir hoy como si fuera mi último día.

Guíame en mis palabras a fin de que brinden frutos; sin embargo sella mis labios y oídos a los chisme, para que nadie sea calumniado.

Disciplíname a fin de que adquiera el hábito de siempre persistir; y al mismo tiempo señálame la forma de usar la ley de los promedios.

Hazme alerta a fin de reconocer la oportunidad; y otórgame la paciencia que concentrará mis fuerzas.

Báñame en buenos hábitos a fin de que los malos se ahoguen; Y concédeme compasión para las debilidades de los hombres. Déjame saber que todo pasará; y sin embargo ayúdame a contar mis bendiciones de hoy.

Expónme ante el odio a fin de que no me sea extraño; sin embargo llena mi copa de amor para que pueda convertir a los extraños en amigos.

Pero que todas estas cosas sean así, si es tu voluntad. Yo Soy tan solo un pequeño y solitario grano de uva que se aferra a la viña, y sin embargo me has hecho distinto de todos los demás. En realidad debe existir un lugar especial para mí.

Guíame señor, Ayúdame señor ,

Señálame el camino, bendiceme con tu espíritu santo, habita en mi corazón y Déjame que llegue a ser, todo lo que tienes planeado para mí, desde cuando mi semilla fue plantada y seleccionada por ti, para germinar en la viña del mundo.

Ayuda a este humilde servidor

Guíame Dios, amen!


Referencias editar

  1. Mandino, Og.  Falta el |título= (ayuda)

[1]

tiene que tener toda la información. Gracias

  1. Mandino, Og (1968). El vendedor más grande del mundo. Consultado el 04-08-2022.