Emboscada

táctica militar consistente en un ataque violento y sorpresivo sobre un elemento enemigo

Una emboscada es una táctica militar consistente en un ataque sorpresivo contra una unidad enemiga que se encuentra en movimiento u ocupando una posición de manera temporal. Usualmente ocurre después de acecharla por un período de tiempo, suele ser un encuentro breve, no requiere capturar y/o mantener el terreno y es un combate a corta distancia.[1]

Uso y debilidades editar

Esta táctica suele usarse en combinación con la retirada fingida.[2]​ Pueden ser planificadas con bastante tiempo, siendo las de menor escala las más fáciles de realizar exitosamente,[3]​ aunque otras pueden ser ejecutadas con poca preparación, poco después de detectar a las fuerzas enemigas y por iniciativa de los comandantes en el terreno.[4]​ Es una de las tácticas más antiguas y suele estar muy relacionada con la guerra de guerrillas y la contrainsurgencia,[1]​ permitiendo (a un bajo riesgo) causar muchas bajas, interrumpir la libertad de movimiento del enemigo y obtener información.[5]

Para esto se deben saber las rutas de avance y retirada del enemigo, sus puntos de abastecimiento de agua y comida o guardan sus pertrechos, y en qué lugares la vegetación permite ocultarse ya que ahí se debe elegir donde golpear.[3]​ Al mismo tiempo, se debe averiguar las actividades, intenciones y capacidades de fuego del enemigo, ya que permite seleccionar mejor el terreno y armas a utilizar,[6]​ realizar una preparación minuciosa para considerar todos los factores y eventualidades posibles a los que se deba reaccionar, un plan y órdenes simples, negar al enemigo todo conocimiento de lo que se planea, camuflar toda unidad o vehículo que se utilizara[7]​ tener el mayor poder de fuego posible con el que abrumar al adversario[8]​ y disciplinar a sus propias tropas para impedir que comentan errores que permitan su detección.[9]​ El comandante de la fuerza que realiza la emboscada siempre debe ser capaz de controlar a sus hombres.[7]

Uno de los principales contratiempos para una emboscada exitosa es que se descubra antes de tiempo. Durante las guerras samnitas, el cónsul Quinto Fabio Máximo Ruliano marchaba con su ejército cuando sus exploradores detectaron a los samnitas en las laderas alrededor de Tiferno,[10]​ un valle angosto rodeado de montañas boscosas.[11]​ Para atravesarlo mandó formar en un cuadro de infantería[12]​ y los samnitas, al darse cuenta de que habían sido descubiertos, decidieron formar en el valle.[13]​ En la posterior lucha, las legiones romanas se impusieron.[14]​ También está el caso del rey de Dacia, Decébalo, quien intentó emboscar al emperador Trajano, para ello construyó una empalizada que bloqueaba la salida del estrecho valle y en los montes boscosos a ambos lados oculto arqueros y jinetes, pero el emperador se dio cuenta de la encerrona y mandó a la mitad de sus legiones a limpiar los montes de enemigos mientras el resto asaltaba la empalizada.[15]

Otra es la indisciplina de las tropas atacantes. Cuando el caudillo de los queruscos, Arminio, intentó emboscar al legado Aulo Cecina Severo, los germanos sorprendieron a los romanos cruzando un pantano y estaban a punto de masacrarlos, pero prefirieron saquear su impedimenta. Esto permitió a las legiones llegar a terreno sólido y construir un campamento. Entonces, Arminio mandó dedicarse a acosar constantemente a los romanos durante el resto de su marcha y matarlos de a poco, pero sus lugartenientes prefirieron asaltar el campamento. Los legionarios se dieron cuenta y contraatacaron, dispersando a los germanos, lo que les permitió retirarse sin ser molestados.[16]​ Durante la conquista de la Galia, el ejército del procónsul Cayo Julio César fue emboscado cuando construía su campamento, los disciplinados legionarios formaron y resistieron sin esperar órdenes. Su comandante, con sangre fría, fue a la primera línea a darles ánimos y finalmente contraatacaron, «convirtió una inminente derrota en una aplastante victoria».[17]

Tampoco se debe subestimar la capacidad del mando y la disciplina de los atacados. En la Tercera Cruzada, Saladino intentó emboscar a Ricardo Corazón de León quien lideraba una columna cruzada por un camino entre el mar y un bosque donde se ocultaban los musulmanes. Los atacantes arrojaron flechas sobre los cristianos e intentaron envolverlos atacándolos por la retaguardia y la vanguardia a la vez, pero el rey inglés fue capaz de resistir el ataque y organizar una carga de caballería que dejaron atrapados a los musulmanes entre los cruzados y el bosque, dispersándolos.[18]

Ejemplos editar

Durante la segunda guerra púnica, Aníbal Barca sabía que era seguido por el cónsul Cayo Flaminio, por lo cuando recorrió un estrecho camino entre unas montañas y el lago Trasimeno ocultó a sus hombres en las primeras durante la noche. A la mañana siguiente, Flaminio entró en el camino sin explorar[19]​ y con las montañas cubiertas de niebla,[20]​ cuando los púnicos les atacaron desde arriba.[21]​ Los romanos no fueron capaces de formar en ese espacio[22]​ y Flaminio fue muerto.[23]​ Muchos de sus hombres intentaron escapar por el lago, donde se ahogaron por el peso de sus armaduras.[24]​ Se le considera la mayor emboscada de la Historia.[25]​ Poco después de Cannas, los romanos sufrieron otro desastre militar cuando el cónsul sufecto Lucio Postumio Albino fue sorprendido y muerto por los boyos.[26]​ Las legiones transitaban por un camino que atravesaba un bosque, entonces los boyos dejaron caer los árboles y aplastaron a la mayoría. Sucedía que los boyos había acerrado los troncos y los mantenían de pie con cuerdas ocultas.[27]​ Los romanos sobrevivientes intentaron huir fueron masacrados cuando los boyos les cayeron encima.[28]

En la guerra de las Galias, el jefe de los eburones, Ambiórix, convenció a 15 cohortes de salir de su fuerte para ayudar a otra guarnición que supuestamente estaba en problemas. Los romanos entraron en un valle angosto en cuya salida encontraron un ejército de galos, pero al intentar retroceder se encontraron en la entrada con más galos. Además, desde las laderas boscosas en sus flancos les arrojaron proyectiles. Los romanos, con su mando dividido, cargaron al frente, retaguardia y los flancos intentando escapar, pero fracasaron y fueron masacrados.[29]

Arminio emboscó al legado propretor Publio Quintilio Varo en el bosque de Teutoburgo, siendo otro caso en que un ejército completo fue exterminado en una emboscada.[30]​ Tradicionalmente se asume que la batalla duró unos cuatro días en que las legiones fueron constantemente atacadas hasta su aniquilación final. Sin embargo, una nueva teoría cree que era imposible para los legionarios construir un campamento cada atardecer en esas circunstancias y es más probable que la lucha durara solo unas horas.[31]​ Durante el reinado de Domiciano, el prefecto del pretorio, Cornelio Fusco, fue enviado a someter al rey Decébalo. Los romanos entraron por un desfiladero llamado las Puertas de Hierro, en cuya salida estaba la ciudad de Tapae, siendo emboscados y masacrados.[32]

En la península ibérica esta táctica fue empleada durante milenios, desde caudillos como Viriato y Quinto Sertorio hasta el carlista Tomás de Zumalacárregui, compensando la falta de medios y hombres con el conocimiento y uso del terreno montañoso, los páramos desolados y la guerra de guerrillas.[33]​ Durante la Reconquista, en 794, el rey Alfonso II de Asturias emboscó y aniquiló en un desfiladero de la cordillera Cantábrica a un ejército del Emirato de Córdoba que volvía de saquear Oviedo.[34]​ Durante su reinado, varias columnas moras destinadas a hacer aceifas en tierras cristianas fueron emboscadas: Calahorra (796), Conchas del Arganzón (801) y Hoces del Pisuerga (805).[35]​ Por último, un siglo después, tras la derrota en Simancas, los moros se retiraron acosados por los campesinos cristianos, que emboscaron a su retaguardia en un barranco, masacrándola.[36]

El emperador Basilio II fue emboscado por Samuel de Bulgaria en la Puerta de Trajano, siendo aniquilado su ejército y sólo volvió a Macedonia vivo gracias a su leal guardia armenia.[37]​ Dos centurias antes, el emperador Nicéforo I lanzó una gran campaña contra el Primer Imperio búlgaro, saqueando su capital, Plisca, y rechazando las ofertas de paz del jan búlgaro Krum.[38]​ Entonces, cuando regresaba por los Balcanes se encontró grandes empalizadas que bloqueaban ambas salidas del paso de Vărbica, siendo que ya estaba dentro. A la noche los búlgaros les atacaron desde las laderas y los romanos huyeron en pánico o intentaron escalar las empalizadas.[39]​ El cráneo del emperador acabó siendo convertido en una copa del jan.[40]

En la guerra de Arauco, el toqui mapuche Lautaro rodeó en los bosques de Tucapel al gobernador español Pedro de Valdivia, enviando constantes contingentes para ir relevando a los que estaban luchando y agotar a los españoles. Valdivia, viendo todo perdido, ordenó una carga desesperada para romper el cerco pero acabó en una ciénaga.[41]​ Fue capturado y decapitado. Su sucesor, Francisco de Villagra, marchó contra Lautaro, quien lo emboscó en Marihueñu una estrecha llanura entre el mar y un bosque impenetrable.[42]​ Usando la misma táctica para desgastar a sus enemigos, Villagra fue herido y casi capturado, debiendo retirarse.[43]​ Décadas después, otro gobernador, Martín García Óñez de Loyola, decidió acampar en Curalaba sin dejar guardias y el toqui Pelantaro les dio muerte a él y sus hombres por sorpresa.[44]​ Unos años más tarde, Pelantaro emboscó al capitán Juan Rodulfo de Lisperguer cerca de Boroa, dando muerte a casi todos los españoles.[45]​ Los europeos también utilizaron está táctica contra los indígenas, como en Mataquito, donde dieron muerte a Lautaro,[46]​ o en Curanilahue.[47]

En épocas más recientes, destacan Domstadtl en la guerra de los Siete Años, un punto de valles y colinas con pequeños bosques de coníferas por donde pasó un gran convoy que debía aprovisionar al ejército prusiano que asediaba Olomouc.[48]​ Gran parte de los carromatos con suministros fueron capturados y los prusianos debieron abandonar el asedio.[49]​ Durante su primera guerra con los afganos, el mayor general William George Keith Elphinstone ordenó la retirada de su columna desde Kabul hasta Yalalabad. La mayoría de sus hombres eran cipayos y les acompañaban sus familias, debiendo marchar en pleno invierno por las montañas durante una semana en que constantemente fueron acosados por los afganos de Wazir Akbar Jan. Sólo el cirujano William Brydon y algunos cipayos lograron llegar vivos a Yalalabad.[50]

Referencias editar

  1. a b DND, 1977, p. 1.
  2. Chandler, 1974, p. 16.
  3. a b DND, 1977, p. 2.
  4. DND, 1977, p. 3.
  5. DND, 1977, pp. 1-2.
  6. DND, 1977, pp. 3-4.
  7. a b DND, 1977, p. 4.
  8. DND, 1977, pp. 4-5.
  9. DND, 1977, p. 5.
  10. Livio X.14.5
  11. Livio X.14.6
  12. Livio X.14.7
  13. Livio X.14.8
  14. Livio X.14.21
  15. Lago Marín, José Ignacio. La legión en combate. Las legiones de Julio César. Publicado el 10 de diciembre de 2002.
  16. Publicación "La batalla de los Puentes Largos. En Germania, Año 15". Web Satrapa1. Extracto de Pacheco López, Carlos Javier. "Germánico. Contraataque romano en Germania" en la desaparecida Revista de Historia Antigua -y Medieval- (RHA), núm. 4, 2006.
  17. Wilcox, 2011, p. 42.
  18. Márquez A., 2001, p. 36.
  19. Livio XXII.4.3
  20. Livio XXII.4.5
  21. Livio XXII.4.6
  22. Livio XXII.5.5-6
  23. Livio XXII.6.4
  24. Livio XXII.6.7
  25. Liddell Hart, 1967, p. 26.
  26. Eckstein, 2023, p. 34.
  27. Livio XXIII.24.9
  28. Livio XXIII.24.10
  29. Caesar in Gaul: revolt! (54 to 53 B.C.E.). Video del canal de YouTube Historia Civilis. Publicado el 21 de junio de 2017.
  30. Franz, 1992, p. 66.
  31. Venckus, 2009, pp. 65-67.
  32. Adkins, David. Debacle at Tapae – A Crushing Defeat for Rome at the Peak of Imperial Power. Military History Now. Publicado el 27 de abril de 2016.
  33. Garate Córdoba, 1981, p. 223.
  34. Collins, 2014, p. 65.
  35. Alfonso II el Casto. Ingenieros del Rey.
  36. Masoliver, Alfonso. Campos de batalla en España: la cacería de Simancas. La Razón. Publicado el 7 de mayo de 2021.
  37. D'Amatio, 2020, p. 290.
  38. Treadgold, 1997, p. 428.
  39. Treadgold, 1997, pp. 428-429.
  40. Treadgold, 1997, p. 429.
  41. Encina, 2006a, p. 29.
  42. Encina, 2006a, p. 30.
  43. Encina, 2006a, p. 31.
  44. Encina, 2006a, p. 50.
  45. Encina, 2006a, p. 66.
  46. Encina, 2006a, p. 32.
  47. Encina, 2006b, p. 22.
  48. Duffy, 2015, pp. 45-46.
  49. Duffy, 2015, p. 46.
  50. Perrett, 2007, p. 182.

Bibliografía editar

Clásicas editar

Los libros son citados en números romanos y capítulos y párrafos en números arábigos.

Moderna editar

Véase también editar

Enlaces externos editar