En la geomorfología y la geología, una penillanura es una llanura de bajo relieve formada por erosión prolongada. Esta es la definición en los términos más amplios, aunque con frecuencia el uso de penillanura pretende implicar la representación de una etapa casi final (o penúltima) de erosión fluvial durante épocas de estabilidad tectónica extendida.[1]​ Las penillanuras a veces se asocian con la teoría del ciclo de erosión de William Morris Davis,[1][nota 1]​ pero Davis y otros investigadores también han utilizado el término de una manera puramente descriptiva sin implicar ninguna teoría o génesis particular.[3]

La penillanura salmantina en La Peña (Meseta Norte)
Vista aerea de una penillanura sumamente plana parcialmente anegada en las islas Belcher, Bahía de Hudson, Canadá. Se observa que la penillanura trunca variuos pliegues.
Bosquejo de una peneplanización hipotética luego de un periodo de orogenia.

La existencia de algunas penillanuras y la peneplanación como un proceso en la naturaleza no está exenta de controversia, debido a la falta de ejemplos geológicamente recientes y la incertidumbre en la identificación de penillanuras antiguas.[1][4]

En algunas definiciones las penillanuras se aproximan a un nivel base representado por el nivel del mar, ya sea actual o antiguo, sin embargo en otras definiciones esta relación no es relevante.[4]​ La geomorfóloga Karna Lidmar-Bergström y sus asociados consideran el criterio del nivel base crítico en la definición de penillanuras y de mayor importancia que el mecanismo preciso de formación, incluyendo de esta manera las pedillanuras entre las penillanuras.[5][6]

Si bien generalmente se supone que las penillanuras se forman cerca del nivel del mar, también se ha postulado que pueden formarse en altura si una sedimentación extensa eleva el nivel de base local lo suficiente[7]​ o si las redes fluviales están continuamente obstruidas por deformación tectónica.[8]​ Las penillanuras de los Pirineos y la meseta tibetana ejemplificarian estos dos casos respectivamente.[7][8]

Una idea errónea común acerca de las penillanuras es que deberían ser planas a tal grado de no tener accidentes de relieve.[4]​ De hecho, algunas penillanuras pueden componer de colinas, ya que reflejan una meteorización profunda e irregular, formando una llanura que se aproxima a un nivel base sólo a gran escala.[5][nota 2]

A gran escala, las penillanuras se caracterizan por parecer esculpidas de manera independiente a cual sea la estructura de la roca y la litología, pero en detalle, su forma está controlada estructuralmente; por ejemplo, las divisiones de drenaje en la penillanura pueden seguir rocas más resistentes.[9]​ En opinión de Davis, los grandes cursos de agua se tornan insensibles a la litología y la estructura en una penillanura, pero no sería el caso durante la "fase de valles" del ciclo de erosión. Dicha situación puede explicar la existencia de cursos de agua superpuestos.[9]

Notas de pié editar

  1. El término fue acuñado alrededor de 1900 por William Morris Davis, quien lo describió de la siguiente manera: "Dado el tiempo suficiente para la acción de fuerzas denudadoras sobre una masa de tierra fija en referencia a un nivel de base constante, debe desgastarse a lo tan bajo y tan suave, que bien merecería el nombre de llanura. Pero es muy inusual que un terreno mantenga una posición fija durante tanto tiempo como se supone aquí... Por lo tanto, he sugerido en lugar que una región antigua, casi nivelada, debería llamarse casi llanura; eso es una penillanura." [1][2]
  2. Un ejemplo de esto son las Penillanuras montuosas submesozoicas del sur de Suecia.[6]

Véase también editar

Referencias editar

  1. a b c d Phillips, Jonathan D (2002). «Erosion, isostatic response, and the missing peneplains». Geomorphology 45 (3–4): 225-241. Bibcode:2002Geomo..45..225P. doi:10.1016/S0169-555X(01)00156-8. 
  2. Chorley, R.J. (1973). The History and Study of Landforms or The Development of Geomorphology. Vol. Two: The Life and Work of William Morris Davis, Methuen.
  3. Fairbridge, Rhodes W.; Finkl Jr., Charles W. (1980). «Cratonic erosion unconformities and peneplains». The Journal of Geology 88 (1): 69-86. Bibcode:1980JG.....88...69F. S2CID 129231129. doi:10.1086/628474. 
  4. a b c Migoń, Piotr (2004). «Peneplain». En Goudie, A.S., ed. Encyclopedia of Geomorphology. Routledge. pp. 771-772. 
  5. a b Green, Paul F.; Lidmar-Bergström, Karna; Japsen, Peter; Bonow, Johan M.; Chalmers, James A. (2013). «Stratigraphic landscape analysis, thermochronology and the episodic development of elevated, passive continental margins». Geological Survey of Denmark and Greenland Bulletin 30: 18. doi:10.34194/geusb.v30.4673. 
  6. a b Lidmar-Bergström, Karna; Bonow, Johan M.; Japsen, Peter (2013). «Stratigraphic Landscape Analysis and geomorphological paradigms: Scandinavia as an example of Phanerozoic uplift and subsidence». Global and Planetary Change 100: 153-171. Bibcode:2013GPC...100..153L. doi:10.1016/j.gloplacha.2012.10.015. 
  7. a b Babault, Julien; Van Den Driessche, Jean; Bonnet, Stephanie; Castelltort, Sébastien; Crave, Alain (2005). «Origin of the highly elevated Pyrenean peneplain». Tectonics 24 (2): n/a. Bibcode:2005Tecto..24.2010B. doi:10.1029/2004TC001697. 
  8. a b Yang, Rong; Willett, Sean D.; Goren, Liran (2015). «In situ low-relief landscape formation as a result of river network disruption». Nature 520 (7548): 526-530. Bibcode:2015Natur.520..526Y. PMID 25903633. S2CID 1017663. doi:10.1038/nature14354. 
  9. a b Palmquist, Robert C. (1980). «The Compatibility of Structure, Lithology and Geomorphic Models». En Melhorn, W.N.; Flemal, R.C., eds. Theories of Landform Development (2nd edición). Allen & Unwin. pp. 145-168.  Parámetro desconocido |orig-date= ignorado (ayuda)