Propaganda por el hecho

La llamada «propaganda por el hecho» (o «propaganda por el acto») es una estrategia de propaganda anarquista basada en el supuesto de que el impacto de una acción genera más repercusiones, obtiene más relevancia y, por tanto, es mucho más eficaz que la simple palabra para despertar las energías rebeldes del pueblo.[1]​ Así pues, la «propaganda por el hecho» implica predicar con el ejemplo. Su puesta en práctica buscaba elevar un conflicto latente al grado de conflictividad explícita, generando un elevado grado de incertidumbre social que obligue a la mayoría a salir de su indiferencia y adoptar posturas distintas para resolver el conflicto.

La «propaganda por el hecho» incluye acciones que van desde la ocupación de un terreno o inmueble, hasta el tiranicidio o ataques contra quienes son considerados poderosos y/o represores. Este tipo de atentados violentos ha sido denominado generalmente como «terrorismo anarquista», y por su relevancia y cantidad ha terminado alterando el significado popular de la expresión «propaganda por el hecho» hasta convertirlo en sinónimo de terrorismo y violencia.[2][3][4][5][6][7]

El influyente teórico anarquista Piotr Kropotkin (1842-1921) apoyó la «propaganda por el hecho» afirmando que «un acto puede, en unos pocos días, hacer más propaganda que miles de panfletos». Sin embargo, él y otros pensadores comenzaron a albergar dudas sobre la eficacia de las formas violentas de esta táctica a finales del siglo XIX: «Una estructura basada en siglos de historia no puede ser destruida con unos cuantos kilos de explosivos», opinó Kropotkin en el periódico La Révolte.[8]

Historia del concepto editar

La «propaganda por el hecho», en el ámbito del movimiento anarquista, fue formulada por primera vez en 1876 por los anarquistas italianos Errico Malatesta y Carlo Cafiero, en un artículo del Boletín de la Federación del Jura en el que afirmaban:

El hecho insurreccional destinado a afirmar los principios socialistas mediante la acción es el medio de propaganda más efectivo y el único que sin engañar y corromper a las masas puede penetrar hasta las capas sociales más profundas y atraer las fuerzas vivas de la Humanidad a la lucha mantenida por la Internacional.

La idea vertida por Malatesta y Cafiero no contemplaba los atentados individuales, sino que hacía referencia a la alteración del orden colectivo: manifestaciones, motines, e incluso, alzamientos.[cita requerida] Lo esencial de esta propuesta era que solo la palabra no era suficiente para conmover al grupo, entendido este como la sociedad. Estas ideas dieron pie, sobre todo durante los últimos años del siglo XIX, a la realización de toda una serie de atentados que sí lograron sembrar el desasosiego, consiguiendo atraer la atención y evitando que su «desviación» se minimizara o descalificara.

El término fue popularizado por Paul Brousse (1844-1912), un joven médico francés, en un artículo titulado «Propaganda por el hecho» («Propagande par le fait», en francés) publicado en agosto de 1877, donde analiza el levantamiento obrero de la Comuna de París y otros movimientos revolucionarios como buenos ejemplos de lo que debe ser la acción revolucionaria basada en el principio de «propaganda por el hecho».

Uno de los más fervientes defensores de dicha estrategia fue Johann Most, quien alababa estos actos debido a la gran resonancia que tenía entre las masas. Fue así como también se le denominó «Dynamost», debido a su método preferido de atentado, la dinamita, si bien nunca estuvo claro si se involucró directamente en alguno.

Entre 1890 y 1900 tuvo lugar un periodo de terrorismo anarquista a nivel mundial. Muchos artistas y escritores compartían estos atentados, ya que según ellos conmover, enfurecer y expresar la propia protesta era la única cosa que podía hacer cualquier hombre sensible y honrado.[cita requerida] En España, los atentados se iniciaron tras la represión sufrida por las organizaciones anarquistas, cuya ilegalización y persecución forzó a sus militantes a actuar en la clandestinidad y les impulsó a llevar a cabo este tipo de actos violentos.[9]

En gran parte, la «propaganda por el hecho» se relaciona con la ola de atentados individuales realizados contra monarcas y demás jefes de Estado a finales del siglo XIX e inicios del siglo XX, a manera de magnicidio, regicidio o tiranicidio. En su tiempo estas acciones terroristas, que en un principio solo fueron formalmente desaconsejadas, llegaron finalmente a ser repudiadas por la gran mayoría del movimiento anarquista por los excesos que se llegaron a cometer; habiéndose dado en ocasiones asesinatos a personajes que no detentaban ni tenían relación con el máximo poder político, por la falta de proyección de las acciones cometidas, y porque obstruía el trabajo metódico de las organizaciones anarquistas, siendo motivo para la represión de estas por parte de los Estados.

Regicidios y otros asesinatos editar

Numerosos cabezas de estado fueron asesinados entre 1881 y 1914 por anarquistas, tanto en atentados individuales como provocando en ocasiones gran cantidad de víctimas inocentes. A saber:

Notas editar

  1. Juan Avilés Farré, Francisco Ferrer y Guardia: pedagogo, anarquista y mártir, p.21
  2. Juan Avilés Farré, El nacimiento del terrorismo en Occidente. Anarquía, nihilismo y violencia revolucionaria, p.1
  3. Bruce Hoffman. Inside terrorism, p.5
  4. Arthur H. Garrison. Terror: From Tyrannicide to Terrorism, "The Theory and Application of Terrorism", p.28
  5. Walter Laqueur. A history of terrorism, p.49
  6. Gonzalo Zaragoza Rovira, Anarquismo argentino, 1876-1902, p.110
  7. Roger Eatwell, Anthony Wright. contemporary Political Ideologies, p.141
  8. Juan Avilés Farré, El nacimiento del terrorismo en Occidente. Anarquía, nihilismo y violencia revolucionaria, p.89
  9. «En 1881, se fundó la Federación de Trabajadores de la Región Española (FTRE), [...] que experimentó un rápido crecimiento. Pero la FTRE no tardaría mucho tiempo en verse obligada a pasar a la clandestinidad [...]. La dura represión —especialmente en el campo andaluz— terminó por dividir a la Federación. Su heredera fue la Organización Anarquista de la Región Española (OARE) que actuó desde la clandestinidad y que inauguraría en España lo que sería conocido como la propaganda por el hecho. Este nuevo periodo de atentados anarquistas se prolongaría hasta finales del siglo XIX, momento en el que se iniciaría una reorganización sindical en el país.» (Sacado de Historia de la CNT Archivado el 2 de febrero de 2013 en Wayback Machine.)

Véase también editar

Enlaces externos editar