La música clásica occidental es un tipo de música académica que se basa principalmente en la música producida o derivada de las tradiciones de la música litúrgica y profana en Occidente, teniendo como foco mayoritario Europa Occidental. Posee un referente de transmisión fundamentalmente de tipo escrito (véase Historia de la notación en la música occidental) lo cual suele vincularse al carácter riguroso de su reproducción e interpretación. Aunque de forma amplia abarca un periodo de tiempo que va aproximadamente desde el siglo XI hasta la actualidad, es frecuente que se restrinja su uso para referirse a la música académica anterior al siglo XX. A pesar de que la música clásica del siglo XX posee estilísticamente diferencias substanciales con la producida en siglos anteriores, es está considerada el resultado del mismo proceso evolutivo. Si bien, las principales características del género fueron codificadas principalmente entre 1550 y 1900, que es habitualmente considerado como el período característico de producción de la música clásica, su desarrollo se extiende a todo el siglo XX y XXI.
Rimski-Kórsakov, al igual que su colega compositor Mili Balákirev o el crítico Vladímir Stásov, creía firmemente en el desarrollo de un estilo nacionalista de música clásica. Este estilo consistía en el empleo de canciones populares tradicionales rusas, así como de elementos armónicos, melódicos y rítmicos exóticos —práctica conocida como orientalismo musical—, evitando los métodos compositivos tradicionales occidentales. Sin embargo, Rimski‑Kórsakov llegaría a valorar también las técnicas occidentales al ocupar el puesto de profesor de composición, armonía e instrumentación (orquestación) musical en el Conservatorio de San Petersburgo a partir de 1871. Con objeto de perfeccionarse y de forma autodidacta estudió la armonía y el contrapunto occidentales, incorporando al mismo tiempo las influencias de Mijaíl Glinka y el resto de compañeros de Los Cinco. Posteriormente sus técnicas compositivas y de orquestación se vieron enriquecidas con el descubrimiento de las obras de Richard Wagner.
Rimski-Kórsakov combinó la composición y la enseñanza con la carrera militar, primero como oficial de la Armada Imperial Rusa, luego como inspector civil de bandas de música navales. Escribió en sus memorias que la pasión por el océano comenzó en su niñez, al leer libros y escuchar las hazañas de su hermano mayor en la marina. Su amor por el mar pudo haberle influido para escribir dos de sus obras orquestales más conocidas, el cuadro musical Sadkó (no confundir con su ópera posterior del mismo nombre) y Scheherezade. Su labor como inspector de bandas navales le sirvió para ampliar su conocimiento técnico de los instrumentos de viento-madera y metal, perfeccionando sus habilidades en el campo de la orquestación. Además de transmitir estos conocimientos a sus estudiantes, los pudo transmitir póstumamente a través de un manual sobre orquestación que fue finalizado por su yerno Maksimilián Steinberg.
Rimski-Kórsakov legó muchas composiciones nacionalistas rusas de gran creatividad y originalidad. Además, realizó arreglos de las obras de Los Cinco para que pudieran ser interpretadas en público, convirtiéndolas en parte del repertorio clásico (aunque existe controversia acerca de sus correcciones en las obras de Modest Músorgski). Formó una generación de jóvenes compositores y músicos durante las décadas que ejerció como pedagogo, por lo que se le ha llegado a calificar como el «principal arquitecto» de lo que el público aficionado a la música clásica considera el estilo ruso de composición.
Era nieto del filósofo Moses Mendelssohn y nació en el seno de una destacada familia judía que más tarde se convirtió al luteranismo, adoptando el apellido Mendelssohn-Bartholdy. En su infancia fue considerado un prodigio musical, pero sus padres no trataron de sacar partido de sus habilidades. De hecho, su padre declinó la oportunidad de que Felix siguiera una carrera musical hasta que quedó claro que tenía la firme intención de dedicarse seriamente a ella.
Al temprano éxito en Alemania lo siguió un viaje a través de toda Europa; Mendelssohn fue recibido particularmente bien en Inglaterra como compositor, director y solista, y sus diez visitas allí, durante las que estrenó la mayoría de sus obras, formaron una parte importante de su carrera adulta. Fundó el Conservatorio de Leipzig, un bastión de su lucha contra las perspectivas musicales radicales de algunos de sus contemporáneos.
La Novena fue el primer ejemplo de un compositor importante que incluyó partes vocales en una sinfonía. El movimiento final, el cuarto, de la sinfonía presenta cuatro solistas vocales y un coro en la paralela tonalidad de re mayor modulada, conocida comúnmente como la «Oda a la alegría». El texto fue adaptado de «An die Freude», un poema escrito por Friedrich Schiller en 1785 y revisado en 1803, con texto adicional escrito por Beethoven.