Anexo:Patrimonio de la Humanidad en la República Dominicana

Los esfuerzos por tener en nuestro país una política cultural de estado, acorde con los nuevos tiempos, se remontan al año 1979, cuando una misión de la UNESCO, teniendo como contraparte a destacados intelectuales dominicanos, emprendió el primer diagnóstico sobre las instituciones culturales estales, arrojando que se caracterizaban por la dispersión y duplicidad, por lo que recomendó la creación de una instancia reguladora de todas las instituciones culturales que operaban en diferentes secretarías (hoy ministerios) y otros organismos del Estado dominicano.

Cómo surgió el patrimonio cultural de la República Dominicana.

La intervención que se lleva a cabo en nuestra Zona Colonial ha sido objeto de críticas por parte de diversos sectores de la sociedad dominicana. De hecho, la protección del patrimonio cultural de un Estado es una difícil tarea en la que intervienen autoridades con competencias similares. Usualmente la existencia de múltiples capas de tomadores de decisiones supone un reto de considerable envergadura, por lo que se hace necesario definir un marco de asignación de competencias institucionales que evite la pérdida del objeto que se busca proteger: nuestra Zona Colonial.

Bienes culturales y naturales

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La República Dominicana cuenta actualmente con los siguientes lugares declarados como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco:

  Ciudad Colonial de Santo Domingo
Bien cultural inscrito en 1990.
Localización:Distrito Nacional
Fundada seis años después del descubrimiento de la isla por Cristóbal Colón en 1492, Santo Domingo es la ciudad donde se construyeron la primera catedral, el primer hospital, la primera universidad y la primera aduana del continente americano. La ciudad colonial fue construida con arreglo a un trazado en damero que sirvió de modelo a casi todos los urbanistas del Nuevo Mundo. (UNESCO/BPI)[1]
Localización del Patrimonio de la Humanidad en República Dominicana

Lista indicativa

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La inscripción en esta lista es la primera etapa para cualquier futura candidatura. La República Dominicana, cuya lista indicativa fue revisada por última vez el 5 de abril de 2002,[2]​ ha presentado los siguientes sitios:

  Parque nacional Jaragua

Bien natural

Propuesto en 2001

  Parque nacional del Este

Bien mixto

Propuesto en 2001

  Jacagua, villa de Santiago

Bien cultural

Propuesto en 2001

Montecristi

Bien cultural

Propuesto en 2001

  Parque Arqueológico e Histórico Nacional de la villa de La Isabela, Puerto Plata

Bien cultural

Propuesto en 2001

  Parque Arqueológico e Histórico Nacional de Pueblo Viejo, La Vega

Bien cultural

Propuesto en 2001

  Ciudad de Azua de Compostela

Bien cultural

Propuesto en 2001

  Centro histórico de Puerto Plata

Bien cultural

Propuesto en 2001

  La Antigua Casa Grande de Palavé (Ruta de los ingenios)

Bien cultural

Propuesto en 2001

  Ingenio de Engombe (Ruta de los ingenios)

Bien cultural

Propuesto en 2001

  Ingenio de Boca de Nigua (Ruta de los ingenios)

Bien cultural

Propuesto en 2001

  Antiguo Ingenio de Diego Caballero (Ruta de los ingenios)

Bien cultural

Propuesto en 2002

  Ingenio de Sanate (Ruta de los ingenios)

Bien cultural

Propuesto en 2002

  Ingenio de Nuestra Señora de Monte Alegre o de la Duquesa (Ruta de los ingenios)

Bien cultural

Propuesto en 2002

Patrimonio cultural inmaterial

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Actualmente la República Dominicana tiene tres elementos inscritos en la lista del Patrimonio Cultural Inmaterial:

  El espacio cultural de la Cofradía del Espíritu Santo de los Congos de Villa Mella
Bien inmaterial inscrito en 2008 (originalmente proclamado en 2001).
La Cofradía de los Congos del Espíritu Santo de Villa Mella se distingue en el campo de la música, de la danza y de las festividades populares. Los músicos de la Cofradía tocan instrumentos llamados congos. Estos congos, cuyo origen se atribuye al Espíritu Santo, son tambores que se tocan con las manos. La Cofradía, que en la actualidad está abierta a todos sin distinción de sexo ni de origen, fue fundada en el siglo XVI por esclavos africanos y mestizos. Por estas razones históricas, la Cofradía es un elemento importante en la identidad cultural de esta población y de toda la región.

En Pentecostés, la fiesta del Espíritu Santo, la Cofradía celebra un ritual que incluye oraciones, danzas y cantos acompañados por congos y tiene lugar una procesión en la que se exhibe la imagen de una paloma que representa al Espíritu Santo. La Cofradía celebra también los ritos fúnebres en los velatorios, durante la procesión hacia el cementerio y en el noveno día de luto, mientras se reza ante un catafalco de tres niveles sobre el que se coloca un muñeco que representa al difunto. Tres años después de la muerte, se celebra una ceremonia llamada Banko. De nuevo se alza el catafalco y los vivos se despiden del muerto, que adquiere así la condición de antepasado. De nuevo en esta ocasión, los invitados bailan al ritmo de los congos.

La perennidad de la Cofradía siempre se ha visto amenazada por la falta de interés de las autoridades por las culturas de origen africano y mestizo. Hoy día, la aceleración del crecimiento urbano, las migraciones, el desempleo y la uniformización de los valores no hacen sino reforzar los prejuicios y la incomprensión con respecto a la Cofradía. (UNESCO/BPI)[3]
  La tradición del teatro bailado Cocolo
Bien inmaterial inscrito en 2008 (originalmente proclamado en 2005).
La tradición del teatro bailado Cocolo se desarrolló entre los descendientes de los esclavos británicos del Caribe, que llegaron a la República Dominicana a mediados del siglo XIX para trabajar en las plantaciones de caña de azúcar. Esta comunidad, lingüística y culturalmente distinta, fundó sus propias iglesias, escuelas, sociedades benéficas y servicios de asistencia mutua. Sus expresiones más distintivas, sin embargo, eran las representaciones anuales del teatro bailado. Aunque originalmente peyorativo, el término “cocolo” designa a los migrantes que trabajaban en las plantaciones británicas de caña de azúcar de la isla. Hoy día, se utiliza con orgullo.

Varios grupos solían hacer representaciones de Cocolo en Navidad, el día de San Pedro y durante las fiestas de Carnaval. En estas representaciones se unen de manera creativa temas de distintos mundos: música y danza de origen africano, intrigas, leyendas y personajes dramáticos tomados de la literatura bíblica y medieval europea. En las celebraciones se cantan villancicos, se oye música de grupos de cuerdas, se puede asistir al famoso Niega business, con bailes de máscaras y representaciones teatrales como “David y Goliat”, “Moko-Yombi” o “Vaqueros e indios”… Actualmente, sólo queda una compañía que ya es de edad avanzada.

El mestizaje de tradiciones culturales africanas y británicas, y su adaptación al medio católico español, es una expresión notable de creatividad. Aunque los miembros más viejos de la comunidad cocolo todavía hablan en casa el inglés caribeño, la mayoría de ellos han perdido su antigua lengua materna y actualmente sólo utilizan el español. Hoy día, los cocolos viven dispersos en varias regiones de la República Dominicana y la mayoría de ellos se han integrado cultural y lingüísticamente dentro de la sociedad dominicana. Esta evolución hace más difícil para los miembros de la comunidad cocolo más viejos conservar sus instituciones específicas y mantener viva la tradición del teatro bailado. Pero se esfuerzan por transmitir la tradición a las generaciones más jóvenes. (UNESCO/BPI)[4]
  La música y el baile del merengue en la República Dominicana
Bien inmaterial inscrito en 2016.
El merengue se considera parte integrante de la identidad nacional de la comunidad dominicana y, además, desempeña un papel activo en numerosos ámbitos de la vida diaria de la población: la educación, las reuniones sociales y amistosas, los acontecimientos festivos e incluso las campañas políticas electorales. El 26 de noviembre de 2005 esta práctica cultural tradicional obtuvo un reconocimiento público con la publicación de un decreto presidencial por el que se proclamó el Día Nacional del Merengue. En diversas ciudades de la República Dominicana tienen lugar festivales de merengue, entre los que destacan los celebrados cada año en Santo Domingo y Puerto Plata. El merengue se baila en pareja, acompañado de coqueteos y movimientos sensuales de los bailarines que giran al compás de la música interpretada con acordeones, tambores y saxofones, entre otros instrumentos. La iniciación a esta danza suele comenzar desde la más tierna infancia. Las prácticas y conocimientos vinculados al merengue se transmiten esencialmente mediante la observación, la participación y la imitación. La práctica de este elemento del patrimonio cultural inmaterial atrae a personas de medios socioeconómicos muy diversos, contribuyendo así a fomentar el respeto y la convivencia entre las comunidades. La cuna del merengue se sitúa en el norte de la República Dominicana y su zona de influencia abarca la región del Caribe, así como Puerto Rico y los Estados Unidos de América. También es muy popular en otros países de Centroamérica y América Latina, especialmente en Colombia y Venezuela, donde han surgido variantes de esta música y danza. (UNESCO/BPI)[5]

Véase también Lista representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

Referencias

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Enlaces externos

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