Estados andinos

paises sudamericanos que comparten la cordillera de los Andes
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Se denomina Estados andinos al conjunto de países soberanos por los que pasa la cordillera de los Andes. Estos incluyen a Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile y Argentina.

La Cordillera de los Andes se ubica al oeste de América del Sur. En el actual Colombia, se encontraban varios pueblos como los Muiscas y Quimbaya (etnia). En Ecuador, se encontraban los señoríos étnicos de Ecuador. En el centro del Perú, se desarrolló la cultura de Chavín de Huántar. En el sur del mismo país y Bolivia, sobre la meseta del Collao, se encuentra el origen de los reinos aimaras y los Incas. Por último, en el extremo sur del mapa se encuentra el lugar de origen de las culturas prehispánicas de Chile.

En la actualidad, Comunidad Andina, es la organización que une a varios de estos estados con intereses geopolíticos compartidos incluye a Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia. Anteriormente incluía a Venezuela y Chile.

Etimología editar

La palabra Andes viene de la expresión anti de la lengua quechua que significa oriente, punto cardinal por donde sale el Sol.[1][2][3]

La manera en que se convirtió en el nombre de la cordillera es explicada en Comentarios reales de los incas escritos por el Inca Garcilaso de la Vega:[4]

Los reyes Incas dividieron su imperio en cuatro partes que llamaron Tihuantin-Suyu, que quiere decir “Las cuatro partes del mundo” conforme a las cuatro partes principales del cielo: oriente, poniente, septentrión y mediodía. Pusieron a la parte oriente Antisuyu, por una provincia llamada Anti que está al oriente, por la cual también llaman Anti a toda aquella cordillera de sierra nevada que pasa a oriente del Perú.
Inca Garcilaso de la Vega

El cambio del quechua Anti al castellano Andes se explica pues en quechua no se usa el sonido expresado por la consonante d.

Existe otra etimología según la cual anti podría venir de anta que significa cobre.[5][6]​ El filólogo alemán Johann Karl Eduard Buschmann probó que esto no podía ser cierto pues el quechua mantiene la a final en palabras compuestas, como en Antamarca (provincia del cobre).[7][8]

Historia prehispánica editar

 
Pinturas rupestres en Toquepala, cuya antigüedad se ha calculado en 9000 años.

Periodo Lítico editar

La etapa más extensa de la historia andina es la que precede a la conquista española del siglo XVI. Las evidencias más antiguas de seres humanos permiten suponer que el hombre llegó hace trece mil años procedente de otros continentes, a finales de la última edad glacial, en el pleistoceno para ser más exactos.[9]

Los primeros hombres andinos, organizados en bandas y clanes, eran cazadores y recolectores. La caza de camélidos sudamericanos en las zonas alto andinas (especialmente guanacos); y la pesca y recolección de mariscos en la costa del océano Pacífico (aprovechando la riqueza biológica de la Corriente de Humboldt) fueron sus principales actividades económicas.

Periodo Arcaico andino editar

En los Andes Centrales, el Periodo Arcaico Andino es la segunda etapa del Precerámico Andino que comprende desde la domesticación de plantas y animales con la aparición de los primeros horticultores seminómadas hasta la aparición de la cerámica.

La vida se hizo más estable, aparecieron las primeras aldeas en las llanuras o en los valles, cerca de los campos de cultivo o en las playas ricas en mariscos, las estructuras más antiguas son las chozas de material vegetal y posteriormente construcciones de piedra y barro; de la misma manera aparecieron los primeros tejidos rudimentarios.

En la segunda mitad de este periodo conocido como arcaico tardío hace su aparición la arquitectura monumental con las primeras sociedades costeñas organizadas bajo la dirección de las jefaturas y se cimientan las bases de la civilización andina.

Precerámico Tardío editar

El precerámico tardío es un periodo terminal del desarrollo de las civilizaciones andinas, donde hace su aparición la arquitectura ancestral aparece con los primeros centros de adoración y se inventa el quipu que era un objeto muy parecido al ábaco que conocemos hoy en día,que se utilizaban para sus controles de ingresos e egresos de su economía y conteo para la caza. Se delimita este periodo hasta la aparición de la cerámica, por lo cual se considera el último periodo del precerámico Andino.

Periodo Formativo andino editar

 
Vista del Templo Nuevo o Castillo de Chavín: Pórtico de las Falcónidas.

El formativo andino se inicia con la aparición de la cerámica ocurrida en la cuenca de Ucayali con la cultura Tutishcainyo y con la fase Wairajirca de la cultura Kotosh en la sierra y en la costa en el gran yacimiento arqueológico de las Haldas cerca de Casma, aproximadamente en 1 800 a. C. y en la Comarca Limeña en Ancón, en 1 600 a. C. y finaliza 200 a.c con la desintegración del Centro Ceremonial de Chavín de Huantar. Entre los logros más importantes destacan la orfebrería, la hidráulica, perfeccionamiento de las técnicas agrícolas, expansión religiosa y encumbramiento del arte textil.[10]

Culturas Regionales editar

Hacia el 200 a. C. la civilización andina había evolucionado a formas políticas más complejas. La agricultura se hizo extensiva, construyéndose grandes irrigaciones sobre los desiertos de la costa norte y central e ingeniosos acueductos subterráneos en la costa sur. Las sociedades Moche, Nazca, Recuay, Cajamarca, Vicus, Lima y Tiahuanaco (esta con capital en un gran centro ceremonial del mismo nombre en el norte de Bolivia) son las más conocidas y exitosas de este período. La mayoría de ellas parece haber estado regida por sofisticadas élites guerreras que alentaban la producción de objetos de arte de gran calidad, que son considerados algunas de las obras más importantes del arte americano precolombino (especialmente la alfarería moche, nazca y recuay; el tejido nazca, la joyería moche, el arte lítico tiahuanacota).[11]

El Imperio Huari editar

La cultura Huari se expandió entre el 600 y el 900 d. C. hasta Cajamarca y Lambayeque por el norte y hasta la frontera con Tiahuanaco (a la altura de Sicuani y Moquegua) por el sur, construyendo redes de caminos y popularizando sus formas de gobierno y su estilo de ciudad. Muchos consideran por ello a Huari como el primer imperio andino. Como huella de este proceso está la difusión de la iconografía propia del sur, en particular de los diseños de inspiración Tiahuanaco. Importantes centros huaris en territorio panandino fueron: Wiracochapampa (La Libertad), Pachacámac (Lima), Huilcahuaín (Callejón de Huaylas, Áncash), Huarihuilca (Junín), Piquillacta (Cuzco), Cerro Baúl (Moquegua), Castillo de Huarmey (costa de Áncash).

Hacia el 900 d. C. empezó la decadencia de Huari, por razones que nos son desconocidas. Las diferentes regiones del imperio se fueron independizando del poder de la capital y finalmente esta quedó abandonada y acabó siendo saqueada. Luego de desaparecer el poder imperial las grandes ciudades fueron abandonadas y en muchas regiones se regresó a la vida basada en aldeas poco desarrolladas. Otras regiones, sin embargo, se embarcaron en un nuevo florecimiento regional fundándose de esta manera los reinos y señoríos del periodo Intermedio Tardío tales como Lambayeque, Chimú, Chancay, el señorío Ichma, el señorío chincha o el proto señorío Inca. Sin embargo, los enfrentamientos entre estos señoríos no acabaron y la formación de ejércitos, batallas e intentos de conquista continuarían siglos después.

La ciudad sagrada de Pachacámac, un gran centro de peregrinación de la costa central, que con los huari había alcanzado gran esplendor, tras la decadencia de estos se alzó como centro del señorío Ichma (Lima).

Estados Regionales Tardíos editar

Tras la caída de Huari, el espacio político en el antiguo Perú se recompuso y surgió una serie de estados y señoríos independientes.

En la costa norte, florecieron las culturas lambayeque y chimú, que se disputaron la hegemonía de la región. Los chimús se impusieron, creando un poderoso reino que se expandió hasta Tumbes por el norte y Huarmey por el sur. En la costa central, florecieron los señoríos chancay e ichma. Este último fue protector del célebre santuario de Pachacámac, en el valle del Rímac. En la costa sur, el señorío chincha se constituyó en un poderoso Estado que se expandió por los valles del departamento de Ica, llegando incluso más al sur; asimismo, contó con una numerosa flota de balsas con la que comerció a lo largo de la costa del Pacífico.

El altiplano del Titicaca, luego de la caída de Tiahuanaco (hacia 1100 d. C.), vio el surgimiento de los reinos aymaras, como los collas y los lupaca, cuyas economías estaban dominadas por la ganadería de camélidos sudamericanos. En la sierra nororiental, florecieron los chachapoyas. En la sierra central y sur, el vacío creado por la desaparición de Huari fue llenado por una serie de federaciones de ayllus o clanes macro familiares cuya economía, completamente agraria, tenía fuertes tintes militares y estaba marcadas relaciones rituales. Entre estos pueblos estaban los huancas, los pocras, los chancas y los quechuas del Cuzco. Estos últimos fundaron el Curacazgo Inca.

Culturas en la Cordillera Oriental y Occidental editar

Los primeros vestigios conocidos de cultura hortícola sobre el territorio colombiano, están ubicados en la zona de influencia de los Montes de María, que surcan los departamentos de Bolívar y Sucre, además de una estribación de estos montes hacia el departamento del Atlántico donde también hubo pequeños asentamientos relacionados con tribus que se formaron sobre todo en el área denominada Puerto Hormiga, donde se han realizado excavaciones, y se han encontrado vasijas y alfarería, a la que se les han practicado pruebas que ubican a esta cultura en el V milenio a. C. Estas comunidades se fueron dispersando, y parece que trasladaron sus conocimientos en pesca y alfarería a la Cultura Zenú, en la cual se integraron al migrar al norte.

Así mismo, en Araracuara, Caquetá, se encontraron restos de asentamientos y prácticas hortícolas, así como cerámica provenientes de 2700 a. C.[12]

El sitio Zipacón, indica que los desarrollos agrícolas en el altiplano cundiboyacense se remontan más allá del 1320 a. C.; con coexistencia de la cacería y recolección, junto con prácticas agrícolas y alfarería durante el período cultural Herrera.[13]

Culturas en la Zona Volcánica Norte editar

 
Federico Gonzáles Suárez, arqueólogo e historiador ecuatoriano. Óleo sobre lienzo del artista César Villacrés (1906).

La etapa prehispánica en Ecuador se suele dividir en los periodos precerámico, formativo, desarrollo regional y de integración. Es durante este último período cuando el aumento de la población y los crecientes lazos entre cada pueblo formaron los llamados Señoríos Étnicos. La lista es conjetural y sujeta a los nuevos descubrimientos, sin embargo se pueden nombrar a las siguientes civilizaciones: Manteños, Huancavilcas, Caranquis, Yumbos, Quitus, Puruhaes, Panzaleos, Cañaris y Paltas.

Su estudio requirió un enfoque específico puesto que históricamente, según menciona Federico González Suárez, suele tomarse en cuenta solamente a la cultura Inca en los cronistas e historiadores de las Indias. Los señoríos étnicos suelen ser simplemente nombrados, como por ejemplo la delimitación del territorio Manteño en una de las crónicas, sin embargo, su estudio a profundidad no fue llevado a cabo sino hasta siglos más adelante, a partir de lo cual se han hecho conjeturas y refutaciones sobre su periodización, relaciones políticas, organización social, etc.[14]

Eso por el estudio histórico, por el lado arqueológico en cambio su importancia empezó a desarrollarse a partir de los finales del siglo XIX con las investigaciones de Luis Cordero, González Suárez y en el siglo XX a partir del trabajo de Jijón y Caamaño y Emilio Estrada Icaza, hasta el desarrollo de la arqueología como disciplina científica en ese país. A partir del descubrimiento de la Cultura Valdivia en el siglo XX, empezó a desarrollarse en gran manera las investigaciones en la costa ecuatoriana puesto que prometen el descubrimiento de culturas más antiguas que en la sierra y que pertenecen a los periodos precerámico, formativo y de desarrollo regional.[15]

No obstante, la reflexión sobre el periodo de integración ha sido una constante en la historiografía y antropología de ese país, puesto que corresponde al periodo donde se busca características e idiosincrasias para a partir de ahí buscar generalmente la identidad de Ecuador.

Culturas en la Zona Volcánica Sur editar

El Complejo Aconcagua en Chile Central (900 – 1470) La zona de Angostura fue en tiempos preincaicos, no solo un límite geográfico natural del territorio Aconcagua, sino una suerte de frontera cultural blanda con las poblaciones que habitaban al sur del Cachapoal (cuenca del Maule). Hacia el norte, el límite parece más preciso, no excediendo más allá del valle de Aconcagua.

La cerámica del Valle de Tagua Tagua tiene clara influencia de la Cultura Aconcagua. Son numerosos los hallazgos ocasionales de este período, hechos en nuestra región desde las primeras décadas del siglo veinte, en lugares como Codegua, Coinco, Pelequén, Guaico, Palmilla, Ligüeimo, Peralillo.[16][17][18]​ En su mayoría corresponden a cerámicos decorados.

Desde esta época, en la que se vivía en conjuntos pequeños de casas construidas de quincha con techos de paja, junto a acueductos destinados a sostener una horticultura bien cimentada, en cultivos de porotos, maíz, quínoa, calabazas y zapallo.[19]​ Las casas de Quincha aún se construyen en la actualidad,[20]​ y aún se pueden ver como casa en Requehua, Rastrojos o El Tambo.

El Imperio incaico: Tahuantinsuyo (1438-1532) editar

 
Expansión del imperio Incaico (1438–1533).

La civilización inca o incaica, pináculo de la civilización andina, floreció entre los siglos XV y XVI. El término «inca», que originalmente significaba «jefe» o «señor» y que era el título dado al monarca (Sapa Inca) y a los nobles de sangre imperial, acabó por designar globalmente al pueblo o etnia que forjó esta gran civilización.

Los incas extendieron su área de dominio en la región andina abarcando grandes porciones territoriales de las actuales repúblicas de Perú, Chile, Bolivia y Ecuador, así como el noroeste de Argentina y el extremo suroccidente de Colombia. Tomaron de los diversos pueblos o naciones anexados (unos 200) muchas expresiones culturales y la adaptaron a su realidad estatal, difundiéndolos en todo el territorio de su imperio y dándoles un sentido de unidad cultural. Todo ello pudieron lograrlo gracias a una acertada organización política y administrativa.

La historia de la formación del Imperio Inca ha sido reconstruida con dificultad, ya que los pueblos andinos carecían de una escritura propiamente dicha. Los cronistas españoles recogieron noticias histórico-legendarias, de boca de algunos nobles incas.

Los incas legendarios editar

Según una leyenda transmitida por el Inca Garcilaso de la Vega, el fundador de la dinastía inca fue Manco Cápac, que, junto con su esposa Mama Ocllo, salió del lago Titicaca, enviado por su padre el Sol para fundar una ciudad destinada a civilizar y unificar el mundo andino. La pareja real llegó hasta la región del actual Cuzco, donde se hundió una varilla que llevaban consigo, señal que el Sol les daba indicándoles el sitio donde debería realizarse la fundación. Otra leyenda (posiblemente la que más se ajusta a la tradición inca), menciona a Manco Cápac como integrante de un grupo de cuatro hermanos y sus esposas, también de origen solar, que salieron de las ventanas o grutas del cerro Tamputoco, al sudeste del valle de Cuzco. Manco eliminó primero a sus hermanos, tras lo cual se estableció con sus hermanas y algunos parientes en el valle de Cuzco. Sus sucesores consolidaron el dominio inca en el valle (Curacazgo Inca) y empezaron a enfrentarse a los pueblos vecinos: Sinchi Roca, que solo fue un jefe militar o sinchi; Lloque Yupanqui, que llegó a concretar alianzas con distintos pueblos circundantes, iniciando la llamada Confederación Inca; Mayta Cápac, que logró una victoria sobre los alcahuizas; Cápac Yupanqui, que venció a los condesuyos; Inca Roca, que venció a otros pueblos vecinos; y Yahuar Huaca, cuyo gobierno fue breve y sucumbió a manos de los condesuyos; y Viracocha, que salvó al Estado inca logrando triunfar sobre los pueblos hostiles y emprendiendo luego expediciones victoriosas.

La verdad histórica que se desentraña de estos relatos es que los incas habrían sido una etnia (posiblemente quechua), que hacia el siglo XIII d. C. llegaron al valle de Cuzco, procedente de la región adyacente al lago Titicaca (altiplano boliviano). Una teoría postula que los incas serían herederos del antiguo imperio huari. En el valle del Cuzco se habrían mezclado con algunos pueblos y expulsado a otros. En el siglo siguiente, lograron imponerse a las poblaciones más cercanas al valle cusqueño y paulatinamente extendieron sus territorios, combatiendo a sus enemigos collas (del altiplano, en la actual Bolivia) y chancas (de las actuales regiones de Ayacucho y Apurímac), en unión con sus aliados quechuas.

Siguiendo con el relato legendario, con la muerte de Viracocha se iniciaron las disputas por el trono. El sucesor legítimo fue depuesto por su hermano Cusi Yupanqui, que adoptó el nombre de Pachacútec (el que transforma la tierra) y encabezó la defensa del Cuzco sitiado por los chancas, logrando el triunfo. Este episodio, que ocurrió hacia el año 1438, marcó el inicio del periodo imperial incaico, es decir, el de las grandes conquistas.

 
El Inca Pachacútec.

Los incas históricos editar

Con Pachacútec (1438-1471) se inició el periodo histórico de los incas, conocido también como el Período Inca Imperial, pues, siguiendo el concepto occidental, al anexarse a muchos pueblos o naciones, el Estado Inca se convirtió en Imperio. Por el norte, Pachacútec sometió a los huancas y tarmas, hasta llegar a la zona de los cajamarcas y cañaris, estos últimos en el actual Ecuador. Por el sur sometió a los collas y lupacas, que ocupaban la meseta del altiplano. De otro lado, mejoró la organización del estado, dividiendo el imperio en cuatro regiones o suyos, por lo que fue conocido como el Tahuantinsuyo (cuatros suyos). Asimismo, organizó a los chasquis (correo de postas) e instituyó la obligatoriedad de los tributos.

El hijo y sucesor de Pachacútec, Túpac Yupanqui (1471-1493) ya había actuado como general durante el reinado de su padre, sometiendo al reino Chimú, sofocando la resistencia de los chachapoyas y avanzando por el norte hasta Quito. Ya como monarca, quiso incursionar en la selva (región de los antis), pero una rebelión de los collas lo obligó a desviarse hacia el Collao. Sometió a algunos pueblos del altiplano y del norte argentino. Más al sur, amplió las fronteras del imperio hasta el río Maule en Chile. Incluso, según una versión, habría llegado más al sur, hasta el río Biobío. En el aspecto administrativo, mejoró la recaudación de los tributos y nombró visitadores o gobernadores imperiales (tuqriq), dando así a sus dominios una organización centralizada.

El hijo y sucesor de Túpac Yupanqui, Huayna Capac (1492-1525), fue el último gran monarca inca. Durante su gobierno, continuó la política de su padre, en cuanto a la organización y fortalecimiento del estado. Para conservar los territorios conquistados tuvo que sofocar en forma sangrienta continuas sublevaciones. Derrotó a los rebeldes chachapoyas y anexionó la región del golfo de Guayaquil, llegando hasta el río Ancasmayo (actual Colombia). Estando en Tumibamba, en el actual Ecuador, enfermó gravemente de viruelas, epidemia que trajeron los españoles y sus esclavos negros, que por entonces deambulaban por las costas septentrionales del Imperio. Antes de morir, Huayna Cápac designó como sucesor a su hijo Ninan Cuyuchi, pero este falleció también víctima del mismo mal. Otro de los príncipes imperiales, Huáscar, impuso entonces sus derechos al trono y se coronó en el Cuzco, mientras que en la región de Quito, Atahualpa (hijo de Huayna Cápac con una palla o princesa cuzqueña), con el apoyo del ejército y de la población local, se rebeló contra la autoridad de Huáscar, reclamando para sí el Imperio. Entre ambos hermanos y sus respectivos partidarios se desató una guerra civil que finalizó con el triunfo de Atahualpa en 1533. Huáscar fue apresado y su familia exterminada. Atahualpa marchó al Cuzco para ceñirse la mascapaicha o borla imperial, cuando en el trayecto, en Cajamarca, fue sorprendido por los conquistadores españoles bajo el mando de Francisco Pizarro.

Historia hispánica editar

Conquista (1532-1572) editar

La conquista del Perú editar

Es el proceso histórico de anexión del Imperio incaico o Tahuantinsuyo al Imperio español. Se considera que inició a poco de haber finalizado la guerra civil por el trono incaico entre los dos hermanos Huáscar y Atahualpa (hijos del inca Huayna Cápac) con las acciones del 16 de noviembre de 1532 cuando el vencedor de la guerra y nuevo inca, Atahualpa, se reunió en Cajamarca con los conquistadores españoles encabezados por Francisco Pizarro. En dicho encuentro Atahualpa y su comitiva fueron emboscados y este tomado preso por los españoles y meses después ejecutado, el 26 de julio de 1533. Posteriormente los españoles, aliados con las panacas huascaristas, además de cañaris, chachapoyas y otras etnias vasallas de los incas, marcharon al Cuzco, la capital del imperio, donde ingresaron el 14 de noviembre de 1533 y proclamaron como nuevo inca a Manco Inca, con la intención de convertirlo en un rey títere. Pero Manco Inca se liberó y al mando de un ejército encabezó una guerra de reconquista que inició el 6 de mayo de 1536 con el sitio del Cusco, donde se encontraba la mayor fuerza española comandada por Hernando Pizarro.[21]​ Aunque causaron grandes bajas a los españoles, las fuerzas de Manco Inca no lograron tomar el Cuzco por la traición de muchos de sus hermanos(como Paullu Inca) y de varias naciones del Tahuantinsuyo. Finalmente, Manco Inca tuvo que disolver a su ejército y retirarse a las agrestes montañas de Vilcabamba, donde instaló la sede de la monarquía incaica (1538), mientras que el resto del territorio fue ocupado por los españoles, quienes tras un periodo de guerra civil entre españoles llevaron adelante el proceso de asentamiento y colonización del Perú. El reinado de los incas de Vilcabamba duraría hasta 1572, cuando el virrey Francisco de Toledo ejecutó al último Inca: Túpac Amaru I. La conquista del Perú duró pues, en propiedad, cuarenta años (1532-1572).

Las campañas de Belalcázar editar

 
Monumento a Rumiñahui en la Plaza de la Resistencia Indígena (Píllaro).

Las fuerzas españolas a las que se enfrentó Rumiñahui eran muy numerosas. En un principio, las tropas ibéricas sólo podían contar con las filas de Sebastián de Belalcázar que, por iniciativa propia, había emprendido la conquista de los territorios del norte, deslumbrado por la esperanza del oro que se decía existía en grandes cantidades. El lugarteniente de Francisco Pizarro pronto se unió a Diego de Almagro enviado, con algunos hombres, para llamarlo de nuevo al orden. Posteriormente estos contingentes se fortalecieron con la llegada de Pedro de Alvarado, el conquistador de México, quien, a costa de una marcha impresionante, que le había costado un número espantoso de víctimas, había llegado a los Andes desde Puerto Viejo.

Rumiñahui tampoco estaba solo. A su lado combatían los ejércitos de Zope-Zopahua, Zopozopangui, Razo-razo, Pintag II hijo de Pintag, y algunos soldados más, llegando también refuerzos de Quizquiz que retornaban desde el Cuzco. Los tres ejércitos indígenas, sin embargo, operaron por separado y esto permitió a los españoles enfrentarlos uno a uno con evidentes ventajas estratégicas.

El factor que más influyó en el desenlace del conflicto fue la presencia de los cañaris, alineados junto a los españoles. Antiguos enemigos de los quiteños, estas tribus creían poder aprovechar las desventuras de sus antiguos opresores para recuperar su libertad, sin saber que enfrentarían un yugo mucho más pesado. Su presencia permitió a los españoles aliviarse de cualquier preocupación que no fuera de carácter bélico. Los cañaris, de hecho, les proveyeron de las provisiones necesarias y se encargaron del transporte del equipaje, además, en el momento del enfrentamiento, fueron los primeros en entablar combate permitiendo que los españoles intervinieran en medio de la refriega para hacer la diferencia.

A pesar de ello, las primeras batallas fueron muy encarnizadas y los españoles pagaron caro su avance. Teocajas, Ambato, Pancallo y Latacunga fueron escenarios de feroces batallas que vieron a las fuerzas quiteñas pelear valientemente sin perder terreno. Quizquiz, en un solo combate mató a catorce enemigos y obligó al grueso del ejército español a retirarse. El anciano líder, sin embargo, no pudo continuar por mucho tiempo en sus hazañas porque fue asesinado por sus propios hombres en una acalorada disputa, mientras quería convencerlos de pasar a un estado de guerra de guerrillas.

Episodios memorables fueron los combates en el callejón andino, la recepción posiblemente del cadáver de Atahualpa en Liribamba, la deserción de muchos indígenas al bando español, la muerte de los primeros cuatro caballos en combate, cuyas cabezas adornadas con flores fueron expuestas por Rumiñahui como prueba de la vulnerabilidad española, y la gesta heroica en la "Tercera batalla de Tiocajas" donde el ejército de Rumiñahui conformado por las tribus norteñas que eran pequeñas en número: pastos, cayambis, puruháes, otavalos, caranquis, etc., lucharon bravamente sin piedad ante la tropas españolas de Belalcázar, de los cañaris y demás tribus aliadas a su bando. Los españoles por vez primera saboreaban lo amargo de la derrota, el cerco indígena se estrechaba ya al terminar el día y los españoles, ya vencidos, se arrodillaron pidiendo la protección de su apóstol Santiago. De ponto escucharon un ruido profundo que venía de las entrañas de la tierra, era la erupción del volcán Tungurahua, y para suerte de los españoles, los hombres de Rumiñahui botaron sus armas, creyendo que su dios estaba con ira.

"Es mejor morir en seguida por sus manos, con sus armas y debajo de sus caballos. Por lo menos nos quedará este contento de haber hecho nuestro deber como honrados y valientes." Son expresiones que el historiador español, Antonio de Herrera, pone en boca de Rumiñahui cuando este arengaba a los suyos, espantados por la erupción del Tungurahua, mientras detenían el avance de Belalcázar sobre Quito y sus tesoros.

Antes de que Quito cayera, Rumiñahui la incendió, escondió los afamados tesoros de Atahualpa y pasó a cuchillo a 4.000 indígenas pillajes, zámbizas y collaguazos, que habían recibido a Belalcázar como libertador.[22]​ También ordenó que mataran a las principales acllas de los templos que se negaran a huir, para evitar que fueran capturadas y asaltadas por los soldados extranjeros.[23]​ Belalcázar entró a Quito en julio de 1534 hacia las fiesta de Pentecostés.[24]

Las campañas de Quezada editar

Gonzalo Jiménez de Quesada partió de Santa Marta el 6 de abril de 1536, a la cabeza de quinientos infantes, entre ellos Gonzalo Suárez Rendón, fundador de la ciudad de Tunja, y con ochenta caballos, con el fin de explorar las montañas de las riberas del río Magdalena.[25]​ El primer asentamiento al que llegaron fue a Tora de las Barrancas Bermejas, actual Barrancabermeja, en donde tuvieron noticias de una civilización que les llamó la atención debido al hallazgo de vasijas con sal y mantas de algodón.[25][26]​ Después de un año llegaron los conquistadores a tierras habitadas por el pueblo muisca. Solamente ciento sesenta y seis hombres y unos pocos caballos habían coronado la cumbre de los Andes colombianos; el resto de la expedición había perecido a causa de las enfermedades.

 
Gonzalo Jiménez de Quesada a su llegada a la Sabana de Bogotá.

En febrero de 1537 salieron los españoles de las inmediaciones de Vélez, y marcharon al sur, pasando por los poblados muiscas de Ubazá, Turca o Pueblohondo, Sorocotá, Moniquirá, Susa, Tinjacá y Guachetá, adonde llegaron el 12 de marzo de 1537. Luego pasaron por Lenguazaque, Cucunubá, Suesuca, Nemocón y Busongote.[27]​ donde se libraría el primer encuentro armado entre las tropas peninsulares y los guerreros del zipa Tisquesusa. Resultado de ella hubo algunos muertos y pánico por el desconocimiento absoluto de los muiscas sobre la naturaleza de las armas de fuego y los caballos, también se sabe de los primeros intercambios de oro y cuentas de vidrio registrado en las crónicas y confirmado por la arqueología.[28]​ El 5 de abril llegaron a Chía, y acamparon en los cerros de Suba, desde donde vieron numerosos bohíos y columnas de humo. Aquella sabana que divisaron desde Suba fue llamada por Quesada el Valle de los Alcázares.[26]

Dos comisiones fueron enviadas a buscar un lugar donde asentar la tropa.[25]​ Mientras la primera tomó rumbo hacia el occidente de Bacatá, en un principio llamada "Facatá", sede real del zipazgo; la segunda se dirigió hacia el oriente, comandada por Pedro Fernández de Valenzuela, quien encontró un caserío llamado Teusaquillo, por donde pasaba una quebrada que luego se llamaría San Bruno, afluente del río Vicachá, llamado San Francisco por los españoles.[25]

¡Tierra buena, tierra buena!
¡Tierra que pone fin a nuestra pena!
Tierra de oro, tierra bastecida,
Tierra para hacer perpetua casa,
Tierra con abundancia de comida,
Tierra de grandes pueblos, tierra rasa,
Tierra donde se ve gente vestida,
y a sus tiempos no sabe mal la brasa:
Tierra de bendición, clara y serena,
Tierra que pone fin a nuestra pena!


Juan de Castellanos
Descripción de la llegada de los españoles a la sabana de Bogotá, en Elegías de Varones Ilustres de Indias.

Existen tres momentos en la fundación de Santafé de Bogotá.[29][30]​ El primero sucedió cuando se creó el primer asentamiento español en la región de Bacatá, en la actual carrera Segunda con calle Trece, no lejos del Chorro de Quevedo, que posteriormente se llamó Pueblo Viejo, entonces conocido como Teusaquillo.[26]​ El historiador fray Pedro Pablo Villamor, escribió en 1723, refiriéndose al origen de Santafé: «Su primera fundación fue con nombre de villa y hecha en los alcázares donde estaba fundado el lugar deleitoso recreo de los Reyes de Bogotá, llamado Thybzaquillo

Por su parte, el 6 de agosto de 1538, Jiménez de Quesada realizó una ceremonia donde escogió el nombre y el lugar donde se desarrollaría la ciudad, proceso que se desarrolló en la plaza de las Yerbas, actual parque Santander. La primera misa, según versión de Juan de Castellanos, fue oficiada ese mismo día por fray Domingo de las Casas.[30]

En marzo de 1539, Quesada tuvo noticias de tropas españolas provenientes de Venezuela comandadas por Nicolás de Federmán y del sur por Sebastián de Belalcázar, quienes acamparon en el valle de los Alcázares. El recibimiento por parte de Quesada fue la organización de un festejo para los recién llegados. Este encuentro entre conquistadores fue crucial para que se llevaran a cabo las ceremonias oficiales de fundación. Así, se realizó la "fundación jurídica" el 27 de abril de 1539 junto con Nicolás Federmann y Sebastián de Belalcázar en la actual plaza de Bolívar y se designaron los lugares para la iglesia principal, la casa de gobierno, la cárcel, así como los solares para los primeros vecinos.[25]​ Esta situación implicó una fuerte bipolaridad durante los primeros años de la ciudad, que se desarrolló en torno al eje definido por esos dos extremos.[30]​ Los primeros expedicionarios que llegaron a la sabana de Bogotá no iban acompañados de ninguna mujer española. Quesada trajo los caballos, Federmann las gallinas y Belalcázar los cerdos.[31]

Por otra parte, fray Pedro Simón, en la Segunda Noticia Historial, capítulo 36, después de referir cómo fueron construidos los doce bohíos o cabañas, dice:

«No se olvidaron los españoles de señalar solar y sitio el más principal entre los bohíos para que se edificara iglesia, y fue en la misma parte de como está ahora, porque no habiéndose mudado la ciudad de como se fundó con los doce bohíos, sino que allí mismo ha ido teniendo su extensión y crecimiento hasta el que tiene ahora, tampoco se ha mudado esa iglesia a otra parte del pueblo de como se edificó al principio, en la mejor de todo él, como hoy se ve.»

Aunque el plano fundacional se ha perdido, se sabe que la división de los predios se hizo mediante la asignación de solares de diferentes tamaños: los de 800 pasos de frente y 1600 de fondo se llamaban caballerías mayores, los de 600 pasos de frente y 1200 de fondo eran conocidos como caballerías menores, y las unidades más pequeñas como peonías.[32]

Muertos los últimos soberanos muiscas, (Zaquesazipa y Aquiminzaque), los caciques y el pueblo se alzaron tardíamente contra los nuevos dominadores hasta 1542, cuando el conquistador Gonzalo Suárez Rendón finalmente sofocó los últimos movimientos de resistencia. Inicialmente la confederación fue repartida por Bel-alcázar, Federmann y Quesada hasta que la corona designó a este último como «adelantado de los cabildos de Santa Fe (sic) y Tunja».

La guerra del Arauco editar

Suele indicarse como fecha de inicio de este conflicto la batalla de Reinohuelén, aparentemente librada en 1536 entre parte de la expedición de Diego de Almagro y un cuerpo numeroso de soldados, en la confluencia de los ríos Ñuble e Itata; pero históricamente se asume que con Pedro de Valdivia se inició en 1546, con la batalla de Quilacura, el período de campañas militares que caracterizaron este conflicto.

Su término es, sin embargo, más difuso. Si bien a partir de 1609 cada gobernador de Chile celebraba "Parlamentos" con los caciques indígenas, en los cuales se discutía la mantención de la tregua entre ambas partes, los enfrentamientos fueron numerosos. Es más, aunque con la independencia de Chile, se concluirían los conflictos de la Guerra de Arauco que sostenían los hispano-criollos con los mapuches, estos seguirían posteriormente como nuevos conflictos chileno-mapuches, que no terminaron completamente hasta 1883, con el proceso conocido oficialmente como Pacificación de la Araucanía u Ocupación de la Araucanía.
 
Audiencias del Virreinato del Perú, hacia 1650.

Virreinato (1542-1739) editar

El Virreinato del Perú fue una entidad territorial del Imperio español creada por la Corona Española en el año 1542, con capital en la ciudad de Lima, durante su dominio en el Nuevo Mundo. En un principio, su territorio comprendía casi toda América del Sur, incluyendo Panamá y algunas islas de Oceanía. Aunque no incluía Venezuela, que dependía de la Real Audiencia de Santo Domingo, ni los territorios al este de la línea del Tratado de Tordesillas que pertenecía al Imperio de Portugal. Dos siglos después, su inmenso territorio sufrió tres importantes mermas. En 1717 se creó el Virreinato de Nueva Granada al norte. En 1776 se creó el Virreinato del Río de la Plata al sur. Al mismo tiempo la colonia portuguesa del Brasil extendía sus fronteras tomando territorios de la Amazonia.

A pesar de las pérdidas territoriales, todavía a principios del siglo XIX el virreinato del Perú era la principal posesión de la Corona española al tratarse de una de sus principales fuentes de riqueza.

El proceso de independencia hispanoamericana inició el fin del virreinato, conflicto en el que se mantuvo en el bando realista, y funcionó como un importante bastión y centro estratégico de la Corona española en América del Sur. Esto provocó la guerra con la Provincias Unidas del Río de la Plata (creada tras la caída del virreinato homónimo), el cual por el contrario había elegido el camino de la independencia y desde 1810 enviaba fuerzas libertadoras en todas direcciones. Tras independizar la Capitanía General de Chile, el general rioplatense José de San Martín giró nuevamente su atención hacia Perú y preparó un ataque naval. La campaña fue un éxito y San Martín declaró la independencia del Perú, para acto seguido retirarse de su carrera militar. Aún quedaban áreas bajo control realista, así que continuó con la tarea independentista el general grancolombiano Simón Bolívar con la intervención de la Gran Colombia, quien utilizó el apoyo de las guerrillas peruanas y todos los recursos de logística de la sierra peruana, requisando todo lo necesario para una guerra de posiciones. Tras la batalla de Ayacucho el virreinato perdió su rumbo con solo algunos focos de lealtad a la Corona en los Andes y la costa del bajo y alto Perú. Con divisiones internas, sin auxilios de la España peninsular y prácticamente aislado del mundo, la resistencia del virreinato peruano sucumbió en 1824.

Una vez derrotados los españoles, Bolívar se declararía dictador del Perú y enviaría a Antonio José de Sucre a gobernar un nuevo Estado, Bolivia (Alto Perú), nombrado así en honor al propio Bolívar. Los peruanos, a sabiendas de que Bolivia era un Estado títere de la Gran Colombia creado para debilitar a su país, expulsaron al dictador e iniciaron los preparativos para enfrentarse a los colombianos, que ya habían anexado la Provincia Libre de Guayaquil, históricamente reclamada por Perú.

Reformas borbónicas (1739-1812) editar

 
Pedro Mesía de la Cerda, virrey de la Nueva Granada. Cuadro pintado por Joaquín Gutiérrez.

La conflictiva situación fue confirmada por visitadores enviados por la Corona, quienes recomendaron a Felipe V la creación de un virreinato independiente en la Nueva Granada en 1717, finalmente erigido de forma provisional el 13 de junio de 1718 hasta la llegada del primer virrey el 25 de noviembre de 1719.

Las consideraciones de la corona para su creación incluyeron su situación geográfica entre dos mares (el Caribe y el Mar del Sur, hoy océano Pacífico) y de puerta de acceso a la parte occidental de la América del Sur, le permitiría enfrentar mejor el contrabando y los ataques de piratas y filibusteros con un punto más cercano al Mar Caribe. Sin embargo, la escasez de caminos apropiados hacían difícil el tránsito y la comunicación en el interior del virreinato. El establecimiento de una capitanía general en Caracas y una real audiencia en Quito, aún legalmente subordinada al virrey, fue una respuesta a las necesidades de un gobierno efectivo en las regiones más alejadas.

Sin embargo, las primeras señales de inestabilidad al naciente virreinato fueron las quejas de la Real Audiencia de Quito (el cual fue abolido por la real cédula del 27 de mayo de 1717), en las que hubo discusiones referido a la pregunta de cual centro de poder (Lima o Santafé de Bogotá) convenía mejor a los entes territoriales de la Provincia de Quito, y entre los quiteños, y sobre todo los guayaquileños, hubo un partido peruanófilo que proponía que sus provincias estuvieran bajo la jurisdicción de Lima por su fácil accesibilidad al mar y mayor comunicación con sus pueblos (debido a las redes de intercambio comercial y cultural con el Norte Peruano, como Piura o Cajamarca), en contra de la idoneidad de la jurisdicción de Bogotá, que se encontraba al Interior de los picos andinos, alejada de los centros de poder quiteño, y cuyos pobladores no tenían un sentimiento de afinidad tan grande con los neogranadinos, en contraste con los peruanos. Finalmente, el Rey de España emitió la real cédula del 29 de abril de 1720, por el que se ordenaba que el distrito quiteño volviera a reintegrarse con el Virreinato del Perú y que su Audiencia fuera restablecida sin dependencia de la Real Audiencia de Santafé de Bogotá.[33]

Terminada la guerra con la Cuádruple Alianza, en 1724 se emitió otra Cédula Real que suprimió el Virreinato de Nueva Granada por razones económicas lo que conllevó a un retorno de la presidencia. Sin embargo en 1740, por mandato real, la Real Audiencia de Quito fue incorporada nuevamente al Virreinato. Para entonces, el rey firmó en San Ildefonso, la Cédula de Reerección definitiva del 20 de agosto de 1739 del Virreinato de Nueva Granada con los mismos derechos de la Cédula Real de 1717.

Transcurridos poco más de dos años desde su incorporación al virreinato, la provincia de Venezuela es reintegrada en 1742 a la jurisdicción de la Real Audiencia de Santo Domingo, dependiente esta a su vez del Virreinato de Nueva España, jurisdicciones a las que seguiría perteneciendo hasta su independencia.

De esta manera, provincias de lo que hoy podría corresponder a Colombia, Ecuador, Panamá, Venezuela, y regiones de Perú, Brasil, Costa Rica, Nicaragua y la Guayana Esequiba, hasta entonces bajo diferentes jurisdicciones, se unieron bajo una misma autoridad imperial establecida en la ciudad de Santafé de Bogotá, confirmando así a la ciudad como otro de los principales centros administrativos de las posesiones españolas en América, junto con Lima y la Ciudad de México.

En 1764 se creó la Gobernación de Guayaquil. Después, por real orden del 13 de agosto de 1790, se ordenó segregar de la provincia de Riohacha el establecimiento de Sinamaica y agregarlo a la provincia de Maracaibo en la Capitanía General de Venezuela. El 1 de agosto de 1792 se llevó a cabo la transferencia.[34]

 
Imperios español y portugués en 1790.
 
Ambrosio O'Higgins, Gobernador de Chile entre 1788 y 1796.

El rey Felipe II sujetó al gobernador a la vigilancia del virrey del Perú, al expresar en una real cédula del 21 de enero de 1589:

«Que el Governador de Chile esté subordinado al Virrey de Lima, y le correspondan en las materias de su cargo" y debía "guardar, cũplir, y executar sus ordenes, y avisarle de todo lo que allí se ofreciere de consideración.»
A partir de dicha norma, los virreyes entendieron que la relación entre ambos era de efectiva dependencia, sin embargo, en algunos casos la relación del gobernador fue directa con el rey y en otras pasó por el virrey del Perú.

La base de la relación es la real cédula antes mencionada, no obstante, hubo otras posteriores que perfilaron el tipo de relación efectiva entre la capitanía y el virreinato. Por ejemplo, mediante real cédula, se autorizó a los virreyes a intervenir en Chile solo en caso de «alboroto y tumulto»; se facultó a los virreyes a poner en práctica estrategias militares en la guerra de Arauco, guerra defensiva, y después se ordenó directamente al gobernador de Chile a implantarlas, guerra ofensiva. También se facultó a los virreyes para remover al gobernador y, posteriormente, se negó tal atribución.

La Recopilación de Leyes de Indias de 1680, en la Ley XXX (Que el Virrey del Perú y Audiencia de Lima no se entrometan en el gobierno de Chile, si no fuere en casos graves, y de mucha importancia) del Título III (De los Virreyes, y Presidentes Governadores) del Libro III, recoge el contenido de una real cédula del rey Felipe III, de 15 de octubre de 1597, que establecía que

«Es nuestra voluntad, que los Virreyes del Perú, y Audiencia de Lima no impidan, ni embaracen al Presidente Governador y Capitán general de Chile en el gobierno, guerra y materias de su cargo, si no fuere en casos graves, y de mucha importancia, aunque esté subordinado al Virrey, y Governador de la Audiencia de Lima.»[35]
 
Mapa relativo de la Capitanía General de Chile a partir de 1776 —según la historiografía chilena— el cual incluía nominalmente a la Patagonia austral, pero finalmente laudos arbitrales de los siglos XIX y XX, y tratados de límites con la vecina República Argentina, solo le reconocieron la vertiente del Pacífico o bien Patagonia occidental, la totalidad del estrecho de Magallanes y la mitad de la isla Grande de Tierra del Fuego.

Respecto a los recursos militares (armas, soldados, etc.) y el abastecimiento comercial, la capitanía siguió con dependencia virreinal aunque la administración de justicia era autónoma de aquel, salvo respecto de la Inquisición que correspondía a un delegado de Lima, al igual que los juicios de comercio que dependieron del Consulado del Virreinato hasta 1795, fecha en la que se crea un Consulado en Santiago.

En lo gubernativo, la relación fue fluctuante, dependiendo del período, las instrucciones que enviaba el rey e incluso las personalidades de las respectivas autoridades (virreyes y gobernadores) y no hubo nunca una anexión formal de la capitanía al virreinato, ya que nominalmente los territorios de Sudamérica española, excepto el territorio de Caracas, y Panamá estaban incluidos inicialmente dentro del mismo, hasta la creación de los nuevos virreinatos de Nueva Granada y del Río de la Plata, quedando por ende bajo su superior gobierno (y no bajo su gobierno directo).

En ciertos periodos, por cuestiones estratégicas de seguridad del virreinato –por ejemplo, ante amenazas de corsarios– los virreyes intervinieron directamente en el gobierno de Chile, incluso por propia iniciativa; asimismo, algunos gobernadores acostumbraron consultar o pedir instrucciones sobre temas urgentes al virrey, por la gran distancia que los separaba del rey, quien se encontraba en España.

En 1733, el Cabildo de Santiago pide al virrey la instalación en Chile de una casa de acuñación de monedas; frente a la demora de la respuesta, solicita en 1741 al rey de España permiso para instalar una fábrica monetaria y así solucionar el problema de la carencia de circulante que se producía cuando desde Perú se atrasaba el envío de estas.

La Casa de Moneda de Santiago de Chile, fue fundada finalmente por Felipe V por Real Cédula del 1 de octubre de 1743, otorgando el privilegio perpetuo de acuñar monedas a Francisco García Huidobro y otorgándole además el usufructo de todas las utilidades de producción; como era un acaudalado vecino de la ciudad, se ofreció a financiar su instalación, mantención y gastos de operación sin costo para el Reino. Felipe V falleció en 1746, antes de que la nueva ceca hubiera iniciado sus labores.

La primera moneda acuñada en Chile colonial para circulación fue la del 10 de septiembre de 1749 siendo esta la de 4 escudos de oro, también conocido como la "media onza", la cual portaba la efigie de Fernando VI; de esta manera la Gobernación comenzó a tener cada vez más autonomía con respecto del Virreinato del Perú.

Finalmente, en 1798, a propósito de una disputa entre el virrey O'Higgins y el gobernador Avilés, el rey Carlos IV resolvió en una comunicación dirigida al virrey, el 15 de marzo de aquel año, declarar a Chile «independiente de ese virreinato, como siempre debió entenderse»:

«Enterado de todo el rei, como igualmente de lo que V.E. espuso sobre este particular en carta de 8 de junio del año próximo pasado, ha resuelto vuelvan á su destino los individuos de los cuerpos de Chile á quienes V. E. concedió licencia para separarse de ellos; i que en el caso de acomodar á algunos así de estos como á cualesquiera otros de los militares el pasar del uno al otro reino, lo acuerden entre sí V. E. y el capitán jeneral de Chile, á quien se ha servido S. M. declarar independiente de ese virreinato, como siempre debió entenderse, bien que es la voluntad de S. M. que procuren VV. EE. ir siempre acordes en las providencias que interesan al bien de su real servicio, único objeto que debe tenerse presente por todos, i en especial por los sujetos mas caracterizados en quienes deposita S. M. su autoridad: i así lo espera de la prudencia y demás circunstancias que tiene V. E. en su persona, como en la suya el enunciado capitán jeneral.»[36]

Independencias y formación de los estados editar

Del período poscolonial al proceso de integración editar

Conflictos territoriales editar

 
Estados que comparten la Cordillera de los Andes: Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile y Argentina

En 1828 se libró la guerra entre Perú y la Gran Colombia por la definición de la frontera en Guayaquil y la región amazónica. Al mismo tiempo, Perú invadió Boliva para expulsar a las fuerzas bolivarianas que aún ocupaban ese país.

Más tarde, Bolivia y Perú buscaron su unificación en la efímera Confederación Perú-Boliviana, pero al fracasar este proyecto, se enfrentaron en una nueva guerra fronteriza en 1841.

También Ecuador, una vez separado de la Gran Colombia, protagonizó un enfrentamiento con Colombia, fracasando en su intento de recuperar las provincias de Pasto, Popayán y Buenaventura, que alguna vez habían pertenecido a la Real Audiencia de Quito durante la época colonial.

En la guerra hispano-sudamericana, un frente común entre Bolivia, Chile, Ecuador y Perú logró expulsar a los españoles de sus costas.

Sin embargo, en 1879 Chile se enfrentaría a Perú y Bolivia en la guerra del Pacífico, siendo estos últimos derrotados, y perdiendo las provincias de Arica y Tacna en el caso de Perú, y el departamento del Litoral (acceso soberano al mar), en el caso boliviano.

Bolivia también perdería la Puna de Atacama en un litigio a favor de Argentina, la región del Acre en una guerra contra Brasil, y parte de la Chiquitania en otro conflicto contra el Paraguay.

Mientras tanto la región de Tacna fue devuelta a Perú, y el país nuevamente fijó su interés en la región amazónica, librando sendas guerras con Colombia en 1932 y con Ecuador en 1941.

Integración editar

Las consecuencias la disputa amazónica entre Ecuador y Perú se sentirían nuevamente en 1981 con el Conflicto del Falso Paquisha y en 1995 con la Guerra del Cenepa, la última guerra librada entre dos países sudamericanos.

No obstante, a partir de la firma del Acuerdo de Cartagena (1969), se inicia un proceso de integración político y económico entre los países andinos, que culminaría con la creación de la una área de libre comercio (1994), el establecimiento de un arancel externo común (1995) y la creación de la Comunidad Andina (1996), que incluye un tribunal de justicia y un parlamento comunes.

Actualmente la Comunidad Andina está conformada por Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú, después de que Chile y Venezuela abandonaran la organización en 1976 y 2006, respectivamente.

Véase también editar

Referencias editar

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