En la astronomía medieval y renacentista, el primer móvil es la más exterior de las esferas en el modelo geocéntrico del universo.

El primer móvil en el sistema de Claudio Ptolomeo.

Los astrónomos creían que los siete planetas a simple vista, incluyendo a la Luna y el Sol, se desplazaban alrededor la Tierra siguiendo órbitas invisibles. Más allá de ellos se hallaba la esfera de las estrellas fijas, el Primer móvil y el Empíreo.

El número total de esferas celestes no era fijo. En esta ilustración del siglo XVI, el firmamento (esfera de estrellas fijas) es el octavo, una "cristalina" esfera (ordenada contando por referencia a las "aguas... bajo el firmamento" en el Génesis 1:7) es la novena, y el Primer móvil es el décimo. Fuera de todo ello está el Empíreo, la "habitación de Dios y todos los elegidos".

Según la filosofía medieval, todo este sistema se encontraba en movimiento debido a Dios, que era el Primum movile, y esto daba lugar a la rotación de todas las esferas, una tras otra. El movimiento era de este a oeste, y se completaba el círculo cada día. Las esferas, al moverse, iban transmitiendo sus influencias astrológicas a la Tierra. El movimiento del primum movile era ocasionado por su amor a Dios y, a la vez, comunicaba su cadencia al resto de las esferas. Para los filósofos medievales las esferas son seres vivos celestes. Cada esfera tenía su propia fauna o habitantes, aunque con variaciones según cada autor (Beda el Venerable, Honorio de Autun).[1]

Referencias editar

  1. Carmona Fernández, Fernando. La mentalidad literaria medieval: siglos XII y XIII. Editum, 2001, ISBN 84-8371-286-5, 9788483712863, 174 páginas, pag 20.