Sultanato benimerín

dinastía de Marruecos

Benimerines, mariníes, meriníes o merínidas (1244-1465) es el nombre castellanizado que reciben los Banu Marin, miembros de un imperio de origen bereber zenata[1]​ cuyo núcleo fundamental estaba en el norte del actual Marruecos. Durante los siglos XIII y XIV, los Benimerines también controlarían, brevemente, algunas partes de Andalucía y de la zona este del Magreb. Surgieron tras la caída del Imperio almohade y fueron reemplazados por la dinastía wattásida.[2]​ Fueron fundadores del barrio Jdid en Fez, que convirtieron en su capital y donde también construyeron muchos monumentos.[3]

Sultanato meriní
المرينيون
Al-marīniyyūn
Dinastía marroquí
1215-1465

El Imperio meriní en su máxima extensión (1347-1348).
Capital Fez
Entidad Dinastía marroquí
Idioma oficial Árabe clásico
 • Otros idiomas Bereber del norte
Religión Islam sunita
Moneda Dinar
Período histórico Edad Media
 • 1215 Establecido
 • 1465 Disuelto
Forma de gobierno Monarquía
Sultán
• 1215-1217
• 1420-1465

Abd al-Haqq I
Abd al-Haqq II
Correspondencia actual Argelia, Gibraltar, España, Marruecos, Túnez
Precedido por
Sucedido por
Imperio almohade
Sultanato wattásida
Reino de Portugal
Corona de Castilla

Origen y primera expansión

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Los marínidas fueron una tribu nómada del este del Magreb (Ifrikiya,[4]Zibán[5]​) que, partió del Aurés a principios del siglo XIII y se fue desplazando por el altiplano del Oranesado hasta la cuenca del río Muluya en el sudeste marroquí.[6]​ En el 1213 se hallaban en la comarca de Guercif, desde la que prosiguieron su marcha hacia el oeste, fundamentalmente en busca de mejores pastos, pues eran pastores nómadas.[6]​ Pertenecían a la numerosa confederación bereber cenete.[7][8]​ Acuciados por el hambre, tras la derrota de Las Navas de Tolosa que debilitó a las autoridades almohades, comenzaron a cruzar el río Muluya y a extenderse hacia el noroeste.[7]​ En el 1216 infligieron una grave derrota al gobernador almohade de Fez y en el 1217 vencieron también al de Taza.[7][9]​ Pese a su escaso número, consiguieron extenderse por las zonas rurales y empezar a cobrar tributo a algunas ciudades, como Fez, Mequinez y Rabat.[7][9]​ Los almohades fueron incapaces de vencerlos.[7]

Victoria y eliminación de los almohades

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En el 1245, conquistaron Mequinez; en el 1248, Taza y Fez; en el 1251, Rabat y Salé; en el 1257, Siyilmasa —que luego perdieron—; en el 1269, Marrakech; en el 1271, la región del río Draa; y por fin, en el 1274, Tánger, Ceuta y recuperaron Siyilmasa.[9]​ A mediados del siglo XIII, sin embargo, lo principal del territorio benimerín se hallaba ya en poder de la confederación tribal que se fue transformando progresivamente en un Estado sedentario y dinástico, interesado en expandirse tanto por el resto del Magreb como por la península ibérica para dominar las rutas comerciales de la región.[10]​ La capital del nuevo Estado se fijó en Fez.[11]

En el 1243 o el 1245, en tiempos de Abu Yahya ibn Abd al-Haqq, los benimerines reconocieron la autoridad de los sultanes hafsíes.[12]

Expulsados de su base sureña, los benimerines se movieron al norte guiados por Abu Yahya ibn Abd al-Haqq y tomaron Fez en 1244, convirtiéndola en su capital. Una vez instalados en Fez, declararon la guerra a los debilitados almohades con la ayuda de mercenarios cristianos. En 1269 Abu Yúsuf Yaaqub ibn Abd al-Haqq (1259-1286) capturó Marrakech y se hizo con el control de gran parte del Magreb hacia el final de 1268, incluyendo el actual norte de Marruecos, el norte de Argelia y Túnez.

 
Interior de la madrasa Bou Inania en Mequinez.

Abu Yúsuf: campañas en la península ibérica

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La primera expedición benimerín a la península ibérica se llevó a cabo en el 1275.[11]​ El sultán Abú Yúsuf partió de Fez el 30 de marzo a Tánger; encomendó la expedición a uno de sus hijos y se aseguró de que el señor de Ceuta aportase los navíos necesarios para cruzar el estrecho.[11]​ El 13 de mayo, las primeras fuerzas benimerines desembarcaron en Tarifa.[11]​ A mediados de agosto les siguió el propio sultán, con más tropas.[13]​ Este se reunió a continuación con Muhammad II de Granada y los arraeces de Málaga y Guadix, enemistados con el señor de Granada, para tratar de coordinar sus fuerzas.[14]​ El ejército benimerín comenzó la incursión en territorio castellano el 22 de agosto.[15]​ Fundamentalmente, fue una cabalgada en la que devastaron las tierras de Córdoba, Úbeda y Baeza.[16]​ Tras correr estas comarcas, se volvieron hacia Écija, donde vencieron a las huestes de Nuño González de Lara, adelantado de la frontera el 7 de septiembre; este, que había tratado de eludir el combate, pereció en el choque.[17]​ Los vencedores, no obstante, no lograron tomar Écija y volvieron a Algeciras a mediados de septiembre.[18]​ A finales de octubre, el ejército benimerín partió de nuevo, hacia las tierras sevillanas y luego a tratar en vano de tomar Jerez.[19]​ El 18 de noviembre estaba de vuelta en Algeciras, cargado de botín.[18]​ El sultán volvió al Magreb el 19 de enero del 1276, tras firmar probablemente una tregua de dos años con los castellanos.[20]

Abú Yúsuf hubo de sofocar ciertas rebeliones durante la primera mitad del 1276, que no le permitieron retornar a la península ibérica hasta el año siguiente.[21]​ Los preparativos se demoraron tanto, que la expedición se retrasó hasta junio del 1277.[22]

Abu Yaqub (1286-1307)

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Abu Yúsuf falleció en 1286 y le sucedió en el trono su hijo Abu Yaqub, que hubo de aplastar una rebelión en su contra de algunos grupos y descendientes de un antiguo sultán.[23]​ Las rebeliones en su contra fueron constantes desde el primer momento, y fueron atizadas y aprovechadas por el vecino oriental del sultanato: los abdalwadíes.[24]​ Su advenimiento supuso un cambio de prioridades en la expansión del sultanato: la península ibérica cedió la primacía al este magrebí, cuya conquista debía permitir a los benimerines acceder a las rutas comerciales de la región.[25]​ El comercio regional estaba dejando la zona marroquí para centrarse en territorios más orientales, de que los benimerines deseaban apoderarse por motivos económicos.[26]​ Cesaron las incursiones allende el estrecho de Gibraltar que habían marcado el reinado anterior; Abu Yaqub únicamente intervino en la península en una ocasión, y como reacción a una ofensiva castellana.[27]​ El único objetivo que afectaba a la península era el control del estrecho, considerado necesario para proteger el sultanato y su expansión en el Magreb.[27]​ Este menor interés por los asuntos peninsulares permitió que los benimerines renovaran la tregua con los castellanos en 1286 y mantuviesen buenas relaciones con los Estados peninsulares en general.[28]​ Las constantes rebeliones internas y la falta de fuerzas impedían abordar un programa ofensivo en la península.[29]

El rearme castellano llevó, empero, a la reanudación de las hostilidades entre Castilla y el sultanato en 1291.[30]​ Los castellanos impidieron un primer intento de intervención benimerín en la península al batir a la flota enemiga el 6 de agosto de ese año, batalla en la que contaron con la colaboración de los granadinos.[31]​ Cercaron Tarifa, que los benimerines no trataron de socorrer, al tiempo que los nazaríes se hacían con el resto de sus plazas ibéricas.[32]​ Finalmente Tarifa cayó, tras unos cuatro meses de asedio.[32]​ Los intentos por recuperar la plaza fueron mínimos y se limitaron al envío de un contingente de apoyo a los nazaríes el 1294, que trataban de arrebatársela a los castellanos.[33]

Perdidas las posiciones peninsulares, el sultán se centró en la conquista magrebí.[34]​ Sometió a Tremecén a un largo asedio de ocho años (1299-1307), que finalmente fracasó.[34]

En 1305, se rebeló otro benimerín contra Abu Yaqub, atizado por Granada, que pretendía debilitar a este y mantener el dominio indirecto de Ceuta.[35]​ Abu Yaqub cercaba por entonces Tremecén, pero, ante el avance del pretendiente, que contaba con el apoyo de los Gumara y se apoderó de Larache y Arcila, hubo de reunir un ejército que entregó a su hijo para frenar el avance del rival.[35]​ Este ejército fue vencido y el pretendiente sostenido por Granada pudo proseguir su marcha, hacerse con Tiqisas y luego con Alcazarquivir (1307).[35]​ La revuelta no quedó sofocada hasta el reinado siguiente.[35]

Abu Thabit Amir (1307-1308)

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Su reinado comenzó con nuevas sublevaciones y crisis sucesorias.[36]​ Era nieto de su predecesor en el trono, y hubo de enfrentarse a las ambiciones de un tío suyo.[36]​ La necesidad de hacer frente a este le obligó a abandonar definitivamente el largo asedio de Tremecén y a pactar con los abdalwadíes.[37]​ En el norte, el sultanato había perdido toda pretensión de conquista y se hallaba a la defensiva frente a los nazaríes, que habían extendido su autoridad a Ceuta a finales del reinado anterior.[36]

Entró en Fez el julio de 1307, pero Marrakech y su región se alzaron contra él a finales de año y la rebelión no quedó sofocada hasta comienzos del año siguiente.[38]​ El sultán hubo de personarse en Anfa y Rabat para desbaratar a los grupos opositores que también existían en estas ciudades, que se sumaban a los rebeldes que aún existían en el norte.[39]

Consiguió vencer al rebelde príncipe benimerín Utman ibn Abi l-Ula tras varias campañas fallidas, pero no acabar por completo con su autoridad.[35][40]​ Falleció por inesperadamente el 28 de julio de 1308.[41]​ Por entonces el Estado benimerín sufría una grave crisis que evidenció los problemas de intentar combinar un sistema tribal, que tendía a la autonomía de los grupos que los formaban, con las tendencias centralizadoras dinásticas.[42]

Una vez conseguido este objetivo, trataron de extender su control al tráfico comercial del estrecho de Gibraltar. Los nazaríes de Granada cedieron Algeciras a los Benimerines y estos declararon la guerra santa a los estados cristianos, ocupando sucesivamente las ciudades de Rota, Algeciras y Gibraltar, sitiando Tarifa por primera vez en 1294. También influyeron fuertemente sobre la política del Reino de Granada, donde a partir de 1275 destacaron importantes contingentes de tropas. Por entonces reinaba en Castilla Alfonso X, aunque en el momento de la primera invasión, que arrasó los campos circundantes de poblaciones como Écija y Jerez de la Frontera, aquel se hallaba en tierras francesas para tratar de conseguir la corona del Sacro Imperio Romano Germánico. El sultán benimerín Abu ul-Hasan y el rey de Granada entablan un acuerdo mutuo de alianza, predicando que "la tierra hispana será pronto conquistada y que habrá tierra para todos los musulmanes". En estas luchas muere el almirante Alonso Jofre Tenorio, que fue decapitado. Castilla lanzó varias incursiones en la parte occidental del imperio, saqueando Salé en 1260 e intentando una invasión general en 1267, que fue repelida por los Benimerines.

Las luchas internas del reino no impidieron que el sultán Abu Saíd Uthmán II (1310-1331) construyera numerosos edificios en Fez, entre los cuales se encontraban las madrasas que sirvieron para el reclutamiento de funcionarios como parte de un plan para centralizar el reino y reducir la influencia de los morabitos.

Abu ur-Rabí Sulaymán (1308-1310)

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A Abu Thabit Amir le sucedió su hermano Abu ur-Rabí Sulaymán, que hubo de afrontar una nueva crisis de sucesión, si bien de menor entidad que la de aquel.[43]​ Nuevamente un tío del nuevo sultán intentó apoderarse del trono, infructuosamente.[44]​ Abu ur-Rabí Sulaymán venció a su tío y puso fin también a la larga rebelión de Utman ibn Abi l-Ula en agosto de 1308.[44]​ Renovó asimismo la paz con los abdalwadíes, con el fin de proteger el flanco oriental ante la próxima ofensiva contra Ceuta.[44]​ Con el mismo fin se trató de aislar a los nazaríes, objetivo que se vio favorecido por el disgusto que causaba a castellanos y aragoneses el control granadino de las plazas cercanas al estrecho de Gibraltar.[44]

Los benimerines recobraron Ceuta el 21 de julio de 1309, con la colaboración de la flota aragonesa.[45]​ Los apuros granadinos les favorecieron: el sultán nazarí se avino a cederles algunas plazas peninsulares (Algeciras, Ronda) para romper la liga en su contra y que los benimerines dejasen de colaborar con castellanos y aragoneses.[46]​ En 1310 el sultán tuvo que aplastar una nueva rebelión en su contra, sostenida esta vez por Castilla.[47]​ Abu ur-Rabí Sulaymán falleció envenenado el 25 de noviembre de ese mismo año.[48]

Abu Saíd Uthmán II (1310-1331)

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El nuevo soberano, Abu Saíd Uthmán II, fue proclamado en Taza y afrontó la típica crisis sucesoria características de los benimerines.[48]

Los contingentes benimerines en al-Ándalus

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Desde tiempos de Abu Yúsuf, se hizo frecuente que los disidentes benimerines que se rebelaban contra el sultán y eran derrotados pasasen a la península ibérica, a menudo al servicio de los nazaríes granadinos.[49]​ Estos contingentes, a veces familias enteras, no perdían en ocasiones la ilusión de hacerse con el trono de Fez y trataban con los enemigos del sultán, tanto musulmanes como cristianos.[50]​ El propio sultán granadino los empleaba en algunos casos como medio de desestabilizar al sultán benimerín y también como refuerzo militar frente a los Estados cristianos peninsulares.[50]​ Por otro lado estas tropas norteafricanas obtuvieron un notable poder en Granada.[50]

Abu ul-Hasan: expansión e inestabilidad

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Las tropas benimerines lograron romper el cerco castellano a Algeciras en el invierno de 1339-1340 y emprender correrías por Arcos de la Frontera, Medina Sidonia y Jerez hasta que fueron batidos por las tropas del concejo de esta última.[51]​ Sin embargo, la flota benimerín venció contundentemente a la que servía a Alfonso XI de Castilla en la batalla naval del 8 de abril de 1340.[52]​ El propio almirante castellano Alonso Jofre Tenorio pereció en la lid y la flota castellana quedó muy mermada.[52]​ Esta victoria naval permitía a los benimerines trasladar sin embarazo nuevas tropas a la península ibérica para abordar una nueva campaña, que resultó la última que realizaron al norte del estrecho de Gibraltar.[53]​ Por su parte, Alfonso XI reforzó las defensas de Tarifa y trató de reconstruir la flota, solicitando para ello ayuda de otras naciones.[53]​ Su objetivo era recuperar el control del estrecho.[53]​ Los genoveses aceptaron aportar quince galeras en junio de ese mismo año.[53]​ Finalmente, empero, los benimerines y sus aliados nazaríes sufrieron una aplastante derrota a manos de una coalición castellano-portuguesa en la batalla del Salado.[54]​ El sultán benimerín, que había perdido también el dominio del estrecho de Gibraltar, hubo de pasar a África, amenazado por una revuelta en el Magreb.[55]​ El descalabro puso fin a las campañas de la dinastía en la península ibérica.[56]​ No así a los intentos de volver a la península: las flotas al servicio de Alfonso —genovesa, aragonesa, portuguesa y la propia castellana— tuvieron que impedir el paso de tropas a al-Ándalus en el invierno de 1341-1342 y hubieron de lidiar con naves enemigas en mayo de 1343.[57]​ En estos choques los navíos benimerines llevaron la peor parte y no pudieron trasportar grandes contingentes a Europa.[58]​ La victoria en el mar le permitió a Alfonso emprender el asedio de Algeciras el 3 de agosto de 1342.[59]​ Los intentos de socorrer la plaza fracasaron y Algeciras se rindió a Alfonso el 25 de marzo de 1344, tras un largo cerco y por mediación del sultán granadino Yusuf I.[60]

Bajo Abu ul-Hasan, apodado el sultán negro, los Benimerines intentaron otra vez unificar el Magreb. Así, en 1337 el imperio de los Ziyánidas en Argelia fue conquistado, seguido en 1347 por la derrota del Imperio háfsida de Ifriqiya. Sin embargo en 1340 los Benimerines sufrieron una aplastante derrota a manos de una coalición castellano-portuguesa en la batalla del Salado, y finalmente tuvieron que retirarse de Andalucía.[61]​ El descalabro puso fin a las campañas de la dinastía en la península ibérica.[56]

La pérdida de Algeciras puso fin a los proyectos benimerines de expansión en la península ibérica.[62]​ El aumento del poderío bélico del sultanato no bastó para emprender ofensivas simultáneas en los dos sectores previstos: el ibérico y el del Magreb central y oriental.[62]​ La pérdida de Algeciras hizo que, a partir de entonces, Abu ul-Hasan se centrase en la expansión hacia el este, que logró, si bien con un resultado efímero.[62]

El pretexto fue una crisis de sucesión en el Estado hafsí, en la que Abu ul-Hasan decidió intervenir, teóricamente en favor del heredero legítimo del trono, que había sido derrocado por su hermano Abu Hafs Úmar II.[63]​ Dejó el gobierno de Tremecén en manos de su hijo Abu Inán Faris y partió hacia el este en la primavera del 1347.[63]​ Sometió pronto las provincias meridionales entre las montañas Zab y Trípoli y luego se adueñó de Bugía y Constantina.[63]​ Finalmente cayó en su poder la propia Túnez el 15 de septiembre de ese año.[63]​ Logró así la unificación de gran parte del Magreb.[63]

El triunfo, sin embargo, fue pasajero: el sultán fue derrotado por las tribus árabes de Cairuán el 7 de abril de 1348 y este descalabro favoreció el estallido de una nueva crisis sucesoria: Abu Inán Faris se rebeló y se proclamó sultán en junio.[63]​ Hizo huir a su padre, pero desató al mismo tiempo una grave crisis en el imperio: un nieto del sultán depuesto se hizo con Fez, los abdalwadíes recuperaron Tremecén en agosto o septiembre, parte de las conquistas tunecinas se perdieron y los castellanos aprovecharon la tesitura para avanzar en la península ibérica.[64]​ La peste negra también agudizó el problema, pues alcanzó la región ese año de 1348.[64]

Abu Inán Faris: expansión pasajera

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La muerte de su padre afianzó la posición de Abu Inán Faris, que se proclamó príncipe de los creyentes para tratar de reforzar su legitimidad.[65]​ Retomó los intentos de someter el Magreb, si bien en ello tuvo menos éxito que su padre.[65]​ En su reinado comenzó también la pujanza de los visires, que fueron obteniendo parte del poder hasta entonces ostentado por los sultanes.[65]​ Una y otra vez el poder quedó en manos de los visires, que lo empleaban en su beneficio personal.[66]

Arrebató con gran trabajo Tremecén a los abdalwadíes en abril/mayo de 1352 y en septiembre/octubre se hizo con Bugía, que perdió, no obstante, en febrero/marzo del año siguiente.[65]​ Las divisiones internas le impidieron proseguir el avance hacia el este hasta 1357, año en que se adueñó de Constantina. Sus partidarios se hicieron con Túnez en septiembre/octubre de ese mismo año.[65]​ El propio sultán, sin embargo, tuvo que regresar a Fez ante la gravedad de la crisis interna del Estado, que paralizó sus proyectos de conquista.[65]

Posteriormente, tras varias revueltas en los territorios conquistados, Abu ul-Hasan fue depuesto por su hijo Abu Inán Faris (1348-1358), quien trató de reconquistar Argelia y Túnez. A pesar de los éxitos militares temporales, la dinastía comenzó su declive después del asesinato de Abu Inán Faris, quien fue estrangulado por su propio visir en 1358.

Predominio de los visires

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Abu Salim Ibrahim fue asesinado (1361)[66]​ por instigación de su poderoso visir Umar ibn Abdalá, que pactó con Muhammad V de Granada la entrega de casi todas las plazas que los benimerines aún controlaban en la península ibérica —la principal de las cuales era Ronda— a cambio de que este intercediese con Pedro I de Castilla para que este permitiese el paso a África de un nieto de Abu ul-Hasan al que el visir deseaba entronizar.[67]​ Esta cesión evidenció tanto la pérdida de interés de los benimerines en la península ibérica como el crecimiento de la influencia nazarí.[67]

Abu Zayyan Muhammad II estuvo estrechamente vigilado por el visir Umar ibn Abdalá, quien lo hizo asesinar cuando intentó zafarse y prender a ibn Abdalá.[68]​ Parte de los emires benimerines trataron de deshacerse del visir en 1362, que, sin embargo, los derrotó.[66]

La última plaza benimerín en la península ibérica, Gibraltar, fue cedida al sultán granadino en 1374 a cambio de que este favoreciese un cambio en el trono benimerín que permitiese al primo del visir de entonces hacerse con este cargo.[69]​ El sultán de entonces era Abu Zayyan Muhammad III, pero el poder lo ejercía realmente su visir Abu Bakr ibn Gazi Ibn al-Kas.[70]​ El trono pasó entonces a Abu l-Abás Ahmad I al-Mustansir, hijo del difunto Abu Salim Ibrahim y candidato del nuevo visir.[70]​ Muhammad V aprovechó el momento para debilitar aún más a su vecino meridional fomentando el paso al Magreb de otro benimerín, que se hizo con el dominio de Siyilmasa y Marrakech, mientras Abu l-Abás Ahmad se quedaba con los territorios situados más al norte.[71]​ Así el Estado benimerín quedó partido en dos en 1374.[72]​ A partir de entonces las intervenciones nazaríes en el decadente Estado benimerín fueron constantes.[70]

Las relaciones entre los dos sultanes benimerines no fueron buenas y Abu l-Abás Ahmad acabó por tomar la capital rival de Marrakech en 1382.[72]

Varias tribus árabes fuera del control del gobierno extendieron la anarquía por Marruecos, acelerando la decadencia del imperio. Los morabitos cesaron su apoyo al sultán y el imperio benimerín terminó fracturándose en varios reinos minúsculos y ciudades-estado.

Después de 1420, los sultanes benimerines quedaron bajo el control de los Wattasíes, que como visires ejercían el poder real en el imperio. Los sultanes benimerines, que a menudo eran niños, se sucedieron rápidamente, asegurando el poder del visir. Sin embargo los Wattasíes fueron incapaces de consolidar el imperio, de modo que en 1415 Portugal fue capaz de ocupar la ciudad de Ceuta, y para 1513 había ganado el control sobre todos los puertos importantes de la costa atlántica de Marruecos. Después de que el sultán Abd al-Haqq II (1421-1465) tratara en vano de acabar con el poder de los Wattásidas, estos derrocaron finalmente a la dinastía benimerín.

 
Las tumbas benimerines en Fez, Marruecos.

Gobernantes

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Cultura

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Arte meriní

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Véase también

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Referencias

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Bibliografía

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  • Manzano Rodríguez, Miguel Ángel (1992). La intervención de los Benimerines en la península ibérica. Consejo superior de investigaciones científicas. ISBN 9788400072209. 
  • Penn, C. R. (2005). Breve historia de Marruecos. Alianza Editorial. ISBN 978-84-206-5938-1. 
  • Viguera Molins, María Jesús (2007). Los reinos de Taifas y las invasiones magrebíes : Al-Andalus del XI al XIII. RBA. ISBN 9788447348152. 

Enlaces externos

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