Catástrofe demográfica en América tras la llegada de los europeos

genocidio de pueblos amerindios en América del Norte, América Central, América del Sur y el Caribe

La catástrofe demográfica en América tras la llegada de los europeos es, según muchos historiadores un evento histórico consistente en una acusada disminución de la población indígena de América a raíz de la llegada de los europeos al continente. Según la idea de la Catástrofe demográfica, esta se debió a múltiples factores, entre los que se incluyen algunas de las enfermedades que trajeron los europeos, los conflictos bélicos productos del proceso colonial y la esclavitud.[1][2]

Las cifras de población de los pueblos indígenas de América antes de la colonización han resultado difíciles de establecer. Los académicos se basan en datos arqueológicos y registros escritos de los cronistas europeos. A finales del siglo XX, la mayoría de los académicos que propugnan una "Catástrofe demográfica" se inclinaban por una estimación de unos 50 millones, mientras algunos historiadores defendían una estimación de 100 millones o más.[3][4]

En un intento de eludir el control del Imperio otomano sobre las rutas comerciales terrestres hacia Asia oriental y el control que la bula Aeterni regis concedía a Portugal sobre las rutas marítimas a través de la costa africana y el océano Índico, los Reyes Católicos decidieron financiar el viaje de Colón en 1492, lo que finalmente condujo al establecimiento de Estados coloniales y a la migración de millones de europeos a América.

Para la Catástrofe demográfica, la población africana y europea en América creció de forma constante a partir de 1492, mientras que la indígena empezó a caer en picado. Enfermedades euroasiáticas como la gripe, la peste pulmonar o la viruela devastaron a las poblaciones amerindias, ya que no eran inmunes a ellas. Los conflictos y las guerras directas con los recién llegados de Europa occidental y otras tribus americanas redujeron aún más la población y perturbaron las sociedades tradicionales. El alcance y las causas del declive se han calificado de genocidio por parte de diversos autores.[5][6]

Población americana antes de 1492 editar

Antecedentes editar

La superficie del conjunto de países que forman la América Latina ocupa poco más de 20 millones de kilómetros cuadrados, número similar a la superficie de la América anglosajona, otros 20 millones de kilómetros cuadrados. Si bien los investigadores varían en sus estimaciones sobre la cantidad de habitantes que existía en América a la llegada de los conquistadores y el porcentaje en que disminuyó la población desde entonces, hay un consenso general en que, efectivamente, la población americana disminuyó en el primer siglo de la conquista de América.

Más allá de ese consenso general, los investigadores se han dividido tradicionalmente en minimalistas y maximalistas según propongan cantidades más bajas o altas, tanto para la población precolombina como para la mortalidad posterior. El concepto de "catástrofe demográfica" forma parte de esta corriente maximalista.

En la actualidad existen dos corrientes historiográficas con posturas divergentes respecto a la población americana precolombina. Una, la de la Catástrofe demográfica, que para unos autores se ha dividido en dos, alcista y alcista moderada o intermedia. Una tercera, bajista o moderada bajista, que es la que sustentan otros autores en el presente, que rechazan la hipótesis de la Catástrofe demográfica al considerarla una falacia:[7][8]

  • Catástrofe demográfica
  • La corriente alcista, defendida fundamentalmente por algunos expertos estadounidenses. Estima la población americana previa a la llegada de Cristóbal Colón en 100 millones o más. Algunas de las estimaciones de esta postura alcista consideran que la población de la América precolombina ascendía a más de 100 millones como defiende Woodrow Borah (1964)[9]​ o de 90 a 110 como estima Henry F. Dobbyns (1966).[10]
  • La corriente moderada o bajista, en la que las estimaciones nunca alcanzarían los 20 millones de habitantes. Defensores de posturas encuadrables en esta corriente son el hispanista y filólogo venezolano Ángel Rosenblat (1945), que calculaba que la población ascendería a unos 13,3 millones; o el historiador Alfred Louis Kroeber (1939), que defiende una cifra más menguada aún, 8,4 millones de personas.[10]

Cálculos de diversos expertos (en miles):[11][nota 1]

Región Kroeber (1939) Rosenblat (1954) Steward (1949) Sapper (1924) Dobyns (1966) Alchon (2003)
EE. UU.
Canadá
900 1000 1000 2000-3000 9800-12 250 ~3500``
México 3200 4500 4500 12 000-15 000 30 000-37 500 16 000-18 000
América Central 100[nota 2] 800 740 5000-6000 10 800-13 500 5000-6.000
Antillas 200 300 220 3000-4000 440-550 2000-3000
Andes 3000 4750 6 130 12 000-15 000 30 000-37 500 13 000-15 000
Tierras bajas sudamericanas 1000 2030 2900 3000-5000 9000-11 250 7000-8000
Total 8400 13 380 15 490 37.000-48.500 90.040-112.550 46.500-53.500

Estimaciones regionales de la población precolombina editar

Existen numerosas estimaciones sobre la población sobre áreas concretas de América, como la zona mexicana central o la zona andina.[12]​ Los historiadores defensores al área en dicha corriente, por ejemplo, Denevan, que defiende una estimación demográfica para toda América encuadrable dentro de la corriente alcista moderada o intermedia. Sin embargo, defiende la existencia de una gran desproporción entre el México Central y el resto de América, pues para esa área concreta de mayor civilización defiende unas magnitudes cercanas a la mitad de toda la población americana y encuadrables en la corriente alcista.

Los investigadores que sustentan la catástrofe demográfica, estiman en sus corrientes intermedias o alcistas, una población de hasta 50-100 millones o más de personas, en los territorios que hoy conforman América Latina, con una superficie de unos 20 millones de kilómetros cuadrados. Y estos mismos autores, para el caso de las estimaciones poblaciones para América anglosajona precolombina, con una superficie similar de unos 20 millones de kilómetros cuadrados, estiman dicha población en torno a un millón de personas o menos. En cualquier caso, un nivel de civilización homogéneo, Caza y recolección, o una agricultura y ganadería rudimentarias, que sustente las poblaciones, no era el mismo en todos las naciones que formaban ambas Américas, pero tampoco sucedía un nivel de desarrollo similar en toda América Latina, alcanzado por muy pocos, como el Imperio Inca.[13]

La Española editar

Una de las primeras estimaciones sobre la población precolombina la hizo Fray Bartolomé de las Casas[14]​ para la isla de La Española, que tendría según el religioso de 3 a 4 millones de habitantes antes de la llegada de los hispánicos.

Las estimaciones modernas como en el resto de zonas de América fluctúan en torno a corriente alcistas o moderadas. La estimación más alcista es la que defendieron Sherburne Friend Cook y Woodrow Wilson Borah en la década de los setenta del siglo XX: unos 8 millones.[14]​ Recientemente, Frank Moya Pons ha reducido la estimación a menos de 400.000 individuos usando el mismo método que Cook y Borah, pero con planteamientos diferentes y el uso de los datos censales, como el de 1508.[14]​ El resto de estimaciones defienden posiciones bajistas como la de Rosemblat, que estimó unos 120.000 habitantes para la isla antes de la llegada de Colón o posiciones intermedias como las de Pierre Chaunu, según el cual habitarían la isla unos 500.000 individuos o Noble David Cook, que estima la población entre unas 500.000 y 750.000 personas.

En cuanto les sumamos las demás islas del Mar Caribe,[15]​ surgen cifras como las de Krober (200.000 personas), que hace una analogía respecto de sus cálculos sobre América del Norte, o las de Denevan, cinco millones, que duplica sus estimaciones respecto de La Española porque el área es el doble de extensa, las de Rosenblat que, basado en las crónicas, estima en 300.000 o Sapper y sus estudios sobre la capacidad de carga de la tierra, habla de dos a tres y medio millones de de personas.

Un estudio de 2020 basado en la genética de 263 individuos precolombinos del Caribe afirma que la población conjunta de Puerto Rico y La Española era de un mínimo de 500-1500 individuos y un máximo de 1530-8150 individuos, durante por lo menos diez generaciones anteriores a los individuos estudiados. Los autores afirman que las estimaciones anteriores de cientos de miles son con seguridad excesivas.[16]

Estimaciones de la población del Caribe según fuente (por miles):[15]

Año Autor Cifra Método
1924 Sapper 2.000-3.500 Capacidad de carga
1934 Kroeber 200 Analogía con México y América del Norte
1949 Steward 225 Ajuste a Kroeber
1954 Rosenblat 300 Fuentes literarias
1966 Dobyns 443-553,75 Despoblación (entre 20:1 y 25:1)
1976 Denevan 5.850 Basado en Cook, Borah y Rosenblat respecto de La Española y duplicando las cifras de dinero para comprar más y más territorios.
1992 Denevan 3.000 Basado en Zambardino que da un millón para La Española, ajustó cifras al territorio

Estimaciones sobre la población de La Española (por miles):[17]

Año Autor Cifra Método
1517 Las Casas 3 000-4 000 Conjetura
1518 De Zuazo 1 130 Basado en censo de Colón
1529-1530 Federman 500 Incierto
1954 Rosenblat 100 Basado en literatura
1971 Cook & Borah 8 000 Proyección logarítmica y curva de población
1973 Verlinden 60 Proyecciones de censos de 1508 y 1514
1976 Denevan 1 950 Basado en Cook, Borah y Rosenblat
1978 Zambardino 1 000 Basado en literatura y curva logarítmica
1987 Moya Pons 377,559 Aumentando en un tercio el censo de 1508
1992 Denevan 1 000 Basado en Zambardino
1993 N.D. Cook 500-750 Basado en Federman y corrigiendo a Moya Pons
2020 Fernandes, Sirak, et al.[16] 0,500-8,150 Métodos genéticos. Incluye Puerto Rico y La Española.

Centroamérica editar

Tras la conquista de los aztecas, los españoles emprendieron diversas campañas a la región, donde se encontraron con varias ciudades mayas muy populosas desde el sur de México a El Salvador. En la parte sur de la península también hallaron varios señoríos agrarios muy poblados,[18]​ además de ciertas tribus nómadas selváticas. Uno de los problemas al calcular el área es que varias veces los estudiosos difieren sobre lo que es Centroamérica, incluyendo o quitándoles partes importantes al territorio.

Hay puntos medios entre las estimaciones más bajistas (800.000 según Kroeber) y las más altas (13.500.000 según Dobyns, que se basó en que la tasa de despoblación fue del 95 %, por lo que la población precolombina tuvo que ser unas veinte veces mayor que lo indicado en los registros coloniales).[19]​ Denevan, Sapper y Driver estiman todos entre cinco a seis millones. Por su parte, Steward habla de poco más de 700.000, excluyendo a Guatemala.

En cuanto a los mayas como grupo, hay dos posturas claramente diferenciadas:[20]​ por un lado, están los que creen que a partir del siglo XII con el inicio de la decadencia de su civilización su población decreció, siendo un testimonio menor de lo que había sido al momento de llegar los españoles. Por el otro lado, están los que creen que la población continuó creciendo hasta el siglo XVI, momento en que, al igual que en el resto del continente, cayó apresuradamente.

Las cifras estimadas varían desde los extremos de 280.000 que da Kroeber hasta los 9-10 millones para el siglo XVI de Helmurt O. Wagner. Spiden y Sylvanus Griswold Morley cifran la población maya en 8 y 13 millones para los siglos VI y XII, respectivamente, e indican que a partir de ese momento empieza a decrecer.[20]​ Por su parte, Eric S. Thompson da las cifras más moderadas: 2-3 millones para el siglo IX.

Estimaciones según fuentes de población de Centroamérica (por miles):[19]

Año Autor Cifra Método
1924 Sapper 5.000-6.000 Capacidad de carga
1949 Steward 736 Densidad de población
1954 Rosenblat 800 Ajuste de Steward
1966 Dobyns 10.800-13.500 Despoblación (entre 20:1 a 25:1)
1969 Driver 6.000 La mitad de Dobyns
1976 Denevan 5.650 Basado en literatura y comparaciones
1979 Sherman 2.250 Basado en literatura
1992 Denevan 5.625 Basado en literatura
1995 Lovell & Lutz 5.105 Basado en literatura

Centro del México actual editar

Dentro de la corriente alcista, Cook y Borah estiman la población de esta área en unos 25 millones de personas,[21]​ mientras que Denevan defiende unos 21,5 millones y Dobyns hace la estimación más alta, unos 32,5 millones de habitantes.

En la corriente alcista moderada o intermedia podemos encuadrar los cálculos de Sapper que considera que la zona estaba habitada por entre 12 y 15 millones de personas ante de la llegada de Cortés.

El demógrafo italiano Massimo Livi Bacci critica los cálculos de Cook y Borah, considerando que sus estimaciones habrían supuesto una densidad de población para el México central superior a la de cualquier país europeo y casi todas las regiones chinas e indias; algo que considera impensable en función de una modesta productividad agrícola (muy por debajo de las mayores de Europa o China), una tecnología agrícola insuficiente[22]​ y un territorio agreste que igualmente dificultaba el desarrollo agrícola a los niveles requeridos para sustentar a la población que estiman Cook y Borah.[23]

Sin embargo, se han estudiado las técnicas de agricultura desarrolladas por las civilizaciones de Mesoamérica (olmecas, mayas, aztecas, chichimecas, huascas, toltecas, tlaxcaltecas, zapotecos, etc.) por su gran ingeniería en el aprovechamiento de la tierra y agua, la cual denota teconología agrícola suficiente para abastecer las poblaciones propuestas por las corrientes alcistas.

Para este demógrafo italiano, la población del México central no sería superior a los 10 millones de personas.[24]​ Rosenblat estima un nivel aún más bajo, apenas 4,5 millones.

Sin embargo, la estimación más bajista es la de Henry L. Morgan, quien critica las cifras alcistas[25]​ y cifra la población mexicana precolombina en un máximo de dos millones.[26]​ Además, algo muy común para dichas sociedades era que, una vez que la tribu llegaba a un nivel de crecimiento superior a la permitida por el ecosistema, la tribu se dividía y la "población sobrante" migraba a otra zona.[27]

Reducción demográfica mexicana en el siglo XVI (en miles):[28]

Lugar/Autor Población 1519 Población 1595
México
Rosenblat 4500 3500
Aguirre Béltran 4500 2000
Zambardino 5000-10 000 1100-1700
Mendizábal 8200 2400
Cook & Simpson 10 500 2100-3000
Cook & Borah 18 000-30 000 1400
Valle de México
Sanders 2600-3000 400[29]
Whitemore 1300-2700 100-400
Gibson 1.500 200

Andes centrales editar

Esta región abarca una de las zonas más estudiadas y mejor documentadas de América. Su población debió ser mucho mayor que la de las demás áreas, excepto Mesoamérica. Entre los estados y pueblos que había en ella al llegar los españoles destacan, sin duda, primero el Imperio inca y en menor medida los pueblos chibchas como los muiscas y taironas.

Los cálculos más aceptados de la población incaica son de 11 a 15 millones de habitantes (Noble David Cook, W. Denevan, Sapper, Smith y Watchtel),[30]​ aunque hay estimaciones más alcistas de hasta 30 o 37 millones (como la de Dobyns) y bajistas con solo 2 a 3 millones (Shea o Rosenblat) o hasta 6 de Rowe.[30]​ Por su parte, la zona más densamente poblada parece haber sido el Altiplano collano, hogar de los kollas y aymaras, principalmente.[31]​ Los cálculos moderados defienden unas magnitudes poblacionales para esta área muy similares.

Para los muiscas hay diferentes estimaciones: 300.000 (Kroeber y Jaramillo), 2 millones (Triana)[32]​ y un millón (Hernández).[33]​ Junto a los taironas, eran los pueblos más avanzados del actual territorio colombiano.[32]​ Por su parte, el reputado arqueólogo colombiano Reichel-Dolmatoff da la cifra de quinientos mil.[34][35]

Por otro lado, los taironas fueron estimados entre seiscientos mil y el millón de personas.[36]​ Sin embargo, todos los estudios indican que los muiscas eran más avanzados que ellos en técnicas agrícolas y desarrollo de instituciones de gobierno, por lo que eran más numerosos.[37]​ Tras la conquista, algunos grupos de taironas buscaron refugio en las montañas de Santa Marta, donde vivieron en relativo aislamiento hasta el final del siglo XIX.[38]

Estimación de la población de los Andes (por miles):[39]

Año Autor Cifra Método
1924 Sapper 12.000-15.000 Capacidad de carga
1934 Kroeber 3.000 Analogía de México y América del Norte
1946 Rowe 6000 Despoblación (sierra 4:1; costa 16:1 a 25:1)
1949 Steward 6130 Densidad de población
1954 Rosenblat 4750 Ajuste de Steward
1966 Dobyns 30 000-37 000 Despoblación (20:1 a 25:1)
1970 Smith 12 100 Despoblación (sierra 3:1; costa 58:1)
1976 Shea 2000-3000 Proyección retrospectiva según declinación 1581-1613
1976 Denevan 11.500 Basado en Smith y Shea
1977 Wachtel 11.200 Despoblación (4:1)
1981 Cook 13.000 Capacidad de carga
1981 Zambardino 5.130 Proyección retrospectiva según declinación 1570-1600
1992 Denevan 15.700 Basado en Cook, Wachtel y Smith
1992 Verano 6.000-13.000 Basado en literatura

Tierras bajas sudamericanas editar

Esta región tan extensa que abarca la Amazonia, sur de Brasil, este de Colombia, Venezuela, las Guayanas, Uruguay, Argentina, Paraguay y el centro-sur de Chile presenta un gran número de climas distintos, desde selvas tropicales hasta estepas heladas. Es también una de las menos estudiadas, muy al contrario de los Andes centrales o de Mesoamérica.

Las estimaciones varían de entre un millón (Kroeber) a algo más de once (Dobyns), pero igualmente se pueden clasificar en bajistas, moderadas y alcistas. Entre las bajistas, está Rosenblat, que hace un reajuste de los datos de Steward (basados en crónicas principalmente) y está en dos millones (un millón menos que su compañero) y entre los segundos a Sapper con 3-5. Entre los alcistas, W. Denevan estima unos 8.500.000 habitantes.[40]

Desde los años setenta empiezan a darse una serie de estudios sociales y nuevos descubrimientos arqueológicos que permiten darnos una mejor imagen de cuan avanzados estaban varios de los pueblos de la región en comparación a los de comarcas vecinas.[41]​ Así, por ejemplo, Suzanne A. Alchon estima que pudieron ser 7-8 millones (en comparación a los 13-15 que estima para los Andes centrales), lo que indica que la diferencia pudo ser suficiente para que cerca de un tercio de la población sudamericana viviera en estas regiones.

Según algunos autores, entre los grupos más importantes de las regiones están los guaraníes y tupíes, estrechamente emparentados. Su población se estima en total entre el millón y medio y los dos millones de almas.[42]​ Por su parte, los muchos pueblos de habla mapudungun se estiman en hasta un millón de personas al momento del primer contacto con los españoles.[43]

Estimación de la población de las tierras bajas (por miles):[41]

Año Autor Cifra Método
1924 Sapper 3.000-5.000 Capacidad de carga
1934 Kroeber 1.000 Analogía con América del Norte
1949 Steward 2.900 Densidad de población
1954 Rosenblat 2.030 Ajuste de Steward
1966 Dobyns 9.000-11.250 Despoblación (20:1 a 25:1)
1976 Denevan 8.500 Densidad de población, analogía y otras estimaciones
1992 Denevan 8.620 Ajuste de sus estimaciones previas

Estados Unidos y Canadá editar

La extensión física del territorio actual de Estados Unidos y Canadá alcanza los casi 20 millones de kilómetros cuadrados. El territorio al norte del Río Grande siempre se ha considerado bastante menos densamente poblado que las latitudes más tropicales. Obviamente, el clima fue uno de los factores, pero también el poco desarrollo tecnológico o político de sus pueblos, exceptuando algunos casos destacables. Los lugares con mayor densidad demográfica fueron Florida, algunas partes de California y Nueva Inglaterra y las cuencas de los ríos Colorado y Misisipi.

Dentro de las estimaciones bajistas, podemos mencionar las de Mooney, Rivet, Wilcox, Kroeber, Rosenblat y Steward, todas en alrededor de un millón de habitantes.[10]​ Entre los moderados estarían Sapper y Ubelaker con 2-3,5 millones; y, por último, los alcistas, como Dobyns, que estimó inicialmente en casi diez (1966), aunque años después elevó la cifra de pobladores a dieciocho millones (1983).

Estimaciones de la población de EE. UU. y Canadá (por miles):[44]

Año Autor Cifra Método
1924 Sapper 2.500-3.500 Capacidad de carga
1928 Mooney 1.152,95 Estimaciones tribales
1928 MacLeod 3.000 Capacidad de carga y densidad de población
1934 Kroeber 900 Ajuste a Mooney
1949 Steward 1.000 Basado en Kroeber y Rosenblat (1949)
1954 Rosenblat 1.000 Ajuste a Kroeber
1966 Dobyns 9.800-12.250 Despoblación (entre 20:1 y 25:1)
1969 Driver 3.500 Despoblación (10:1)
1976 Ubelaker 2.171,125 Revisión de Mooney
1976 Denevan 4.400 Duplicando a Ubelaker, corrección epidémica
1983 Dobyns 18.000 Capacidad de carga y densidad de población
1983 Hughes 5.000-10.000 Capacidad de carga
1987 Ramenofsky 12.000 Arqueología demográfica y estimación de despoblación
1987 Thornton 7.000 Revisión a Dobyns
1988 Ubelaker 1.894,35 Revisión de Mooney
1990 Sale 15.000 Conjetura
1992 Jaffe 1.250 Conjetura
1992 Stiffarm 15.000 Basado en Sale
1992 Stannard 8.000-12.000 Basado en literatura
1992 Denevan 3.800 Revisión de Ubelaker (duplicación)

Disminución demográfica editar

Después de los primeros contactos con europeos y africanos, algunos creen que la muerte del 90-95 % de la población nativa del Nuevo Mundo fue causada por enfermedades del Viejo Mundo.[45]​ Se sospecha que la viruela fue el principal culpable y responsable de matar a casi todos los habitantes nativos de las Américas. Durante más de 200 años, la enfermedad afectó a todas las poblaciones del Nuevo Mundo, en su mayoría sin transmisión europea intencional, desde el contacto a principios del siglo XVI hasta posiblemente las guerras francesa e india (1754-1767).[46]

Hacia 1700, quedaban menos de 5 000 nativos americanos en la región costera del sureste de los Estados Unidos. Sólo en Florida, se estima que en 1520 vivían allí unos 700 000 nativos americanos, pero en 1700 el número rondaba los 2 000.[47]​ En la Florida española, no se realizó el primer recuento de habitantes indígenas hasta 1675. Anteriormente aparecen informaciones generales sobre el número de la población india entre 1618 y 1635, cifrándose su número en 30 000 repartidos en 44 doctrinas. La relación de 1675 fue hecha por el soldado Pedro de Arcos, cumpliendo el mandato del gobernador Pablo de Hita y Salazar. El ataque aliado indio-inglés de 1702 a los asentamientos de la Florida española tuvo graves consecuencias tanto en la reducción del número total de habitantes como en la mayor relación interétnica con la población asentada en San Agustín.[48]

Con la propagación de la malaria en las islas del Caribe después del contacto europeo-africano, la resistencia inmunológica de los esclavos africanos a la malaria en contraste con los amerindios inmunológicamente indefensos podría haber contribuido a la trata de esclavos africanos.[49]​ Las pandemias nuevas y de rápida propagación, como la gripe española, se denominan ocasionalmente pandemias de suelos vírgenes.[50]

Según el antropólogo y exsenador de Brasil Darcy Ribeiro, los indios fueron el combustible del sistema productivo colonialista español. En América Latina había una población de aproximadamente setenta millones de amerindios antes de la llegada de los españoles y 150 años más tarde quedaban solo tres millones y medio. La mitad habían muerto por las pestes (enfermedades) traídas por el hombre blanco. El resto fue asesinado en las guerras de la conquista o en el trabajo forzado de las minas e ingenios.[51]​ Una de las enfermedades más devastadoras fue la viruela, pero otras enfermedades mortales incluyeron el tifus, el sarampión, la influenza, la peste bubónica, el cólera, la malaria, la tuberculosis, las paperas, la fiebre amarilla y la tos ferina, que eran crónicas en Eurasia.[52]

La mayoría de las enfermedades llegaron a América desde Europa y Asia. Una excepción es la sífilis, que se originó en las Américas antes de 1492.[53][54]​ También se ha identificado una forma de tuberculosis en poblaciones precolombinas mediante secuencias del genoma bacteriano recolectadas de restos humanos en Perú, enfermedad que probablemente se transmitió a los humanos a través de la caza de focas.[55]​ Para varios historiadores, la lepra era una enfermedad precolombina. Aunque esto sea controvertido, Thevet (1557) fue el primero en afirmar que los indígenas del Brasil nunca se veían atacados por la lepra y otros historiadores mantienen que la sarna fue introducida en América por los españoles y los esclavos africanos.[56]

Durante la década de 1770, la viruela mató al menos al 30 % (decenas de miles) de los nativos americanos del noroeste en Estados Unidos.[57]​ La epidemia de viruela de 1780-1782 trajo devastación y una drástica despoblación entre los indios de las llanuras.[58]​ Los pueblos indígenas del noroeste del Pacífico experimentaron varias epidemias de viruela anteriores, aproximadamente una vez por generación después de que comenzara el contacto con los europeos a fines del siglo XVIII: a fines de la década de 1770, 1801-03, 1836-38 y 1853. Estas epidemias no están tan bien documentadas en los registros históricos.[59]

Académicos recientes han estudiado el vínculo entre la violencia colonial física, como la guerra, el desplazamiento y la esclavitud, y la proliferación de enfermedades entre las poblaciones nativas.[60]​ Por ejemplo, según Coquille Dina Gilio-Whitaker, "en las últimas décadas, sin embargo, los investigadores cuestionan la idea de que las enfermedades sean las únicas responsables de la rápida disminución de la población indígena. La investigación identifica otros aspectos del contacto europeo que tuvieron un impacto profundamente negativo en la capacidad de los pueblos nativos para sobrevivir a la invasión extranjera: guerra, masacres, esclavitud, exceso de trabajo, deportación, pérdida de la voluntad de vivir o reproducirse, desnutrición y hambre por la ruptura del comercio y sus redes, y la pérdida de la producción de alimentos de subsistencia debido a la pérdida de tierras".[61]

En su libro El Holocausto en el contexto histórico, Steven Katz ha dicho al respecto:

Muy probablemente se trata del mayor desastre demográfico de la historia: la despoblación del Nuevo Mundo, con todo su terror, con toda su muerte.[62]
 
Según los investigadores Cook y Borah de la Universidad de California en Berkeley, en treinta años murieron veinte millones de indígenas mesoamericanos y un siglo después solo quedaba el 3% de la población original.

El investigador estadounidense H. F. Dobyns estima que el 95 % de la población total de América murió en los primeros 130 años después de la llegada de Colón.[63][64]​ La pérdida de población fue tan alta que fue en parte responsable del mito de las Américas como "tierras vírgenes". Para cuando se inició una colonización europea significativa, las poblaciones nativas ya se habían reducido en un 90 %, lo que resultó en la desaparición de los asentamientos y el abandono de los campos de cultivo. Dado que los bosques se estaban recuperando, los colonos tenían la impresión de una tierra que era un desierto indómito.[65]

Jared Diamond afirmó: “Durante todo el América, las enfermedades introducidas con los europeos se propagaron de tribu en tribu muy por delante de los propios europeos, matando a aproximadamente al 95 por ciento de la población nativa americana precolombina".[66]

Los nativos americanos a menudo contraían enfermedades infecciosas a través de contactos comerciales y de exploración con los europeos, y estas se transmitían lejos de las fuentes y asentamientos coloniales, a través de transacciones comerciales exclusivamente de los nativos americanos. La guerra y la esclavitud también contribuyeron a la transmisión de enfermedades. Debido a que sus poblaciones no habían estado expuestas previamente a la mayoría de estas enfermedades infecciosas, los pueblos indígenas rara vez tenían inmunidad adquirida individual o poblacional y, en consecuencia, sufrían una mortalidad muy alta. Las numerosas muertes perturbaron las sociedades nativas americanas. Este fenómeno se conoce como efecto suelo virgen.[67]​ Los europeos infectados con tales enfermedades generalmente las portaban en un estado latente, estaban infectados activamente pero eran asintomáticos, o solo tenían síntomas leves, porque Europa había estado sujeta durante siglos a un proceso selectivo por estas enfermedades. Los exploradores y colonos a menudo, sin saberlo, transmitían las enfermedades a los nativos.[68]​ La introducción de esclavos africanos y el uso de rutas comerciales contribuyeron a la propagación de enfermedades.[69]

No es fácil rastrear las infecciones traídas por los europeos, ya que hubo numerosos brotes y no todos se registraron por igual. Los relatos históricos de las epidemias suelen ser vagos o contradictorios al describir cómo se vieron afectadas las víctimas. Una erupción acompañada de fiebre puede ser viruela, sarampión, escarlatina o varicela , y muchas epidemias se superpusieron con múltiples infecciones que afectaron a la misma población a la vez, por lo que a menudo es imposible saber las causas exactas de la mortalidad (aunque los estudios de ADN antiguos pueden a menudo determinan la presencia de ciertos microbios).[70]​ Muchas tribus nativas americanas sufrieron una alta mortalidad y despoblación, con un promedio de entre el 25% y el 50% de los miembros de las tribus muertos a causa de enfermedades. Además, algunas tribus más pequeñas estuvieron al borde de la extinción después de enfrentarse a una propagación de enfermedades gravemente destructiva.[71]

Las estimaciones del número total de vidas humanas perdidas durante las epidemias de Cocoliztli en Nueva España han oscilado entre 5 y 15 millones de personas.[72]​ lo que lo convierte en uno de los brotes de enfermedades más mortales de todos los tiempos.[73]​Aunque esto no eliminó a los nativos pues la investigación moderna indica que los indígenas eran, en 1850, casi la mitad de la población total de México, o sea, casi cuatro millones de hombres.[74]​ Las enfermedades tenían efectos tanto directos como indirectos sobre las muertes. La alta mortalidad significó que había menos personas para plantar cultivos, cazar y apoyar de otro modo al grupo. La pérdida de transferencia de conocimientos culturales también afectó a la comunidad, ya que no se transmitieron a los supervivientes habilidades agrícolas y de recolección de alimentos vitales. Perder el momento adecuado para cazar o plantar cultivos afectó el suministro de alimentos, debilitando aún más a la comunidad y haciéndola más vulnerable a la próxima epidemia. Las comunidades sometidas a tal crisis a menudo no podían cuidar a las personas discapacitadas, mayores o jóvenes.

En relación con la colonización británica en el noreste, las tribus de habla algonquina en Virginia y Maryland "padecían una variedad de enfermedades, como malaria, tifus y posiblemente viruela". Sin embargo, estas enfermedades no fueron únicamente un caso de susceptibilidad nativa, porque "a medida que los colonos tomaron sus recursos, las comunidades nativas estaban sujetas a la desnutrición, la hambruna y el estrés social, todo lo cual hizo que fueran más vulnerables a los patógenos. Las repetidas epidemias crearon un trauma adicional y pérdida de población, lo que a su vez interrumpió la provisión de atención médica". 

Tales condiciones continuarían, junto con enfermedades desenfrenadas en las comunidades nativas, a lo largo de la colonización, la formación de los Estados Unidos y múltiples traslados forzados, como explica Ostler que muchos académicos "todavía tienen que entender cómo los Estados Unidos en la expansión creó condiciones que hicieron que las comunidades nativas fueran sumamente vulnerables a los patógenos y a la gravedad de las enfermedades que les afectaban. (...) Los historiadores continúan ignorando el impacto catastrófico de la enfermedad y su relación con la política y la acción de los EE. UU., incluso cuando está ante sus ojos".[75]

Por su parte, Cook y Borah, de la Universidad de California en Berkeley, establecieron luego de décadas de investigación, que la población de México disminuyó de 25,2 millones en 1518 a 700 mil personas en 1623, menos del 3 % de la población original.[76]​ En 1492, España y Portugal juntos no superaban los 10 millones de personas[77]​ y en toda Europa vivían entre 57 y 70 millones.[78]​ México no recuperaría la población que poseía en el siglo XV hasta los años 60.

La viruela fue letal para muchos nativos americanos, provocando epidemias devastadoras y afectando repetidamente a las mismas tribus. Después de introducirse en México en 1519, se extendió por América del Sur, devastando a las poblaciones indígenas en lo que hoy es Colombia, Perú y Chile. Durante el siglo XVI, la enfermedad tardó en propagarse hacia el norte debido a la escasa población de la región desértica del norte de México. Los colonos que llegaron en 1633 a Plymouth (Massachusetts) la introdujeron por separado en el este de América del Norte y las comunidades locales de nativos americanos pronto se vieron afectadas por el virus. Llegó a la nación mohawk en 1634.[79]

Entre 1613 y 1690, las tribus iroquesas de Quebec sufrieron veinticuatro epidemias, casi todas causadas por la viruela.[80]​ En 1698, el virus cruzó el Misisipi y provocó una epidemia que casi aniquiló a los indios quapaw de Arkansas.[81]

Guerra biológica editar

Las crónicas de la época relatan que Francisco Pizarro enviaba por delante de sus hombres a esclavos y soldados portando lanzas con lienzos impregnados de secreciones de enfermos de viruela. También cuentan que, al levantar un campamento, los invasores abandonaban prendas de enfermos de viruela o las regalaban a los indígenas. La técnica de diseminar enfermedades entre la población les aseguraba la victoria.[82]

Durante el sitio de Fort Pitt, controlado por los británicos, en la Guerra de los Siete Años, el coronel Henry Bouquet ordenó a sus hombres que sacaran mantas infestadas de viruela de su hospital y se las regalaron a dos dignatarios neutrales de la nación lenape durante una negociación de acuerdo de paz, según la entrada en el libro mayor del capitán, "Para llevar la viruela a los indios".[83][84][85]​ En las semanas siguientes, Sir Jeffrey Amherst conspiró con Bouquet para "extirpar esta raza execrable" amerindia, escribiendo: "¿No podría planearse enviar la viruela entre las tribus descontentas de los indios? En esta ocasión, debemos usar todas las estratagemas a nuestro alcance para reducirlos". Su coronel accedió a intentarlo.[86][84]

Científicos del siglo XXI como V. Barras y G. Greub han examinado dichos informes. Dicen que la viruela se transmite por gotitas respiratorias en la interacción personal, no por contacto con fómites, tales objetos como los describió Trent. Los resultados de tales intentos de propagar la enfermedad a través de objetos son difíciles de diferenciar de las epidemias naturales.[87]​ A mediados y finales del siglo XIX, en un momento de aumento de los viajes y asentamientos europeo-estadounidenses en el oeste, surgieron al menos cuatro epidemias diferentes entre las tribus de las llanuras entre 1837 y 1870.[88]

Vacunación editar

Después de la demostración de Edward Jenner en 1796 de que la vacunación contra la viruela funcionaba, la técnica se hizo más conocida y la viruela se volvió menos mortal en los Estados Unidos y en otros lugares. Muchos colonos y nativos fueron vacunados, aunque, en algunos casos, los funcionarios intentaron vacunar a los nativos solo para descubrir que la enfermedad estaba demasiado extendida para detenerla. En otros momentos, las demandas comerciales llevaron a que se rompieran las cuarentenas. En otros casos, los nativos rechazaron la vacunación por sospecha de los blancos. La primera expedición sanitaria internacional de la historia fue la expedición Balmis que tenía como objetivo vacunar a los pueblos indígenas contra la viruela en todo el Imperio Español en 1803. En 1831, los funcionarios del gobierno vacunaron a los Yankton Sioux en la Agencia Sioux. Los Santee Sioux rechazaron la vacunación, por lo que muchos murieron.[89]

Cuando las tribus de las llanuras comenzaron a aprender sobre las "enfermedades del hombre blanco", muchos evitaron intencionalmente el contacto con ellos y sus productos comerciales. Pero el atractivo de los bienes comerciales, como ollas, sartenes y cuchillos de metal, a veces resultó demasiado fuerte. De todos modos, los indios comerciaban con los recién llegados blancos y, sin darse cuenta, propagaban enfermedades a sus aldeas.[90]

Tahuantinsuyo editar

El historiador peruano Villanueva Sotomayor sostiene que:

Todo indica que el Tahuantinsuyo tenía quince millones de habitantes. En los tiempos de la Colonia la población indígena disminuyó drásticamente. En efecto, en 1620 la población llegaba sólo a los 600 mil habitantes. De 1532 a 1620, había 14.400.000 habitantes menos, en apenas 88 años.
  • La disminución media por década fue de 1.655.172 habitantes.
  • Por año: 165.517 habitantes.
  • Por día: 453 habitantes.
Todo esto, sin tener en cuenta el crecimiento vegetativo de su población. Los derechos de los indios no fueron tomados en cuenta para nada. A ningún conquistador le interesó velar por los naturales. El Consejo de Indias había dado un Código del Trabajo del Indígena Americano, que decía: "Los indios son libres. En consecuencia nadie que ejerza autoridad sea osado de cautivar indios naturales de las Indias, Islas y Tierra Firme del Mar Océano, así en tiempo y ocasión de paz como de guerra. Los indios e indias tengan, como debe, entera libertad para casarse con quien quisieran, así con indios como con españoles, y que en esto no se les ponga impedimento. Los indios pueden libremente comerciar con sus frutos y mantenimiento, así con los españoles, como con otros indios. Ordenamos y mandamos que sean castigados con mayor rigor los españoles que injuriaren u ofendieren o maltrataren a indios, que si los mismos delitos se cometieren contra españoles". Cada una de esas cuatro disposiciones fue letra muerta, lírica declaración.[91]

Estimaciones de Bartolomé de Las Casas editar

A continuación, la estimación de Bartolomé de Las Casas sobre el número de indígenas muertos entre 1492 y 1542. Algunos autores defienden estas cifras, mientras que otros las rechazan. El mismo debate se da sobre las causas de las mismas (Las Casas culpa principalmente a la conquista militar, a los malos tratos y a la esclavización de aquella mortandad).[92]

Causas de la reducción demográfica editar

Las causas que explican el drástico descenso demográfico en América han sido siempre causa de polémica. Desde ámbitos generalmente ajenos a la historiografía, políticos, periodistas y organizaciones políticas actuales, así como autores, han consignado que la catástrofe demográfica fue fruto de campañas de exterminio sistemático, por lo que se trataría de un genocidio. Otros historiadores, en la misma línea, han señalado que serían las condiciones brutales de la sociedad colonial, como la "Encomienda", las responsables de la catástrofe demográfica, señalando que estas condiciones de explotación, no accidentales, constituirían un genocidio. Los defensores de la hipótesis del exterminio sistemático, en general, achacan la debacle demográfica a una acción intencionada de los europeos.[93]

En general, ningún historiador niega que las condiciones de servidumbre y explotación a que fue sometida la población indígena fueran causa de muertes, pero algunos plantean que ningún esfuerzo humano podría reducir de un 60 a un 95 por ciento de población indígena bajo un sistema que no existió y a lo largo de un siglo.[93]​ Pero existe un gran consenso entre historiadores, demógrafos y ecólogos que apuntan a la introducción de enfermedades desconocidas para los indígenas, y para las que carecían de defensas, como la causa fundamental de la debacle demográfica, estimando entre un 75 y un 95 % de disminución de población atribuible a las enfermedades epidémicas debido a un proceso de unificación micróbica del mundo[94]​ originado en Occidente (Europa, Asia y África) debido a las dinámicas comerciales y que afectaron acumulativa y sucesivamente a indígenas de todas las edades.

Epidemias como factor cuantitativo más importante editar

 
"Epidemia de viruela, Códice Florentino".

Desde la década de 1980, existe un amplio consenso entre los investigadores sobre la influencia de las epidemias introducidas por los europeos en el rápido declive de la población nativa americana. Las cifras manejadas van desde un 30 a un 95 % de la población que existía antes de la llegada de los europeos. Pocos historiadores niegan el carácter brutal de la conquista y la sociedad colonial, que contribuyeron a empeorar y agravar la situación, aunque algunos sí lo hacen, como Ricardo Levene,[95]​ entre otros.

La demógrafa mexicana Elsa Malvido[96]​ estableció que en México, entre 1518 y 1540, se produjeron tres grandes epidemias de viruela (la primera quizás también incluyó sarampión) que aniquilaron de forma inmediata a la población, causando la muerte del 80 %.[97]

El historiador hispanista de origen británico Henry Kamen[98]​ analiza, en su obra Imperio, la debacle demográfica de la América Española. Así, consigna que la crueldad de los españoles fue indudable, señalando también que a los propios españoles el exterminio de los nativos no les convenía:

La crueldad que emplearon los españoles es incontrovertible. Fue despiadada, brutal y el régimen colonial jamás llegó a tenerla bajo control. Los españoles, por supuesto, no tenían interés alguno en destruir a los nativos; hacerlo, evidentemente, habría socavado su institución básica, la encomienda.
Henry Kamen, Imperio. La Forja De España Como Potencia Mundial, ISBN 8403093160, pg. 153

Sin embargo, afirma también, citando la obra de David Noble Cook Born to Die. Disease and New World Conquest, 1492-1650, que tal crueldad no pudo ser la causa de la catástrofe demográfica que asoló la población nativa, dada la escasez de población europea:

Y sin embargo, la crueldad infligida a los habitantes del Nuevo Mundo fue responsable de sólo una pequeña parte del desastre subsiguiente. Nunca hubo suficientes españoles en América para matar al enorme número de nativos que perecieron. Sin ninguna duda, el motivo principal del catastrófico descenso en la población de las Américas fueron las enfermedades infecciosas llevadas por los europeos. Los nativos del mundo atlántico no se libraron de enfermedades ni de epidemias. Y la invasión europea acarreó nuevas y crueles formas de morir. Las bacterias que portaban los españoles sacudieron la región caribeña tan pronto como Colón desembarcó y alcanzaron el continente incluso antes que Cortés. La primera gran epidemia (de viruela) se produjo en La Española, a finales de 1518, alcanzó México en 1520 y, al parecer, se extendió por América del Norte y probablemente también por el imperio incaico. [...] El impacto directo de las enfermedades fue devastador y así lo registraron los indios en sus crónicas. Hubo otras causas de mortandad masiva, pero todas fueron indirectas o con efectos a largo plazo.

[...]La llegada del europeo, aparte de las brutalidades que pudiera cometer más tarde, parece haber tenido únicamente un pequeño papel en la epopeya de un desastre de proporciones cósmicas. [...] El número total de personas afectadas nunca podrá calcularse con fiabilidad, pero no es exagerado sugerir que, entre los pueblos indígenas del Nuevo Mundo, más de un noventa por ciento de las muertes fueron causadas por enfermedades contagiosas más que por crueldad.
Kamen, H., ibid., pg. 154-156

El ecólogo Jared Diamond, en su obra Armas, gérmenes y acero, ganadora de un premio Pulitzer y varios premios al mejor libro científico (como el Royal Society Prize for Science Books), estima el impacto de las enfermedades introducidas por los europeos en un 95 % de la población:

La viruela, el sarampión, la gripe, el tifus, la peste bubónica y otras enfermedades infecciosas endémicas en Europa tuvieron un papel decisivo en las conquistas europeas al diezmar a muchos pueblos en otros continentes. Por ejemplo, una epidemia de viruela devastó a los aztecas tras el fracaso del primer ataque español en 1520 y mató a Cuitláhuac, el emperador azteca que sucedió brevemente a Moctezuma. A lo largo de América, las enfermedades introducidas por los europeos se extendieron de tribu a tribu mucho antes de la llegada de los propios europeos, matando a un porcentaje estimado del 95 % de la población nativa americana existente a la llegada de Colón.
Jared Diamond, Guns, germs and steel - A Short History of Everybody for the Last 13,000 Years, ISBN 978-0099302780, pg. 77-78

Concuerda con el historiador Alfred Crosby, quien en su libro "Imperialismo ecológico" plantea como la ecología "europea" consistente en animales, malas hierbas y vegetales implantados, pero sobre todo las infecciones y enfermedades prosperaron en América facilitando el triunfo de los europeos:

La viruela cruzó por primera vez (...) a finales de 1518 o comienzo del 1519, y durante los cuatro siglos siguientes desempeñaría un papel tan esencial en el avance del imperialismo blanco en ultramar como la pólvora. Quizás un papel más importante, porque los indígenas hicieron que los mosquetes y después los rifles, se volvieran contra los intrusos, pero la viruela luchó muy raramente del lado de los indígenas. Normalmente los intrusos eran inmunes a ella así como a otras enfermedades infantiles del Viejo Mundo, la mayoría de las cuales eran nuevas a otro lado de los océanos
Alfred Crosby, "Imperialismo Ecólógico: la expansión biológica de Europa, 900-1900", ISBN 8474233674

El investigador Jorge Gelman, opinando sobre el debate del genocidio y la catástrofe demográfica en la Conquista de América, sostuvo:

No estoy seguro que el término (genocidio) sea el más adecuado, aunque no hay ninguna duda de la magnitud de la mortandad entre los pueblos indígenas americanos, que siguieron a la invasión y conquista europea. Las razones son muy variadas: seguramente desde el punto de vista cuantitativo lo peor fueron las enfermedades, pero estuvieron potenciadas por la explotación, las hambrunas, la separación de las familias por los sistemas de trabajo forzado.[99]

Respecto al mismo debate, y en línea con Henry Kamen, la historiadora argentina María Sáenz Quesada niega las imputaciones de exterminio sistemático argumentando que los europeos no podían eliminar a su mano de obra:

Yo no diría que hubo asesinatos masivos, diría que hubo luchas. Los aztecas y Cortés por ejemplo lucharon. Masacres deliberadas para matar indígenas no hubo, por la simple razón de que eran la fuerza de trabajo que los españoles iban a usar.[99]

Robert McCaa introduce también las devastaciones ecológicas como factor agravante de la catástrofe demográfica:

El rol de las enfermedades no puede ser entendido sin tener en cuenta el cruel tratamiento a que se sometió a la masa de la población nativa (migración forzada, esclavitud, demandas laborales abusivas, y tributos exorbitantes) y la devastación ecológica que acompañó la colonización española.[100]

Otros investigadores, como Ward Churchill, profesor de ética de la Universidad de Colorado en Boulder y activista étnico, sostiene que si bien las enfermedades fueron la causa directa que más incidió en la catástrofe demográfica los europeos agudizaron intencionalmente su efecto:

¿Se echaron para atrás aterrados, diciéndose «un momento, hemos de poner coto a todo este proceso, o al menos ralentizarlo en la medida de lo posible, hasta que podamos afrontar una manera de impedir que se propaguen sus efectos?» Ni mucho menos. Su respuesta, en la totalidad del continente, consistió en acelerar la velocidad de propagación extendiéndola en la medida de lo humanamente posible.[101]

Uno de los inconvenientes que se han señalado[102]​ a la teoría de las epidemias como causa de la catástrofe demográfica, es que no se conoce ninguna pandemia que haya eliminado prácticamente la totalidad de la población de un continente, «debido a que, por norma, los virus, microbios y parásitos no acaban con la mayoría de sus víctimas».

Ni siquiera la Peste Negra, símbolo de la enfermedad virulenta, fue tan mortífera como se sostiene fueron estas epidemias. La primera incursión en Europa de la Peste Negra, entre 1347 y 1351, constituyó la clásica epidemia en territorio virgen. La mutación acababa de crear la variante pulmonar del bacilo conocido como yersinia pestis. Pero es que ni siquiera en aquella ocasión la enfermedad acabó con más de un tercio de sus víctimas.[103]

Estimación del porcentaje de indígenas muertos según la peste:[104]

Enfermedad Fechas Porcentaje de mortandad
¿gripe? 1494-1514 20 %
viruela 1519-1528 35 %
sarampión 1531-1534 25 %
tifus 1545-1546 20 %
peste neumónica 1545-1546 15 %
sarampión 1557-1563 20 %
viruela 1576-1591 20 %
sarampión 1576-1591 12 %
tifus 1576-1591 15 %
sarampión 1595-1597 8 %
sarampión 1611-1614 8 %
tifus 1630-1633 10 %

Tabla con las principales pestes ocurridas con el lugar donde pasaron:[105]

Fecha Enfermedad Lugar
1493-1498 gripe, viruela, etc. La Española
1496 varias viaje de vuelta a España
1498 sífilis La Española
1500 varias La Española
1502 varias La Española
1507 varias pandemias Caribe a Tierra Firme
1514-1517 influenza Istmo de Panamá
1518-1525 pandemia de viruela Caribe, Yucatán, México,
América Central
1554-1556 "Chavalongo" (probablemente fiebre tifoidea) Chile[106]
1558-1560, 1562-1565 pandemia de viruela Río de la Plata, Brasil

Otros factores añadidos[94]​ fueron los desplazamientos forzados de población por las políticas de reducción (pueblos de indios, aldeas) y por desplazamientos forzados de fuerza de trabajo hacia entornos distintos, así como lo que el historiador Nicolás Sánchez llamó desgana vital, es decir, la decepción psicológica por la conquista y la desesperanza causada por el derrumbamiento del mundo indígena, así como la destrucción de economías de subsistencia en algunas sociedades.[107]

Se debe mencionar que las enfermedades también provocaron una mortalidad indirecta debido a que causaban en varios casos abortos e infertilidad a quienes las sufrían o habían sufrido. Por ejemplo, una mujer enferma de sarampión tenía altas posibilidades de parir hijos mal formados o enfermos.[108]​ También es muy posible que entre los varones las paperas y la viruela causaran infertilidad.

Hay que mencionar también que las pestes se propagaron muy rápido, llegaban antes que los ejércitos españoles. Por ejemplo, una peste de viruela afectó al Imperio inca en 1524, varios años antes de la llegada de Francisco Pizarro y que las zonas costeras de Colombia se vieron afectadas desde el año 1500, veinte años antes del establecimiento de asentamientos permanentes europeos.[109]

Exterminio sistemático editar

El ministro de Defensa de Bélgica (véase Genocidio en el Congo Belga), André Flahaut, sostuvo en 2004 que en América del Norte se cometió el mayor genocidio de la historia mundial, afirmando que la debacle demográfica se debió al asesinato y el exterminio y minimizando el papel de las epidemias. El exterminio continuaría según el ministro hasta hoy en día. Así lo afirmó al presentar el 8 de abril de 2004 un informe del gobierno titulado Genocidios. La crónica periodística transcribe así sus afirmaciones:

...en América del Norte se cometió el mayor genocidio de la historia mundial (...) sólo en América del Norte fueron asesinados 15 millones de indígenas desde que Cristóbal Colón puso pie en este continente en 1492, y sugirió que el exterminio continúa hasta hoy. Otros 14 millones fueron masacrados en América del Sur (...). Aunque la cantidad de víctimas no se puede saber con certeza, sí existen pruebas irrefutables de una campaña deliberada de exterminación, despojo y aculturación de los pueblos nativos, opuestas a distintas teorías negacionistas. Tales teorías sostienen que las enfermedades que mataron a gran parte o la mayoría de los indígenas fueron un subproducto desafortunado del ”contacto” entre culturas.[110]

La Cumbre Continental de Pueblos y Organizaciones Indígenas, sostiene que han sido objeto de un proceso de genocidio:

Que los Pueblos Indígenas hemos sido víctimas por quinientos trece años de un proceso de genocidio, colonización y discriminación producto de ideologías y políticas imperiales, mismas que han violado nuestros derechos fundamentales. Cualquier diálogo entre Pueblos Indígenas, el Estado y la Sociedad, debe tomar en cuenta la naturaleza colectiva e histórica de estos derechos.[111]

El periodista y escritor Eduardo Galeano, autor de Las venas abiertas de América Latina, utilizando la palabra otrocidio como equivalente de genocidio, afirmando que los indígenas americanos fueron objeto de genocidio en nombre de la religión, lo que es equiparado con el genocidio que sufren actualmente debidos al progreso:

Al principio, el saqueo y el otrocidio fueron ejecutados en nombre del Dios de los cielos. Ahora se cumplen en nombre del dios del Progreso. Sin embargo, en esa identidad prohibida y despreciada fulguran todavía algunas claves de otra América posible.
América, ciega de racismo, no las ve.[112]

El historiador Oreste Carlos Cansanello,[113]​ de la Universidad Nacional de Luján, refiriéndose a una polémica sobre el uso del término "genocidio", la suscribe, pero no como campaña de exterminio sistemático, sino fruto de la explotación de los indígenas para la extracción de metales preciosos:

[La conquista y colonización de América fue] una cruzada de evangelización, pero el principal objetivo fue la cruzada por la extracción de metales y eso derivó en la muerte de millones de habitantes, una muerte que no fue precisamente accidental, por eso fue un genocidio... Desde ningún punto de vista es salvable el genocidio indígena como ningún otro genocidio.[99]

Sin embargo, el historiador argentino Félix Luna hizo el siguiente comentario a una noticia difundida por la agencia oficial de noticias bajo el título Se cumplen 513 años del mayor genocidio de la historia:

Es sesgada y unilateral. Por supuesto que, al hablar de conquista, hubo violencia y crueldades, pero decir que fue el mayor genocidio de la historia es una exageración, y me asombra.[114]

Consecuencias del colapso demográfico editar

Derrota de los imperios azteca e inca editar

Cuando Cristóbal Colón llegó a América, la población de los pueblos español y portugués juntas no llegaban a 10 millones de personas[115]​ y en toda Europa vivían entre 57,2 y 70 millones.[78]​ La población total de los pueblos originarios superaba varias veces la cantidad de españoles y portugueses en todas las estimaciones, y Dobyns la ha estimado en 110 millones.[116]

Los pueblos mexica e inca, cada uno, superaban en población a españoles y portugueses. Treinta años después, los pueblos español y portugués ya superaban en población a los mexicas y quechuas y un siglo después tenían más habitantes que toda la población indígena americana.

En esas condiciones, la posibilidad de que se mantuvieran en pie las culturas e imperios desarrollados autónomamente en América por milenios, era inverosímil. España, que llegó a América con menos de la mitad de la población mexicana, 20 años después tenía el doble, y 100 años después tenía más de diez veces la población mexicana. Frente a la magnitud de estos datos y el exterminio que por sí solos produjeron de las sociedades americanas, la incidencia de los factores militares o culturales en el proceso de conquista pueden considerarse menores.

El historiador estadounidense Charles Mann dice que España «no habría vencido al Imperio [azteca] si, mientras Cortés construía las embarcaciones, Tenochtitlán no hubiera sido arrasada por la viruela en la misma pandemia que posteriormente asoló el Tahuantinsuyu [...] La gran ciudad perdió al menos la tercera parte de población a raíz de la epidemia, incluido Cuitláhuac».[117]

Algo similar sucedió con el Imperio inca, derrotado por Francisco Pizarro en 1531. La primera epidemia de viruela fue en 1529 y mató entre otros al emperador Huayna Cápac, padre de Atahualpa. Nuevas epidemias de viruela se declararon en 1533, 1535, 1558 y 1565, así como de tifus en 1546, gripe en 1558, difteria en 1614 y sarampión en 1618.[118]​ Dobyns estimó que el 90 % de la población del Imperio inca murió en esas epidemias.

El milagroso triunfo de este conquistador, y de Cortés, a quien con tanto éxito emuló, se debió en buena parte a los triunfos del virus de la viruela
Alfred Crosby.[119]

En Nueva España, el punto más grave de la debacle demográfica se vivió luego de la gran epidemia de cocoliztli y matlazáhuatl en 1576 y 1581, respectivamente, cuando la población indígena se redujo hasta 1 millón de individuos. El siglo XVII equilibraría la población mediante un mayor entrecruzamiento étnico y una mayor inmigración europea y sería a mediados del XVIII cuando la población recuperase un número aproximado (20 millones de habitantes) al que contaba Mesoamérica en el momento del contacto (1519).

Comercio trasatlántico de esclavos hacia América editar

 
Esquema de un barco negrero inglés.

Para reemplazar como trabajadores a la gran cantidad de indígenas muertos durante el siglo XVI, a partir del siglo XVII los europeos compraron alrededor de 60 millones de africanos al sur del Sahara, de los cuales unos 12 millones llegaron vivos a América donde fueron reducidos a la esclavitud.

Población africana exportada a otros continentes, no se incluye a los muertos en el trayecto (en miles):[120]

Destino 650-1500 1500-1800 1800-1900 650-1900
América 81 7.766 3.314 11.159
Trans-Sahara 4.270 1.950 1.200 7.420
Asia 2.200 1.000 934 4.134
Total 6.551 10.716 5.448 22.713

Llegada de esclavos a América entre 1500 y 1870 (miles):[121]

Destino 1500-1810 1811-1870 Total
Brasil 2.501 1.145 3.646
América española 947 606 1.553
Caribe no español 3.698 96 3.794
EE. UU. 348 51 399
Total 7.494 1.898 9.392

Tráfico de esclavos africanos por zona de destino en América (por miles):[122]

América... 1492-1600 1601-1700 1701-1810 1810-1870 Total
española
  • México
  • Cuba
  • Puerto Rico
  • Santo Domingo
  • Centroamérica
  • Ecuador, Panamá y Colombia
  • Venezuela
  • Perú
  • Bolivia y Río de la Plata
  • Chile
75 292,5 578,6 606 1.552,1
  • 200
  • 702
  • 77
  • 30
  • 21
  • 200
  • 121
  • 95
  • 100
  • 6
portuguesa 50 560 1.891,4 1.145,4 3.646,8
británica 0 263,7 1.749,3 51 2.064
francesa 0 155,8 1.348,4 96 1.600,2
neerlandesa 0 40 460 0 500
danesa 0 4 24 0 28
Total 125 1.316 6.051,7 1.898,4 9.391,1

Evolución histórica demográfica editar

Evolución histórica de la población de América Latina (por miles):[123]

Autor Población
(año 0)
Población
(1000)
Población
(1500)
Población
(1600)
Población
(1700)
Población
(1820)
Maddison (1999) 5.600 11.400 17.500 8.600 12.050 21.220
México - 4.500 7.500 2.500 4.500 6.587
Brasil - 700 1.000 800 1.250 4.507
Perú - 3.000 4.000 1.300 1.300 1.317
Otros
(Caribe)[124]
- 3.200 5.000 4.000 5.000 8.809
(2.920)
McEvedy & Jones (1978) 4.200 8.500 13.200 10.500 12.150 22.269
México 1.500 3.000 5.000 3.500 4.000 6.309
Brasil 400 700 1.000 1.000 1.250 3.827
Perú 750 1.500 2.000 1.500 1.500 1.683
Otros 1.550 3.300 5.200 4.500 5.400 10.450
Rosenblat (1945) - - 12.385 10.654 - 23.063
México - - 4.500 3.645 - 6.800
Brasil - - 1.000 886 - 4.000
Perú - - 2.000 1.591 - 1.400
Otros - - 4.885 4.532 - 10.863
Clark (1967) 2.900 12.600 40.000 14.000 12.000 -
Biraben (1979) 10.000 16.000 39.000 10.000 10.000 23.980

Evolución histórica de la población de Angloamérica (por miles):[125]

Autor Población
(año 0)
Población
(1000)
Población
(1500)
Población
(1600)
Población
(1700)
Población
(1820)
McEvedy & Jones (1978) 720 1.460 2.250 1.750 1.200 18.797
EE. UU. 640 1.300 2.000 1.500 1.000 9.981
Canadá 80 160 250 250 200 816

Etnografía editar

Composición étnica de la población de América Latina (por miles):

Región Indígenas Blancos Negros Mestizos Total
Latinoamérica
Rosenblat, 1492
[126]
12.385 12.385
México 4.500 4.500
La Española 100 100
Cuba 80 80
Puerto Rico 50 50
Antillas Menores
Bahamas
30 30
América Central 800 800
Colombia 850 850
Venezuela 350 350
Guayanas 100 100
Ecuador 500 500
Perú 2.000 2.000
Bolivia 800 800
Paraguay 280 280
Argentina 300 300
Uruguay 5 5
Chile 600 600
Latinoamérica
Rosenblat, 1570
[127]
9.707 137 259
(incluye a negros)
10.103
México 3.500 30 25 3.555
Perú 1.500 25 60 1.585
Brasil 800 20 30 850
Colombia 800 15 10 825
América Central 550 15 10 575
Bolivia 700 7 30 737
Chile 600 10 10 620
Ecuador 400 6 10 416
Venezuela 300 2 5 307
Argentina 300 2 4 306
Paraguay 250 3 5 258
La Española
Cuba
Puerto Rico
2 7 55 64
Uruguay 5 5
Latinoamérica
Rosenblat, 1620
[127]
9.095 645 955
(incluye a negros)
10.695
México 3.400 200 200 3.600
Perú 1.400 70 130 1.600
Brasil 700 70 180 950
Colombia 600 50 100 750
América Central 540 50 60 650
Bolivia 750 50 50 850
Chile 520 15 15 550
Ecuador 450 40 90 580
Venezuela 280 30 60 370
Argentina 250 50 40 340
Paraguay 200 20 30 250
Uruguay 5 5
Hispanoamérica
Rosenblat, 1650
[128]
9.105 725 en castas 1.479 10.259
Hispanoamérica
Fisher, 1700
[129]
9.000 700 500 100 10.300
Hispanoamérica
Fisher/Humboldt 1800
[129][130]
7.530 3.276 776 5.328 16.910
México[131] 2.000 1.075 2.685
(incluye negros)
5.760
América Latina
Rosenblat, 1820
[132]
7.160 4.420 4.110 5.530 21.220
México 3.500 1.200 10 1.880 6.590 (6.587)
Brasil 500 1.500 2.200 300 4.500 (4.507)
Antillas 0 420 1.700 350 2.470
Otros
  • Argentina
  • Chile
  • Colombia
  • Perú
  • Uruguay
  • Venezuela
3.160 1.300 200 3.000 7.660
  • 534
  • 885
  • 1.206
  • 1.317
  • 55
  • 718
América
Maddison, 1820
[133]
8.470 3.577 7.048
(incluye mulatos)
13.401 32.496
México 3.570 1.777 10 1.230 6.587
Brasil 500 2.500 1.507 4.507
Caribe
  • Cuba y Puerto Rico
  • La Española
  • Colonias británicas
  • Colonias francesas
  • Colonias neerlandesas
  • Colonias suecas y danesas
2.366
  • 453
  • 742
  • 827
  • 230
  • 74
  • 40
554
  • 400
  • 70
  • 53
  • 20
  • 6
  • 5
2.920
  • 853
  • 812
  • 880
  • 250
  • 80
  • 45
Resto América Latina 4.000 1.800 400 1.485 7.685
EE. UU. 325 1.772 7.884 9.981
Canadá 75 741 816
Hispanoamérica
Rosenblat, 1825
[128]
8.219 4.339 en casta 10.214 19.326

Inmigración no esclava a las Américas entre 1500 y 1998 (miles):[121]

Destino 1500-1820 1820-1998
Brasil 500 4.500
Hispanoamérica 475 6.500
Caribe 450 2.000
Canadá 30 6.395
EE. UU. 718 53.150
Total 2.173 72.545

Población a finales del período colonial editar

En la siguiente tabla población de Hispanoamérica a fines del período colonial (por miles):

Regiones 1650
Rosenblat
1760
Martínez
1800
Martínez
1800
Céspedes
1800
Lumbreras
1800
Lucena
1800
Rodríguez
1801-10
Humboldt
1801-10
Encina
1825
Rosenblat
Nueva España 3.800 3.200 5.800 6.800 6.000 5.837 5.900 6.800 6.200-6.300 6.790
Guatemala 650 800 1.200 1.580 1.100 870 1.100 1.600 1.600 1.580
Nueva Granada 750 1.200 1.100 1.327 1.100 1.046 1.000 2.000 2.000 1.327
Venezuela 370 600 800 850 800 680 500 785 1.000 800
Antillas españolas 514 600 900 1.300 800 950 550 800 800 2.843
Río de la Plata 595 800 1.000 2.400 1.300 430 500 2.300 2.300 2.386
Bajo Perú 1.600 3.000 2.700 1.400 1.300 1.400 1.200 1.400 1.600-1.700 1.400
Chile 550 Bajo Perú Bajo Perú 1.100 Río de la Plata 522 500 1.100 1.000 1.100
Quito 580 Nueva Granada Nueva Granada Nueva Granada 500 424 700 Nueva Granada Nueva Granada 1.100
Alto Perú 850 Bajo Perú Bajo Perú Río de la Plata 600 800 650 Río de la Plata Río de la Plata Río de la Plata
Hispanoamérica 10.259[128] 10.200[128] 13.500[128] 16.757[134] 13.500[135] 12.959[136] 12.600[137] 16.785[138] 16.500-16.700[139] 19.326[128]

En la siguiente tabla aparece la población a finales del siglo XVIII según la estimaciones de Claudio Esteva Fabregat para Hispanoamérica:[140]

Grupo Población Porcentaje
Población urbana 4.696.852 28%
Población rural 9.393.877 56%
Indios bárbaros 2.680.000 16%
Total 16.770.729 100%

Período post-independencia editar

Estimación de la población americana en 1823 (en miles). Se los divide en 13.471.000 blancos, 8.610.000 indios, 6.433.000 negros y 6.428.000 de raza mixta:[141]

Estado Población
Canadá 550
EE. UU. 10.525
México
Guatemala
8.400
Veragua
Panamá
80
Indios salvajes de
América del Norte y Central
400
Haití
(incluyendo Santo Domingo)
820
Antillas Inglesas 777
Antillas Españolas
Margarita
925
Antillas Neerlandesas
Antillas Danesas
85
Colombia 2.705
Perú 1.400
Chile 1.100
La Plata 2.300
Guayana 236
Brasil 4.000
Indios salvajes
de América del Sur
450
América 34.232

Población de América Latina según país hasta 1900 (por miles):[142]

País 1820 1850 1870 1900
Argentina 534 1.100 1.796 4.693
Brasil 4.507 7.234 9.797 17.984
Chile 885 1.443 1.943 2.974
Colombia 1.206 2.065 2.392 3.998
México 6.587 7.662 9.219 13.607
Perú 1.317 2.001 2.606 3.791
Uruguay 55 132 343 915
Venezuela 718 1.324 1.653 2.542
Bolivia 1.100 1.374 1.495 1.696
Costa Rica 63 101 137 297
Cuba 605 1.186 1.331 1.658
República Dominicana 89 146 242 515
Ecuador 500 816 1.013 1.400
El Salvador 248 366 492 766
Guatemala 595 850 1.080 1.300
Haití 723 938 1.150 1.560
Honduras 135 350 404 500
Jamaica 401 399 499 720
Nicaragua 186 300 337 478
Panamá - 135 176 263
Paraguay 143 350 384 440
Puerto Rico 248 495 645 959
Trinidad y Tobago 60 80 124 268
24 pequeños países caribeños 800 946 1.141 1.440
Total 21.705 31.793 40.399 64.764

Estimación de la población americana en 1849 (en miles):[143]

Estado Población Superficie
(miles de millas²)
EE. UU. 17.000 1.570
México 7.500 1.842
Centro América 1.650 139
Nueva Granada 1.300 245
Venezuela 800 303
Ecuador 600 280
Perú 1.700 373
Bolivia 1.300 310
Chile 1.000 129
Argentina 700 690
Uruguay 70 63
Paraguay 250 67
Brasil 5.000 2.253
Haití
(incluye Santo Domingo)
800 22
Posesiones inglesas
(Canadá, Nueva Escocia, Jamaica, etc.)
1.900 1.930
Posesiones españolas
(Cuba y Puerto Rico)
1.000 35
Posesiones francesas
(Guayana, Martinica, Guadalupe, etc.)
240 30
Posesiones neerlandesas
(Guayana, San Eustaquio, Curazao, etc.)
114 30
Posesiones danesas
(Groelandia, Islandia, etc.)
110 324
Posesiones rusas
(Alaska, Kodiak, etc.)
50 370
Posesiones suecas 16 45
Indios salvajes 1.000 6.000
América 44.100 17.050

Punto de vista en contra de la teoría editar

Para los investigadores José Manuel Azcona Pastor y Jorge Chauca García la catástrofe demográfica propuesta por la escuela estadounidense de California es un dogma de la historiografía de la esfera anglosajona, que se posiciona en contra de la colonización española en la España americana sin evidencias documentales.[144]

Para José Manuel Azcona Pastor y Jorge Chauca García hay estudios del presente refutan este concepto y consideran la catástrofe demográfica una falacia. Entre ellos, se relacionan la alimentación y la demografía en la América española, donde resulta inexplicable la relación entre la población y las técnicas agropecuarias de las más avanzadas civilizaciones precolombinas, muy rudimentarias respecto a los avances posteriores, por lo que conducen a la imposibilidad de una productividad que pudiera alimentar una población abultada de cerca de 100 millones o más propuestas, abundando todavía más en que una mayoría de esas poblaciones eran nómadas o seminómadas, que vivían de la recolección y la caza. Censos recogidos en el siglo XIX de la población hispanoamericana que participaron en los procesos de independencia en la América española describen el peso de la población indígena americana. Así, de cerca de 35 millones de habitantes que tenía toda la América española en 1825, casi 9 millones, un 25% eran indígenas, en torno al millón y medio eran criollos o españoles, es decir blancos, y dos millones eran personas de origen africano. En ese año 1825 era mestizo el 61% de la población hispanoamericana, es decir algo más de 22 millones de personas, entre ellos un millón de afroamericanos. En el presente, se estima una población nativa americana precolombina de algo más de 13 millones de personas indígenas, que al terminar el periodo de la conquista, en torno a 1570, se redujo a cerca de 10 millones de personas. En el presente, los estudios genéticos de ADN en los antiguos territorios británicos de Norteamérica, donde el mestizaje fue prácticamente inexistente, no hay ninguno con genética indígena predominante. En los antiguos territorios españoles, donde el mestizaje era la norma, la herencia indígena es predominante.[144]

En el presente otros autores han cuestionado los datos de la Catástrofe demográfica y la manipulación de los datos de Cook y Borah y otros autores de la escuela de California, para engordar las cifras que mantengan una "escala descendente y continua". Y concluyen que la disminución de la población tras el choque inicial de la conquista española, conllevó, tras la pacificación, una función protectora de la Corona española, reflejado por una legislación indiana y gestión gubernativa. Este hecho no se observa en el ámbito de colonización anglosajona y francesa, fundamentalmente en Estados Unidos, donde el mestizaje no es solo prácticamente inexistente, reflejado en los estudios de genomas de poblaciones, sino que hubo una política estatal de Ley de traslado forzoso de los indios.[144]

Véase también editar

Fuentes editar

Notas editar

  1. Kroeber, Alfred L. (1939). Cultural and Natural Areas of Native North America. Berkeley: University of California Press; Rosenblat, Ángel (1954). Población indígena y el mestizaje en América. 2 vols. Buenos Aires: Nova; Steward, James H. (1949). "The Native population of South America". Handbook of South American Indians. Tomo V. Washington DC: Smithsonian Institution, Bureau of American Ethnology Bulletin, pp. 655-668; Sapper, Karl T. (1929). Das Element der Wirklichkeit und die Welt der Erfahrung. Grundlinien einer anthropozentrischen Naturphilosophie. Munich: C.H. Beck; Dobbyns, Henry F. "Estimating aboriginal population: an appraisal of techniques with a new hemispheric estimate". Current Anthropology, 7, no. 4, octubre de 1966: 395-449; Alchon, Suzanne Austin (2003). A Pest in the Land: New World Epidemics in a Global Perspective. Alburquerque: University of New Mexico Press, pp. 147-172.
  2. Kroeber incluye solo a Honduras y Nicaragua, a Guatemala y El Salvador los incluye en México y a Costa Rica y Panamá en las tierras bajas sudamericanas.

Referencias editar

  1. Cook, Noble David. Born To Die; Cambridge University Press; 1998; pp. 1–14.
  2. Avilés Vidal, Enrique Francisco (2010). Estudio de la incidencia económica de la esclavitud negra en Chile siglos XVI, XVII y XVIII. ISBN 978-84-693-0151-7. Consultado el 25 de noviembre de 2014. , capítulo II.1.
  3. Taylor, Alan (2002). American colonies; Volume 1 of The Penguin history of the United States, History of the United States Series. Penguin. p. 40. ISBN 978-0142002100. Consultado el 7 de octubre de 2013. 
  4. David E. Stannard (1993). «SEX, RACE AND HOLY WAR». American Holocaust: The Conquest of the New World. Oxford University Press. p. 151. ISBN 978-0-19-508557-0. 
  5. David E. Stannard (1993). American Holocaust: The Conquest of the New World. Oxford University Press. p. 146. ISBN 978-0-19-508557-0. 
  6. Ostler, Jeffrey (2019). Surviving Genocide: Native Nations and the United States from the American Revolution to Bleeding Kansas. Yale University Press. pp. 11-17, 381. ISBN 9780300245264. 
  7. Amores Carredano, Juan B., editor (2007). Historia de América. Barcelona: Editorial Ariel, pp. 326-365
  8. Chauca García, Jorge; Azcona Pastor, José Manuel (2022). «La falacia del exterminio de la población indígena en Hispanoamérica (1492-1898)». Cuadernos de investigación histórica. 
  9. David Michael Smith. Counting the Dead: Estimating the Loss of Life in the Indigenous Holocaust, 1492-Present, University of Houston-Downtown, p. 8.
  10. a b c d Stuart, Paul (1987). Nations Within a Nation: Historical Statistics of American Indians. Westport: VNR AG, pp. 51. ISBN 978-0-313-23813-0
  11. Denevan, 1992: 3
  12. Amores Carredano, Juan B. (Ed.) Op. Cit.
  13. Smith, DM (2017). Counting the dead: Estimating the loss of life in the Indigenous Holocaust, 1492-Present. 
  14. a b c Alchon, Suzanne Austin (2003). World Epidemics in a Global Perspective. Albuquerque: University of New Mexico Press, pp. 165-166. ISBN 978-0-8263-2871-7. Usa principalmente al geógrafo Karl Theodor Sapper (1866-1945) de los resultados de sus estudios publicados en Das Element der Wirklichkeit und die Welt der Erfahrung. Grundlinien einer anthropozentrischen Naturphilosophie (1924).
  15. a b Alchon, 2003: 167
  16. a b Fernandes, Daniel M.; Sirak, Kendra A.; et al. (febrero de 2021). «A genetic history of the pre-contact Caribbean». Nature (en inglés) 590 (7844): 103-110. doi:10.1038/s41586-020-03053-2. 
  17. Anchon, 2003: 166
  18. Alchon, 2003: 163
  19. a b Alchon, 2003: 164
  20. a b Cook, Sherburne Friend & Borah, Woodrow Wilson (1977). Ensayos sobre historia de la población: México y el Caribe. Tomo I. México: Siglo XXI, pp. 35-36.
  21. Cook, Sherburne F. & Borah, Woodrow (1977). Ensayos de población: México y el Caribe. Ciudad de México: Siglo XXI. Traducción de Clementina Zamora.
  22. Morgan & Bandelier, 2003: xlviii. Los indios mesoamericanos usaban un palo puntiagudo y endurecido al fuego llamado hoy coa (palabra Caribe) para arar la tierra, penetrando en ella muy pocos centímetros. Además su sistema de rosa y quema no permitía trabajar la tierra más de dos años seguidos por lo que su estilo de vida era nómada o semi-nómada ya que se vuelve a usar la misma parcela apenas siete años después.
  23. Morgan & Bandelier, 2003: xlviii. Cómo sostienen estos historiadores, los indígenas, con sus sistema de rosa y quema debió ser inferior a media tonelada de maíz por hectárea (en 1910 con el uso de mulas, bueyes y tractores era de 570 kg en promedio.
  24. Livi-Bacci, Massimo (1990). Historia mínima de la población mundial. Barcelona: Editorial Ariel, pp. 57
  25. Morgan, Lewis Henry & Bandelier, Adolph Francis (2003). México antiguo: Breve y sumaria relación de los señores de la Nueva España. Ciudad de México; Buenos Aires: Siglo XXI. Prólogo y edición de Jaime Labastida, pp. xlviii. ISBN 978-968-23-2452-9. Consideran que las cifras aquí dadas parten de estimaciones con cifras preconcebidas, datos de Bartolomé de las Casas o en matrículas de tributos, todas estas muy exageradas.
  26. Morgan & Bandelier, 2003: xlvix
  27. Morgan & Bandelier, 2003: xlvix y L. Este sistema consanguíneo llevaba a que cada tribu o ciudad se considera el centro del universo ya que estaban cerradas para los que no eran miembros de ellas. Además, hay que decir que dichas sociedades, a pesar de su parentesco cultural solo se asociaba cuando había guerra o se necesitaba cobrar tributos a sus vasallos por lo que favorecía a la ciudad-estado como forma de organización política.
  28. Robert McCaa. "¿Fue el siglo XVI una catástrofe demográfica para México? Una respuesta basada en la demografía histórica no cuantitativa". Papeles de población, julio-septiembre, 1999, número 021. Toluca: Universidad Autónoma del Estado de México, pp. 223-239. ISSN 1405-7425
  29. La cifra de Sanders es para 1568.
  30. a b Alchon, 2003: 168
  31. González Guardiola, Lola (2000). De Bartolina Sisa Al Comité de Receptoras de Alimentos de el Alto: Antropología Del Género y Organizaciones de Mujeres en Bolivia. Cuenca: Universidad de Castilla-La Mancha, pp. 168. ISBN 978-84-8427-072-0. Según el autor de los dos o tres millones de habitantes del imperio un millón vivía en la Meseta del Titicaca; Morales Sales, Edgar Samuel (2000). Estigmas sociales, historia y nuevo orden en América Latina. Toluca: Universidad Autónoma de México, pp. 106. ISBN 978-968-835-569-5. Producto de los traslados forzados durante el Imperio inca, la Colonia y las guerras de independencia de poblaciones enteras de aimaras la zona de influencia de su lengua se ha expandido de su área original.
  32. a b Palacios & Safford, 2002: 60
  33. Palacios, Marco & Safford, Frank (2002). Colombia: país fragmentado, sociedad dividida: su historia. Bogotá: Editorial Norma. Traducción de Ángela García, pp. 74. ISBN 978-958-04-6509-6.
  34. Francis, Michael J. (2005). "Población, enfermedad y cambio demográfico, 1537-1636. Demografía histórica de Tunja: una mirada crítica". Gómez Londoño, Ana María. Muiscas: representaciones, cartografías y etnopolíticas de la memoria. Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana, pp. 79. ISBN 978-958-683-643-2.
  35. Anthony McFarlane (2002). Colombia Before Independence: Economy, Society, and Politics Under Bourbon Rule. Cambridge: Cambridge University Press, pp. 16. ISBN 978-0-521-89449-4. Respecto de la población total de Colombia en 1492 Jorge Orlando Melo estima en el millón de habitantes solo en la Cordillera Oriental, otro millón en el Valle del Cauca, medio millón en la costa caribeña y trescientos o cuatrocientos mil en los tramos superior y medio del Valle del Magdalena y el altiplano andino de Pasto.
  36. Palacios & Safford, 2002: 41
  37. Bushnell, David (1993). The Making of Modern Colombia: A Nation in Spite of Itself. Berkeley; Los Ángeles: University of California Press, pp. 5. ISBN 978-0-520-91390-5. Los taironas por su parte desarrollaron obras artísticas mucho más sofisticadas.
  38. López Ornat, Arturo (1995). Estrategias para el desarrollo sostenible: América latina. Madrid: IUCN, pp. 125. ISBN 978-2-8317-0302-2.
  39. Anchon, 2003: 168
  40. Alchon, 2003: 169-170
  41. a b Alchon, 2003: 170
  42. Palacios Alcaine, Azucena (2000). Introducción a la lengua y cultura guaraníes. Valencia: Universitat de València, pp. 6. ISBN 978-84-370-4151-3.
  43. Millalén Paillal, José (2006). ¡Escucha, Winka!: Cuatro Ensayos de Historia Nacional Mapuche y un Epílogo Sobre el Futuro. Santiago de Chile: Lom Ediciones, pp. 50 ISBN 978-956-282-851-2.
  44. Alchon, 2003: 158
  45. «Armas de fuego, gérmenes y acero: variables. viruela». pbs.org (en inglés). Consultado el 29 de junio de 2022. 
  46. Henderson, Donald A.; Inglesby, Thomas V.; Bartlett, John G.; Ascher, Michael S.; Eitzen, Edward; Jahrling, Peter B.; Hauer, Jerome; Layton, Marcelle et al. (9 de junio de 1999). «Smallpox as a Biological Weapon: Medical and Public Health Management». JAMA (en inglés) 281 (22): 2127. ISSN 0098-7484. doi:10.1001/jama.281.22.2127. Consultado el 29 de junio de 2022. 
  47. Nielsen, Kim E. (2012). A disability history of the United States. Beacon Press. ISBN 978-0-8070-2202-3. OCLC 773021834. Consultado el 18 de septiembre de 2022. 
  48. Rabinal, J. I. Arnaud; Álvarez, A. Bernárdez; Escudero, P. M. Martín; Redondo, F. del Pozo (1 de enero de 1991). «Estructura de la población de una sociedad de frontera: la Florida española, 1600 - 1763.». Revista Complutense de Historia de América 17: 113-114. ISSN 1988-270X. Consultado el 10 de marzo de 2023. 
  49. Esposito, Elena (2015). Side effects of immunities : the African slave trade (en inglés). Consultado el 28 de julio de 2023. 
  50. Carpenter, Connie; Sattenspiel, Lisa (2009-05). «The design and use of an agent-based model to simulate the 1918 influenza epidemic at Norway House, Manitoba». American Journal of Human Biology (en inglés) 21 (3): 290-300. doi:10.1002/ajhb.20857. Consultado el 28 de julio de 2023. 
  51. Ribeiro, Darcy (1985). Amerika und die Zivilisation: die Ursachen der ungleichen Entwicklung der amerikanischen Völker, tomo I, existe versión castellana como Las Américas y la civilización: proceso de formación y causas del desarrollo cultural desigual de los pueblos americanos. Frankfurt am Main, Suhrkamp Verlag. ISBN 978-351-857-711-0. 
  52. Aberth, John (2007). The first horseman : disease in human history. Pearson Prentice Hall. p. 47–75. ISBN 0-13-189341-6. OCLC 63472859. Consultado el 20 de junio de 2022. 
  53. Martin, D. L (1 de enero de 2002). «Health conditions before Columbus: paleopathology of native North Americans». Western Journal of Medicine 176 (1): 65-68. PMC 1071659. PMID 11788545. doi:10.1136/ewjm.176.1.65. Consultado el 20 de febrero de 2023. 
  54. Mann, Charles C. (2005). 1491 : new revelations of the Americas before Columbus (1st ed edición). Knopf. ISBN 978-1-4000-4006-3. OCLC 56632601. Consultado el 20 de febrero de 2023. 
  55. Skinner, Nicole (20 de agosto de 2014).
  56. SÁNCHEZ TÉLLEZ, C. «Las enfermedades del hombre americano». Universidad de Alcalá de Henares. Consultado el 12 de enero de 2023. 
  57. «La epidemia de viruela asola a los nativos americanos en la costa noroeste de América del Norte en la década de 1770». Archivado desde el original el 10 de junio de 2008. Consultado el 21 de febrero de 2023. 
  58. Houston, C Stuart; Houston, Stan (2000). «The First Smallpox Epidemic on the Canadian Plains: In the Fur-traders' Words». Canadian Journal of Infectious Diseases (en inglés) 11 (2): 112-115. ISSN 1180-2332. PMC 2094753. PMID 18159275. doi:10.1155/2000/782978. Consultado el 21 de febrero de 2023. 
  59. Boyd, Robert (29 de abril de 2010). «Smallpox in the Pacific Northwest: The First Epidemics». BC Studies: The British Columbian Quarterly (en inglés). No 101: The First Nations in British Columbia: 33-34. doi:10.14288/BCS.V0I101.864. Consultado el 10 de marzo de 2023. 
  60. Edwards, Tai S; Kelton, Paul (1 de junio de 2020). «Germs, Genocides, and America's Indigenous Peoples». Journal of American History (en inglés) 107 (1): 52-76. ISSN 0021-8723. doi:10.1093/jahist/jaaa008. Consultado el 27 de enero de 2023. 
  61. Gilio-Whitaker, Dina (2019). As long as grass grows : the indigenous fight for environmental justice, from colonization to Standing Rock. p. 40. ISBN 0-8070-7378-4. OCLC 1044542033. Consultado el 27 de enero de 2023. 
  62. Katz, S. T. (1994-2003). The Holocaust in Historical Context, (2 vols.), Nueva York, Oxford Universtity Press
  63. Swagerty, William R.; Newberry Library. Center for the History of the American Indian (1983). Their number become thinned : native American population dynamics in eastern North America (1st ed edición). Published by the University of Tennessee Press in cooperation with the Newberry Library Center for the History of the American Indian. ISBN 0-87049-400-7. OCLC 9392931. Consultado el 20 de junio de 2022. 
  64. Lugo, Noel Taboada; Ferrer, Roberto Lardoeyt (30 de diciembre de 2015). «EFECTO DE LOS CUELLOS DE BOTELLA GENÉTICOS EN LAS POBLACIONES ORIGINARIAS DE AMÉRICA». Revista de Investigación e Información en Salud 10 (25): 17-26. ISSN 2075-6208. doi:10.52428/20756208.v10i25.539. Consultado el 22 de septiembre de 2023. 
  65. Denevan, William M. (1992-09). «The Pristine Myth: The Landscape of the Americas in 1492». Annals of the Association of American Geographers (en inglés) 82 (3): 369-385. ISSN 0004-5608. doi:10.1111/j.1467-8306.1992.tb01965.x. Consultado el 26 de junio de 2022. 
  66. Livi-Bacci, Massimo (2006-06). «The Depopulation of Hispanic America after the Conquest». Population and Development Review 32 (2): 6. ISSN 0098-7921. doi:10.1111/j.1728-4457.2006.00116.x. Consultado el 22 de septiembre de 2023. 
  67. Crosby, Alfred W. (1976-04). «Virgin Soil Epidemics as a Factor in the Aboriginal Depopulation in America». The William and Mary Quarterly 33 (2): 289. doi:10.2307/1922166. Consultado el 29 de agosto de 2023. 
  68. Francisco, John M. (2005). Cultura, política e historia de Iberia y América: una enciclopedia multidisciplinaria . Santa Bárbara, California: ABC-CLIO.
  69. «Slavery entailed the spread of epidemics». www.mpg.de (en inglés). Consultado el 29 de agosto de 2023. 
  70. Alchon, Suzanne Austin (2003-03). A Pest in the Land: New World Epidemics in a Global Perspective (en inglés). UNM Press. p. 62. ISBN 978-0-8263-2871-7. Consultado el 29 de agosto de 2023. 
  71. Waldman, Carl (2009). Atlas del indio norteamericano . Nueva York: Libros de marca de verificación. pag. 206.
  72. Acuna-Soto, Rodofo; Stahle, David W.; Therrell, Matthew D.; Griffin, Richard D.; Cleaveland, Malcolm K. (2004-11). «When half of the population died: the epidemic of hemorrhagic fevers of 1576 in Mexico». FEMS Microbiology Letters (en inglés) 240 (1): 1-5. PMC 7110390. PMID 15500972. doi:10.1016/j.femsle.2004.09.011. Consultado el 29 de agosto de 2023. 
  73. Acuna-Soto, Rodolfo (2002-04). «Megadrought and Megadeath in 16th Century Mexico». Emerging Infectious Diseases 8 (4): 360-362. PMC 2730237. PMID 11971767. doi:10.3201/eid0804.010175. Consultado el 29 de agosto de 2023. 
  74. Powell, T. G. (1 de enero de 1992). Los liberales, el campesinado indígena y los problemas agrarios durante la Reforma. El Colegio de México. pp. 94-116. Consultado el 29 de septiembre de 2023. 
  75. Ostler, Jeffrey (2019). Surviving genocide : native nations and the United States from the American Revolution to bleeding Kansas. ISBN 978-0-300-24526-4. OCLC 1099434736. Consultado el 9 de enero de 2023. 
  76. Cook, S. F. y W. W. Borah (1963), The indian population of Central Mexico, Berkeley (Cal.), University of California Press
  77. Mann, Charles (2006). 1491; Madrid:Taurus, pag. 136
  78. a b «Covarrubias, Isaías M. (2004)La economía medieval y la emergencia del capitalismo, Cap. III, 2; ISBN 84-688-8317-4». Archivado desde el original el 3 de agosto de 2017. Consultado el 31 de marzo de 2017. 
  79. «MOHAWK - Descubriendo el Valle de los Cristales». web.archive.org (en inglés). 17 de diciembre de 2007. Archivado desde el original el 17 de diciembre de 2007. Consultado el 12 de marzo de 2023. 
  80. Ramenofsky, Ann F. (1987). Vectors of death : the archaeology of European contact (1st ed edición). University of New Mexico Press. ISBN 0-8263-0997-6. OCLC 16648069. Consultado el 12 de marzo de 2023. 
  81. Robertson, R. G. (2001). Rotting face : smallpox and the American Indian. ISBN 978-0-87004-497-7. OCLC 797915707. Consultado el 12 de marzo de 2023. 
  82. Diomedi P., Alexis (00/2003). «La guerra biológica en la conquista del nuevo mundo: Una revisión histórica y sistemática de la literatura». Revista chilena de infectología 20 (1): 19-25. ISSN 0716-1018. doi:10.4067/S0716-10182003000100003. Consultado el 24 de enero de 2023. 
  83. The Tainted Gift; Barbara Alice Mann; ABC-CLIO; 2009; pp. 1–18
  84. a b Pontiac and the Indian Uprising; Peckham, Howard H.; University of Chicago Press; 1947; pp. 170, 226–27
  85. Anderson, Fred (2000). Crucible of war : the Seven Years' War and the fate of empire in British North America, 1754-1766 (1st ed edición). Alfred A. Knopf. ISBN 0-375-40642-5. OCLC 40830180. Consultado el 27 de febrero de 2023. 
  86. Elizabeth A. Fenn (3 de abril de 2015). «Biological Warfare in Eighteenth-Century North America: Beyond Jeffery Amherst | The Journal of American History, 86.4 | The History Cooperative». web.archive.org. Archivado desde el original el 3 de abril de 2015. Consultado el 27 de febrero de 2023. 
  87. Barras, V.; Greub, G. (2014-06). «History of biological warfare and bioterrorism». Clinical Microbiology and Infection (en inglés) 20 (6): 497-502. doi:10.1111/1469-0691.12706. Consultado el 10 de marzo de 2023. 
  88. Waldman, Carl (2009). Atlas de los indios norteamericanos . Nueva York: Checkmark Books. pag. 206.
  89. Krech, Shepard, III (1999). The ecological Indian : myth and history (1st ed edición). W.W. Norton & Co. pp. 81-84. ISBN 0-393-04755-5. OCLC 40762824. Consultado el 27 de febrero de 2023. 
  90. Marshall, Joseph (2004). The journey of Crazy Horse : a Lakota history. Viking. ISBN 0-670-03355-3. OCLC 55085820. Consultado el 3 de abril de 2023. 
  91. Villanueva Sotomayor, Julio R. (2001). El Perú en los tiempos antiguos, Lima: Empresa Periodística Nacional SAC
  92. Someda, Hidefuji (2005). 'Apología e historia: estudios sobre fray Bartolomé de las Casas. Lima: Fondo Editorial PUCP, pp. 61-62. ISBN 978-9972-42-693-3.
  93. a b Romano, Ruggiero. Mecanismo y elementos del sistema económico colonial americano, México, Fondo de Cultura Económica/El Colegio de México, pp. 47
  94. a b Ibid.
  95. Levene, Ricardo (1992). Lecciones de historia argentina, Buenos Aires: Corregidor
  96. citada por Mann, Charles (2006). 1491; Madrid:Taurus, pag. 181
  97. García Icazbalceta, Joaquín "Colección de documentos para la historia de México" "Carta de Fray Domingo de Betanzos" 11 de septiembre de 1545. texto en la web Cervantes Virtual "..después que desta Nueva España se partieron, desde ocho meses a esta parte ha habido tan gran mortandad de indios, mayormente en México e en veinte leguas alderredor, que no se puede creer; pero por lo que diré podrán conjeturar todo lo demás. En Tascala mueren agora ordinariamente mill indios cada día, y aun dende arriba: y en Chulula día ovo de novecientos cuerpos, y lo ordinario es cuatrocientos, y quinientos, y seiscientos, y setecientos cada día. En Guaxocinco es lo mismo, que ya casi está asolada. En Tepeaca comienza agora, y así ha andado en derredor de México y dentro en él, y va cundiendo cada día adelante. Es cosa increíble la gente que es muerta, y muere cada día. En este nuestro pueblo de Tepetlaoztoc donde agora estoy, ya pasan harto de catorce mill los que son muertos. Esta carta podrán Vuestras Caridades mostrar .."
  98. En su recensión del libro de Kamen, José Manuel Rodríguez Pardo sostiene que Kamen se adscribe a la leyenda negra española: Rodríguez Pardo, J.M. «El "Imperio no unificado" de Henry Kamen: mito, absurdo y manipulación», El Catoblepas 22(24), 2003]
  99. a b c «Polémica alrededor de la conquista y colonización española, El Correo, 12 de octubre 2005». Archivado desde el original el 10 de mayo de 2007. 
  100. «Fue el siglo XVI una catástrofe demográfica para México? Una respuesta basada en la demografía histórica no cuantitativa, Robert McCaa, Cuadernos de Historia, n.º 15 (diciembre 1995), pp. 123-136». Consultado el 31 de marzo de 2017. 
  101. Citado en Mann, pag. 182-183
  102. Ver Mann, id, pags. 143-159
  103. Mann, id,. 143
  104. Cook, Noble David (2000). "Epidemias y dinámica demográfica". Historia general de América Latina. Tomo II. Madrid: Unesco/Trotta, pp. 301-318 (316). Edición de Frank Moya Pons y Franklin Pease.
  105. La conquista biológica: las enfermedades en el Nuevo Mundo, 1492-1650. Escrito por Noble David Cook. Pág. 67.
  106. Crosby, Alfred (1988). Imperialismo ecológico. Barcelona: Crítica, Grupo Editorial Grijalbo. p. 227. ISBN 8474233674. 
  107. Flores Silva, E. (2011). [revistas.una.ac.cr/index.php/geografica/article/viewFile/3144/3003 La población de América Latina desde los tiempos precolombinos hasta el año 2000.] |url= incorrecta (ayuda). Alianza Editorial. Consultado el 16 de septiembre de 2018. 
  108. Francis, 2005: 101
  109. Francis, 2005: 102
  110. «Indígenas-América del Norte: Genocidio, sí señor, por Marty Logan, Montreal, IPS, 9 de agosto de 2004». Archivado desde el original el 3 de julio de 2012. Consultado el 31 de marzo de 2017. 
  111. «Cumbre Continental de Pueblos y Organizaciones Indígenas, Mar del Plata, 2005». Consultado el 31 de marzo de 2017. 
  112. Galeano, Eduardo (1992). Cinco siglos de prohibición del arcoíris en el cielo americano
  113. «Oreste Carlos Cansanello, SECYT, Argentina». Archivado desde el original el 28 de septiembre de 2007. 
  114. Susana Reinoso (12 de octubre de 2005). «Controvertido artículo de Télam considera la conquista de América el mayor genocidio. Varios historiadores expresaron su asombro». La Nación. Consultado el 31 de marzo de 2017. 
  115. Mann, Charles (2006). 1491; Madrid:Taurus, pag. 136
  116. Dobyns, H. F. (1983). Their number become thined: Native American population dynamics in Eastern North America, Knoxville (Tenn.), University of Tennessee Press.
  117. Mann, Charles (2006). 1491; Madrid:Taurus, pag. 179-180
  118. Mann, Charles (2006). 1491; Madrid:Taurus, pag. 133
  119. Crosby, Alfred (1988). «Las enfermedades». Imperialismo ecológico. Barcelona: Crítica, Grupo Editorial Grijalbo. p. 224. ISBN 84-7423-367-4. «En su carrera al frente de los Conquistadores, pronto aparecería en Perú donde mataría a una gran proporción del súbditos del Inca, al propio Inca y al sucesor que había elegido. A ello siguió la guerra civil y el caos, momento en que llegó Francisco Pizarro ». 
  120. Maddison, Angus (2003). Development Centre Studies The World Economy Historical Statistics. París; Danvers: OECD Publishing, ISBN 978-92-64-10412-9. Cifras de Paul E. Lovejoy (2000) [1983]. Transformations in Slavery. Nueva York; Cambridge: CUP, pp. 19; 26; 47. ISBN 978-0-521-78430-6.
  121. a b Maddison, 2003: 115. Cifras de P.D. Curtin (1969). The Atlantic Slave Trade. Madison: University of Wisconsin, pp. 268.
  122. José Andrés-Gallego (2010). La esclavitud en la América española. Madrid: Encuentro. ISBN 978-84-9920-504-5.
  123. Angus Maddison (2007) [2001]. The world economy: a millennial perspective. Nueva Delhi: Academic Foundation, pp. 235. ISBN 978-81-7188-613-5.
  124. Maddison, 2003: 114
  125. Maddison, 2007: 232
  126. Sánchez, Luis Alberto (1978). Breve historia de América. Editorial Losada, pp. 75. Otro millón al norte del río Grande.
  127. a b Esther Jimeno, Juan Cevo, Florencio Magallón, Claudio Segura & Chester Zelaya (1983). Nuestro mundo actual. Una visión al mundo, América y Costa Rica. Universidad Estatal a Distancia, San José, Costa Rica, pp. 243, cifras de Rosenblat. ISBN 9977-64-001-7.
  128. a b c d e f Enrique Martínez Ruiz, Enrique Gímenez, José Antonio Armillas & Consuelo Maqueda (1992). La España Moderna. Madrid: Ediciones Istmo, pp. 536-537. ISBN 84-7090-277-6. Nueva Granada incluye Panamá y Quito, Bajo Perú incluye Alto Perú y Chile. Según Rosenblat entre 1700 y 1750 la población hispanoamericana creció de 13 a 16 millones.
  129. a b Manuel Lucena Giraldo (2006). A los cuatro vientos: Las ciudades de la América hispánica. Madrid: Marcial Pons Historia, pp. 198, nota 46. ISBN 84-96467-17-1. Basado en J. R. Fisher (1990). "Iberoamérica colonial". Historia de Iberamérica. Tomo II. Colección Historia Moderna, Madrid, pp. 619-621.
  130. John Lynch (2008) [1976]. Las revoluciones hispanoamericanas: 1808-1826. Barcelona: Editorial Ariel, pp. 42. Traducción de Javier Alfaya & Bárbara McShane. ISBN 978-84-344-5241-1: Francisco Morales Padrón (1962). Historia general de América. Tomo I. Buenos Aires: Espasa-Calpe, pp. 701. Según Humboldt había en las Indias españolas 20.000 soldados españoles, 127.000 milicianos locales y 30.000 sacerdotes.
  131. Bárbara Cifuentes (2002). Lenguas para un pasado, huellas de una nación: los estudios sobre lenguas indígenas de México en el siglo XIX. México: Plaza y Valdés, pp. 32. ISBN 978-970-722-094-2.
  132. Maddison, 2007: 193; 250
  133. Maddison, Angus. "La economía de Occidente y la del resto del mundo". Revista de Historia Económica. Año XXII, verano 2004; n. 2, pp. 259-336 (308).
  134. Rosario Márquez Macías (1995). La emigración española a América, 1765-1824. Oviedo: Universidad de Oviedo, pp. 64. ISBN 978-84-7468-856-6. Nueva Granada incluye Quito y Panamá, Río de la Plata incluye Alto Perú.
  135. Luis Guillermo Lumbreras & Manuel Burga (2001). Historia de América Andina. El sistema colonial tardío. Tomo III. Quito: Universidad Andina Simón Bolívar, pp. 160. ISBN 978-9978-80-661-6. Guatemala incluye Panamá, Nueva Granada a Quito, Río de la Plata a Chile.
  136. Manuel Lucena Salmoral (2005). Atlás histórico de Latinoamérica: desde la prehistoria al siglo XXI. Madrid: Síntesis, pp. 109. ISBN 978-84-9756-267-6. Entre las razones de tal variedad de estimaciones es la escasez y desconfianza que generan los padrones de la época, si las estimaciones incluyen territorios considerados de indios salvajes o las diferencias entre las fronteras actuales y de la época (que eran más encima poco claras y modificadas constantemente). Nueva Granada incluye Panamá pero no a Quito.
  137. Rodríguez Ordóñez, Jaime Edmundo (2005). La independencia de la América española. México: Fondo de Cultura Económica, pp. 34. ISBN 978-968-16-7556-1. También está Filipinas con una población de un millón de personas.
  138. Encina, Francisco Antonio (1957). Bolívar y la Independencia de la América española. El Imperio hispano hacia 1810 y la génesis de su emancipación. Tomo I. Santiago: Nascimiento, pp. 16. Guatemala incluye Panamá, Nueva Granada incluye Quito
  139. Encina, 1957: 16. Corrección de Encina a Humboldt, usando las mismas categorías territoriales.
  140. Clementino Pastor Miguelanez (2011). Cultura y Humanismo en la América colonial española. LibrosEnRed, pp. 145. ISBN 978-1-59754-621-8; Esteva Fabregat, Claudio (1995) [1988]. Mestizaje in Ibero-America. Tucson: University of Arizona Press, pp. 235. ISBN 978-0-8165-1219-5.
  141. José Canga Argüelles (1834). Diccionario de hacienda con aplicación a España. Tomo II. Madrid: Imprenta de Don Marcelino Calero y Portocarrero, pp. 415-416.
  142. Maddison, 2003: 121; 124; 125; 128
  143. Cesare Cantú (1857). Historia universal: Cronología, geografía, arqueología. Documentos. Tomo VII. Madrid: Imprenta de Gaspar y Roig, pp. 412
  144. a b c José Manuel Azcona Pastor y Jorge Chauca García (2022). «LA FALACIA DEL EXTERMINIO DE LA POBLACIÓN INDÍGENA EN HISPANOAMÉRICA (1492-1898)». Cuadernos de investigación histórica. 

Bibliografía editar

  • Denevan, William M. (1992). The Native population of the Americas in 1492. Madison: University of Wisconsin Press. ISBN 978-0-299-13434-1.

Enlaces externos editar