Creencia en la Tierra hueca

hipótesis que fluctúa entre la ficción científica y la exploración no verificable

La creencia en la Tierra hueca o creencia intraterrestre es una afirmación de que dentro del planeta Tierra hay otro mundo muy parecido a la superficie. Donde existen civilizaciones subterráneas de seres llamados «intraterrestres».

Dibujo transversal de la Tierra que muestra el "Mundo Interior" de Atvatabar, de la novela de ciencia ficción de 1892 de William R. Bradshaw La Diosa de Atvatabar.

Descripción de la creencia editar

Los defensores de esta creencia propugnan que existen dos aberturas, una en cada polo, que son custodiadas y mantenidas en secreto por algunos gobiernos del mundo, así como un sistema de galerías destinado a comunicar lugares distantes a través del subsuelo.

Otras versiones de la creencia afirman que en el interior de la Tierra flota un sol que da vida a una tierra interior y habitada sin noches, con clima tropical y gravedad de 6,7 g. Otras afirman que el movimiento de las placas tectónicas se debe a que la Tierra está aumentando de tamaño. En el centro de las aberturas de cada polo no habría gravedad y el mar se hundiría por una de ellas hasta salir por la otra, lo que serviría de ruta naval y migratoria hacia el interior. De modo afín a otras teorías de conspiración, se sostiene que este conocimiento está oculto debido a una gran conspiración en la que «están involucrados los dirigentes mundiales, la NASA, Google Earth» etc, que conocen perfectamente el tema, pero se han confabulado para ocultarlo.

Otro argumento común entre los creyentes es que la exploración del interior de la Tierra no ha sido significativa, ya que la máxima perforación, realizada en el Pozo Superprofundo Kola en Siberia, es de 12,3 km, el 0,1 % del diámetro terrestre.

Referencias literarias editar

El Nuevo Testamento editar

El escritor cristiano Pablo de Tarso escribió:

10 para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos y en la tierra, y debajo de la tierra;
11 y toda lengua confiese que Jesús, el Cristo, es el Señor, para gloria de Dios Padre.
Apóstol san Pablo, en Carta a los filipenses (2.10-11)[1]

El escritor cristiano Juan el Evangelista escribió:

Y ninguno, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro, ni aun mirarlo.
Apóstol san Juan, en Apocalipsis (5.3)

Sin embargo, hay que considerar que teológicamente, en la cultura judeocristiana la expresión "debajo de la tierra" hace referencia al lugar de los muertos o a la sepultura. Además, antiguamente, debido a la influencia griega, se creía que el infierno estaba ubicado en el interior de la Tierra.

Literatura de Julio Verne editar

Julio Verne es el autor más representativo con su novela Viaje al centro de la Tierra (1864). En este libro se cuentan las aventuras de unos personajes que siguen una ruta intraterrestre, atravesando desde Islandia hasta Sicilia, y encontrándose incluso con océanos subterráneos y criaturas prehistóricas.

En otra de sus novelas, Aventuras del Capitán Hatteras (1866), uno de los personajes, el doctor Clawbonny, enumera las creencias de la época ―entre las que incluye la de la Tierra hueca― para luego descartarlas.

Literatura de Edgar Allan Poe editar

La novela de Edgar Allan Poe, La narración de Arthur Gordon Pym (1833), relata cómo el héroe y su compañero tienen un terrorífico encuentro con seres del interior de la Tierra.

Literatura de H. P. Lovecraft editar

La sombra más allá del tiempo (1936) de H. P. Lovecraft describe una raza antigua y subterránea que dominó la Tierra hace 150 millones de años y que, desde entonces, en el refugio de la Tierra interior, ha inventado aviones y vehículos atómicos, y domina el viaje en el tiempo y la percepción extrasensorial.

Literatura de Edgar Rice Burroughs editar

En el corazón de la tierra (1914) de Edgar Rice Burroughs, primera novela de una serie de siete novelas de la saga de Pellucidar, que narra la existencia de un mundo subterráneo dominado por unos reptiles que someten a los humanos.

Literatura de Vladímir Óbruchev editar

El geólogo y paleontólogo Vladímir Óbruchev escribió en 1915 una novela titulada Plutonia, en la cual la tierra hueca poseía un sol interno y estaba habitado por especies prehistóricas y humanos primitivos. El interior estaba conectada a la superficie por una abertura en el Ártico. Esta novela tuvo gran impacto especialmente en la Unión Soviética.

Literatura de John Uri Lloyd editar

Etidorhpa, or, the end of the earth: the strange history of a mysterious being and the account of a remarkable journey (‘Etidorhpa,[2]​ o el final de la Tierra: la extraña historia de un ser misterioso y el relato de un extraordinario viaje’, 1895) ―de John Uri Lloyd (1849-1936)― relata un viaje al interior de la Tierra, mostrando varias especulaciones metafísicas. Trata sobre una visita casi fantasmal a un estudioso de lo oculto que viene a relatar su pasado como miembro de una logia a la que traicionó revelando sus secretos, teniendo como castigo un viaje al interior de la Tierra, abandonando su humanidad paulatinamente para ser depositario de conocimientos.[3][4]

Literatura de Roderick Gordon y Brian Williams editar

Estos dos escritores ingleses escribieron en 2000 una saga de libros juveniles de ciencia ficción (Tunnels). En esa saga se hace referencia a un mundo interior en el centro de la tierra, y a partir del tercer libro (free fall) tiene gran importancia en la historia.

Creencias y referencias místicas y culturales editar

Origen de los seres intraterrestres en civilizaciones antiguas editar

La escritora ocultista rusa Helena Blavatsky creó el mito de Agharta, un país subterráneo ―en cavernas y túneles en una Tierra hueca con un sol interno― con capital en Shambhala,[5]​ bajo el desierto de Gobi, donde vive el Rey del Mundo que controla el planeta entero desde hace siglos.

Origen en los habitantes de los continentes perdidos editar

El escritor Hwee-Yong Jang, en El Proyecto Gaia afirma que en el interior de la Tierra se encuentran los supervivientes de los continentes desaparecidos del océano Atlántico y del Pacífico ―como la Atlántida, Lemuria, Hiperbórea, etc.―, y que han formado una civilización mucho más desarrollada que la nuestra. También afirma que estos seres humanos se comunican con la superficie e incluso con seres de otros mundos mediante supuestas «puertas oceánicas» (como el Triángulo de las Bermudas) u otros lugares, como cimas de montañas o «lugares de poder» (Stonehenge o el Cabo de Finisterre).[cita requerida]

Origen extraterrestre editar

Existen asimismo varias creencias que ponen a estos seres intraterrestres como seres originalmente venidos de otros mundos (extraterrestres) mucho antes de la aparición del ser humano, y que habrían escogido estos túneles subterráneos como lugares para vivir. Es por ello que hay quienes indican que también deberían ser estudiados por la ufología.

Origen de la creencia editar

La creencia en la Tierra hueca fue creada posiblemente por Athanasius Kircher en 1665,[6]​ con su obra Mundus subterraneus, quo universae denique naturae divitiae, si bien se considera a uno de sus primeros promotores modernos al escritor italiano F. Amadeo Giannini, quien en 1958 publicó Physical Continuity of the Universe and Worlds Beyond the Poles: a Condensation[7]​ (‘La continuidad física del universo y los mundos más allá de los polos: un resumen’), en que afirmaba que en febrero de 1947, el aviador estadounidense Richard E. Byrd (1888-1957) había intentado ser el primer humano en llegar al polo norte. Según Giannini, Byrd primero vio un mamut lanudo vivo cerca del polo norte, a plena luz del sol. Después ingresó con su avión unas 2300 millas a través de una entrada hacia el centro de la Tierra. Allí tuvo un encuentro con un humanoide de otro mundo, que advirtió a la humanidad que buscaran la paz y no la guerra. Según Giannini, Richard E. Byrd había escrito todo esto en un diario secreto.

Errores de concepto según Giannini editar

Estas afirmaciones de Giannini contienen varias contradicciones:

  • En febrero de 1947, Richard Byrd no se encontraba en el polo norte, sino que estaba llevando a cabo la muy publicitada Operación Highjump en la Antártida, y por lo tanto, se encontraba en el punto más lejano posible del polo norte.
  • Otro problema es que en febrero en el Ártico es invierno y por lo tanto la luz del sol no llega al polo norte ―es noche cerrada durante seis meses, entre el 21 de septiembre y el 21 de marzo― por lo que habría sido imposible que Byrd viera algo, como un mamut lanudo, desde el aire.
  • El monólogo del humanoide que le dio consejos a la humanidad proviene directamente de la película Lost Horizon (1937).
  • En 1996 se descubrió el diario de Richard E. Byrd, donde se demostró que su vuelo sobre el polo norte ―que sucedió el 9 de mayo de 1926 (veinte años antes de lo que calculó el italiano Giannini)― había sido un engaño, que no había recorrido los 2189 km necesarios para ir y volver desde el polo norte sino 1750 km (el 80 % del trayecto), y salió a la luz la confesión del piloto de Byrd, que afirmó que Byrd le había ordenado que fuera y viniera varias veces para no alejarse demasiado de la isla de Spitsbergen (desde donde habían despegado, y adonde retornaron pasadas 15,5 horas).

Los creyentes en la Tierra hueca afirman que The Worlds Beyond the Poles (‘los mundos más allá de los polos’) fue escrito por un grupo secreto llamado The Controllers (‘los controladores’) para desacreditar las creencias en la Tierra hueca.[8]

Evidencias en contra de la creencia editar

Las creencias sobre la Tierra hueca están basadas en afirmaciones contrarias al conocimiento científico sobre la Tierra. Los estudios geológicos han podido determinar, gracias a los análisis de ondas sísmicas, que la Tierra está estructurada en capas formadas por roca fundida y otros elementos.[9]

Una de las grandes evidencias contraria a la creencia en la Tierra hueca es la existencia del campo magnético terrestre, ya que este solo puede ser producido si existe una masa formada por material que sea conductor eléctrico girando a gran velocidad en el interior de la Tierra.

Además de los estudios geológicos, también la teoría de la gravedad contradice dichas afirmaciones. Un objeto masivo, como cualquier planeta o estrella, tiende a agruparse gravitacionalmente, conformando cuerpos esféricos y compactos, hasta lograr el equilibrio hidrostático, pues una esfera sólida reduce al mínimo la energía potencial gravitatoria.[10]​ Una corteza en forma de cáscara no podría mantener dicho equilibrio hidrostático. En todo caso, la materia no sería capaz de mantenerse estructurada venciendo a la gravedad, sin colapsarse antes. En el espacio interno de una esfera hueca el campo gravitatorio es nulo y ningún cuerpo en su interior podría mantener una posición central, como un pequeño sol.[11]

Finalmente, no hay ninguna imagen o fotografía que indique que existan agujeros en alguno de los polos de la Tierra. Diversos satélites de órbita polar, como el climático MetOp-A, no han mostrado tal abertura.[12]​ Si bien hay estudios recientes de Wenbo Wu, y Jessica Irving comproban la existencia de una intríseca red de montañas en el centro de la Tierra. Se tratan de enormes montañas, entre 3 mil y 7 mil metros en una enorme área en el núcleo del planeta, con clima frío.

Referencias editar

  1. Filipenses 2:10-11
  2. La palabra "Etidorhpa", creada por Lloyd, es la palabra Aphrodite (Afrodita, la diosa del amor) escrita al revés.
  3. Lloyd, John Uri (1895): Etidorhpa, or, the end of the earth: the strange history of a mysterious being and the account of a remarkable journey, texto completo en línea, en inglés. Cincinnati (Estados Unidos): The Robert Clarke Company, sexta edición, 1896.
  4. Ficha bibliográfica del libro.
  5. Shambhala es un legendario sitio tibetano, cuya idea proviene de un mito genuino (no creado por los ocultistas europeos).
  6. Vida y obras en el centro de la Tierra, diario El País, 21 de enero de 2016.
  7. Giannini, F. Amadeo (1958): Physical Continuity of the Universe and Worlds Beyond the Poles: a Condensation.
    Giannini, F. Amadeo (1959): The Worlds Beyond the Poles. Nueva York: Vantage Press, 1959.
  8. En varios sitios web se aumentan las afirmaciones del libro de Giannini: le hacen afirmar que la Tierra interna no está en la oscuridad sino que tiene su propio sol, y que al final el avión de Byrd fue saludado por máquinas voladoras de un tipo que él nunca había visto antes. Le acompañaron a un lugar de aterrizaje seguro y fue saludado graciosamente por emisarios de Agartha. Después de descansar, él y su tripulación fueron llevados a conocer al rey y la reina de Agartha. Le dijeron que le habían permitido entrar en Agartha debido a su alta moral y su carácter ético. Continuaron diciendo que desde que Estados Unidos había cometido el atentado terrorista atómico sobre la población civil de Hiroshima y Nagasaki (en 1945), habían estado muy preocupados por su propia seguridad y supervivencia. Habían decidido que era el momento de hacer un mayor contacto con el mundo exterior para asegurarse que la humanidad no destruiría este planeta y a su civilización con él. A Byrd se le había permitido entrar para poder hacer contacto con alguien en quien confiaran. Para hacer corta una larga historia, cuando su visita terminó, el almirante Byrd y su tripulación fueron guiados en su avión de vuelta al mundo exterior, habiendo cambiado sus vidas para siempre.
  9. Tarbuck, E. J.; y Lutgens, F. K. (2005): Ciencias de la Tierra. Madrid: Pearson Educación, 8.ª edición, 2005. ISBN 84-205-4400-0.
  10. White, Frank M. (2008): «Pressure distribution in a fluid» (págs. 63-107), artículo en Fluid Mechanics. Nueva York: McGraw-Hill, 2008. ISBN 978-0-07-128645-9.
  11. Ingard, U., y Kraushaar, W. (1972): «Introducción al estudio de la mecánica, materia y ondas». Barcelona: Reverté, 1972, ISBN 8429140603, 9788429140606.
  12. "MetOp-A"