El primer mandamiento

mandamiento citado por Jesucristo en Mateo 22:35–40, Marcos 12:28–34 y Lucas 10:27

El gran mandamiento, también conocido como el Mayor mandamiento[1]​ es un nombre utilizado en el Nuevo Testamento para describir el primero de los dos mandamientos citados por Jesús en Mateo 22:35-40, Mark 12:28-34, y en respuesta a él en Lucas 10:27a.

Shema Israel ("¡Escucha, oh Israel!"), primera parte del pasaje del Antiguo Testamento en el que se basó Jesús cuando enseñó su Gran Mandamiento. Grabado en bronce de la Menorá de la Knesset en Israel.

La mayoría de las denominaciones cristianas consideran que estos dos mandamientos son el núcleo del correcto estilo de vida cristiano.[2]

Se deriva de Deuteronomio 6:4-5 Escucha, oh Israel: El Señor es nuestro Dios, sólo el Señor. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas y Levitico 19:18 No te vengarás ni guardarás rencor a nadie de tu pueblo, sino que amarás a tu prójimo como a ti mismo: Yo soy el Señor.

Textos bíblicos editar

Los fariseos, al oír que había hecho callar a los saduceos, se pusieron de acuerdo, y uno de ellos, doctor de la ley, le preguntó para tentarle: —Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley? Él le respondió: —Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente. Éste es el mayor y el primer mandamiento. El segundo es como éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas.[3]
Se acercó uno de los escribas, que había oído la discusión y, al ver lo bien que les había respondido, le preguntó: —¿Cuál es el primero de todos los mandamientos? Jesús respondió: —El primero es: Escucha, Israel, el Señor Dios nuestro es el único Señor; y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. El segundo es éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos. Y le dijo el escriba: —¡Bien, Maestro! Con verdad has dicho que Dios es uno solo y no hay otro fuera de Él; y amarle con todo el corazón y con toda la inteligencia y con toda la fuerza, y amar al prójimo como a sí mismo, vale más que todos los holocaustos y sacrificios. Viendo Jesús que le había respondido con sensatez, le dijo: —No estás lejos del Reino de Dios. Y ninguno se atrevía ya a hacerle preguntas.[4]
Entonces un doctor de la Ley se levantó y dijo para tentarle: —Maestro, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna? Él le contestó: —¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees tú? Y éste le respondió: —Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con toda tu mente, y a tu prójimo como a ti mismo. Y le dijo: —Has respondido bien: haz esto y vivirás.[5]

Referencias en el Antiguo Testamento editar

Levitico 19:18 editar

No te vengarás ni guardarás rencor a nadie de tu pueblo, sino que amarás a tu prójimo como a ti mismo: Yo soy el Señor.Levitico 19:18

Deuteronomio editar

Escucha, Israel: El Señor es nuestro Dios, sólo el Señor. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas.Deuteronomio 6:4-5

Interpretación de la Iglesia católica editar

La preocupación principal de los fariseos era cumplir todos y cada uno de los mandamientos de las leyes mosaicas y que eran 613. Jesús les responde y aprovecha para enseñar que «toda la Ley» se condensa en los dos mandatos del amor[6]​. La tradición evangélica es testigo de cómo Jesús vinculó el amor a Dios con el amor al prójimo. El relato de Mateo lo recoge de una manera singular: el escriba pregunta por «el mandamiento principal de la Ley», y Jesús contesta con un mandamiento que se traduce en dos, o aún mejor, con dos mandamientos que resultan ser uno solo; Jesús hace que quede claro que este mandamiento se distingue de los demás: «Ninguno de estos dos amores puede ser perfecto si le falta el otro, porque no se puede amar de verdad a Dios sin amar al prójimo, ni se puede amar al prójimo sin amar a Dios. (…) Sólo ésta es la verdadera y única prueba del amor de Dios, si procuramos estar solícitos del cuidado de nuestros hermanos y les ayudamos» [7]​ Sin embargo, lo más importante es amar a Dios, porque el amor al prójimo es consecuencia y efecto del amor a Dios y, cuando es amado el hombre, es amado Dios ya que el hombre es imagen de Dios[8]​. Respecto de la intensidad del amor a Dios escribía San Bernardo: «Tú me preguntas por qué razón y con qué método o medida debe ser amado Dios. Yo contesto: la razón para amar a Dios es Dios; el método y medida es amarle sin método ni medida» [9][10]

Marcos ha recogido las asechanzas de los «príncipes de los sacerdotes, los escribas y los ancianos y de los saduceos». Tras la contestación de Jesús al escriba, el evangelista indica nadie se atrevía a hacerle más preguntas. Sin embargo, la actitud sincera y bienintencionada del escriba es muy diferente de las de los otros grupos. Por eso Jesús le dedica tiempo en enseñarle y él, a su vez, reconoce la profundidad de la respuesta de Cristo. «El amor de Dios es lo primero que se manda, y el amor del prójimo lo primero que se debe practicar. (...) Tú, que todavía no ves a Dios, amando al prójimo te harás merecedor de verle a Él. El amor del prójimo limpia los ojos para ver a Dios, como dice claramente Juan: Si no amas al prójimo, a quien ves, ¿cómo vas a amar a Dios, a quien no ves?(cfr 1 Jn 4,20)» [11][12]

Ama al Señor tu Dios editar

Matthew Henry resume la cuestión de cuál es el gran mandamiento de la siguiente manera:

Es una cuestión disputada entre los críticos de la Ley. Algunos querían que la Ley de la Circuncisión fuera el gran mandamiento, otros el Ley del sábado, otros el Ley de los sacrificios, según les afectara a cada uno y gastaran su celo; ahora querían probar lo que Cristo decía a esta cuestión, esperando incensar al pueblo contra él, si no respondía de acuerdo con la opinión vulgar; y si magnificaba un mandamiento, reflexionarían sobre él como vilizando el resto.[13]

Adam Clarke, en su Comentario sobre la Biblia, escribió:

Este es el primer y gran mandamiento. Es "primero y más grande":
  1. En su antigüedad; siendo tan antiguo como el mundo, y grabado originalmente en nuestra propia naturaleza.
  2. Por su dignidad, ya que procede directa e inmediatamente de Dios y se refiere a él.
  3. En su excelencia, por ser el mandamiento de la nueva alianza y el espíritu mismo de la adopción divina.
  4. En su justicia, porque es el único que da a Dios lo que le corresponde, lo prefiere a todas las cosas y le asegura el rango que le corresponde en relación con ellas.
  5. En su suficiencia, porque es capaz de hacer a los hombres santos en esta vida y felices en la otra.
  6. En su fecundidad, porque es la raíz de todos los mandamientos y el cumplimiento de la ley.
  7. En su virtud y eficacia; porque sólo por ella reina Dios en el corazón de los hombres, y los hombres se unen a Dios.
  8. En su extensión; no dejando nada a la criatura, que no remita al Creador.
  9. En su necesidad; siendo absolutamente indispensable.
  10. En su duración, que debe continuar siempre en la tierra, y nunca se interrumpirá en el cielo.[14]

"Amarás al Señor tu Dios" se explica como "Actuar de tal manera que Dios sea amado por todas sus criaturas".[15]​ En consecuencia, los Israelitas, siendo como el pueblo sacerdotal, obligado como el Sacerdote Aarónico a santificar el nombre de Dios y evitar todo lo que tiende a profanarlo (Lev. xxii. 32), no sólo está obligado a dar su vida como testigo o mártir para el mantenimiento de la verdadera fe.[16]​ sino que se comportara en todos los sentidos para evitar que el nombre de Dios fuera deshonrado por los no israelitas.[17]

Dos veces al día el judío recita el Shema Yisrael, que contiene las palabras: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas (Deut. vi. 5). Se entiende que este versículo le ordena entregar voluntariamente la vida y la fortuna siempre que la causa de Dios lo exija, mientras que al mismo tiempo le insta a hacer que Dios sea amado por todas sus criaturas mediante actos de bondad, como hizo Abraham (Sifre, Deut. 32).[18]

Referencias editar

  1. Aunque la mayoría de las versiones inglesas de la Biblia utilizan la palabra "grande",, (del griego, feminino μεγάλη grande, grandioso) unas pocas versiones cambian la palabra por "mayor". Véase multi-version comparison of Matthew 22:36.
  2. CatholicityLDSGreatBibleStudy
  3. Facultad de Teología. Sagrada Biblia: Universidad de Navarra (Spanish Edition) (p. 2186). EUNSA Ediciones Universidad de Navarra.
  4. Facultad de Teología. Sagrada Biblia: Universidad de Navarra (Spanish Edition) (p. 2236). EUNSA Ediciones Universidad de Navarra.
  5. Facultad de Teología. Sagrada Biblia: Universidad de Navarra (Spanish Edition) (pp. 2281-2282). EUNSA Ediciones Universidad de Navarra.
  6. Deuteronomio(Dt 6,5);Levítico (Lv 19,18)
  7. San Beda Homiliae 2,22).
  8. Santo Tomás de Aquino, Sup. Ev. Matt. in loc
  9. San Bernardo De diligendo Deo 1,1
  10. Facultad de Teología. Comentarios a la Sagrada Biblia: Universidad de Navarra (Spanish Edition) (p. 7252). EUNSA Ediciones Universidad de Navarra.
  11. San Agustín, In Ioannis Evangelium 17,8
  12. Facultad de Teología. Comentarios a la Sagrada Biblia: Universidad de Navarra (Spanish Edition) (p. 7369). EUNSA Ediciones Universidad de Navarra.
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  14. Error en la cita: Etiqueta <ref> no válida; no se ha definido el contenido de las referencias llamadas AClarke
  15. Sifre, Deut. 32; Yoma 86a
  16. Isa. xliii. 12, μάρτυρες; and Pesik. 102b; Sifra, Emor, ix.
  17. «Ethics». Jewish Encyclopedia. Consultado el 28 de marzo de 2013. 
  18. «Judaism». Jewish Encyclopedia. Consultado el 28 de marzo de 2013.