Diferencia entre revisiones de «Alianza de Intelectuales Antifascistas»

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La Alianza realizó boletines y publicaciones. La primera, ''Milicia Popular'', salió a la luz el [[30 de septiembre]] de [[1936]]. Sin embargo la más importante fue ''[[El Mono Azul]]''. Las actividades fueron diversas y, a nivel internacional, la que mayor impacto causó fue el [[II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura]] que tuvo su sede central en Valencia, y celebró reuniones también en Madrid (en una [[Batalla de Madrid|ciudad casi sitiada]]) y [[Barcelona]], entre el 4 y el [[11 de julio]] de [[1937]]. En él participaron escritores como [[Pablo Neruda]], [[Nicolás Guillén]], [[Ernest Hemingway]], [[César Vallejo]], [[Raúl González Tuñón]], [[Octavio Paz]], [[André Malraux]] o [[Louis Aragon]].
[[Archivo:II Congreso internacional de escritores para la defensa de la cultura, 1937.jpg|miniatura|300px|''II Congreso internacional de escritores para la defensa de la cultura''.]]
El II Congreso de Escritores Antifascistas fue convocado por la "Asociación Internacional de Escritores en Defensa de la Cultura", AIEDC, fundada en el 1er. Congreso de 1935 realizado en París. Al contrario que éste, el II Congreso encontró en el silencio un filón de dos vertientes: escudo y espada; el primero callaba el asesinato en nombre de la unión frente al fascismo -en España misma, la confrontación entre el [[Partido Comunista de España|Partido Comunista]] y el [[Partido Obrero de Unificación Marxista]] había provocado en mayo una revuelta que causó alrededor de 500 muertos, más de 1,000 heridos y la desaparición, y posterior asesinato en agosto de 1937, de [[Andrés Nin]], dirigente de POUM, a la que siguió una depuración de anarquistas y trotskistas acusados de realizar actividades contrarrevolucionarias, evento que, al decir de Antonio Sánchez Barbudo, "aunque doloroso, no nos preocupó al principio demasiado",<ref>{{Cita publicación|url = |título = Recuerdos y reflexiones|apellidos = Sánchez Barbudo|nombre = Antonio|fecha = diciembre de 1987 - enero de 1988|publicación = México, Revista Vuelta, núms. 133-134|fechaacceso = |doi = |pmid = }}</ref> el segundo condenaba las voces que se pronunciaran contra la realidad del sueño, del futuro puesto en el territorio de la Unión Soviética, silencio que había encontrado, con amargura, un primer converso -el cisma Aragón-Bretón quizá había afectado menos dos años antes en el ánimo revolucionario del nuevo hombre-, donde se procuraría que encarnara la figura del traidor y de las veleidades de una conciencia pequeñoburguesa, individualista y egocéntrica: [[André Gide]].
 
Si José Bergamín, presidente de la Alianza de Intelectuales Antifascistas de España -[[Antonio Machado]] lo era en calidad de honorario-, había dicho en la sesión inaugural lo que había de comprenderse como compromiso del escritor, estableciendo "una preocupación primera: la de su comunicación o comunión humana. En ella radica su propio existir. Por ella tiene razón profunda y sentido vivo su trabajo. Esta comunión humana, esta comunicación verdadera, se hace, en el tiempo y por el tiempo, por la palabra",<ref>{{Cita libro|apellidos = Penalva|nombre = Gonzalo|enlaceautor = |título = Tras las huellas de un fantasma. Aproximación a la vida y obra de José Bergamín.|url = |fechaacceso = |año = 1985|editorial = Turner|isbn = |editor = |ubicación = Madrid|página = 140|idioma = |capítulo = }}</ref> unos días después le descubriría su otra cara, la de la expurgación.
 
Cuando André Gide se encontraba en Londres, en junio de 1936, para presidir la Conferencia Internacional de Escritores, fue informado del estado de gravedad en que se encontraba [[Máximo Gorki]], expositor de la teoría del realismo socialista, y decidió asistirlo en Rusia, pero apenas llegó para presenciar los funerales y pronunciar una oración fúnebre. La muerte del escritor ruso no disminuyó el entusiasmo de Gide por encontrarse en la región idílica del mundo, había que recorrerlo, respirar el aire que debía extenderse para darle vida a la nueva sociedad. La respiración, sin embargo, no resultó todo lo vital que hubiese querido. A su regreso a Francia escribió "Retour de l'URSS", memorias del viaje donde delataba, con gran escándalo de los comunistas, la excesiva personalización de los líderes, la persecución del trotskismo, la falta de libertad en el arte: "El arte que se somete a una ortodoxia está perdido, aún cuando ésta fuera la más sana de las doctrinas. Se hunde en el conformismo. Lo que la revolución triunfante debe y puede ofrecer al artista es ante todo la libertad", declara.
 
El pronunciamiento, venido de una persona con una alta integridad moral, provocó dos reacciones: la condena y la duda, pero, en un susurro quizá, nunca la adhesión declarada. La condena más violenta se desprendió de los grupos de extrema comunista y de los que profesaban una irrenunciable esperanza en la desviación de Gide, en la pureza de una sociedad que en su realidad hacía posible la concreción de un mundo más justo. La condena vino de los que, enterados de las atrocidades stalinistas, eran cómplices, y vino también de los que, guiados por un sueño, eran inocentes, en el mejor sentido de la palabra.
 
La duda y la confusión, consecuencias de la actitud de Gide, provinieron principalmente de los que eran llamados "compañeros de ruta", aquellos que sin comprometerse con la doctrina, participaban en su beneficio, aquellos que justificaban los acontecimientos y la unión frente al fascismo en nombre de una esperada, y pospuesta, libertad.
 
A los primeros contestó Gide con otro libro, "Retouches á mon retour de l'URSS", publicado en junio de 1937, y leído ya por algunos de los asistentes al II Congreso. En éste, Gide reafirma su fidelidad a la libertad por encima de cualquier partido, así lo contravenga, y su visión de una Rusia que ha traicionado las esperanzas de la revolución.
 
En los segundos la inquietud, al tiempo que se establecía oculta e inconfesada, perdía firmeza ante la pasión razonada de intelectuales respetados y admirados como [[Paul Nizan]], o como, por encima de todos, André Malraux.
 
La delegación rusa, cuya asistencia al Congreso había sido condicionada por [[Stalin]] a la exclusión de Gide, presionó para elaborar una declaración condenatoria firmada por todos los intelectuales, pero la propuesta no logró el consenso de la delegación francesa que, a través de Malraux, amenazó con abandonar el Congreso. En este ambiente, José Bergamín solicitó un voto de confianza para hablar antes que cualquier otra delegación: su intervención, apasionada y violenta, hizo inútil cualquier otra declaración general y, en cambio, se aprobó su propuesta de "silencio" sobre el caso Gide.<ref>{{Cita publicación|url = |título = La ideología poética de Octavio Paz|apellidos = Barrón Soto|nombre = Héctor Sx.|fecha = 1998|publicación = México: UNAM|fechaacceso = |doi = |pmid = }}</ref>    
 
== Referencias ==
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