Diferencia entre revisiones de «Rouben Mamoulian»

Contenido eliminado Contenido añadido
Línea 42:
Con su método tan personal en [[1931]] Mamoulian realizara una de las películas más representativas del cine del terror de la década de los 30: ''[[El hombre y el monstruo]]'' (''Dr. Jekyll and Mr. Hyde''). Para muchos, se trata de la versión más compleja y lograda jamás rodada sobre la celebérrima novela de [[Robert Louis Stevenson]], y la única cinta del género fantástico que ha sido galardonada con un [[Anexo:Premios Óscar de 1932|Óscar]] al mejor actor ([[Fredric March]]). Lo cierto es que la realización de Mamoulian en este film sobrepasa la mera puesta en imagen de la novela, y consigue dotar al film de una atmósfera nada convencional; por añadidura hizo una sobresaliente dirección de actores.
 
En definitiva, con este título Mamoulian se encaramó a los primeros puestos en cuanto a directores-estrella del Hollywood de los 30 (junto a Lubitsch, Cukor, Ford, Stevens o Wyler). Le siguen un buen puñado de películas en las que el director trabajará con lo más granado del firmamento artístico del momento: ''Las calles de la ciudad'' (1931) le da la oportunidad de asentar las bases del género de gangsteresgángster, controladores de la cerveza, este caso junto a unos jovencísimosjóvenes, pero ya consagrados, [[Gary Cooper]] y [[Sylvia Sidney]], con una trepidante acción. El musical ''[[Ámame esta noche]]'' (''Love Me Tonight'') ([[1932]]) le da pie a magnificar el merecido éxito de las operetas románticas filmadas con la pareja [[Jeanette MacDonald]] y [[Maurice Chevalier]].
 
En 1933, Mamoulian rueda una de las cimas del cine romántico de todos los tiempos: la épica ''[[La reina Cristina de Suecia]]'' (''Queen Christina''). En ella, la mítica actriz de origen sueco, [[Greta Garbo]], llega a un verdadero virtuosismo interpretativo en su exploración de la soledad íntima del personaje, dota de vida propia a una reina incomprendida por su corte y aquejada del deseo de ser libre sin dejar de ser fiel a sí misma. Pero las escenas más conmovedoras y recordadas del filme son las que la emparejan con el no menos mítico [[John Gilbert]], su amante durante años en la vida real, con el que ya deslumbró en el cine romántico mudo en ''El demonio y la carne'' ([[1926]], [[Clarence Brown]]). Ambos dan rienda suelta a la pasión de sus respectivos personajes, que escenifican a la perfección la experiencia amorosa en unas pocas escenas.