Diferencia entre revisiones de «Variaciones orbitales»

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La rotación de la Tierra alrededor de su propio eje y su traslación alrededor del Sol son perturbados a lo largo del tiempo por otros cuerpos astronómicos presentes en el Sistema Solar. Dichas variaciones son de una gran complejidad, pero unos pocos ciclos concretos dominan sobre otros.<ref>{{Cite thesis |degree=Master of Science |title=A Computational Study on the Evolution of the Dynamics of the Obliquity of the Earth |url=https://etd.ohiolink.edu/ap/10?6433295551748::NO:10:P10_ETD_SUBID:56397 |format=PDF |last=Girkin |first=Amy Negich |year=2005 |publisher=Miami University }}</ref>
 
La órbita terrestre varía desde un modelo casi circular a otro casi elíptico, de forma que su excentricidad cambia. Cuando la orbita es más elongada, hay más distancia entre la Tierra y el Sol, y el conjunto global de la radiación solar cambia en diferentes momentos del año. Además, la inclinación de la Tierra (su oblicuidad) cambia ligeramente. Una gran inclinación provoca estaciones más extremas a nivel climático. Finalmente, la dirección a la que apunta el eje de rotación terrestre también cambia con el tiempo (la denominada [[precesiónPrecesión equinoccialde los equinoccios]]) mientras la órbita elíptica alrededor del Sol gira a lo largo de tiempo. El efecto combinado de ambas da lugar a que la mayor o menor proximidad al Sol varíe durante las diferentes estaciones a lo largo del tiempo.
 
Milankovitch estudió los cambios en dichos movimientos de la Tierra, los cuales provocan alteraciones en la cantidad de radiación solar que llega a su superficie. Este fenómeno es conocido como [[forzamiento radiativo]]. Milankovitch hizo un énfasis especial en los cambios experimentados en los 65º norte debido a la gran cantidad de superficie terrestre emergida a esa latitud. Grandes masas de tierra continental cambian la temperatura más rápidamente que los océanos, debido a que en las grandes masas de agua el intercambio entre la superficie y las grandes profundidades líquidas retrasan el calentamiento o enfriamiento de la superficie, al margen de que la superficie terrestre tiene menos capacidad de calentamiento volumétrico que los océanos.