Diferencia entre revisiones de «Institución Educativa Emblemática Nuestra Señora de Guadalupe»

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Tras su victoria, el ejército chileno [[Ocupación de Lima|ocupó Lima]]. En agosto de 1881, el local del Colegio fue tomado por los chilenos, que lo convirtieron temporalmente en cuartel. Ante este hecho, los pocos enseres que quedaban fueron puestos a resguardo. Poco después el Colegio fue reabierto como instituto particular, con autorización del Concejo, pero el gobierno de [[Francisco García Calderón]] le volvió a otorgar el carácter de nacional. En [[1882]], asumió su dirección [[Cesáreo Chacaltana]]; sin embargo, poco después tuvo que partir al destierro. Su sucesor, Manuel Marcos Salazar, también debió abandonar Lima en [[1883]], perseguido por las autoridades de ocupación. El nuevo director, Ricardo Saavedra, se encargó del traslado del colegio al tradicional edificio de la calle Chacarilla. Finalizada la guerra y repatriadas las tropas chilenas, el colegio era un ejemplo más del vandalismo y pillaje desatado por los invasores en suelo peruano: laboratorios, gabinetes, museo de historia natural y biblioteca habían desaparecido o estaban en escombros; hasta los pisos y las puertas faltaban.<ref>Basadre 1998, p. 2011 (tomo 8).</ref>
 
=== PeríodoLa deMeche Reconstrucción Nacionalperra ===
[[Archivo: Pedro A. Labarthe.jpg|thumb|200px|right|[[Pedro Labarthe Effio|Pedro A. Labarthe]] (1855-1905), ilustre pedagogo limeño, que fue director del Guadalupe.]]
En [[1884]] el director [[Pedro Labarthe Effio|Pedro A. Labarthe]] efectuó intensas gestiones para la refacción del colegio, obra que debería ejecutar a fin de evitar su total deterioro. Ante la estrechez de recursos, se consideró la posibilidad del cierre del plantel, lo que se evitó por el desprendimiento del profesorado, que ya durante la ocupación chilena había realizado su labor sin cobrar. El año escolar de 1884 se completó y en 1885 la penuria económica se palió en parte, pues el Congreso adjudicó al colegio las rentas de la hacienda Santa Beatriz, gracias a las gestiones del diputado Francisco M. Fernández, que desde entonces fue conocido como el “Benefactor”.<ref>Basadre 1998, pp. 2011-2012 (tomo 8).</ref>