Diferencia entre revisiones de «Eustoquio Díaz Vélez»

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Tanto los patriotas rioplatenses como los realistas sabían que la posesión de Potosí y de su [[Cerro Rico]] eran indispensables para el éxito de la Revolución de Mayo. Las minas potosinas eran una fuente fenomenal de producción de [[plata]] y, ante la caída del comercio como consecuencia del proceso revolucionario, constituían la única fuente segura para lograr los recursos económicos que permitían el sostenimiento de los innumerables gastos para sostener una guerra contra España.<ref>López Mato, Omar. Historia Hoy. Los 300, la batalla de Vilcapugio. 29 de septiembre de 2018. https://www.historiahoy.com.ar/los-300-la-batalla-vilcapugio-n414.</ref>
 
Hacia mediados de mes, Díaz Vélez recibió de la vanguardia realista comandada por el coronel [[salteño]] [[Saturnino Castro]] —quien había sido tomado prisionero luego de la victoria patriota de la Batalla de Salta, y dejado en libertad bajo palabra de honor de no volver a tomar las armas en contra de la revolución— un reto caballeresco, desafiando con un escuadrón de cien dragones a toda su división en el campo que el mayor general eligiera. Díaz Vélez le contestó que no lo reconocía sino por un perjuro a la capitulación de Salta y que sería ahorcado si caía en su poder. En Jocalla, Castro atacó a Díaz Vélez con todo su destacamento pero fue rechazado por el mayor general.<ref>Instituto Nacional Belgraniano: Documentos para la historia del General Don Manuel Belgrano. Tomo VII. Primera edición. Ciudad Autónoma de Buenos Aires. 2015. Pág. 87/88. ISBN 978-987-45699-2-9.</ref>
 
Díaz Vélez volvió al cuartel general patriota en Macha, trayendo 500 hombres. El general de Belgrano reunió a sus oficiales superiores para seguir el plan de acción. Díaz Vélez encabezó la opinión de la mayoría de los oficiales de retirarse a Potosí antes de arriesgar nuevamente a las huestes revolucionarias ya que sostenía que se debía esperar en ese punto a los cañones que les serían remitidos desde Salta debido a la inferioridad numérica de la artillería patriota de la que buena había quedado en Vilcapugio y solamente contaba con ocho malas y pequeñas piezas.