Diferencia entre revisiones de «Alejandro Lerroux»
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Su pacto de gobierno con la CEDA se encontró con la frontal oposición de los partidos y sindicatos de izquierda, que llegaron a convocar una [[Revolución de octubre de 1934|Huelga revolucionaria]] a comienzos de octubre de 1934. A pesar de que la huelga fracasó en la mayor parte de España, sí obtuvo un importante apoyo en Asturias, donde los mineros y consejos obreros rápidamente se hicieron con el control. El balance de víctimas fue de unos 1100 muertos y 2000 heridos entre los insurrectos, y unos 300 muertos entre las fuerzas de seguridad y el ejército.<ref>Julián Casanova (2007). ''Vol. 8 de la Historia de España. República y Guerra Civil'', Barcelona: Crítica/Marcial Pons, pág. 133</ref> También hubo de hacer frente a la fallida [[proclamación del Estado Catalán en octubre de 1934|proclamación del Estado Catalán]]. La sangrienta represión del movimiento revolucionario y, especialmente, de la «[[Revolución de Asturias]]», le generaron un profundo rechazo desde numerosos sectores de la sociedad española. Otro motivo de rechazo fue el proceso político que se organizó contra [[Manuel Azaña]], al que se acusó de haber participado en el movimiento huelguístico mientras se hallaba en Barcelona para asistir al funeral de [[Jaime Carner]]. El propio Lerroux fue uno de los políticos que más vehementemente acusó a Azaña de su participación en los hechos revolucionarios, llegando a declarar falsamente que le habían intervenido importantes documentos que lo relacionaban con los hechos revolucionarios.<ref>Santos Juliá (1990). ''Manuel Azaña, una biografía política. Del Ateneo al Palacio Nacional'', Madrid: Alianza Editorial, pp. 365–373</ref>
Por otro lado, sus gobiernos de coalición con la CEDA se mostraron políticamente impotentes y no emprendieron ninguna reforma de cierto calado, sin tener tampoco un programa político que pudieran desarrollar. Se hicieron algunas tímidas reformas en materia agraria, mientras en el Ejército se promocionó a militares de tendencias derechistas y claramente anti-republicanos.{{Sfn|Gil Pecharromán|1997|p=146}} Su política tampoco contó con el respaldo del Presidente de la República, [[Niceto Alcalá Zamora]]. En una ocasión, por ejemplo, se negó a firmar y dar el visto bueno al nombramiento del comisario [[Santiago Martín Báguenas]] —un reconocido derechista y antirrepublicano— como [[Director General de Seguridad]].{{Sfn|Tuñón de Lara|2000|pp=469-470}}
Al mes siguiente estalló otro escándalo, el llamado [[Asunto Nombela|caso Nombela]] que deterioró definitivamente la imagen de los radicales y dio al traste con su alianza con la CEDA de Gil Robles y Lerroux salió del gobierno.<ref>Hugh Thomas (2003). ''The Spanish Civil War'', Penguin Books: London, pág.140</ref> El Partido Radical nunca se recuperó.{{Sfn|Gil Pecharromán|1997|p=84}}
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