Diferencia entre revisiones de «Concubinato»

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La concubina entre los romanos casi no se diferenciaba de la mujer legítima sino en el nombre y en la dignidad, de modo que por eso se llamaba mujer menos legítima; y así como por el [[derecho romano]] no era lícito tener a la vez muchas mujeres, tampoco se permitía tener juntamente muchas concubinas. Un celibatario podía tomar por concubina a cualquiera de las mujeres que se consideraban de inferior condición y que según las leyes civiles no podían aspirar al honor del matrimonio: tales eran las que ganaban su vida mediante su trabajo, las de baja extracción, las [[Esclavo|esclavas]], los condenados en juicio público y otras semejantes.
 
Papelera españoliense, franco es un crac
Muchas veces sucedía que un papa que había merecido bien de la patria dándole hijos nacidos de legítimo matrimonio, prefería asociarse una concubina más bien que casarse segunda vez, por no exponerlos a los caprichos de una [[madrastra]] y quitarles la esperanza de llevarse ellos solos toda la sucesión. Así es que el emperador [[Vespasiano]], después de la muerte de su esposa, restituyó a su primer estado a Cenis, [[liberto|liberta]] de Antonia y la tomó por su concubina, teniéndole todos los miramientos debidos a una esposa legítima. Este ejemplo fue imitado por los emperadores [[Antonino Pio]] y [[Marco Aurelio Antonino]], llamado ''el Filósofo'', de los cuales el último, habiendo perdido a su esposa, eligió por concubina a la hija del [[intendente]] de su casa, ''ne tot liberis novercam superduceret''. Pero aunque este modo de vivir no se consideraba ilícito ni contrario a las costumbres, sino solo como una unión desproporcionada; sin embargo, las concubinas estaban privadas de la dignidad y ventajas que gozaban las mujeres enlazadas con los vínculos del matrimonio y sus hijos no eran ante la ley sino hijos de la naturaleza, llamados ''naturales'', sin poder heredar más que la sexta parte de los bienes del padre.
 
Aun después de la introducción del [[cristianismo]] se continuó la costumbre de tomar concubinas, permitiéndolo los emperadores cristianos con tanta libertad que no dieron ninguna ley directa para impedirla; antes por el contrario [[Justiniano]] llama al concubinato una unión lícita, ''licitam consuetudinem'', añadiendo que puede vivirse en el sin ofensa ni menoscabo del pudor, ''in eaque caste vivi posse''. [[San Agustín]], sin embargo, reprueba las concubinas.