Diferencia entre revisiones de «Gonzalo Fernández de Córdoba»

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La combinación de las operaciones de combate permitió a Gonzalo Fernández de Córdoba, en el transcurso de las guerras de Italia, introducir varias reformas sucesivas en el ejército español, que desembocaron en el [[Tercio]]. La primera reorganización fue en 1503. Gonzalo creó la división con dos [[coronelía]]s de 6000 infantes cada una, 800 hombres de armas, 800 caballos ligeros y 22 [[cañón (arma)|cañones]]. El general tenía en sus manos todos los medios para llevar el combate hasta la decisión. Gonzalo de Córdoba dio el predominio a la [[infantería]], que es capaz de maniobrar en toda clase de terrenos. Dobló la proporción de [[Arcabuz|arcabuceros]], uno por cada cinco infantes, y armó con [[espada]]s cortas y [[lanza]]s arrojadizas a dos infantes de cada cinco, encargados de deslizarse entre las largas [[pica (arma)|picas]] de los [[batallón|batallones]] de esguízaros suizos y [[lansquenete]]s y herir al adversario en el vientre.
 
EnDio su propuesta táctica,a la caballería servíaun papel más importante para enfrentarse a un enemigo «roto» (persecución u hostigamiento) que para «romperlo» quitándole el papel de reina de las batallas que había tenido hasta entonces.<ref>Guerrero, Juan Antonio. Revista Muy Historia. Guerreros de todos los tiempos (2012) p.45</ref> Sustituyó la guerra de choque medieval por la táctica de defensa-ataque dando preferencia a la infantería sobre todas las armas.
 
Puso en práctica, además, un escalonamiento en profundidad, en tres [[línea (ejército)#En estrategia|líneas]] sucesivas, para tener una reserva y una posibilidad suplementaria de maniobra. Gonzalo Fernández de Córdoba facilitó el paso de la columna de viaje al [[Orden (ejército)#Orden de combate|orden de combate]] fraccionando los batallones en compañías, cada una de las cuales se colocaba a la altura y a la derecha de la que le precedía, con lo que se lograba fácilmente la [[formación militar|formación]] de combate. Adiestró a sus hombres mediante una disciplina rigurosa y formó su moral despertando en ellos el orgullo de cuerpo, la dignidad personal, el sentido del honor nacional y el interés religioso. Hizo de la infantería española aquel ejército formidable del que decían los franceses después de haber luchado contra él, que «no habían combatido con hombres sino con diablos».