Diferencia entre revisiones de «Revolución de 1934»

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{{cita|Nosotros fuimos a una revolución y el poder cayó en manos de los republicanos y hoy hay en el poder un Gobierno republicano y ya destruye lo que hicimos nosotros}}
 
Pero para que la vía insurreccional fuera "legítima", según los socialistas, debía mediar una "provocación reaccionaria", que enseguida relacionaron con la entrada de la CEDA en el gobierno.<ref name=jl104>Santos Juliá (1999), p. 104</ref> Así pues, "los socialistas no pretendían con sus anuncios de revolución defender la legalidad republicana contra un ataque de la CEDA, sino responder a una supuesta provocación con objeto de avanzar hacia el socialismo. En parte por ese motivo y en parte porque nunca creyeron que el presidente de la República y el propio Partido Radical permitieran el acceso de la CEDA al gobierno, se comprometieron solemnemente, desde las Cortes y desde la prensa, a que en el caso de que éste se produjera, desencadenarían una revolución. Esa decisión se vio reforzada por el activismo de las juventudes socialistas y por los acontecimientos de febrero de 1934 en Austria, cuando el canciller socialcristiano [el equivalente de la CEDA española] [[Dollfuss]] aplastó una rebelión socialista bombardeando los barrios obreros de Viena, acontecimientos interpretados por los socialistas españoles como una advertencia de lo que podía esperarles en caso de que la CEDA llegara al gobierno".<ref>Santos Juliá (1999), pp. 104-105</ref> Otros hechos que también influyeron en la radicalización socialista fueron la subida de [[Adolf Hitler|Hitler]] al poder en Alemania en enero de 1933, la aparición de la violencia fascista de [[Falange Española]] (en enero de 1934 se produjo un asalto en el que varios estudiantes fueron agredidos a los locales en Madrid de la izquierdista [[Federación Universitaria Escolar]], FUE, por una milicia falangista al mando de [[Matías Montero]], que sería asesinado el 9 de febrero; el asesinato de la socialista [[Juanita Rico]] en julio por pistoleros falangistas), y la agresividad verbal de Gil Robles con continuas declaraciones contra la democracia y a favor del “concepto totalitario del Estado” y las demostraciones fascistas de las juventudes de la CEDA (las [[Juventudes de Acción Popular]], JAP).<ref>Julián Casanova (2007), pp. 135-136</ref>
 
Al menos al principio, la huelga general revolucionaria proyectada por los socialistas también era una forma de "defensa de la ‘''legitimidad''’ republicana frente a la ‘''legalidad''’ detentada por el Gabinete radical-cedista [cuando éste se formara], de insurrección defensiva destinada tanto a proteger a las masas trabajadoras del fascismo como a corregir el rumbo de la República burguesa hacia la orientación revolucionaria a la que nunca había renunciado el movimiento obrero español".<ref name=gil92>Julio Gil Pecharromán (1997), p. 92</ref> Sin embargo, al abandonar la “vía parlamentaria”, “los socialistas demostraron idéntico repudio del sistema institucional representativo que habían practicado los anarquistas en los años anteriores”.<ref>Julián Casanova (2007), p. 135</ref>