Diferencia entre revisiones de «Asedio del Alcázar de Toledo»

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=== Toledo ===
Durante el 19 y el 20 de julio, el [[Ministerio de Defensa de España|Ministerio de Guerra]] del [[Segunda República Española|Gobierno republicano]] hizo varios intentos para obtener munición en la [[Fábrica de Armas de Toledo]]; ante cada requerimiento el coronel [[José Moscardó]] Ituarte, Comandante Militar local y directorDirector de la [[AcademiaEscuela Militar de InfanteríaGimnasia dey Toledo|Academiaoficial más caracterizado de Infantería]]la plaza, rehusaba la entrega. Finalmente se sublevó el martes 21 de julio y proclamó el estado de guerra controlando rápidamente la ciudad. Al día siguiente una columna leal procedente de Madrid al mando del [[general Riquelme]] llegó a Toledo y obligó a los militares sublevados a encerrarse en el edificio del [[Alcázar de Toledo]], sede de la Academia de Infantería.
 
== Fuerzas enfrentadas ==
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Coronel Moscardó: Puede ahorrarse el plazo que me ha dado y fusilar a mi hijo, el Alcázar no se rendirá jamás.}}
 
Las fuentes del [[bando sublevado]] (confirmadas por numerosos testimonios) tienen un tono heroico, lacónico, patriótico y religioso al hablar del contenido de la conversación (posteriormente se le llegó a comparar con [[Guzmán el Bueno]]). La amenaza de matar a Luis Moscardó no se materializó de momento sino que fue enviado a la Prisión Provincial (acusado al parecer de ser hijo del coronel Moscardó) pero un mes después de estos hechos, tras un bombardeo aéreo, los milicianos asaltaron la prisión, lo incluyeron en una [[Sacas de presos|''saca'']] de, al menos, cuarentasesenta prisionerospresos `politicos y religiosos y fue ejecutadofusilado con ellos.<ref>[[Alberto Reig Tapia|Reig Tapia, Alberto]]. ''[http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=27503 El asedio del Alcázar. Mito y símbolo político del franquismo]''. [[Dialnet]]. p. 21.</ref> Por otra parte, el presidente de la Diputación hizo todo lo posible por proteger a la esposa y al hijo menor de Moscardó, Carmelo, durante los meses del Toledo revolucionario.<ref>José María Ruiz Alonso, ''La guerra civil en la provincia de Toledo. Utopía, conflicto y poder an el sur del Tajo (1936-39)'', Añil, Ciudad Real 2004, ISBN 84-932833-5-5</ref>
 
Los historiadores [[Herbert Southworth]]<ref name="Southworth">Southworth, Herbert R., ''El mito de la Cruzada de Franco'', [[Plaza & Janés]] Editores, Barcelona, pp. 92-120. Referenciado en ''Luchando por Franco'', página 74.</ref> e [[Isabelo Herreros]]<ref name="Herreros">[[Isabelo Herreros|Herreros, Isabelo]], ''Mitología de la cruz de Franco. El Alcázar de Toledo'', Vosa, Madrid, 1995. Referenciado en ''Luchando por Franco'', página 74.</ref> dudan de la versión ''oficial'' sobre la conversación y el fusilamiento, y añaden como datos nuevos que Luis Moscardó tenía tendencias liberales y que su entrada en el registro del cementerio de Toledo tuvo carácter retroactivo (Herreros dice que fue en abril de 1956 cuando su cuerpo se trasladó a la cripta del Alcázar junto a la de su padre recientemente fallecido). Después de la aparición de ambos libros se publicó la obra de [[Alfonso Bullón de Mendoza]] y [[Luis Eugenio Togores]] ''El Alcázar de Toledo: final de una polémica''<ref>{{cita libro|apellidos=Bullón de Mendoza y Gómez de Valugera y Togores Sánchez|nombre=Alfonso y Luis|título=El Alcázar de Toledo: final de una polémica|año=1997|editorial=Actas|ubicación=Madrid}}</ref> en la que, sobre la base de una exhaustiva investigación bibliográfica y numerosa documentación inédita, entre la que cabe destacar las cartas escritas por Moscardó a su mujer a lo largo del sitio, y su diario personal, queda claro que Moscardó habló con un solo interlocutor y que éste le amenazó con fusilar a su hijo si no rendía el Alcázar. Hay que señalar que ya muchos años antes, en su libro ''The Yoke and the Arrows'',<ref>{{cita libro|apellidos=MATTHEWS|nombre=Herbert L.|título=The Yoke and the Arrows|año=1957|editorial=George Braziller|ubicación=Nueva York}}</ref> el periodista norteamericano Herbert L. Matthews había dudado de la versión tradicional de la defensa del alcázar y la conversación de Moscardó con su hijo, pero que se retractó públicamente tras la publicación de la documentada obra que en respuesta publicó el también periodista Manuel Aznar.<ref>{{cita libro |apellidos=Aznar |nombre=Manuel |título=El Alcázar no se rinde. Réplica a unas páginas del libro titulado "El Yugo y las Flechas" del escritor norteamericano Herbert. L. Matthews|año=1957|ubicación=Madrid}}</ref>
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El 24 de julio los sitiados realizaron una salida para conseguir alimentos. Posiblemente bajo la influencia de las amenazas efectuadas contra Luis Moscardó efectivos de la guardia civil asesinaron al teniente de alcalde del Ayuntamiento de Toledo, el exdiputado, periodista y líder histórico de la [[Unión General de Trabajadores (España)|UGT]]-[[Partido Socialista Obrero Español|PSOE]] [[Domingo Alonso Jimeno]], que se resistió a sus captores y fue muerto en plena calle, cerca de su vivienda de la calle de la Sierpe, mientras veía cómo arrastraban a su mujer y a su hija al alcázar. Tales detenciones no fueron del agrado del coronel Moscardó, tal y como dejó escrito en una de las cartas a su mujer: "Ayer en una salida que se intentó hacer para requisar víveres, la Guardia Civil tuvo la malhadada ocurrencia de detener a la familia del Concejal Domingo Alonso y traerlos detenidos en rehenes. Me desagradó hasta el extremo, pues creerán que la salida fue únicamente para cogerlos como garantía y yo no soy capaz de hacer eso, es más, me repugna y de buena gana los soltaba; aquí están bien cuidados y atendidos en lo que cabe, por lo menos igual que las familias de los Guardias."<ref>{{cita libro|apellidos=Bullón de Mendoza y Togores|título=El Alcázar de Toledo: final de una polémica|páginas=108}}</ref>
 
En las ''Cartas a su mujer'', el coronel Moscardó confiesa pasar por varios episodios depresivos, que él llama «blandura»; varias veces confiesa a su esposa que no se suicidará, y surgen por doquier reflexiones religiosas, pues la rutina diaria de las familias católicas no se alteró durante el asedio en el interior de la fortaleza. La capacidad de mando de Moscardó, unánimemente refrendada por sus apologistas, es puesta en duda por algunos historiadores,<ref>Hugh Thomas, ''La guerra civil española'', 1979, vol. 2, p. 179; Gabriel Cardona, ''Franco y sus generales. La manicura del tigre'', 2001, pág. 30.</ref> que sostienen que el verdadero artífice de la defensa del alcázar fue el teniente coronel de la Guardia Civil [[Pedro Romero Basart]]. Sin embargo, ninguno de los diarios publicados (algunos muchos años después de la muerte de Moscardó) por quienes participaron en la defensa del alcázar, es decir, por quienes fueron testigos presenciales y protagonistas de los hechos, pone en duda el papel de liderazgo que jugó en la defensa.
 
El 25 de julio, ante la imposibilidad de comunicarse por radio por falta de electricidad, el capitán Luis Alba Navas salió del alcázar con la intención de enlazar con las tropas del general Mola y hacerles ver que la rendición del Alcázar difundida por [[PRISA Radio|Unión Radio]] de [[Madrid]] ese día era completamente falsa. Para pasar inadvertido se vistió con un mono azul de miliciano. En las proximidades de [[Torrijos]] fue reconocido por un antiguo soldado que había estado a sus órdenes; lo apresaron y fue ejecutadofusilado cerca de [[Burujón]].
 
A Riquelme le sucede en el mando de la plaza el teniente coronel de infantería Francisco del Rosal, y a éste el comandante Ulibarri a finales de julio. El gobierno de la República trasladó a Toledo piezas de artillería de gran calibre. Se confiaba entonces en un pronto desenlace, pues la situación en el Alcázar era dramática: los alimentos escaseaban, el agua estaba racionada y la moral estaba muy baja. Se producían suicidios y deserciones (en la segunda semana de agosto ya habían huido de la fortaleza 23 personas para unirse a las filas republicanas). La moral se intentaba mantener con la publicación de un periódico [[Mimeógrafo|mimeografiado]], ''[[El Alcázar (España)|El Alcázar]]'', a cargo del dirigente del [[Partido Republicano Radical|Partido Radical]] Amadeo Roig.
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[[Archivo:Кольцов Осада Алькасара ппк Барсело ранен 11сент26 1936.JPG|thumb|El comandante republicano [[Luis Barceló Jover]], herido durante los combates.]]
 
El 14 de agosto, los republicanos cambiaron de táctica después de constatar que las defensas de la zona norte del alcázar habían sido notablemente reducidas. Durante las cinco semanas siguientes, los republicanos atacaron once veces la casa del Gobierno Militar, pero fueron repelidos en cada uno de ellos. Si hubieran capturado la casa del gobernador militar, habrían podido ubicar en masa a un gran número de tropas a sólo 40 metros del alcázar. No obstante, la mayoría de los milicianos carecía de instrucción militar y desperdiciaban municiones disparando vanamente [[fusil]]es y artillería ligera contra los gruesos muros del alcázar. En tanto el alcázar era una fortaleza excavada en roca, un ataque terrestre eficaz debía basarse en la [[artillería]] pesada y en explosivos, pero los milicianos carecían de tales armas así comotambién de líderes militares que les dirigieran en su uso.
 
El 20 de agosto el comandante [[Víctor Martínez Simancas]] funda el cuadernillo de noticias del alcázar, que ayudaba a mantener la moral y el espíritu de combate de los encerrados tras los muros de la fortaleza y que posteriormente se convertirá en el diario de tirada nacional ''El Alcázar''.<ref>[http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/abc/1952/10/02/005.html «Reconocimiento y homenaje al General Víctor Martínez Simancas como fundador del diario ''El Alcázar'' en el asedio de dicha fortaleza-Academia.» 2 de octubre de 1952.] ''ABC''. </ref> Dicha hoja informativa, embrión del diario ''El Alcázar'', elaborada por los asediados como hoja informativa diaria en la que recogían con precisión quirúrgica los hechos acaecidos, aderezados de diversos comentarios, informaciones y consignas, fue vital para mantener alta la moral y la buena organización en el interior de la fortaleza.<ref>{{Cita web |url=http://elmiradero.es/post/17486525095/asedio-al-alcazar-20-de-agosto-de-1936 |título=Copia archivada |fechaacceso=11 de julio de 2012 |urlarchivo=https://web.archive.org/web/20180930193344/http://elmiradero.es/post/17486525095/asedio-al-alcazar-20-de-agosto-de-1936 |fechaarchivo=30 de septiembre de 2018 }}</ref>
 
El 9 de septiembre, un enviado de los republicanos, el [[Vicente Rojo Lluch|comandante Vicente Rojo,]] entró en el alcázar para hablar con el coronel Moscardó, a quien conocía personalmente, acerca de una posible rendición. El coronel la rechazó, pero pidió un [[sacerdote]] para [[Bautismo|bautizar]] a dos niños recién nacidos durante el asedio y también para decir una [[misa]].
 
Vázquez Camarasa, canónigo magistral de Madrid con ideas izquierdistas, entró en el alcázar la mañana del 11 de septiembre y confesó a los sitiados. Esa tarde, Rojo habló con Moscardó acerca de una posible evacuación de las mujeres y los niños. Las mujeres unánimemente contestaron que no querían rendirse y que estaban dispuestas a empuñar las armas para defender el Alcázar.<ref>Moss, Geoffrey. ''El asedio del Alcázar'', Nueva York, A. A. Knopf, 1937, p. 203.</ref> Camarasa murió exiliado en [[Burdeos]], [[Francia]], en 1946.
 
El [[embajador]] [[chile]]no en España, Aurelio Núñez Morgado, habiendo oído que los anteriores intentos de rendición habían resultado fallidos, fue el 13 de septiembre a intentar la rendición del Alcázar. El coronel Moscardó envió a su ayudaayudante de campo para saludar al embajador por un altavoz y para decirle que le prestarían atención sólo si el mensaje se cursaba «a través del Gobierno Nacional de Burgos». A partir de ese momento ya no hubo diálogo.<ref>Núñez Morgado, Aurelio. ''Los sucesos de España vistos por un diplomático,'' Buenos Aires, 1941, págs. 214-221, para el relato del embajador; ''The red domination in Spain'', Madrid 1946, págs. 325-337, para el relato de Moscardó. Citados por Gabriel Jackson, ''La República Española y la guerra civil'', RBA, Barcelona 2005, pág. 245, ISBN 84-473-3633-6.</ref>
 
=== 18 de septiembre de 1936 ===
Desde el 16 de agosto, los republicanos habían estado cavando dos [[mina terrestre|minas]] en la parte sudoeste del alcázar, a cargo de mineros porcedentes de Asturias. La mañana del 18 de septiembre, las minas fueron detonadas por orden de [[Francisco Largo Caballero]],<ref>Moss, ''op.cit.,'' p. 217.</ref> quien presenció la voladura desde un observatorio, junto a otras autoridades del Frente Polpular, destruyendo completamente la torre sudoeste del edificio y, matando a los dos defensores que se encontraban en ella y no causando nigún daño entre los civiles refugiados.
 
Aproximadamente 10 minutos después de la explosión, los republicanosmilicianos lanzaron cuatro ataques contra el alcázar con la ayuda de carros blindados y [[tanque]]s. El ataque fracasó a causa de la enconada resistencia de los defensores, pero los republicanosrepuiblicanos respondieron con continuos bombardeos de artillería durante la noche y durante todo el día siguiente. Además, los escombros de la torre sudoeste fueron en realidad un obstáculo para los atacantes, pues sirvieron como buen parapeto para que los sitiados se escondieran hábilmente entre las ruinas e hicieran fuego desde ellas.
 
=== 19 de septiembre-26 de septiembre de 1936 ===
[[Archivo:LargoCaballeroAlcazar.jpg|thumb|Francisco Largo Caballero visita el asedio del Alcázar, acompañado de oficiales y milicianos.]]
 
El bombardeo de los edificios periféricos dio buen resultado pues la comunicación entre ellos y el alcázar llegó a ser imposible. La [[retirada]] de los edificios fue ordenada la noche del 21 de septiembre, la guarnición fue utilizada para defender lo que quedaba del alcázar. Los republicanos atacaron los edificios periféricos la mañana del 22 de septiembre, pero el progreso fue muy lento porque desconocían que los edificios habían sido abandonados. Ese mismo día, tropas sublevadas del Ejercito del Sur llegaban a seis kilómetros al suroeste de Toledo, lo cual motivó que las [[milicia]]s republicanas se esforzaran en tomar el Alcázar lo antes posible.
 
A las 5 de la mañana del [[23 de septiembre]], los republicanos asaltaron las brechas del norte del alcázar y sorprendieron a los defensores lanzando granadas y [[dinamita]]. Los sublevados fueron forzados a retirarse al patio del alcázar pero contraatacaron para hacer retroceder el asalto. Un nuevo asalto al alcázar se intentó por la mañana; esta vez un tanque condujo la carga. 45 minutos después de que los soldados republicanos hubiesen atacado las brechas el ataque se había paralizado.
 
El día 24 de septiembre las tropas rebeldes al mando del [[general Varela]] estaban ya en los suburbios de Toledo y las milicias de la Repúblicafrentepopulistas debieron enfrentar sucesivamente a estos refuerzos del [[bando sublevado]] junto a los rebeldes dentro del alcázar, lo cual hizo insostenibleinsostenibles las posiciones republicanas. Algunas milicias opusieron resistencia a los sublevados en Toledo, pero la mayoría de los milicianos prefirió retirarse hacia [[Aranjuez]] temiendo ser atrapadas en un nuevo cerco, facilitando que las tropas de Varela dominaran por completo la ciudad de Toledo y enlazaran con los sitiados del alcázar el 27 de septiembre de 1936, terminando así el asedio.
 
== Consecuencias ==
[[Archivo:Bundesarchiv Bild 183-2005-0601-500, Spanien, Himmlerbesucht die Burg von Toledo.jpg|thumb|[[Heinrich Himmler]] visitando el Alcázar junto a [[José Moscardó]] en octubre de 1940.]] [[Archivo:Maqueta_de_los_restos_del_alcázar_de_Toledo_tras_el_asedio.jpg|thumb|Maqueta de los restos del alcázar tras el asedio.]]
La toma de Toledo por las columnas de FrancoVarela había sido espectacular, pero nadie hubiera podido pedir entonces, ni las pidió, responsabilidades a un Gobierno que acababa de asumir sus funciones.<ref>Viñas, Ángel. ''El escudo de la República'', Crítica, Barcelona, 2007, pág. 476, ISBN 978-84-8432-892-6.</ref> Aparte de una fábrica de armas, Toledo era una ciudad sin importancia militar para ninguno de los dos bandos. Las fuerzas rebeldes estaban aisladas, mal equipadas y sin condiciones para conducir una operación ofensiva. Aun así, los republicanos se obcecaron en conquistar el alcázar con hombres, artillería y armas que podían haber sido usados para parar el avance de los franquistassublevados en el frente extremeño. El Gobierno republicanodel Frentye Popular pensaba que al estar la guarnición del alcázar 70&nbsp;km al sudoeste de Madrid y sin ayuda de otras fuerzas sublevadas, al conquistarlo, sería una fácil propaganda victoriosa. La prensa fue invitada por el Gobierno para ver la explosión de las minas en el alcázar, el 18 de septiembre, pero hasta el 29 de ese mes no entró en el alcázar, ya con la invitación de los rebeldes.
 
La decisión de [[Francisco Franco|Franco]] de rescatar a los defensores del alcázar fue muy controvertida. La ofensiva de [[Juan Yagüe]] apuntaba hacia Madrid, pero ocupó antes el valle del Tajo. El día siguiente a la caída de Talavera, los sublevados tomaron [[Irún]], después de un cerco muy duro, lo que impedía todo contacto con Francia de la zona vasca leal aal la RepúblicaGobierno. El 8 de septiembre se unieron a las tropas de África las de las montañas de [[Sierra de Gredos|Gredos]]. Todo parecía inclinarse en favor del Movimientobando sublevado.<ref>Pierre Vilar, ''La guerra civil española,'' Crítica, Barcelona 2000, pág. 74, ISBN 84-8432-019-7.</ref>
 
Franco no forzó la marcha hacia [[Madrid]] aprovechando el ímpetu del ataque y la inadecuada defensa que entonces oponía la ciudad. En vez de ello, hizo girar las tropas hacia Toledo para acudir en auxilio de los sitiados del Alcázar. Como Yagüe protestó (enfadado) contra esta decisión, Franco le sustituyó por Varela, que acababa de tomar la localidad malagueña de Ronda el 18 de septiembre. La ambición política llevó a Franco, entonces un ''primus inter pares'', a convertirse en «el salvador del Alcázar» y jefe indiscutible delde Movimientola sublevacion. Se ha dicho que podía conseguirlo también con la toma de Madrid, pero Toledo suponía un riesgo muchísimo menor.
 
Con posterioridad, Franco reconoció a un periodista portugués: «Cometimos un error militar y lo cometimos deliberadamente».<ref>Armando Boaventura, ''Madrid-Moscovo. Da ditadura à IIª República e à Guerra Civil de Espanha,'' Lisboa, Parceria António Maria Pereira, 1937, pág. 212.</ref> Prefirió salvar las vidas de sus compañeros sublevados y elevar la moral de su bando con tal golpe de efecto propagandístico. AlA díalos siguientetres dias, el alto mandolos afínprincipales agenerales Francosublevados se reunióreunieron en el aeródromo de [[Salamanca]], donde le confirmónombraron enGeneralísimo sude condiciónlos de GeneralísimoEjercitos y le confirióeligieron como el mando supremo del bando sublevado, con el cargo de Jefe de Estado. Como resultado de su decisión, las operaciones bélicas hacia Madrid se detuvieron desde el 21 de septiembre (toma de Maqueda) hasta el 7 de octubre (reinicio de la marcha sobre Madrid).<ref>Preston, Paul. ''El gran manipulador. La mentira cotidiana de Franco'', Ediciones B, Barcelona 2008, págs. 63-64,</ISBN 978-84-666-3829-6.</ref>
 
Franco convirtió la liberación de Toledo en un valioso golpe de efecto internacional, llegando a recrearlo, recorriendo los escombros, para las cámaras de los noticiarios que se proyectaron en salas de cine de todo el mundo. Toledo es un lugar de enorme importancia simbólica y patriótica desde la Reconquista.<ref>[[Helen Graham]], ''Breve historia de la guerra civil'', Austral, Madrid 2006, pág. 60, ISBN 84-670-2015-6.</ref>
 
== Discrepancias con la versión oficial ==
En 1964 desde su exilio en París [[Luis Quintanilla Isasi]] publica una libro donde se pone en cuestión la versión oficial del asedio al alcázar de Toledo y el, según afirma, mito montado en torno al mismo. Ese libro, titulado ''Los rehenes del Alcázar de Toledo'' fue reeditado en el año 2015. En él se expone la poca relevancia que tenía la plaza y lo desequilibrado de los bandos enfrentados. Pone en valor los más de las 500 personasfamiliares, en su mayoría mujeres y niños, que quedaron encerrados en la fortaleza y que, segun el autor sirvieron de rehenes, aunque su existencia no impidió que los sitiadores trataran de volar el edificio el 18 de septiembre. También afirma que la conversación telefónica en la que se instaba al general Moscardó a rendir el alcázar si no quería que fusilasen a su hijo no existió, si bien están documentados numerosos testigos presenciales que estaban junto a Moscardó y ademas del telefonista que los puso en comunicacion. Posteriormente al libro de Quintanilla se han publicado varios refutando sus afirmaciones falseadas, destacando el de Lorenzo Morata "En el Asedio del Alcázar de Toledo ¿Fui yo un rehén?" y el de Bullon de Mendoza y Luis Eugenio Togores "El Alcazar de Toledo, final de una polémica" antes citado, en el que con la publicacion de las cartas que Moscardó escribió a su esposa durante el asedio, aparecidas en la decada de los 90 entre la documentacion que conservaba Maria Moscardó, hija del general, quedó aclarado y documentado, desde el punto de vista histórico, que las afirmaciones de Quintanilla no eran ciertas y que se trataba de propaganda política interesada, a favor del bando derrotado en la guerra civil.
 
Quintanilla afirma:<ref name= diario>R. P. B. [http://www.diariodeburgos.es/noticia/ZB7DF2841-017D-CF20-40053548341746A9/20151102/desmontando/mito/alcazar «Desmontando el mito del Alcázar.» 2 de noviembre de 2015.] ''Diario de Burgos''. </ref> {{cita| Que no hubo tal heroísmo de los sitiados y solo la espera que les sacase de su autoencierro, el absurdo de la amenaza telefónica sin relación con la muerte del hijo del ‘héroe’ y los rehenes, motivos estos de haber divulgado al mundo la leyenda del Alcázar.}} y que
{{cita|‘la defensa del Alcázar de Toledo’, igual que si fuese la trascendental defensa de una posición clave que contiene el avance de un ejército; por ejemplo, el alemán delante de Verdún en 1916. Y el Alcázar no contuvo nada, ni controló la provincia toledana ni tan siquiera la ciudad; sólo distrajo las mal equipadas y peor entrenadas fuerzas de unos dos mil milicianos y el empleo de varios cañones que pudieron servir en otro frente de mayor importancia. Lo justo y preciso es decir ‘los defendidos por el Alcázar’, cuyos sólidos muros de piedra y su emplazamiento protegieron a los autoencerrados en él. Para un ejército bien equipado, ya en 1936, su destrucción total, su arrasamiento, hubiera sido cuestión de poco tiempo, y ningún militar capacitado, si pretendía colaborar con eficacia a la sublevación armada contra el pueblo, hubiera embutido allí todas sus fuerzas, teniendo la magnífica línea defensiva del promontorio de la ciudad y sus viejas murallas al norte, protegido el resto por el río Tajo. Pero ya veremos cómo, desde el fracaso de los sublevados en Madrid, la única intención de los rebeldes de Toledo fue la de esperar que sus compañeros les librasen del encierro.}}
 
== En el cine ==