Diferencia entre revisiones de «H. P. Lovecraft»

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Howard Phillips Lovecraft nació el [[20 de agosto]] de [[1890]] a las 9 de la mañana en el hogar familiar situado en el n.º 194 —hoy 454— de Angell Street, en [[Providence (Rhode Island)|Providence]], capital del estado de [[Rhode Island]].{{Harvnp|Woodward|2008}} La casa fue derribada en 1961. H. P. fue el hijo único de Winfield Scott Lovecraft (1853-1898) —representante de ventas de la Gorham Silver Company, dedicada al comercio de la [[plata]], metales preciosos y joyería— y de Sarah Susan Phillips (1857-1921), la segunda de los cuatro hijos de Whipple Van Buren Phillips y Rhoby Alzada Place. Para ambos era su primer matrimonio, aunque los dos habían superado los treinta años cuando firmaron su enlace.
 
Lovecraft procedía de unos ancestros distinguidos; en cuanto a su línea materna, los Phillips, se podía rastrear su linaje casi hasta el ''[[Mayflower]]'', ya que los antepasados maternos se remontaban a la llegada de George Phillips a [[Massachusetts]] en 1630.{{Harvnp|Woodward|2008}} Cuando el autor visitó algunas de las tierras de sus antepasados al este del estado de Rhode Island, el apellido de Phillips era recordado con cariño y respeto.<ref group=n.>Se recomienda ver ''Selected Letters'' 2,81f.</ref> Su línea paterna también era de origen británico y Lovecraft pudo rastrear su apellido —Lovecraft o Lovecroft— hasta el siglo {{versalita|xv}}.
[[Archivo:Howard Phillips Lovecraft - circa 1900.jpg|thumb|Lovecraft con nueve años de edad, aproximadamente.]]
Al pequeño y solitario Howard le gustaba frecuentar parajes extraños y apartados para poder dar rienda suelta a su exaltada imaginación. En esos sitios —cuevas, arboledas alejadas, etcétera— recreaba situaciones históricas o se ensimismaba en la observación de pequeños detalles que pasaban inadvertidos al resto de las personas, pero que a él le fascinaban como detenerse a escuchar a las hadas del bosque o imaginar lo que podría existir en el espacio exterior. Quizás una de las razones por las que le gustaba tanto evadirse era por la estricta atadura a la que lo sometía su madre, diciéndole que él no debía jugar con niños de menor categoría o insistiendo en que era feo y que nunca llegaría a triunfar.