Diferencia entre revisiones de «Leandro Fernández de Moratín»

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== Obra poética ==
 
[[Archivo:Mausoleo de Goya, Meléndez, Donoso y Moratín (Madrid) 07b.jpg|thumb|Tumba de Moratín en el [[Cementerio de San JustoIsidro]] de [[Madrid]].]]
 
El tomo III de las ''Obras dramáticas y líricas'' de 1825 está dedicado a la [[lírica]]. Su obra abarca casi cincuenta años de dedicación a la poesía, que dieron como fruto poco más de un centenar de poemas: ciento nueve poemas seguros más uno atribuido recoge Pérez Magallón en su edición de las ''Poesías completas'' (Barcelona: Sirmio, 1995) de Leandro. Moratín es autor de un centenar de composiciones poéticas: nueve [[epístola]]s, doce [[oda]]s, veintidós [[soneto]]s, nueve [[Romance (poesía)|romances]], diecisiete [[epigrama]]s, «composiciones diversas», consistentes en ocho poemas líricos que se apartan de las modalidades tradicionales, dos traducciones y una [[elegía]], el «romance endecasílabo» o «canto épico» en [[cuarteto]]s ''La toma de Granada'', y nueve traducciones de [[Horacio]]. Miembro de la [[academia de la Arcadia]] de Roma con el nombre de Inarco Celenio, Moratín, en calidad de lírico, no puede ser considerado un poeta de originalidad y fantasía de primera fila. Sin embargo, no cabe duda que merece que se le sitúe cerca de los dos auténticos poetas líricos del siglo XVIII español, [[Manuel José Quintana]] y [[Juan Meléndez Valdés]], y no entre los demás poetas de su tiempo, fundamentalmente mediocres. Sus preocupaciones en cuanto a la forma son la corrección, la armonía y el equilibrio expresivos, en una atmósfera de idealismo [[Neoclasicismo|neoclásico]], como es lógico, pero veteado de una serie de matices de recogimiento y melancolía que se remontan a Horacio por una parte, y, por otra, a ciertos estados de ánimo del momento histórico y poético del autor. Leandro de Moratín no fue un retrasado poeta del XVIII español, ni un anticipo de vagas tonalidades románticas, sino un puro y fiel representante de ese auténtico resurgir del gusto clásico que coincide, en su plenitud, con los albores del romanticismo.