Diferencia entre revisiones de «Bienvenido Hermano Andes»

Contenido eliminado Contenido añadido
Sin resumen de edición
Etiquetas: Edición desde móvil Edición vía web móvil
Etiquetas: Edición desde móvil Edición vía web móvil
Línea 28:
Los años pasaron y Andes Villarroel luchó férreamente en la gran ciudad del norte y ya parece un neoyorquino más. Han pasado quince años, tiene 37, no se ha casado, arrienda un departamento cerca de Central Park, es atractivo, elegante y tiene un aire mundano e incluso ligeramente sofisticado. Poco queda en él del muchacho que un día dejó tímidamente Santiago.
 
Por razones de trabajo, por obligaciones, y por falta de tiempo, Andes nunca había viajado a Chile en esos quince10 años. Su padre murió súbitamente de un ataque al corazón, y cuando le avisaron, ya estaba enterrado. Su cuñado abandonó a su hermana, que tuvo que educar sola a su hijo. La madre (Doña Carmen) y la hermana (Mercedes) viven en la vieja casa del viejo barrio, donde él creció.
 
La madre y su hermana son dos mujeres solas, con poco dinero, que miran nostálgicas las fotos que Andes les manda en esas cartas que ellas leen y releen día tras día.