Diferencia entre revisiones de «Búcaro»

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== Etimología, origen y otros usos ==
El diccionario de la [[Real Academia Española]] anota el origen [[mozárabe]] del término ''búcaro'', derivado del latín ''pocŭlum'' ‘[[taza]]’, ‘[[vaso]]’. Por su parte, [[Sebastián de Covarrubias|Covarrubias]], en su ''Tesoro de la lengua'', lo describe: «género de vaso de cierta tierra colorada que traen de [[Portugal]]. Destos barros dicen que comen las damas por amortiguar la color».
 
La historiadora [[Natacha Seseña]] citó como uno de los posibles orígenes la costumbre musulmana, documentada ya en la [[Bagdad]] del siglo X, de comer ciertas arcillas, hábito que pudo llegar a la corte española de los [[Casa de Austria|Austrias]] a través de los [[morisco]]s.{{sfn|Seseña|2009|p=30}}
 
En algunas regiones meridionales de [[España]] búcaro se emplea como sinónimo de [[botijo]].{{sfn|Seseña|2009|p=55}} En algunas zonas de [[La Mancha]] se denominaba búcaro al recipiente utilizado en las casas para colocar la [[Chamaemelum nobile|manzanilla]] recién recogida en septiembre y que perfumaba la estancia.<ref>{{cita libro|autor1=Useros Cortés|nombre1= Carmina|autor2=Belmonte Useros|nombre2= Pilar|título=Museo de cerámica nacional. Piezas de alfarería de toda España|año=2005|editorial=Albacete, Museo de Cerámica Nacional. Chinchilla de Montearagón|isbn =84-609-5626-1 |página=196}}</ref><ref>{{cita libro|apellido1=Sanz Montero|nombre1= Domingo |enlaceautor=Domingo Sanz |apellido2= Delgado Gamo|nombre2= Severiano|título=Viaje a los alfares perdidos de Albacete|año= 1991|editorial=Equipo Adobe|ubicación=Madrid |isbn =84-404-7522-5}}</ref>
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== Propiedades alucinógenas del barro colorado: ''bucarofagia'' ==
Hábito singular del Siglo de Oro español fue, entre las damas de la nobleza el comer barro,<ref>Aunque también existían pastillas de azúcar y ámbar.</ref> dando pequeños mordisquitos a búcaros, siendo los más apreciados los portugueses, especialmente los de [[Estremoz]], y los traídos de [[Nueva España]].<ref>{{cita publicación|url=http://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/3711289.pdf |título=Los búcaros. De las Indias para el mundo| nombre=Beatriz E.|apellidos= Rovira|nombre2= Felipe|apellidos2= Gaitán| editor=Universidad de Panamá|publicación=Canto Rodado|año=2010|número=5|páginas=41-80|issn=1818-2917|oclc=144560537}}</ref><ref>«Incluso los aristócratas europeos se colgaron al cuerpo pedazos de esta loza como amuletos». Sabau, María Luisa, ''México en el mundo de las colecciones de arte'', México, p. 160.</ref>
 
La historiadora [[Natacha Seseña]] citó como uno de los posibles orígenes de este hábito la costumbre musulmana, documentada ya en la [[Bagdad]] del siglo X, de comer ciertas arcillas, hábitocostumbre que pudo llegar a la corte española de los [[Casa de Austria|Austrias]] a través de los [[morisco]]s.{{sfn|Seseña|2009|p=30}}
 
Esta costumbre generaba un trastorno llamado opilación (una especie de [[Clorosis (medicina)|clorosis]] o anemia),<ref>{{rae|opilación}}</ref> que entre sus varios efectos opilaba o tapaba ciertos conductos, sirviendo para cortar hemorragias (en especial menstruaciones abundantes) o dar una extrema palidez al rostro (como reflejo de la crisis biliar que producía en el hígado), en aquel tiempo signo de belleza. También se le imputaban efectos anticonceptivos y alucinógenos.<ref>Tras el análisis de los búcaros, la doctora [[Natacha Seseña]] comprobó la presencia de pequeñas cantidades de mercurio (cuya ingestión puede causar daños en el sistema nervioso, reacciones alérgicas, irritación de la piel, cansancio, dolor de cabeza e incluso abortos) y arsénico.</ref> Como antídoto, los médicos de la [[Madrid de los Austrias|Corte española]] aconsejaban polvos de hierro o ir a tomar unas aguas [[Ferruginoso|ferruginosas]] de la ''fuente del Acero'', entonces cercana al [[Río Manzanares|Manzanares]], y a la que Lope de Vega dedicó su comedia ''[[El acero de Madrid]]''.