Diferencia entre revisiones de «Lamarckismo»
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</poem>|''Histoire naturelle des animaux sans vertèbres I,'' pp. 325-327<ref>[https://pdfs.semanticscholar.org/2ab3/a3da00736efae07ac703e0f281ca0bccbd83.pdf ''Histoire naturelle des animaux sans vertèbres I, Introducción'']. Sexta parte. NATURALEZA, o poder, de algún modo mecánico, que dio existencia a los animales y que necesariamente los convirtió en lo que son: pp. 304-341</ref>|col2=|col3=}}
=== La complejidad creciente de los organismos ===
{{cita|Trataré de demostrar, citando en apoyo de ello hechos conocidos en todas partes, que al componer y complicar cada vez más la organización animal, la Naturaleza ha creado progresivamente los diferentes órganos especiales, así como las facultades de que los animales disfrutan.|''Filosofía Zoológica'', introducción.}}
Un problema para la correcta interpretación del lamarckismo consistiría en que los términos utilizados por Lamarck pudieran tener un significado diferente en su época al que podríamos asignarle en la actualidad. Así pasa con el término «filosofía», así podría pasar con otros muchos términos usados por él y éste podría ser el caso de término «perfección», profusamente utilizado por Lamarck. Habla de «animales menos perfectos», de «perfeccionamiento de órganos y especies»,... que en la naturaleza podemos observar «la organización animal más simple hasta la del ser humano, que es la más compleja y la más perfecta».
Desde la formulación de la teoría de la evolución por Lamarck, el término «perfección» ha sido el principal caballo de batalla de las posiciones creacionistas, argumentando que la perfección de la naturaleza únicamente podría se obra de un ser superior.<ref>Las posiciones de Chambers no pueden considerare creacionistas, pero aunque admitía la evolución de la vida propuesta por Lamarck, achacaba esa evolución a la intervención de un ser superior.
{{cita|A principios de este siglo, M. Lamarck, un naturalista del más alto carácter, sugirió la hipótesis de progresos orgánicos que merecidamente recibió burlas, a pesar de que contenía un atisbo de la verdad. Él conjeturó, y se esforzó, con una gran cantidad de ingenio, para demostrar que uno ha avanzado en el curso de las generaciones, de otro; en consecuencia, sólo su experiencia y el ejercicio de sus facultades en una dirección particular, por la que se llevó a cabo los nuevos desarrollos de los órganos, proponiendo que estas variaciones son suficientes para constituir una nueva especie.
Así, pensaba que un pájaro sería impulsado por la necesidad de buscar su alimento en el agua, y que, en sus esfuerzos para nadar, habría desplegando sus garras y daría lugar a la expansión de la sustancia intermedia de membranas, y se convertirá así en palmípedas. Es posible que la voluntad y el ejercicio de las facultades han entrado de alguna manera en la producción de los fenómenos que hemos estado considerando, pero sin duda no en la manera propuesta por Lamarck, cuya noción es obviamente insuficiente para dar cuenta de la aparición de los reinos orgánicos, que solo se puede colocar con piedad entre las locuras de los sabios.
Si se hubieran conocido las leyes del desarrollo orgánico en su tiempo, su teoría podría haber sido de naturaleza más importante. Hipótesis actualmente establecida. Aprovechando los medios naturales existentes, es posible producir todos los organismos existentes con la ayuda simple y fácil de una ley superior, que quizás todavía esté operando en una escala limitada. También va más allá del filósofo francés en un punto muy importante, la concepción divina original de todas las formas de la vida, que esta ley natural era único instrumento en su elaboración y realización. La realidad de tal concepción está demostrada con los descubrimientos de Macleay, Vigors, y Swainson, con respecto a las afinidades y las analogías de los animales (y por implicación, de los vegetales) y los organismos. Esta regularidad en la estructura, como podemos llamarla, de la clasificación de los animales, como se muestra en los sistemas, es totalmente incompatible con la idea de que sea meramente consecuencia de las necesidades y deseo de los propios animales. Si tal hubiese sido el caso, todo habría sido irregular, como las cosas arbitrarias necesariamente lo son. Pero, he aquí, todo el plan de la vida es como simétrico como el plano de una casa, o el trazado de un antiguo jardín. Esto debe necesariamente haber sido diseñado y preparado de antemano. Y lo que observamos es una previsión antes de la concepción. Observemos solo por un momento cómo las diferentes condiciones físicas en que viven los animales de clima,
suelo, temperatura, tierra, agua, aire, las peculiaridades de los alimentos, y las diversas formas en las que se que se pretende; las peculiares circunstancias en las que el negocio de la reproducción y el cuidado de con el que los jóvenes tienen que ser atendidos, todas estas deben de tenerse en cuenta, y miles de animales que se han formado adecuados en la organización y carácter mental de las preocupaciones de que éstos tengan con sus distintas condiciones y circunstancias –este es el caso de un diente preparado para aplastar frutos de cáscara, una garra equipada para servir como un gancho para la suspensión;… […]- Todos estos animales serían producto de un plan llevado a cabo. Cada uno como cada una de las partes de esa gran variedad, en su conjunto rigurosamente regular, solo debe considerarse estas cosas para decretar que las leyes que implican tal grado de la sabiduría solo puede atribuir a la grandeza eterna. ¿Cómo una tímida reflexión filosófica puede hacernos retroceder ante la investigación de las obras de Dios, hacernos infravalorar su grandeza y olvidar su carácter paternal? ¿No les parece que nuestras ideas de la Divinidad sólo pueden ser dignas de él avanzando en el conocimiento de sus obras y las formas, y que la adquisición de este conocimiento es por consiguiente, un medio a disposición nuestro cada vez más en un respeto genuino por él?| Robert Chambers, Vestiges of the Natural History of Creation (1844)}}</ref> Hoy se admite que la evolución no es un proceso que tenga como fin la perfección, también se admite que el término «perfección» es inadecuado para describir a organismos o tratar temas evolutivos. No se considera a la especie humana la más «perfecta». Probablemente el término «complejo» sea el más adecuado para referirnos a las diferencias entre organismos, podríamos hablar de organismos simples, o menos complejos, y organismos complejos.<ref>{{cita|Lamarck proclamó a los cuatro vientos que era mecanicista estricto y que se proponía explicarlo todo en términos de causas y fuerzas mecánicas; y sin embargo, el lector moderno no puede evitar interpretar su teoría de que el cambio evolutivo lleva inevitablemente a la perfección como una adhesión subconsciente al principio (no mecanicista) del perfeccionamiento.|Mayr, ''Así es la biología''.}}</ref>
{{cita|«Si bien es cierto que todos los cuerpos vivos constituyen productos de la naturaleza, no puede negarse que ésta los ha producido de manera sucesiva y no todos a la vez en un tiempo sin duración; pero si la naturaleza los ha formado sucesivamente, cabe pensar que ha comenzado por los más simples, dejando para el final las organizaciones más complejas.» En consecuencia, menos perfeccionado significa también menos complejo y anterior. He aquí la relación que permite la transformación de la serie de organizaciones en el espacio en una serie isomorfa de transformaciones en el tiempo. Recorrer la cadena continua de los seres, del más simple al más complejo, equivale exactamente a seguir la marcha de la naturaleza a través del tiempo, a reconstruir la sucesión de transformaciones que ha originado las distintas formas de vida. En la escala de los seres, las formas más rudimentarias pasan entonces a ocupar un lugar privilegiado, pues en ellas dio comienzo la organización. En consecuencia, es en los organismos más simples, en los «animales sin vértebras», donde pueden discernirse con mayor claridad las variaciones y analizarse más fácilmente las exigencias de la organización.|Jacob citando a Lamarck, ''Lógica de lo viviente'', Cap. 3-El tiempo.}}
Lamarck utiliza el término «perfecto» en contraposición a «simple» y en sus escritos puede leerse: «De ello se sigue que si una de las extremidades del orden presenta los cuerpos vivientes más perfectos, aquellos cuya organización es más compuesta, la otra extremidad del mismo orden deberá necesariamente ofrecer los cuerpos vivientes más imperfectos, es decir, aquellos cuya organización es más simple». En Ayala(1994) puede leerse: «Según Lamarck, los organismos evolucionan necesariamente a través del tiempo en un proceso que pasa de manera continua de formas más simples a otras más complejas»<ref>p. 25.</ref> En todo caso, Lamarck utiliza el término perfecto como un «comodín» para referirse a las complejas especies actuales en contraposición a las primigenias que él sostuvo surgieron en un estado de simpleza o “imperfección”, refiriéndose a «los más imperfectos de los animales», para referirse a los más simples; y los «más perfeccionados», para referirse a los más complejos y actuales. Esta abundante utilización del término «perfección» ha llevado a que recurrentemente se considere el lamarckismo una teoría finalista; esto es, una teoría según la cual la evolución respondería a un «fin» preestablecido. Si interpretamos la observada por Lamarck, tendencia de los organismos a aumentar su complejidad y «perfección», no como el intento de sistematizar un hecho supuestamente constatado, sino como un destino final de la evolución, deberemos considerar el lamarckismo una teoría finalista. No obstante, ese supuesto finalismo, nunca enunciado por Lamarck, se llevaría mal con la que él propone causa de la evolución según la cual la Naturaleza habría obrado por «tanteos y sucesivamente».<ref>{{cita|Sin embargo, los hechos siguen siendo tozudos. A pesar de que el argumento básico para explicar la aparición de las especies hijas es el azar, las tendencias evolutivas hacia una mayor complejidad, eficacia o diversidad, son evidentes en las secuencias de sucesión |Sandín, ''Lamarck y los mensajeros'', p. 31.}}</ref>
{{cita| cuando después vemos que, desde que el animal más imperfecto, que no tiene ningún órgano particular, y consecuentemente ninguna otra facultad que aquellas peculiares de la vida, hasta el animal más perfecto y más rico en facultades, la organización se complica gradualmente, de tal modo que todos los órganos, incluso los más importantes, nacen los unos después de los otros en la extensión de la escala animal, perfeccionándose en seguida sucesivamente por las modificaciones que sufren, y que los acomodan al estado de organización de que forman parte.|Filosofía zoológica, p. 75.}}
Lamarck, para recorrer la evolución de la vida efectúa un estudio inverso al que hoy es costumbre.<ref>{{cita|Recorrer la cadena continua de los seres, del más simple al más complejo, equivale exactamente a seguir la marcha de la naturaleza a través del tiempo, a reconstruir la sucesión de transformaciones que ha originado las distintas formas de vida.|Jacob citando a Lamarck, ''Lógica de lo viviente'', Cap. 3-El tiempo.}}</ref> Hoy se estudia la Evolución desde su origen hasta nuestros días. En tiempos de Llamarck, en los que no se reconocía la evolución de la vida, habría sido imposible realizar el estudio desde su origen (origen que no se reconocía como tal). Lamarck parte del actual estado de las especies y organismos, y desde ese estado postula que según vayamos descendiendo hasta el origen de estas especies y organismos se observará una degradación en sus órganos y sus facultades hasta su desaparición, momento que supondría el origen de estos órganos y facultades:
{{cita| En seguida observamos que, salvo las anomalías, cuya causa determinaremos, reina, de un extremo a otro de esta cadena, una degradación sorprendente en la organización de los animales que la componen y una disminución proporcionada en el número de las facultades de estos animales. De suerte que si en una de las extremidades de la cadena de que se trata, se encuentran los más perfectos de los seres, se ve necesariamente en la otra extremidad los más simples y los más imperfectos.
Por último, uno se convence por este examen de que todos los órganos especiales se simplifican progresivamente de clase en clase, se alteran, se empobrecen y se atenúan poco a poco, hasta que pierden su concentración local, si ellos resultan de primera importancia, y que acaban por aniquilarse completa y definitivamente antes de haber alcanzado la extremidad opuesta de la cadena. […]
La progresión en la composición de la organización sufre aquí y allá, en la serie general de los seres, anomalías operadas por la influencia de las circunstancias de habitación [hábitat] y por la de sus hábitos adquiridos.|Filosofía zoológica, pp. 106-107.}}
[[Archivo:Lamarquismo-Evolución humana-02.jpg|thumb|left|Aplicando la metodología de Lamarck, descubiertos diferentes restos de nuestros ancestros, si los ordenamos atendiendo a la «escala gradual» por él postulada, debería, como así ocurre, proporcionarnos el orden en el que han evolucionado, reconociéndose en ellos sus «conexiones».<ref>{{cita|Desde que en nuestras distribuciones de las producciones de la Naturaleza hemos experimentado la necesidad de tomar en cuenta las conexiones, no somos ya dueños de disponer la serie general como nos plazca, y el conocimiento que adquirimos de día en día de la marcha de la Naturaleza nos fuerza y nos arrastra a conformarnos con su orden. El primer resultado obtenido por el empleo de las conexiones en la colocación de las masas para formar una distribución general es que las dos extremidades del orden deben ofrecer los seres más desemejantes, porque son los más alejados.|Filosofía zoológica, pp.92-93.}}</ref> (Representación esquemática ideal).]]
«Es porque Lamarck sigue viendo una serie lineal en el mundo vivo por lo que puede ver en él el resultado de una serie cronológica de eventos. Es porque la naturaleza no da saltos por lo que las relaciones de vecindad pueden conectarse con las de descendencia. “La naturaleza sigue un orden fácil de reconocer, porque es exactamente el inverso del que observamos al recorrer los seres desde el más perfecto hasta el más simple”».<ref>Jacob, ''Lógica de lo viviente'', Cap. 3 - ''El tiempo''.</ref> Lamarck tuvo que enfrentarse, no solo al fijismo religioso, sino también al fijismo científico. Cuvier, desde su posición de autoridad como gran anatomista, formuló que la vida estaba constituida por grandes grupos perfectamente diferenciados, sin posibilidad de que desde un grupo se pudiese llegar a otro.<ref>{{cita|Cuvier fue todavía más lejos en su invalidación de la escala de la naturaleza. Usando su gran habilidad como anatomista, descrivió cuatro planes anatómicos generales diferentes para todos los animales que denominó Vertebrata (vertebrados), Mollusca (moluscos), Articulata(antrópodos) y Radiata (animales con simetría radiada). La escala natural estaba rota y era imposible pasar de un eslabón a otro por cambios adaptativos.|Antonio Fontdevila, Andrés Moya, 2003, p. 31.}}</ref> Lamarck consideró fundamental "conectar" todas las especies entre sí. Debía convencer a sus contemporáneos de la evolución de la vida auxiliado únicamente de la observación de las especies entonces conocidas y muy escasos datos paleontológicos. Desconociéndose todo sobre la herencia biológica y en ausencia de argumentos empíricos, tuvo que articular reglas que refutaran el figismo de Cuvier. Debía «conectar» todas las especies sin excepción, o justificar su falta de conexión. La constatación de una especie que no pudiera conectarse con el resto cuestionaría el hecho de la evolución. De ahí su obsesión en demostrar la gradación continua entre todas las especies y, esa gradación, trasladarla a su evolución en el tiempo.
{{cita|No obstante, sobre todo en el reino animal, muchas de estas divisiones parecen realmente formadas por la propia Naturaleza, y es indudable que durante largo tiempo costará mucho trabajo el creer que los mamíferos, que las aves, no resulten clases bien aisladas constituidas por la Naturaleza. Pues esto no es más que una ilusión y a la vez un resultado de los límites de nuestros conocimientos acerca de los animales que existen o han existido, porque a medida que avanzan nuestros conocimientos de observación, más pruebas adquirimos de que los límites de las clases, hasta las de aquellas que parecen más aisladas, resultan borrados por nuevos descubrimientos. Ya los ornitorincos y los equídeos parecen indicar la existencia de animales intermedios entre las aves y los mamíferos.|Filosofía zoológica, p. 32.}}
Lamarck postuló que la vida experimenta en su evolución un incremento en su complejidad y que esta complejidad está condicionada por las diferentes circunstancias a las que los organismos han estado expuestos.<ref>{{Cita|Esta interferencia, que se produce constantemente entre las facultades mismas de lo viviente y las circunstancias exteriores, deriva de lo que Lamarck considera una de las propiedades más indiscutibles de los seres: la adaptación a sus condiciones de vida, la concordancia entre el organismo y su entorno.|Jacob, Lógica de lo viviente, Cap. 3-El tiempo.}}</ref> lo correcto o incorrecto de este postulado de Lamarck dependerá de que aceptemos o no que la evolución de los organismos haya tendido a la complejidad, que pueda inferirse que esa tendencia se mantiene para explicar una probable evolución de la vida en un futuro. Gould (2002), para obviar en el incremento de la complejidad de los organismos una tendencia innata de éstos, consecuencia de su voluntad, que él considera se desprendería del lamarckismo,<ref>{{cita| Después asciende una escala de complejidad, motivada por «una fuerza que tiende incesantemente a complicar la organización». Esta opera a través de la respuesta creativa de los organismos a «necesidades sentidas».|Gould, ''El pulgar del panda'', pp.67-68.}}</ref> lo que significaría en cierto modo un finalismo, confiere una propiedad meramente mecánica a esa tendencia, visualizándola en la metáfora del borracho y el bordillo de la acera: un borracho iría dando tumbos de un lado a otro de la acera hasta sobrepasar el bordillo y alcanzar la calzada. Una vez ocurrido esto, al borracho le resultaría difícil volver a retomar la acera. Los organismos irían «dando tumbos» adquiriendo diferentes grados de complejidad (bajando bordillos) que posteriormente les sería difícil volver a subir. Esta metáfora hermana la constatada tendencia de la vida a la complejidad con una visión azarosa darwinista de su evolución. Esa tendencia no tendría por qué suponer ningún tipo de finalismo.<ref>{{cita|El ojo posee una finalidad de hecho, su función consiste en ver, pero ignoramos si se ha sudo construido o si se ha formado él mismo para ver. La distinción es clara, sin ambages.[…] Comprobar que en el mundo viviente la presencia de una finalidad inmanente no conduce obligatóriamente a reconocer la existencia de causas finales. […] Pero en el fondo, la finalidad, por lo que se refiere al orden de la Naturaleza, es un problema secundario, porque la existencia de un orden no impone ''ipso facto'' la de un fin.| Grassé, ''El hombre ese dios en miniatura'', pp. 43-44, 36.}}</ref>
{{cita|Si ciertos tipos de organizaciones se asemejan, esto ya no sucede en virtud de una pretendida armonía preestablecida más allá del conocimiento humano, sino debido al hecho de que han atravesado una o más etapas comunes en el proceso de transformación. Para clasificar los seres naturales ya no basta, por lo tanto, con reconocer las similitudes en el espacio; es necesario establecer cuál ha sido la sucesión en el tiempo.|Jacob citando a Lamarck, ''Lógica de lo viviente''.}}
Desde el Lamarckismo, una creciente complejidad de la vida podría entenderse como una consecuencia mecánica de la adaptación de los organismos a las «circunstancias», no como algún tipo de finalismo.<ref>{{cita| Negándose en redondo a ver en el mundo vivo el resultado de una intención, la realización de una meta por una potencia suprema, Lamarck atribuye a la vida animal una «causa primera y predominante» que le otorga el poder de complicar y perfeccionar gradualmente la organización.|Jacob, ''Lógica de lo viviente''.}}</ref> El símil del desarrollo de sistemas y programas informáticos puede servir para explicar cómo una tendencia a la complejidad puede ser meramente mecánica. Existe una tendencia de estos sistemas y programas a «crecer»; parece inevitable que las versiones que remplazan a otras anteriores se compongan de un código más extenso. Sin embargo, no existe en estos sistemas la finalidad de crecer. En cierto modo, los programas se adaptan constantemente a las nuevas «circunstancias» y su crecimiento en complejidad no es un fin, ni siquiera es deseable, pero parece inevitable. Hæckel entendió así el pensamiento de Lamarck:
{{cita| Todos los fenómenos vitales [en su teoría] son debidos a causas mecánicas, ya físicas, ya químicas, que tienen su razón de ser en la constitución de la materia orgánica. […] La obra de Lamarck es verdaderamente, plenamente y estrictamente monística, es decir, mecánica.| Ernesto Hæckel, Prólogo de Filosofía zoológica.}}
Aunque autores han querido ver en el pensamiento de Lamarck una especie de vitalismo que sería el que propiciaría ese aumento de la complejidad: «Esa fuerza innata postulada por él no ha sido validada por la ciencia experimental y no constituye una contribución científica empírica».<ref>Antonio Fontdevila, Andrés Moya, 2003, p. 30.</ref>
=== La herencia de los caracteres adquiridos ===
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