Diferencia entre revisiones de «Imperio acadio»

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Los comienzos del principado de Maništusu parecen haber transcurrido en calma, más tarde un levantamiento de dos de los inquietos territorios orientales, Anshan y Serikhum, lograron resistir el ataque de Maništusu; el rey enemigo fue llevado preso al templo del Sol, en Sippar. Ni Anshan ni Serikhum están localizadas con precisión, aunque figuran mucho en la historia del Elam (se ha supuesto situada cerca de Susa). Respecto a Serikhum se sabe menos, pero su problema interesa a la investigación pues una variante del texto dice «Anshan y la ciudad de Meluḫḫa» y se plantea que estuviese situada en el valle del Indo. Comprobada la intensa relación entre la cultura india de [[Mohenjo-Daro]] (en la actual Pakistán) y la mesopotámica, particularmente en la época de Akkad, el problema adquiere una dimensión extraordinaria, pues una entente entre Elam y el lejano [[cultura del valle del río Indo|valle del Indo]] rebasa las posibilidades consideradas tradicionalmente.
 
Naram-sin fue hijo y sucesor de Manishtusu, y nieto por tanto de Sargón. La historiografía mesopotámica posterior nosabíano sabía cual de los dos ―el nieto o el abuelo― era el más admirable. Se le atribuye un reinado de 37 años, pero con una cronología tan endeble como la de Sargón. Es patente que hubo de batallar a fondo, lo mismo en el oeste (Siria y Anatolia) que en oriente de sus dominios. Aquí sus más encarnizados enemigos fueron los guti y los lullubi, remotos antepasados tal vez de los actuales kurdos y luristaníes, que han conservado algo de nombres y mucho carácter de aquellos indómitos montañeses. Parece seguro que Naram-sin logró subyugar a estos y otros enemigos, pero también que al término de su reinado el imperio estaba tan débil que solo el puño férreo del monarca lograba mantenerlo unido. De todas maneras, con Naram-sin culmina el concepto acadio de monarquía. Cualquiera de sus medidas de gobierno pesaba tanto sobre el estado de sus súbditos, determinaba de tal manera las condiciones de su existencia, que no es de extrañar que se le considerase un dios. Naram-sin es, en defecto, el primer rey mesopotámico que antepone a su nombre el signo reservado hasta entonces a los dioses (dingir), y que consciente y a prueba de sus vasallos le invoquen como el "dios de Akkad". Él es también el primero que en soberbia afirmación de dominio universal, se titula "Rey de las cuatro partes (del Mundo)", Sumer y Akkad, Elam, Subartu (Alta Mesopotamia) y Amurru.
 
El hijo y sucesor de Naram-sin, es llamado Šarkališarri, que significa "rey de todos los reyes". Sin embargo, el primero de sus títulos oficiales, "Rey de Akkad", refleja una triste realidad de unos dominios mucho más exiguos que los de su padre. El imperio comienza a desmoronarse. En 25 años de reinado, Šarkališarri se jacta de haber detenido en Basar (actual Yebel-el Bishri) una invasión de amoritas procedentes de Siria, y de haber realizado victoriosas campañas contra Gutium, el país de los belicosos montañeses a quienes Naram-sin no había logrado mantener más que en precaria sujeción. Pero a pesar del pomposo lenguaje de las crónicas oficiales, los guti desencadenaron el ataque fatal para los acadios. Si la capital misma no fue destruida del todo, quedó en cierto grado tan mal parada que ni más tarde se conocía su emplazamiento y a día de hoy siguen sin haberse identificado sus ruinas. Los inventarios regios citan después de Šarkališarri algunos nombres de reyes fantasmales, y la Lista, siempre tan lacónica, se pregunta con triste retórica "¿quién era rey? ¿quién no era rey?"