Diferencia entre revisiones de «Revuelta del 20 de julio de 1810»

Contenido eliminado Contenido añadido
Etiqueta: posible pruebas
Línea 34:
 
Antonio Morales propuso que el incidente podía provocarse con el comerciante peninsular José González Llorente y se ofreció a intervenir en el altercado. Los notables criollos aceptaron la propuesta y decidieron ejecutar el proyecto el viernes 20 de julio, cuando la Plaza Mayor estaría colmada de gente de todas las clases sociales, por ser el día habitual de mercado. Se convino que Pantaleón Santamaría y los hermanos Morales fueran el día indicado a la tienda de Llorente a pedirle prestado un florero o cualquier clase de adorno que les sirviera para decorar la mesa de un anunciado banquete en honor a Villavicencio.
 
En el caso de una negativa, los hermanos Morales procederían a agredir al español. Para garantizar el éxito del plan, si Llorente entregaba el florero o se negaba de manera cortés, se acordó que Francisco José de Caldas pasara a la misma hora por frente del almacén de Llorente y le saludara, lo cuál daría oportunidad a Morales para reprenderlo por dirigir la palabra a un “chapetón”,  enemigo de los americanos, y dar así comienzo al incidente.
 
Según cuentan algunos testigos, los criollos fueron al almacén de Llorente a pedirle prestada una pieza. Algunos dicen que fue un ramillete, otros un farol y otros que un florero (siendo esta la versión más aceptada). Según el historiador Indalecio Liévano Aguirre, “Llorente se resiste porque dice que la pieza está maltratada y en mal estado. Se arma el tumulto y se convoca a un cabildo abierto poniéndose en sintonía con lo que ocurre en las otras provincias de la Nueva Granada y lo que ocurre en las otras colonias españolas”.
 
Poco antes de las doce del día, como estaba previsto, se presentaron los criollos ante Llorente y, después de hablarle del anunciado banquete a Villavicencio, le pidieron prestado la pieza para adornar la mesa. Llorente se negó, pero su negativa no fue dada en términos despectivos o groseros. Se limitó a explicar diciendo que la había prestado varias veces y ésta se estaba maltratando y por lo tanto, perdiendo su valor.
 
“Entonces –en palabras de Liévano Aguirre- intervino Caldas, quien pasó por frente del almacén y saludó a Llorente, lo que permitió a Antonio Morales, como estaba acordado, tomar la iniciativa y formular duras críticas hacia Llorente. Morales y sus compañeros comenzaron entonces a gritar que el comerciante español había respondido con palabras contra Villavicencio y los americanos, afirmación que Llorente negó categóricamente”.
 
Entre tanto, los principales conjurados se dispersaron por la plaza gritando: ¡Están insultando a los americanos! ¡Queremos Junta! ¡Viva el Cabildo! ¡Abajo el mal gobierno! ¡Mueran los bonapartistas! La ira se tomó el sentir del pueblo. Indios, blancos, patricios, plebeyos, ricos y pobres empezaron a romper a pedradas las vidrieras y a forzar las puertas. “El Virrey, las autoridades militares y los españoles, contemplaron atónitos ese súbito y violento despertar de un pueblo al que se habían acostumbrado a menospreciar”, asegura Aguirre.
 
El resto es historia. El Acta de Independencia no era realmente una declaración propiamente de independencia, pues como lo afirma el mismo documento, esta no pretendía (en nombre de la Nueva Granada) “abdicar los derechos imprescriptibles de la soberanía del pueblo a otra persona que a la de su augusto y desgraciado Monarca don Fernando VII”. <ref name=":0" />
 
== Notas ==