Diferencia entre revisiones de «Francisco Franco»

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{{cita|La España falangista de Franco trae al Führer del pueblo alemán su cariño y su amistad, y su lealtad de ayer, de hoy y de siempre.|Mensaje de Ramón Serrano Suñer, Alemania, septiembre de 1940.<ref name=ReuniónSerrano/>}}
 
Según cuenta Reinhard Spitzy, quien fuera secretario y asesor de [[Joachim von Ribbentrop]] (ministro de Asuntos Exteriores de Alemania), al ministro Ribbentrop no le sorprendió la oferta de Serrano Suñer para entrar en la guerra y le dio a entender al enviado español que, «al fin y al cabo, España no era más que un pelele de Alemania» y que «a Hitler no le interesaba demasiado lo que España necesitaba para tomar parte en la guerra».<ref name=ReuniónSerrano/> El entusiasmo que mostró Franco ante la entrada de España en la guerra, que con el posterior reparto de [[África]] colmaría sus ambiciones imperialistas, contrastó con el escepticismo mostrado por Alemania.{{Sfn|Preston|1994|p=469|ps=«Los expertos militares alemanes no compartían el optimismo de Franco sobre la posible contribución de España al esfuerzo bélico del Eje.»}} Las ambiciones de Franco respecto a sus ganancias en la guerra eran el Marruecos francés, una parte de [[Argelia]] y la ampliación del [[Sahara español]] y del territorio de [[Guinea Ecuatorial]].{{Harvnp|Preston|2004|p=402}} También se habló en Hendaya de entregar a España la [[Pirineos Orientales|Cataluña francesa]].{{Harvnp|Preston|2004|p=437}} Había también voces en el ala dura de Falange que pedían la anexión de [[Portugal]].{{Harvnp|Preston|2004|p=407}} Sin embargo, estas ambiciones chocaron con las alemanas, que, a cambio de su ayuda militar, exigían la entrega de una de las [[islas Canarias]], [[Fernando Poo]] y [[Annobón]], a cambio del Marruecos francés.{{Harvnp|Preston|2004|p=418}} Pese a estas desavenencias, en una carta de Franco a Serrano Súñer en septiembre de 1940, expresaba que «creía ciegamente en la victoria del Eje y estaba completamente decidido a entrar en la guerra».{{Harvnp|Preston|2004|p=419}} El 16 de octubre de 1940 Franco nombró su tercer gobierno, en el que Serrano SúñerSuñer sustituía en Asuntos Exteriores a Beigbeder, considerado [[Aliados de la Segunda Guerra Mundial|aliadófilo]].{{Harvnp|Preston|2004|p=431}}
 
[[Archivo: Annunziaten.jpg|thumb|left|Collar de la [[Suprema Orden de la Santísima Anunciación]] concedido a Franco por el [[Víctor Manuel III|rey de Italia]] a propuesta de [[Mussolini]] y que le fue impuesto por el enviado especial del Duce el 11 de octubre de 1940.{{Harvnp|Preston|1998|p=487}}]]
El 23 de octubre de 1940, Franco partió, junto con Serrano Suñer, desde San Sebastián hacia Francia, donde se produjo la [[entrevista de Hendaya]] entre Hitler y Franco. Pese a que Franco salió con mucho tiempo de antelación, este llegó con cinco minutos de retraso a la cita, lo que le produjo un gran disgusto.<ref name=ReuniónSerrano/> Según Preston, «Franco acudió al histórico encuentro con Hitler en Hendaya con la esperanza de obtener una adecuada recompensa a sus reiteradas ofertas de unirse al Eje. Posteriormente sus propagandistas afirmarían que Franco contuvo brillantemente a las hordas nazis en Hendaya manteniendo a raya a un Hitler amenazador. De hecho, el examen del encuentro no indica una presión desmesurada por parte de Hitler a favor de la beligerancia española».{{Harvnp|Preston|2004|p=433}} Según Reinhard Spitzy, Hitler fue a la cita pensando que Franco tenía el deber de entrar en la guerra en el bando alemán y por todos los favores que Alemania le hizo a Franco durante la guerra civil española.<ref name=ReuniónSerrano/> Este también afirmó que Hitler, durante la conversación, consiguió persuadir a Franco para que entrara en la guerra como aliado de Alemania.<ref name=ReuniónSerrano/> Serrano SúñerSuñer afirmaría que Franco aceptó la propuesta de Hitler de entrar en la guerra y que, a cambio, quería algunos territorios africanos y protectorados.<ref name=ReuniónSerrano/> Serrano también afirmaría que, durante una hora y media, Franco estuvo explicándole a Hitler sus ambiciones y que el alemán no hacía sino bostezar una y otra vez durante todo ese tiempo.<ref name=ReuniónSerrano/> Serrano también comentaría que, ante las expectativas de poder anexionarse [[Marruecos]], Franco estaba como «un niño ilusionado, encariñado con lo que había sido su deseo de siempre: el mundo en el que se había formado como gran jefe militar».{{Sfn|Preston|1994|p=484}} El encuentro se prolongó durante varias horas. Las exigencias coloniales de Franco, que chocaban con otros intereses de Hitler, no fueron atendidas por este; y Hitler no consiguió flexibilidad por parte de Franco en sus pretensiones. Ambos comentarían la reunión en tono despectivo. Hitler diría que «con estos tipos no hay nada que hacer» y que preferiría que le sacasen tres o cuatro muelas antes que volver a conversar con Franco, a quien tildó de «latino charlatán». Más tarde comentaría a Mussolini que Franco «había llegado a Generalísimo y jefe del Estado español solo por accidente. No era un hombre que estuviera a la altura de los problemas de desarrollo político y material de su país».{{Harvnp|Preston|2004|p=442}} [[Goebbels]] anotó en su diario que «el Führer no tiene buena opinión de España y de Franco. [...] No están en absoluto preparados para la guerra; son hidalgos de un imperio que ya no existe».{{Harvnp|Preston|2004|p=443}} Por su parte, Franco comentaría a Serrano Suñer: «Es intolerable esta gente; quieren que entremos en guerra a cambio de nada».<ref>Preston 1994, págs. 492-498.</ref> Pese a todo, se estableció un protocolo que «constituía un compromiso formal por parte de España para entrar en guerra al lado del Eje».{{Harvnp|Preston|2004|p=438}} Según Preston, en noviembre de 1940 Franco «tomó varias iniciativas peligrosas e innecesarias, que solo pueden interpretarse como indicio de su disposición a entrar en la guerra del lado del Eje».{{Harvnp|Preston|2004|p=443}} Incluso se trazó un plan para la toma de [[Gibraltar]], denominado [[Operación Félix]], que finalmente no se ejecutó por la reticencia española de entrar en guerra antes de estar preparada.{{Harvnp|Preston|2004|pp=445-446}} Sin embargo, la situación económica española era desesperada, lo que obligó al Caudillo a recabar ayuda de [[Estados Unidos]], mediante unos envíos de trigo efectuados a través de la [[Cruz Roja]]. Estos envíos estaban sujetos al mantenimiento de la neutralidad por parte de España.{{Harvnp|Preston|2004|p=451}} Franco comenzó entonces a jugar a dos bandas.{{Harvnp|Preston|2004|p=456}}
 
[[File:Operacionfelixmapa.svg|thumb|280px|Despliegue previsto para la [[Operación Félix]].<ref>{{cita web|url=http://www.areamilitar.net/analise/analise.aspx?NrMateria=38&p=5|title=
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[[Archivo:Franco BCN.jpg|thumb|300px|Visita de Francisco Franco a Barcelona (1942).]]
El 22 de junio de 1941 Alemania [[Operación Barbarroja|invadió la Unión Soviética]]. Pese a la neutralidad española, se formó un cuerpo de voluntarios falangistas, la [[División Azul]], comandada por el general [[Agustín Muñoz Grandes]], que fue enviada a Rusia bajo comandancia nazi.{{Harvnp|Preston|2004|p=465}} La campaña rusa disparó de nuevo el optimismo por la victoria del Eje y, el 2 de julio, Serrano SúñerSuñer declaró al diario ''Die Deutsche Allgemeine Zeitung'' que España pasaba de la «no beligerancia» a la «beligerancia moral».{{Harvnp|Preston|2004|p=482}} El 17 de julio Franco pronunció, ante el Consejo Nacional de Falange, un ferviente y agresivo discurso alabando al ejército nazi y reprochando a las potencias democráticas los intentos de chantaje a España para comprar su neutralidad con productos básicos.{{Harvnp|Preston|2004|p=483}} Esto alarmó a los aliados, hasta tal punto que los británicos comenzaron a hacer planes para ocupar las [[islas Canarias]].{{Harvnp|Preston|2004|p=485}} También provocó que varios altos mandos militares ([[Luis Orgaz|Orgaz]], [[Alfredo Kindelán|Kindelán]], [[Andrés Saliquet|Saliquet]], [[José Solchaga|Solchaga]], [[Antonio Aranda|Aranda]], [[José Enrique Varela|Varela]] y [[Juan Vigón|Vigón]]), la mayoría de ellos monárquicos, empezasen a urdir planes para derrocar a Franco.{{Harvnp|Preston|2004|p=486}} Pese a todo, las crecientes dificultades económicas y los primeros reveses sufridos por Alemania en Rusia y el norte de África hicieron a Franco mantener la prudencia, haciéndole renunciar a sus sueños imperiales y a pensar sobre todo en su permanencia en el poder.{{Harvnp|Preston|2004|p=490}}
 
Durante 1942 Franco siguió jugando a dos bandas, aunque todavía era fiel al Eje y confiaba en su victoria. Según Preston, «mostraría la habilidad instintiva del que camina por la cuerda floja».{{Harvnp|Preston|2004|p=495}} A finales de aquel año relevó de la jefatura de la División Azul a Muñoz Grandes, un filonazi del que se rumoreaba que Hitler quería ponerlo en el lugar del Caudillo; fue sustituido por [[Emilio Esteban Infantes]].{{Harvnp|Preston|2004|p=507}}<ref>{{cita libro|url= |idioma=en|título=Spain During World War II |apellido= Bowen|nombre=Wayne H.|página=45|editorial=University of Missouri Press |año=2006|isbn=978-0-8262-1658-8}}</ref> En agosto de ese año tuvo lugar una de las [[Crisis de agosto de 1942|crisis políticas]] más graves de su mandato: tras el [[atentado de Begoña]], en el que un falangista lanzó una bomba contra un grupo de carlistas y monárquicos —punto culminante de un largo enfrentamiento entre el Ejército y la Falange—, dimitió el ministro del Ejército, [[José Enrique Varela]], y Franco procedió a una remodelación de su gobierno, en la que cesó al ministro de la Gobernación, Valentín Galarza —que había secundado a Varela— y, en contrapartida, cesó igualmente al falangista Serrano SúñerSuñer, que cada vez hacía más sombra al Caudillo. Serrano fue sustituido por [[Francisco Gómez-Jordana Sousa|Gómez-Jordana]]; Varela, por [[Carlos Asensio Cabanillas]], y Galarza, por [[Blas Pérez González]], que se convertiría en uno de los más fieles colaboradores de Franco. Por otro lado, el propio Franco asumió la presidencia de la Junta Política de Falange.{{Harvnp|Preston|2004|pp=510-515}} Según Preston, «para Franco, Begoña fue el paso a la mayoría de edad política. Nunca más sería tan dependiente de un hombre como lo había sido de Serrano SúñerSuñer».{{Harvnp|Preston|2004|p=515}}
 
En los siguientes años de la contienda mundial, Franco continuó con su diplomacia dual, para la que concibió su teoría de las «dos guerras»: según él, había una guerra entre las potencias europeas, ante la que se declaraba neutral, y otra contra el bolchevismo, ante la que era beligerante.{{Harvnp|Preston|2004|p=533}} El 17 de marzo de 1943 inauguró unas [[Cortes franquistas|cortes]] hechas a su medida, con un tercio de los diputados nombrados por él, otro tercio por los sindicatos falangistas y otro establecido con miembros de oficio (ministros, alcaldes, rectores universitarios, etcétera).{{Harvnp|Preston|2004|pp=534-535}}
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En la fase final de la guerra se fue decantando cada vez más hacia los aliados; aunque siguió prestando ayuda a los alemanes hasta el final, especialmente en la exportación de [[volframio|wolframio]].{{Harvnp|Preston|2004|pp=552-553}} También se mantuvieron en suelo español puestos de observación, instalaciones de radar y estaciones de interceptación radiofónica alemanes.{{Harvnp|Preston|2004|p=560}} A causa de estos factores, junto al internamiento de barcos italianos en puertos españoles y la presencia de la División Azul en la Unión Soviética, en febrero de 1944 Estados Unidos decidió interrumpir la exportación de petróleo a España.{{Harvnp|Preston|2004|p=553}} Sin embargo, la prensa española no difundió los motivos del embargo, haciendo creer que los aliados querían romper la neutralidad española, hecho que fortaleció la imagen interior de Franco.{{Harvnp|Preston|2004|p=555}} Pese a todo, en mayo se llegó a un acuerdo por el que se levantaba el embargo a cambio de la disminución de la exportación de wolframio a Alemania.{{Harvnp|Preston|2004|p=558}}
 
A la muerte de Gómez-Jordana en agosto de 1944, fue sustituido por [[José Félix de Lequerica]], un notorio filonazi, lo que resintió las relaciones con los aliados.{{Harvnp|Preston|2004|p=562}} En octubre de 1944 se produjo la [[invasión del Valle de Arán]] por parte de tropas republicanas, que fue rechazada por el general Yagüe.{{Harvnp|Preston|2004|p=565}} En marzo de 1945 debió hacer frente a otro intento de restauración monárquica, tras el [[Manifiesto de Lausana]] publicado por Juan de Borbón.{{Harvnp|Preston|2004|p=575}} Varios destacados monárquicos dimitieron de su cargo, como el [[Jacobo Fitz-James Stuart y Falcó|duque de Alba]], embajador en Londres, y el general [[Alfonso de Orleans]], jefe de la Región Aérea del Estrecho.{{Harvnp|Preston|2004|p=575}} En aquella ocasión Franco comentó a Kindelán: «Mientras yo viva, nunca seré una reina madre».{{Harvnp|Preston|2004|p=575}} Para contentar al sector monárquico, en abril de 1945 anunció la creación de un [[consejo del reino]] para preparar su sucesión. También promulgó una seudoconstitución llamada [[Fuero de los Españoles]].{{Harvnp|Preston|2004|p=577}}
 
Con el fin de la guerra y la derrota de [[Alemania]] e [[Italia]], se desvanecieron las aspiraciones imperialistas de Franco y su intento [[Fascismo|fascista]]. Según el historiador [[Alberto Reig Tapia|Reig Tapia]], «si bien el naciente régimen político franquista asumió plenamente la decisión de crear ''ex novo'' un [[Totalitarismo|Estado totalitario]] alternativo al liberal-democrático, al igual que sus aliados naturales, el fascismo italiano y el nacionalsocialismo alemán, no pudo consumar su sueño, y la derrota de Hitler y Mussolini primero y el aislamiento internacional y la guerra fría después le obligaron a renunciar a sus objetivos, forzándole a renunciar al “ideal totalitario” en beneficio del “autoritarismo pragmático”».{{Sfn|Reig Tapia|1996|p=151}}
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[[Archivo:Llegada a la basílica de Santa María de Francisco Franco y su esposa, Carmen Polo, para asistir a un acto religioso (1 de 2) - Fondo Car-Kutxa Fototeka.jpg|thumb|300px|Llegada de Franco a la basílica de Santa María de San Sebastián en 1941.]]
 
Según el historiador [[Gonzalo Álvarez Chillida]], el general Franco fue «[[filosefardismo|filosefardí]] desde sus años en la [[guerra del Rif|guerra de Marruecos»]], como lo prueba el artículo «Xauen la triste» publicado en la ''Revista de tropas coloniales'' en 1926, cuando tenía treinta y tres años y acababa de ser ascendido a [[general de Brigadabrigada]]. En el artículo resaltaba las virtudes de los judíos [[sefardí]]es con los que había tratado —y con los que trabó cierta amistad: alguno de ellos le ayudó activamente en el [[Alzamiento Nacional|alzamiento de 1936—]], que contrastaba con el «salvajismo» de los «moros». En su guion de la película ''[[Raza (película)|Raza]]'' (1942), aparece un episodio en el que se refleja este [[filosefardismo]]. El protagonista visita con su familia la [[sinagoga]] de [[Santa María la Blanca (Toledo)|Santa María la Blanca]] de [[Toledo]] y allí dice: «Judíos, moros y cristianos aquí estuvieron y al contacto con España se purificaron». «Para Franco, como vemos, la superioridad de la nación española se manifestaba en su capacidad de purificar hasta a los judíos, convirtiéndolos en sefardíes, bien diferentes de sus demás correligionarios», afirma Álvarez Chillida. El filosefardismo de Franco se ha intentado explicar por sus supuestos orígenes [[judeoconverso (España)|judeoconversos]] —que algunos han relacionado incluso con su devoción a [[Santa Teresa de Jesús]], de familia conversa—, pero no hay ninguna prueba al respecto —al parecer, el nazi [[Reinhard Heydrich]] ordenó una investigación sobre la cuestión sin ningún resultado—. De todas formas, el filosefardismo del general Franco no afectó a su política de mantener España libre de judíos, salvo en sus territorios africanos.{{Sfn|Álvarez Chillida |nombre=Gonzalo |año= |páginas=188-189 |cita=}}
 
«Franco era mucho menos antisemita que muchos de sus compañeros de armas, como [[Emilio Mola|Mola]], [[Gonzalo Queipo de Llano|Queipo de Llano]] o [[Luis Carrero Blanco|Carrero Blanco]], y ello influyó sin duda en la política de su régimen respecto de los judíos», afirma Álvarez Chillida. {{cita requerida|En sus discursos y declaraciones durante la guerra civil, no utilizó ninguna expresión antisemita.}} Aparecieron por primera vez tras la victoria en la guerra, concretamente en el discurso que pronunció el 19 de mayo de 1939 tras el [[Desfile de la Victoria de Madrid de 1939|desfile de la Victoria]]:{{Harvnp|Rodríguez Jiménez|2007|p=251}}