Diferencia entre revisiones de «Judíos durante el franquismo»

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=== Antisemitismo y política judía entre 1960 y 1975 ===
El papa [[Juan XXIII]] impulsó la renovación de las ideas católicas sobre el judaísmo —en 1959 puso fin a la referencia a la "perfidia judaica" en la liturgia del [[Viernes Santo]]-, lo que tuvo un inmediata repercusión en España. En 1961 el hebraísta católico José María Lacalle publicaba un libro defendiendo las tesis de la [[Conferencia de Seelisberg]] que establecían las bases teológicas para poner fin al [[antijudaísmo cristiano]]. Ese mismo año se funda la asociación [[Amistad Judeo-Cristiana]] -que será autorizada en 1962— por iniciativa de un grupo de sacerdotes, que recibieron el apoyo de los dos grandes hebraístas de la época, [[Francisco Cantera Burgos|Cantera Burgos]] y [[Josep Maria Millàs Vallicrosa|Millás Vallicrosa]], y por otros catedráticos, así como del obispado de Madrid y de algunas personalidades [[filosefardismo|filosefardíes]] del régimen como [[Pedro Laín Entralgo]] y el entonces presidente del [[Instituto de Cultura Hispánica]] [[Blas Piñar]]. A la reunión fundacional de octubre de 1961 asistieron los dos miembros más destacados de la comunidad judía de Madrid, [[Max Mazin]] y [[Samuel Toledano]]. Tal vez el evento más sonado promovido por la Asociación fue el acto interconfesional judeo-cristiano celebrado en la parroquia madrileña de Santa Rita el 28 de febrero de 1967, del que se hicieron eco dos de las tres grandes cadenas de televisión norteamericanas, así como otros medios escritos internacionales. Año y medio antes el [[Concilio Vaticano II]] había aprobado la declaración ''[[Nostra aetate]]'' sobre la relación de los católicos con las religiones no cristianas, en la que se puso fin al [[antijudaísmo cristiano]] y se condenó el [[antisemitismo]] así como cualquier otra forma de odio racial o religioso.{{Harvnp|Álvarez Chillida|2002|pp=444-446}}
 
Las actividades de la Asociación encontraron la oposición de los sectores más integristas y ''ultras'' del franquismo —también las embajadas de los países árabes protestaron frecuentemente—. El gobierno vigiló sus actividades y en alguna ocasión prohibió alguna conferencia. Recibió amenazas en las que se decía, por ejemplo, "''¡Fuera de España, perros judíos!''", acompañado de "''[[¡Viva Cristo Rey!]]''". También fueron objeto de amenazas por medio de pintadas antijudías aparecidas en sus fachadas y de ataques con bombas incendiarias contra sus puertas las sinagogas de Madrid y Barcelona.{{Harvnp|Álvarez Chillida|2002|pp=448-450}}