Diferencia entre revisiones de «Cerro de Pasco»

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En 1639, durante el Gobierno del virrey Luis Fernández y Cabrera, se le envió a la Corona Española cinco millones de ducados procedentes de Cerro de Pasco, por lo que mediante Real Cédula se le otorgó el título de la «Ciudad Real de Minas» al asiento minero de San Esteban de Yauricocha.
 
A la fama de sus minas acudían muchos españoles interesados y entre ellos Martín Retuerto, quien trabajó en la mina Lauricocha, dando un socavón que fue el primero en el que hubo mineral. José Maíz y Arcas compró de los herederos de Retuerto la mina citada en 1740 y dirigió un socavón al mismo paraje, terminándolo en 1760. A partir de 1760, tras el descubrimiento de las vetas de plata del «Gran Túnel de Yanacancha», Cerro de Pasco multiplicó su potencial minero. La abundante riqueza que había en estos yacimientos llegó en un contexto de extrema importancia para la Coronacorona Española porque [[Potosí]], otro asentamiento minero que era explotado por la Metrópoli, había entrado en bancarrota. Potosí, también situado en el Virreinato del Perú, pero en el territorio que actualmente ocupa Bolivia, había sido hasta entonces la mayor productora de plata del mundo, pero, tras dos siglos de extenuante explotación, su abrumadora riqueza había sido exprimida definitivamente. Cerro de Pasco, la «Ciudad Real de Minas», se convirtió en el sustituto natural de Potosí y cogió su relevo como principal centro minero de la Corona Española perteneciendo a la [[Intendencia de Tarma]].
 
El minero español José Maíz y Arcas fue quien descubrió la mina de plata del «Gran Túnel de Yanacancha», convirtiéndose en uno de los hombres más acaudalados de Cerro de Pasco. Tal era su riqueza que en 1764 solicitó el título de «Marqués» a la Corona Española, previo pago del mismo con barras de plata que habían salido de las entrañas de Cerro de Pasco. En 1771, el rey [[Carlos III de España|Carlos{{esd}}III]] otorgó a Don José Maíz y Arcas el título de «Marqués de la Real Confianza». Sin embargo, este llegó cuando el minero español ya había fallecido, lo que provocó una dramática disputa entre sus hijos varones por la legítima herencia del mismo.