Diferencia entre revisiones de «Las leyes de la frontera»

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Es discutible que esté en desuso y el flujo migratorio se dio especialmente en los años 50 y 60, no al principio del franquismo
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Rápidamente el plan surtió efecto, y el Zarco comenzó a salir los fines de semana,<ref name="Cer12-244-264"/> pese a las reticencias del director de la cárcel, Eduardo Requena, quien no creía en su rehabilitación y había advertido en vano a Cañas del peligro que representaba tenerlo en libertad.<ref>Cercas, Javier (2012), op. cit. «Segunda parte: Más acá» (4), pp. 236-243.</ref> Pero pese al entusiasmo de Cañas, Tere y María, el Zarco no estaba contento, pues sentía celos de la nueva fama de esa mujer que no quería, y sobre todo tenía miedo de salir de la cárcel.<ref name="Cer12-244-264"/> Por ello se volvió nuevamente un prisionero difícil e intratable.<ref>Cercas, Javier (2012), op. cit. «Segunda parte: Más acá» (6), pp. 265-270.</ref> Se distanció de María, y una noche en que no regresó a la cárcel, Cañas y Tere lo encontraron sumido en la heroína en un antro deprimente. Allí Cañas comprendió que tanto el Zarco como él habían estado usando al otro por motivaciones personales. Finalmente consiguieron regresarlo a la cárcel al amanecer,<ref>Cercas, Javier (2012), op. cit. «Segunda parte: Más acá» (7), pp. 271-289.</ref> y Requena hizo la vista gorda.<ref>Cercas, Javier (2012), op. cit. «Segunda parte: Más acá» (8), pp. 290-292.</ref>
 
A partir de esa noche la actitud del Zarco mejoró, así como su salud, su disciplina y estado de ánimo. Sin embargo, Tere se distanció de Cañas, no volviéndose a ver hasta el metrimoniomatrimonio del Zarco y María. No obstante, una noche Cañas le confesó al Zarco los abusos de Batista —actualmente un exitoso empresario— en su niñez, y unos días después murió apuñalado, negando el Zarco haber tenido que ver con ello. Luego de ello comenzó a decaer nuevamente, y apenas obtuvo la libertad condicional huyó a Barcelona, separándose de María, quien continuó gozando de su fama mediática. A los pocos meses volvió a delinquir y perdió su libertad, esta vez de manera permanente, ensuciándose además su imagen de hombre redimido. María estalló en los medios, mintiendo pero también delatando a Cañas como antiguo miembro de su banda y asegurando una relación entre Tere y el Zarco. Todo esto sumió a Cañas en una depresión. Decidió olvidarlos, pero tres años después reapareció Tere en su despacho, pidiéndole nuevamente ayuda con el Zarco, y asegurándole de que en realidad eran medios hermanos, y que este no tenía a nadie salvo a ellos dos.<ref>Cercas, Javier (2012), op. cit. «Segunda parte: Más acá» (9), pp. 293-328.</ref> Cañas acabó aceptando defenderlo de nuevo, y consiguió que Requena lo aceptara nuevamente en la cárcel de Gerona, pues esta vez el Zarco ya estaba enfermo, débil y dócil, consumido por el [[sida]] y olvidado por los medios.<ref>Cercas, Javier (2012), op. cit. «Segunda parte: Más acá» (10), pp. 329-333.</ref>
 
Como casi no había más trabajo con el Zarco, él y Cañas comenzaron a frecuentarse por primera vez de una forma parecida a una amistad. María comenzó a perder poder mediático y no le guardaron rencor alguno. Tere dejó los estudios y siguió pendiente del Zarco, viendo a Cañas solo ocasionalmente. Poco antes de la muerte del Zarco, ella y Cañas lo pasaron juntos, pero tras el funeral y el entierro —que revivió su imagen en la prensa— Tere se esfumó nuevamente, debiendo Cañas sostenerse en sus colegas, su hija y un psicoanalista para no recaer en depresión.<ref>Cercas, Javier (2012), op. cit. «Segunda parte: Más acá» (11), pp. 334-357.</ref> No obstante, posiblemente jamás se curó del todo, y ni él ni el Zarco tuvieron en verdad oportunidad de cambiar sus vidas.<ref>Cercas, Javier (2012), op. cit. «Segunda parte: Más acá» (12), pp. 358-363.</ref>