Diferencia entre revisiones de «X Concilio de Toledo»

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El Concilio se abrió el [[1 de diciembre del 656]]. La asistencia total fue de diecisiete obispos (tres metropolitanos, el de Toledo Eugenio II, el de Braga Fructuoso y el de Sevilla, Fugitivo), más otros cinco obispos que estuvieron representados. Es dudosa la asistencia del abad de Agali, Ildefonso.
 
En el concilio se trataron diversos temas, y entre ellos las penas por el quebrantamiento del juramento de lealtad al rey por clérigos y laicos, estableciéndose que el culpable sería secularizado y/o exilado (al rey correspondería decidir sobre la aplicación de una sola de las dos penas o de ambas). En otro canon se hace referencia a las ventas efectuadas por sacerdotes, de esclavos cristianos a los judíos. ¿Era la desobediencia un signo de desaprobación de las leyes anti judías, o simplemente los clérigos sacaban provecho de su posición menos vulnerable para realizar un negocio que probablemente debía reportarles pingües beneficios?. Como en la época el fanatismo religioso debía ser asumido sociológicamente por la inmensa mayoría de la población, y especialmente por muchos sacerdotes y el bajo clero, hay que pensar que las ventas se efectuaban a un precio muy alto, y que los sacerdotes y clérigos se aprovechaban de su situación (el poder de un sacerdote en su aldea debía ser notable; en el conjunto del reino la situación del clero era de clara preeminencia) para obtener beneficios propios o para su Iglesia, a lo cual difícilmente se hubiera atrevido un laico debido a las penas a las que habría tenido que enfren-tarse y al control que ejercía el mismo clero. Los obispos declararon que los clérigos que en el futuro se dedicaran al comercio de esclavos cristianos con los judíos serían expulsados de la Iglesia. Se redactaron cánones relativos a la disciplina eclesiástica (fiestas, clérigos, monjes y viudas, además del ya citado sobre la venta de esclavos a los judíos), y se trataron dos asuntos internos de la Iglesia (la retirada del Obispo Potamio a un monasterio y el testamento del Abad de Dumium, Recimiro que había establecido un mayor número de legados de los que podía). Destacan entre los temas tratados ciertas irregularidades de los obispos: consagrar iglesias en días corrientes (debía hacerse en domingo); celebrar banquetes usando para beber, el cáliz o vasos sagrados; seducción de mujeres; robo; y hasta asesinato.
 
Después de este concilio el rey no convocó ninguno más (aunque no consta que los prohibiera legalmente) con gran disgusto de los obispos, que más tarde criticaron al rey por este motivo.