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== Antecedentes ==
A comienzos del [[siglo XX]] el gobierno español decide ejercer en [[Marruecos]] una influencia que devolviera al país el prestigio perdido como consecuencia del [[Desastre del 98]]. A este fin se adhiere a la Declaración de Londres de 1904, que asigna a [[España]] la misión de facilitar ayuda a Marruecos para llevar a cabo las reformas militares, económicas y administrativas de la que estabaestaban tan necesitadonecesitadas. En esta época el control de las [[cabila]]s que circundaban Melilla estaba en manos de un pretendiente al trono de Marruecos, que afirmaba ser el hermano del sultán [[Abd al-Aziz de Marruecos]], [[Yilali Mohamed el-Yusfi ez-Zerhuni]], conocido en la historia como ''[[Bu Hamara]]'' (el de la [[burra]]),<ref name=Pennell_140>C. R. Pennell. [http://books.google.com/books?id=QtBazz0I7uYC&pg=PA140 ''Morocco Since 1830: A History''] C. Hurst & Co. Publishers, 2000 S. 140</ref> por lo que una compañía española (la [[Compañía Española de Minas del Rif]]) y una francesa negocian con él la explotación de yacimientos mineros. Sin embargo, estas concesiones hacen que las cabilas que antes apoyaban a Bu Hamara consideren que éste les ha traicionado, y para demostrar su enojo el [[8 de agosto]] de [[1908]] atacan las explotaciones, aunque sin causar víctimas, y Bu Hamara es apresado y enviado a [[Fez (Marruecos)|Fez]], donde moriría encarcelado por el sultán.
 
La muerte de Bu Hamara deja a España sin interlocutor con los rifeños y la situación se hace más tensa. El [[José Marina Vega|general Marina]], Comandante General de Melilla, pide instrucciones y refuerzos al gobierno, ya que con las fuerzas con que cuenta no pueden continuar las labores ''pacificadoras'', esto es, la continuidad de las explotaciones mineras. El gobierno se limita a pedir calma al general y nada hace; es más, le prohíbe cualquier acción militar y el [[7 de junio]] de [[1909]] autoriza a las compañías mineras a proseguir sus trabajos. La tranquilidad dura poco, puesto que a finales de junio comienza una gran agitación, con predicación de la ''guerra santa'', en las cabilas próximas a Melilla. Ante la negativa gubernamental a autorizar la ocupación y fortificación de posiciones que permitieran defender a los trabajadores de un posible ataque rifeño, Marina ordena una expedición por estas cabilas, que lo único que consigue es la captura de seis agitadores que son conducidos presos a Melilla.