Diferencia entre revisiones de «Mutagénesis»

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Las investigaciones sobre las radiaciones han tomado la atención de los científicos desde fines del siglo XIX. La primera evidencia de que un agente externo podía aumentar el número de mutaciones fue en 1927 por Hermann Müller, quien demostró los efectos mutagénicos de los rayos X en la mosca de la fruta (Drosophila melanogaster). Todas las radiaciones pueden ser agentes mutagénicos con tal de que posean energía suficiente para entrar en contacto con el ADN. Los rayos cósmicos que llegan del espacio, formados por una mezcla de protones y de fotones de muy alta energía, son responsables de muchas mutaciones de las que denominamos “espontáneas”. Tanto la luz ultravioleta (UV) como las radiaciones ionizantes se han utilizado en estudios de mutagénesis en bacterias; aunque los mecanismos de mutagénesis son bastante diferentes para cada tipo de radiación. Uno de los agentes mutagénicos más efectivos en bacterias es la radiación UV de longitud de onda corta. La longitud de onda efectiva para la mutagénesis está comprendida entre los 200 y 300 nm. El mecanismo más importante de la acción de la luz UV es la formación de dímeros (timina-timina; timina-citosina; citosina-citosina) entre pirimidinas adyacentes, lo que incrementa enormemente la probabilidad de que durante la replicación, la polimerasa de ADN inserte un nucleótido incorrecto<ref name="Fernando" />.
 
Las radiaciones ionizantes son formas de radiación más potente, e incluyen rayos de longitud de onda corta, como los rayos X, emisiones de elementos radioactivos, y rayos ϒ. Estas radiaciones causan la ionización del agua y de otras sustancias; produciéndose indirectamente efectos mutagénicos debido a esta ionización. Entre los derivados químicos formados por la radiación ionizante se encuentran los radicales libres, siendo el más importante el radical hidroxilo (OH–OH<sup>–</sup>). Los radicales libres reaccionan en la célula con macromoléculas, como el ADN, y las alteran produciendo rupturas que dan lugar a rearreglos cromosómicos<ref name="Fernando" />.
 
La tasa de mutaciones inducidas depende de la dosis de y de la frecuencia de aplicación. Es decir, el efecto de un mutágeno es mucho más perjudicial si una misma dosis de radiación alta es administrada todo en una sola vez que si se administra a lo largo del tiempo radiaciones bajas. Esto es debido a que, en el primer caso, los mecanismos de reparación del ADN se encuentran saturados. Igualmente, los tejidos irradiados son más o menos sensibles según su tasa de replicación que tengan<ref name="Fernando" />.