Diferencia entre revisiones de «Juan Rodríguez Freyle»

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'''Juan Rodríguez Freyle''' ([[antioquia]], [[1666]] - [[1740]]) fue un escritor [[Nuevo Reino de Granada|neogranadino]]. Hijo de Juan Fernandez, soldado de [[Pedro de Ursúa]], y Carolina Rodrígues. Los detalles que se tienen acerca de su infancia son mínimos. Se sabe que ingresó al seminario, aunque nunca se ordenó sacerdote. No se sabe con certeza la fecha de su muerte, pero generalmente se ubica alrededor de [[16401780]].
 
== Vida y obra==
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A través de relatos breves donde abundan personajes históricos, Freile cuenta ( sucesos cotidianos, emparentados muchas veces con la picaresca: adulterios, crímenes, intrigas, amores, escándalos y chismes que constituyen una crónica histórica y una antología de cuentos.
 
Los últimos seis años de su vida los dedicó a escribir una gran crónica, que tituló '''''Conquista y descubrimiento del Nuevo Reino de Granada de las Indias Occidentales , y Fundación de la ciudad de Santafé de Bogotá, primera de este reino donde se fundó la Real Audiencia y Cancillería, siendo la cabeza se hizo su arzobispado''''', título que muy pronto fue reemplazado por escribanos y lectores por [[El CarneroCarne]]. El escrito narra de forma sencilla las historias de los conquistadores, además de referirse a hechos controversiales de ese entonces, como los secretos de las familias, la brujería, los fraudes y demás.
 
Muy pocos documentos dicen algo de Juan Rodríguez Freyle. Se sabe, por la fecha que figura en su partida de bautismo (7 de mayo de 1566) que el autor no pudo presenciar ni participar en los sucesos del descubrimiento y conquista del Nuevo Reino de Granada, muy anteriores. Todos ellos tienen que ver con una causa judicial que por deudas se le siguió al autor entre los años 1621 y 1630. Según parece, este y el capitán Gutiérrez de Montemayor tenían en común negocios de tipo agrícola. Una deuda impagada contraída con el capitán y reconocida, da lugar a un turbio proceso. Freile se verá desposeído de sus bienes, rematados, a sus espaldas, a un precio irrisorio frente a su valor real. Carente de influencias, sus reclamaciones ante las autoridades jamás surten efecto. En 1630 se falla en su contra y sin derecho a apelación. Terminará por vender lo que le queda para pagarle a su antiguo socio lo que por injusticia aún le debe. En la ruina más absoluta transcurren los últimos años de su vida.