Diferencia entre revisiones de «Arioaldo»

Durante los últimos años del reinado de su predecesor [[Adaloaldo]] (su cuñado, hijo de [[Agilulfo]] y [[Teodelinda]] y hermano de [[Gundeperga]]) se puso al frente de la bando arriana que se oponía a los intentos de catolización de loa lombardos conducidos por la reina madre Teodolinda, junto a su hijo el rey.<ref>Fredegar: Chronicles IV, Sección 49</ref> Pero más que la motivación religiosa, la oposición podría también entenderse como política, en el sentido de que del acercamiento al catolicismo se derivaba también una pacificación con los bizantinos y por tanto una renuncia implícita a posteriores expansiones territoriales en la áreas italianas que aún controlaban el [[Emperador bizantino|Emperador]] y el [[Papa]].<ref>Hartmann, la historia de Italia en la Edad Media, Volumen II, Parte 1, pág 209</ref> La revuelta comenzó en el 624, y entre el 625 y el 626, se llegó al destronamiento de [[Adaloaldo]],<ref>Historia Langobardorum IV, 41</ref> y la coronación de '''Arioaldo''' que dio de nuevo a los arrianos el control del reino y devolvió la capital a Ticinum ([[Pavía]]) en lugar de [[Mediolanum]].<ref>Historia Langobardorum IV, 41</ref> Sin embargo el partido católico siguió actuando y de algún modo se vio envuelta la reina [[Gudeperga]] en una conjura palaciega, junto al Duque del [[Friuli]] Taso. La reina fue apartada por un tiempo de la corte de Pavía y enviada a Lomello, aunque este castigo duró poco, la reina fue devuelta a la corte poco después, e un intento de política conciliadora del rey y con la intención de restablecer equilibrio entre [[Arrianismo|arrianos]] y [[catolicoscatólicos]]. En este mismo sentido se restablecieron las relaciones amistosas con el papa [[Honorio I|Honorio]] y respetó la independencia de los centros religiosos, como la [[Abadía de Bobbio]] (católica) que estaba en la [[Diócesis|diócesis]] del obispo arriano de [[Tortona|Dertona]], que pedía la intervención real. Sin embargo '''Arioaldo''' se mantuvo al margen e indicó que las disputas debían aclararse en los [[Sínodo diocesano|sínodos]] y no por medio del rey.<ref>Hartmann, la historia de Italia en la Edad Media, Volumen II, Parte 1, pág 209</ref>