Diferencia entre revisiones de «Alodia y Nunilo»

Contenido eliminado Contenido añadido
m Revertidos los cambios de 83.35.95.213 (disc.) a la última edición de KLBot2
Línea 16:
 
Dice la leyenda que tras arrojar sus cuerpos en un lugar alejado de las murallas, las aves rapaces no los tocaron, sino que más bien fueron sus cuidadores. Y lo más sorprendente es que a lo largo de una noche, unos cristianos vieron destellos luminosos que salían del mismo lugar donde fueron arrojadas las santas.
 
Atención a esta versión para quienes deseen investigar más:
SANTAS NUNILO Y ALODIA, VÍRGENES Y MÁRTIRES
 
Día 22 de octubre Por P. Juan Croisset, S.J.
 
El piadoso deseo de ennoblecerse con el nacimiento y con el glorioso triunfo de Santa Nunilo ó Nunilona y de Santa Alodia ha hecho que las ciudades de Huesca, así del reino de Aragón como del de Granada, pretendan ser patria de estas dos ilustres vírgenes y mártires de Jesucristo, y así se lee en el Martirologio; pero Ambrosio de Morales, célebre cronista del rey Felipe II, es de sentir que padecieron cerca de Nájera, y que fueron naturales de un pueblo de la provincia de la Rioja, llamado antiguamente Bosca, por el que escribieron algunos Osea ó Huesca, dando motivo á semejantes pretensiones. Bajo este supuesto, y el de apoyarlo así la tradición constante de aquellos naturales con la autoridad de no pocos escritos de particular nota, nos inclinamos á creer que Santa Nunilo y Santa Alodia nacieron en el lugar de Bañares, llamado antiguamente Bosca, poco distante de la antigua ciudad de Castrovigeto, hoy Castroviejo, pequeña villa á la entrada de la Sierra de Cameros.
 
Eran hijas ambas de padre mahometano y de madre cristiana, cuyos matrimonios eran muy comunes en España, en aquellas lamentables edades en que se hallaba la nación bajo el dominio de los africanos. Criólas su madre en la religión de Jesucristo, y, habiendo impreso en sus tiernos corazones las piadosas máximas del Evangelio, arreglaron sus costumbres con el espíritu de la santa ley de Dios; de suerte que, aunque se criaron en un pueblo ocupado por los bárbaros, cultivaron tanto la piedad, que eran la admiración de todas las gentes, poniéndolas todas por modelo y por ejemplar.
 
Ocurrió la muerte de los padres de Nunilo y de Alodia cuando contaban doce y trece años; y, habiendo quedado huérfanas, entraron bajo la tutela de un tío y pariente, fiero partidario de la secta mahometana. Publicó por entonces Mahomad, rey de Córdoba, enemigo capital de los cristianos, un edicto general por el que ordenaba que todo aquel que fuese hijo de padre ó madre agareno [sarraceno] estuviese obligado, so pena de muerte, á dejar la religión de Jesucristo y abrazar la secta de Mahoma [falso profeta]. Había intentado el tío de las dos ilustres vírgenes pervertirlas, y, reiterando sus instancias con motivo del nuevo edicto, hizo cuanto pudo para obligarlas á que siguiesen la ley que profesó su padre; pero, hallándolas siempre firmes y constantes en la fe, las delató á Zumayl, califa ó gobernador de la región Werbetana, que tenía su residencia en la ciudad de Castroviejo, una legua distante de Bañares.
 
Mandó Zumayl á Nunilo y á Alodia que compareciesen ante el tribunal, y teniendo ambas aquella notificación por señal cierta del combate á que eran llamadas, para dar prueba de su fe y de su fortaleza cristiana partieron de Bosca á Castroviejo, á pie descalzo, alentándose una á otra á padecer con aquellas razones que les inspiraba el Espíritu Santo. Preguntó las el gobernador si era cierta la delación de su tío en orden á ser hijas de padre mahometano, y tomando la voz Nunilo, que era la mayor en edad, le respondió: Nosotras no conocimos á nuestro padre, porque quedamos muy niñas cuando murió; sólo sabemos que nuestra madre fue cristiana, y por lo mismo nos educó en esta religión, que es la que profesamos, y por cuya defensa estamos prontas á perder la vida si fuese necesario. Hizo Zumayl varias tentativas para separar á las dos ilustres vírgenes de Jesucristo; pero, viendo que de nada aprovechaban todos sus esfuerzos, las dejó por entonces volver libremente á su patria, diciéndolas que las perdonaba por conocer que eran niñas mal aconsejadas, y previniéndolas que, si en adelante no trataban de seguir la ley de su padre, mandaría que las decapitasen.
 
Salieron Nunilo y Alodia de Castroviejo para Bañares, llenas de alegría por haber confesado la fe ante el tribunal de un juez infiel; y encendidas en vivísimos deseos de lograr la corona y testificar con su sangre las infalibles verdades de nuestra santa religión, redujeron toda su ocupación desde entonces á disponerse para el martirio por medio de fervorosas oraciones, de rigurosos ayunos y de asombrosas penitencias, no dudando que no tardaría mucho tiempo en presentarse ocasión de ofrecer á Dios el sacrificio de sus vidas. Observaba el tío de las Santas su conducta, y viendo que, en lugar de enmendarse, hacían ostentación de la religión que profesaban, volvió á delatarlas al gobernador de Castroviejo, á pretexto de haber faltado á su prevención, diciéndole que cada día estaban más obstinadas, sin cesar en público y en secreto de ocuparse en los ejercicios que prescribía la religión de los cristianos, maldiciendo á un mismo tiempo la ley de Mahoma, por lo que era preciso castigarlas severamente, porque no pervirtiesen con su ejemplo á los árabes mahometanos [sarracenos]. Oyó Zumayl con grande enojo la segunda queja contra las dos insignes vírgenes, y, habiendo mandado que se presentasen á su tribunal, insistió con mucho empeño en que negasen á Jesucristo, valiéndose para ello de las reconvenciones más eficaces, de las promesas más ventajosas y de las amenazas más terribles; pero, creciendo el valor y la fortaleza de Nunilo y de Alodia al compás de los esfuerzos del tirano, dio orden para que las pusiesen con separación en casa de ciertos moros de su confianza, á fin de que las persuadiesen la obligación que tenían de seguir la ley que profesó su padre, en virtud del decreto de Abderraman que acababa de publicarse, so pena de padecer una muerte afrentosa.
 
Sufrieron las dos insignes vírgenes por espacio de cuarenta días los más fuertes y violentos combates de los africanos; pero, siempre más firmes y más constantes en la fe, salieron victoriosas de las infernales sugestiones con que fueron tentadas. Hallábase en fervorosa oración Alodia dos noches antes de su glorioso triunfo, y, viéndola rodeada de celestiales resplandores una hija del huésped que la tenía en su casa, maravillada de aquel prodigio, la convidó con la libertad si quería salvarse de la muerte. Agradeció Alodia la oferta, pero no la admitió, porque en ella se le privaba de la gloria del martirio: sólo le rogó que le proporcionase ver á su hermana, y, concediéndola este consuelo, se abrazaron ambas tiernamente y se animaron con nuevo fervor á padecer por Jesucristo. Supo el juez árabe mahometano [sarraceno] el ningún efecto que produjeron las tentativas de los seductores; hizo que compareciesen á su presencia, y, redoblando sus promesas y sus amenazas, las dijo por último que mandaría quitarlas la vida si no abrazaban su secta [del falso profeta Mahoma que niega a la Santísima Trinidad, y a la Divinidad de N. S. Jesucristo]; pero á todo respondieron las dos esforzadas doncellas que hiciere lo que gustase, pues ellas estaban prontas á morir antes que negar á Jesucristo. Hallábase en Castroviejo un malvado sacerdote que, imponiendo el más infame borrón á su carácter, había apostatado de la religión cristiana por vivir impune en sus relajadas costumbres: pareció á Zumayl que aquel ministro de Satanás era muy proporcionado para pervertir á las dos ilustres vírgenes, y, entregándoselas para este efecto, le encargó que lo hiciese con toda eficacia. Comenzó la empresa el infeliz presbítero, y entre otras persuasiones reconvino á las Santas con la siguiente: ¿Por qué queréis, nobles vírgenes, morir en lo más florido de vuestros años? Seguid la ley que profesó vuestro padre para que viváis. Yo era sacerdote cristiano, y manifiesto profesar la ley de Mahoma, para acomodarme con los africanos. Haced vosotras lo que los molites, esto es, los que en el exterior aparentan ser árabes mahometanos, aunque en el interior sintáis lo contrario. Oyeron Nunilo y Alodia el impío consejo del pérfido sacerdote, y, revestidas de un santo celo, le contestaron: Si tú, por tu sacrílega vida y por tus lascivos desórdenes, has renegado de la Fe Católica, nosotras deseamos padecer por amor de Jesucristo para reinar con El en el Cielo.
 
Dio parte él impío sacerdote á Zumayl de la invencible constancia de las dos hermanas, y, no pudiendo el bárbaro contener la indignación dentro del pecho, mandó al verdugo qué las degollase inmediatamente. Nunilo fue la primera que se ofreció al sacrificio, y, componiéndose el cabello para recibir el golpe, puesta de rodillas, dijo con valeroso ánimo al verdugo: ¡Ea, infiel, hiere con presteza! Atónito y turbado el verdugo, erró el golpe en la garganta, y la llevó un pedazo de la mejilla, sin cortarla del todo la cabeza; y, cayendo el cuerpo en tierra, se descubrieron un poco los pies con los movimientos naturales que ocasiona la muerte. Corrió Alodia sin la menor turbación á componer la ropa de su difunta hermana, y clavando los ojos al Cielo, como que veía con luz superior subir al Cielo la dichosa alma, dijo llena de alegría: Espera un poco, hermana. Dispúsose luego para seguir á Nunilo; y, por que no le sucediese lo que á aquélla, se ató á los pies las faldas, para que no padeciese su honestidad después de muerta. Hecho esto, descubrió su hermoso rostro, se puso de rodillas sobre el cuerpo de su hermana como en altar bien consagrado, y en aquella postura de inmolación recibió el golpe del alfanje, pasando ambas á gozar la visión beatífica en el día 22 de Octubre del año 840, según el cómputo que señala Morales.
 
No tardó Dios en acreditar la gloria de sus amadas siervas con la particular maravilla de dejarse ver por la noche luces resplandecientes sobre el lugar en que las enterraron; por lo que, temeroso el gobernador de que las extrajesen los fieles, mandó enterrarlas en un hoyo profundo, el que allanaron con tierra y piedras crecidas, todo con el fin de borrar la memoria de sus santas reliquias, para que en lo sucesivo no pudieran ser halladas por los cristianos; cuyo pozo se conserva hasta hoy, y contigua de él una fuente cristalina llamada de Santa Nunilo y Alodia, cerca de la cual hay una ermita bajo la advocación de las Santas, donde se dividen los términos de las dos villas, que concurren juntas á celebrar su festividad en el día de su dichoso tránsito.
No pudo impedir la diligencia de los infieles la repetición de las luces resplandecientes sobre el pozo ú hoyo donde las ocultaron; y, continuando aquel extraordinario prodigio, cuando conquistó la provincia de la Rioja del poder de los moros el rey de Navarra Don Iñigo Jiménez, hizo la traslación de los cuerpos de las Santas al monasterio de San Salvador de Leyre en el día 18 de Junio del año 842, donde son tenidos en grande veneración y se digna Dios obrar muchos milagros por la poderosa intercesión de sus fidelísimas siervas. También escribe Ambrosio de Morales que, cuando se ganó á los árabes el reino de Granada, se dio la ciudad de Huesca al conde de Lerín, hoy de los duques de Alba, de quien descienden los condestables de Navarra; quien llevó á ella varias reliquias de las Santas que se le dieron del monasterio de Leyre; y habiendo edificado una iglesia bajo su advocación, en donde las colocó, de aquí ha dimanado la pretensión de aquélla, insinuada en el principio.
 
== Extensión del culto ==