Diferencia entre revisiones de «Género político»

Contenido eliminado Contenido añadido
Ángel Luis Alfaro (discusión · contribs.)
Ángel Luis Alfaro (discusión · contribs.)
Línea 37:
</center>
 
Los más famosos discursos políticos de la [[Roma clásica]] fueron las ''[[Catilinarias]]'' de [[Cicerón]] (noviembre a diciembre del 63 a. C.) No obstante, también fueron trascendentales los de [[Catón el Viejo]], que insistía en terminar indefectiblemente con un lapidario ''[[Delenda est Carthago]]'' ("Cartago debe ser destruida"), independientemente del tema que se tratara. [[Tácito]] recoge un Discurso de [[Claudio]] ante el Senado proponiendo la admisión de senadores procedentes de la [[Galia Comata]].<ref>Anales, XI 23-25, citado en [http://www.cervantesvirtual.com/bib/portal/antigua/roma_txt8.shtml#roma37 CVC]</ref> [[Dion de Prusa]] (''Crisostomos'' -"boca de oro"-) se hizo famoso por sus ''Discursos''. Entre los 55 discursos conservados de [[Elio Arístides]] está el denominado ''Discurso a Roma''.<ref>Elio Arístides, Discurso a Roma, 58-65, citado en [http://www.cervantesvirtual.com/bib/portal/antigua/roma_txt9.shtml#roma41 CVC].</ref>
 
{{cita|Ciertamente, el arte del gobierno, que se había escapado con anterioridad a todos los hombres, por así decirlo, fue reservado para vosotros solos, para que lo descubrierais y lo pusierais en práctica. ... Como consecuencia del tamaño del Imperio forzosamente también nació la experiencia, y a su vez, a consecuencia del conocimiento del arte del gobierno, el Imperio creció de manera justa y conveniente. ... Después de haber dividido en dos partes a todos aquellos que están en el Imperio -y al decir esto me refiero a toda la ecúmene- por una parte a todo aquel que fuese muy elegante, linajudo y poderoso en cualquier parte, lo hicisteis ciudadano y hasta vuestro congénere, mientras que el resto quedó como súbdito y gobernado. Y ni el mar ni toda la tierra que se interponga impiden obtener la ciudadanía, y aquí no hay distinción entre Asia y Europa. Todo está abierto para todos. Nadie que sea digno de una magistratura o de confianza es extranjero, sino que se ha establecido una democracia común a la tierra bajo el dominio de un solo hombre, el mejor gobernante y regidor; todos se reúnen aquí como si fuera en el ágora común, cada uno para procurarse lo debido. Lo que una ciudad es para sus propias fronteras y territorios, eso es esta ciudad para toda la ecúmene, como si se presentase como el núcleo urbano común a todo el territorio. Podrías decir que todos los periecos o los otros que habitan los demás lugares, distribuidos en demos, se reúnen en esta misma y única acrópolis. Esta nunca ha repudiado a nadie sino que, como el suelo fértil de la tierra mantiene a todos los hombres, así esta ciudad recibe a los hombres de toda la tierra, como el mar recibe a los ríos. ... siendo vosotros grandes, calculasteis la ciudad de grandes dimensiones, y la hicisteis maravillosa no porque la glorificaseis gracias a que no la habéis compartido con nadie de ningún otro pueblo, sino porque buscasteis una población digna de ella y convertisteis el ser romano, no en ser miembro de una ciudad, sino en el nombre de un cierto linaje común, pero no de un linaje cualquiera de entre todos, sino en el contrapeso de todos los restantes. Pues no separáis ahora las razas entre helenas y bárbaras ... sino que las habéis dividido en romanos y no romanos: hasta tal grado habéis llevado el nombre de la ciudad. Establecida así la división, muchos, en sus respectivas ciudades, son ciudadanos vuestros no menos que de sus congéneres, aunque algunos de ellos no hayan visto jamás la ciudad de Roma. Y no hay ninguna necesidad de guarniciones que ocupen las acrópolis, sino que las personas más importantes y poderosas de cada ciudad guardan sus respectivas patrias en vuestro nombre. Y ocupáis las ciudades de doble manera, desde aquí, la capital, y por medio de vuestros conciudadanos en cada una de ellas. Ninguna envidia pone su pie en el Imperio, pues vosotros mismos sois los primeros en no sentir envidia, porque lo habéis puesto todo a disposición de todos y habéis permitido que los poderosos no sean gobernados más que lo que ellos gobiernan por turno. Además, ciertamente, tampoco existe odio en los que se han quedado fuera. Pues gracias a que la constitución es común y semejante a la de una única ciudad, naturalmente los gobernantes gobiernan no como sobre extranjeros sino como sobre compatriotas.}}