Diferencia entre revisiones de «Ofensiva de Kérenski»

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====La moral de las tropas====
La revolución, por otra parte, no había hecho desaparecer el entusiasmo de las tropas por la contienda, pues este nunca había existido, simplemente agravó la oposición de los soldados al conflicto.<ref name="heenan89">[[#Bibliografía|Heenan (1987)]], p. 89</ref> Las esperanzas de mejora que trajo la revolución sí que minaron, sin embargo, el cumplimiento de los deberes militares de los soldados, ya que estos parecían interponerse en la consecución de esa prosperidad.<ref name="heenan89"/> La actitud de muchos soldados se reflejaba en la siguiente carta de un soldado del frente al [[Sóviet de Petrogrado|sóviet de la capital]]:<ref name="heenan97">[[#Bibliografía|Heenan (1987)]], p. 97</ref>
{{cita|Nosotros los soldados nos sentamos en las trincheras, entre la suciedad y el agua, donde decenas de miles mueren todos los días, y ansiamos la paz. Mientras, vosotros, los gobernantes del país sedientos de sangre, no cesáis de redactar órdenes para que sigamos combatiendo hasta la victoria final. ¿Qué significa la libertad para nosotros si deseáis que continuemos combatiendo y repetís las mismas cantinelas que el antiguo Gobierno? Esto no es la libertad, solo una nueva gran guerra sangrienta y sin sentido que devorará a decenas de millones de inocentes y enterrará a toda criatura viva sin beneficiar a nadie. [[Pável Miliukov|Miliukov]] no escucha, ni Chkheidze, ni tampoco Kérenski...</br />
Nos parece que el único pequeño rayo de esperanza es Lenin, pero le consideráis un provocador. Bien, pues no es ni un provocador ni un traidor. Desea detener vuestra maldita y sangrienta guerra sin sentido, pero queréis acallarle y apagar su bienvenido rayo de luz. Si no hubiese un Lenin, ¿quién pensaría en nosotros? Ni Chkheidze, ni Miliukov, ni Kérenski, ni Skóbelev lo harían...</br />
También nuestros hermanos soldados que fueron elegidos como representantes recitan la misma cantinela sin sentido:«hasta la victoria final». Los elegimos porque prometieron antes de su elección que intentarían traer la paz, pero en cuanto dejaron las trincheras olvidaron a sus leales camaradas. Ahora dicen:«Dejadles morir mientras nosotros, los delegados, nos sentamos cómodamente en los comités». ¡Vaya manera de pensar! Así solamente estáis perdiendo al Ejército y condenándoos.</br />
Vosotros, diputados, no deberías de pensar que lo que digo no es cierto o que un espía escribe esto. No, esto lo escribe un soldado desde las trincheras, que ve y oye a su alrededor el sentir del Ejército que, como la atmósfera está cargada y los soldados no pueden hacer otra cosa que hablar, está a punto de convertirse en un clamor universal:«¡Paz a cualquier precio!» Por tanto, señores delegados, deben aplicarse con diligencia a la cuestión de la paz, porque si no lo hacer ahora pronto será demasiado tarde.}}