Diferencia entre revisiones de «Revuelta de Kengir»

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Beria –que era el jefe de toda la seguridad soviética así como del aparato policial, además de ser el arquitecto de las políticas más odiadas relativas a los campos– fue declarado “[[enemigo del pueblo]]” y ejecutado por aquellos que sucedieron a Stalin. El nombre de Beria y su nueva y mancillada reputación se convirtió en un problema para todos los rangos de la jerarquía soviética, tanto altos como bajos. Para todo aquel que estuvo asociado con Beria, o había hablado muy a favor de él, corrió el riesgo de ser denunciado como traidor y ser perseguido. La administración del campo no estaba excluida de estos riesgos y este hecho debilitó significativamente su posición frente a los prisioneros. Escribiendo respecto a las huelgas que estaban tomando lugar en ese momento, Solzhenitsyn describió de este modo la cuestión:
 
{{cita|¡No tenían idea sobre qué se requería de ellos y cualquier error podía ser peligroso! Si mostraban excesivo celo en sus funciones y disparaban a la multitud de internos, podían terminar como los secuaces de Beria. Pero si no mostraban el celo suficiente y no empujaban enérgicamente a los huelguistas de vuelta al trabajo, podía pasar exactamente lo mismo.<ref>Solzhenitsyn, Aleksandr I. (1976). ''The Gulag Archipelago''. Nueva York: Harper & Row, pp. 289. ISBN 0-06-080396-7.</ref>}}
 
Por esta y otras razones, en los meses que precedieron el levantamiento, los prisioneros de todos los gulags se estaban volviendo cada vez más atrevidos e insolentes, haciendo huelgas de hambre, dejando de trabajar, organizando insubordinaciones a gran escala, dando lugar a cada vez más frecuentes represalias violentas en su contra.
 
En el campo de Kengir en particular, las autoridades responsables estaban perdiendo el control sobre el ejercicio efectivo de sus cargos; los comunicados enviados por los comandantes hacia la jerarquía del campo atestiguan su temor por los frecuentes incidentes de descontento, las poderosas organizaciones que actuaban de manera encubierta y las crecientes crisis que afligían a la red de soplones, así como sus desesperados intentos de reafirmar su control.<ref>Applebaum, Anne (2003). ''Gulag: A History''. Nueva York: Anchor, pp. 495. ISBN 1-4000-3409-4.</ref>
 
=== Kengir ===