{{Cita|[... Salió] al aire fresco que precedía al amanecer, se apoyó en el pretil del frío ladrillo y contempló la ciudad. Un millar de tejados se extendía bajo ella, pintado de marfil y plata por la luz de la luna. En algún lugar, bajo aquellos tejados, [...] estarían reunidos, tramando planes para matarla, para matar a todos sus seres queridos, para volver a encadenar a sus hijos. Allí abajo, en algún lugar, un niño hambriento lloraba pidiendo leche. En algún lugar, una anciana agonizaba. En algún lugar, un hombre y una doncella se abrazaban, se desnudaban mutuamente con manos ávidas. Pero allí arriba solo existía la luna sobre las pirámides y los reñideros, sin atisbo de lo que sucedía abajo. Allí arriba solo estaba ella.|''[[Danza de dragones]]'', p. 180}}