Diferencia entre revisiones de «Congreso de Sevilla (1882)»

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En el Congreso se enfrentaron por primera vez los [[anarcocolectivista]]s y «legalistas», encabezados por el catalán [[Josep Llunas]] —que fue elegido miembro de la Comisión Federal— y el gallego [[Ricardo Mella]], y los [[anarcocomunista]]s e [[insurreccionalista]]s, encabezados por el andaluz Miguel Rubio. {{Harvnp|Tuñón de Lara|1977|p=246-248}} Llunas afirmó que para alcanzar la revolución había que luchar «con las armas de la razón y de la inteligencia, instruyéndonos e ilustrándonos, en una palabra, por medio de la revolución científica, no en motines y asonadas».{{Harvnp|Termes|2011|p=83}} En relación directa con esta cuestión se discutió sobre la legalidad o ilegalidad del movimiento. «Mientras unos, sobre todo los sindicalistas catalanes, querían un movimiento público que estructurase un obrerismo lo más masivo posible y legal, otros, sobre todo en Andalucía, deseaban que mantuviera su [[ilegalismo|carácter secreto y revolucionario]], y estuviera dispuesto a practicar la [[propaganda por el hecho]]. La conflictividad en el campo andaluz pondría a prueba las tensiones y diferencias entre ambos modelos».{{Harvnp|Termes|2011|p=80}}
 
En el manifiesto aprobado en el Congreso triunfaron las tesis moderadas anarcocolectivistas y legalistas —se proclamó, por ejemplo, que las huelgas «cuando forzosamente no podamos evitarlas, las haremos reglamentarias y solidarias»— lo que fue aplaudido por la prensa liberal, como el influyente diario madrileño ''[[El Imparcial (España)|El Imparcial]]'' que destacó que «los obreros anarquistas de España» —a diferencia de lo que estaba sucediendo en Francia donde «los partidarios de la [[anarquía]] y del [[colectivismo]] se presentan en sus reuniones como furiosos energúmenos pidiendo sangre y exterminio»— «acaban de celebrar su congreso anual con tal corrección en los procedimientos, tanta templanza en las formas y tal unanimidad en los acuerdos, que bien podía por cierto servir de lección a muchas asambleas políticas de doctores en costumbres parlamentarias».{{Harvnp|Avilés Farré|2013|p=135}}
 
Sin embargo, la «unanimidad» en el seno de la FTRE no era tal, como lo demostró que los [[ilegalismo|ilegalistas]] poco después de la celebración del Congreso de Sevilla constituyeran una nueva federación bajo el nombre de [[Los Desheredados]]. En su órgano de prensa ''La Revolución Social'' denunciaron años después que la Comisión federal no había difundido el acuerdo del Congreso de Londres de 1881 sobre la «[[propaganda por el hecho]]». {{Harvnp|Avilés Farré|2013|p=136}}