Diferencia entre revisiones de «Cornelio el Centurión»

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Tras la conversión de Cornelio y su familia, surgieron dudas en la comunidad cristiana sobre la extensión de la nueva fe entre personas ajenas al pueblo judío, es decir, a personas no [[circuncisión|circuncidadas]] y que no seguían la [[Ley de Moisés]]. Hasta ese momento, se había considerado que, dado que Jesús había predicado únicamente para este pueblo, los apóstoles debían hacer lo mismo. Pedro tuvo que explicar su postura en [[Jerusalén]], de la siguiente manera: “Y recordé estas palabras del Señor: ‘Juan bautizó en agua, mas vosotros seréis bautizados en el Espíritu Santo'. Si, pues, Dios les dio a ellos el mismo don que a nosotros, por haber creído en el Señor Jesucristo, ¿cómo podía yo oponerme a Dios?” (''Hechos'', 11, 16-17).
 
La tesis de predicar también a los gentiles triunfó y esta práctica se generalizó desde entonces, contribuyendo claramente a que el [[cristianismo]] comenzara a ser considerada una religión nueva separada del [[judaísmo]], y permitiendo su extensión fuera de los límites de Israel. Fue [[Pablo de Tarso|Pablo]] el que más la practicó. En [[Antioquía]] (junto a la actual [[Iskenderun]], en Turquía), permaneció un año predicando a nuevos fieles de origen griego y chipriota. La posibilidad de predicar a gentiles permitió constituir una fuerte comunidad, la Iglesia de Antioquía (precursora de la actual [[Iglesia Ortodoxa de Antioquía]]), ciudad en la que por primera vez estos fieles recibieron el nombre de “cristianos”. En [[Antioquía de Pisidia]] (junto a la actual Yalvaç, en Turquía), Pablo predica a “israelitas y los que teméis a Dios” (''Hechos'', 13, 16). Y ante la oposición de la comunidad judía, replica: “A vosotros había que anunciar antes que a nadie la palabra de Dios; más ya que la rechazáis, y no os juzgáis dignos de la vida eterna, nos vamos a los gentiles. Que así nos lo mandó el Señor: ‘Te he puesto como la luz de los gentiles, para que lleves la salud hasta el fin de la tierra”. Pablo recibiría finalmente el título de “apóstol de los gentiles”.
 
El bautismo de los no judíos quedó definitivamente establecido en el que se ha considerado como el primer [[concilio]] del cristianismo: el [[Concilio de Jerusalén]] (hacia 50 d.c.), en el que tanto Pedro, como Pablo y Santiago abogaron por predicar entre los gentiles. La decisión tomada fue no poner “ninguna carga más que estas necesarias: absteneros de lo sacrificado a los ídolos, de sangre y animales ahogados y de fornicación” (''Hechos'', 15, 28-29).