Diferencia entre revisiones de «Melquitas»

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El término '''Melquitas''' quiere decir imperiales. Así fueron llamados, por los [[monofisitas]] de Egipto, Siria y Palestina, los cristianos que seguían la fe del Emperador ([[Malka]] en siriaco) de Bizancio, en los Patriarcados de Alejandría, Antioquía y Jerusalén, a raíz del [[Concilio de Calcedonia]]. Las comunidades que permanecían unidas a Constantinopla eran algunos pequeños núcleos en Egipto y otros más numerosos en Siria. El [[Patriarca de Jerusalén|Patriarcado de Jerusalen]], en cambio, se mantenía completamente unido no dejando que cuajaran en él los no calcedonianos.
 
Al principio, las diversas iglesias melquitas de Siria, Palestina y Egipto conservaban su propio rito y disciplina, pero, andando el tiempo, la iglesia de Constantinopla se afirmó como predominante entre las demás m., y éstas acabaron por aceptar el rito y la disciplina constantinopolitanas, con lo que el término m. vino a designar a los cristianos de rito bizantino que vivían fuera del [[patriarcado de Constantinopla]]. La dominación árabe (a partir del s. VII) inclinó más aún hacia Constantinopla esta inicial tendencia de sirios, egipcios y jerosolimitanos helenizarlos, porque sobre ellos descargó mayor animosidad, dado que ante los árabes aparecían como sospechosos políticos por su parentesco con Bizancio. La reconquista bizantina de una parte de Siria, en el s. X, acentuó las relaciones de dependencia del [[Patriarca de Antioquía|Patriarcado de Antioquía]] respecto de Constantinopla, llegando a ocupar la sede patriarcal jerarcas de origen estrictamente bizantino. Las [[cruzadas]] favorecieron, asimismo, el aumento de la influencia bizantina sobre los melquitas porque, no tolerando los latinos que vivieran altas jerarquías griegas donde ellos implantaban las latinas, aquéllas se vieron forzadas a vivir, a veces, en la capital del Imperio, Constantinopla, que les recibía y defendía como iglesia protectora (cfr. R. Grousset, Histoire des Croisades, 3 vol. París 1934-36). Estas circunstancias trajeron lógicamente la sustitución de los ritos originarios por el rito bizantino, aceptándose incluso el derecho eclesiástico bizantino. Así, en el s. XII preguntaba el Patriarca melquita de Alejandría al famoso canonista [[Teodoro Balzamon]], Patriarca de Antioquía, sobre el rito y la disciplina y recibía una respuesta favorable a la introducción total de las costumbres bizantinas en la misma Alejandría (cfr. G. de Vries, Oriente Cristiano leri e Oggi, Roma 1950, 69)
 
Dada la dependencia de los patriarcados antioqueno, alejandrino y jerosolimitano respecto del constantinopolitano, la separación de Constantinopla de la comunión con Roma después de [[Miguel Cerulario]] les afectó también a ellos. En Antioquía, hacia el s. XI, el nombre del Papa no se mencionaba en la liturgia; no obstante, el patriarca Pedro, nombrado por el Emperador el año 1052, notificó al Papa su elección. En la época de Cerulario trató además de mantener la unidad con Roma, pero renunció pronto ante la presión de Cerulario; su sucesor, [[Teodosio III]], era adicto a Cerulario. Con respecto a Jerusalén y Alejandría no se tienen datos concretos sobre cómo procedieron en los tiempos de Cerulario, con respecto a las notificaciones de elección y menciones litúrgicas. Las cruzadas, como ya se ha dicho, contribuyen a aunar a los patriarcas orientales con Constantinopla. Pero en cada caso es difícil pronunciarse, ya que no hay datos de una «separación» en sentido formal y total, consciente y volente, ni de una «unidad permanente y eficiente» (cfr. H. Lammens, Relations of ficielles entre la cour Romaine et les Sultans Mamelouks d'Égypte, «Revue de I'Orient Chrétien», VIII, 1930, 101)