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=== Época de las Cruzadas ===
{{VT|Alianza franco-mongola}}
Durante la época de las [[Cruzadas]], los Cruzados utilizaron la isla como puente o zona de acantonamiento, en su intento de recuperar la ciudad de Tartus tras perderla en 1291.
A finales de 1299, el líder mongol [[Ghazan]] envió un mensaje a los [[Reino de Chipre|chipriotas]] en el que los invitaba a reunirse con él en Armenia, con el objetivo de coordinar operaciones.<ref>Schein, pág. 811</ref> Los chipriotas prepararon una fuerza terrestre de unos 600 hombres: 300 bajo el mando de
Desde allí, atacaron Tartus con un éxito considerable (algunas fuentes afirman que acometieron ataques e incursiones, otras que llegaron a capturar la ciudad) pero cuando los refuerzos mongoles esperados se retrasaron (las fuentes difieren sobre si fue por causa del clima o de enfermedades), los Cruzados se vieron obligados a retirarse a Ruad.<ref>“El Juicio de los Templarios", Malcolm Barber, 2ª edición, pág. 22: "En noviembre de 1300,
Finalmente, y como los mongoles continuaban sin aparecer, la mayoría de las fuerzas cristianas regresó a Chipre, aunque mantuvieron en Ruad una guarnición compuesta de grupos rotativos de distintas fuerzas chipriotas, mandadas por el mariscal de la Orden, fray Bartolomé de Quincy y por templarios catalanes como fray Hugo de Ampurias y fray [[Dalmau de Rocabertí]]. El Papa [[Clemente V]] premió formalmente a los Caballeros del Temple otorgándoles la isla, el último pedazo de tierra que los Cruzados conservaron en Tierra Santa, en plena batalla perdida contra los musulmanes.
Pocos meses después, en febrero de 1301, los mongoles volvieron a aparecer en Siria con una fuerza de 60
La guarnición de la isla de Ruad estaba compuesta por Templarios: 120 caballeros, 500 sargentos y 400 [[turcopolo]]s (ayudantes sirios), bajo el mando del Mariscal de Quincy. En septiembre de 1302, el desembarco de una flota de mamelucos (mandada por el emir Zarrak) supuso el inicio del Asedio de Ruad. El 26 de septiembre de 1302 los Cruzados se rindieron bajo la promesa de un salvoconducto<ref>Demurger, pág. 156</ref> que nunca recibieron. Todos los sargentos y los ayudantes sirios fueron asesinados, mientras que los caballeros templarios fueron enviados a prisiones en el Cairo.<ref>De esos hombres, unos 40 continuaron en prisión en
== Bibliografía ==
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